El Senado se disculpa por el pasado de linchamientos,
Hipocresía frente a horrores

Phillip Watts

Revolución #010, 31 de julio de 2005, posted at revcom.us

Hace poco, el Senado aprobó una "resolución" de disculpa a "las víctimas de linchamientos y sus descendientes, por no haber promulgado leyes contra el linchamiento". La resolución tropezó con problemas: primero, Bill Frist, el líder del Senado, no permitió que la votación se anotara en las actas y segundo, aun así, ¡ocho senadores republicanos no quisieron apoyarla!

Por un lado, la "disculpa" y la conducta del Senado muestra al desnudo el sistema y su forma de operar. Después de tantos años esos cabrones todavía no pueden excusarse por un pasado de linchamiento de negros... y ni hablar de transformar las condiciones opresivas de la actualidad.

Por otro lado, ofrecer esta "disculpa" ahora dice mucho acerca de las formas de opresión a lo largo de la historia del país. La resolución fue idea de dos senadores en respuesta a un libro, Without Sanctuary: Lynching Photography in America (Sin refugio: La fotografía de linchamientos en Estados Unidos), que tiene fotos y hasta tarjetas postales de linchamientos reales.

Las fotos y postales son de una exposición y al enterarme de la "disculpa" oficial fui a verla.

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Una postal tiene una pequeña equis blanca para señalar el lugar donde lincharon a William James, un hombre negro, en Cairo, Illinois, el 9 de noviembre de 1909. Lo colgaron de un arco de acero iluminado para que todos lo vieran. Luego bajaron el cadáver y lo arrastraron. La turba de racistas blancos aplaudía. Le cortaron la cabeza y la pusieron en un palo. Le quitaron órganos como recuerdos y quemaron el cadáver.

Esta fue una de las primeras historias que leí en la exposición, pero no fue la más horripilante. Muchas fotos y postales demuestran a grupos de blancos sonrientes dando vítores. Niños y niñas vestidos en ropa de domingo miran con sonrisas al cadáver quemado.

Tales fotos y postales se vendían como recuerdos. Las notas escritas en ellas evocan escenas asquerosas y asombrosas. En una postal de un negro quemado colgado de un árbol, rodeado de una turba, una nota dice: "Esta es la barbacoa de anoche. Estoy a la izquierda, donde está una cruz. Tu hijo, Joe".

El libro de la exposición dice: "De 1882 a 1968, se calcula que 4742 negros y negras murieron a manos de turbas linchadoras. La misma cantidad (si no es más) cayó víctima de linchamientos legales (juicios relámpagos y ejecuciones), violencia a manos de particulares blancos y `cazas de negros’ en zonas rurales aisladas. Después tiraban los cadáveres en ríos y arroyos". Tenían el beneplácito oficial y policías, políticos y ministros religiosos se ponían a la cabeza.

En respuesta, surgió un movimiento contra el linchamiento en el norte del país y hasta cierto grado en el sur. Ida B. Wells, ex esclava, periodista y activista, sacó a la luz los horrores del linchamiento. Con W.E.B. Dubois y otras personas, organizó un movimiento masivo que tuvo como prioridad establecer leyes contra la práctica.

Se propusieron unos 200 proyectos de ley en el Congreso. Ninguno llegó a ley. La "disculpa" del Senado no explica por qué fue así.

"¿Por qué no mandaron al ejército?"

En la exposición hay un libro para escribir comentarios. Ahí encontré uno en letra de niño: "¿Por qué no mandaron al ejército para poner fin a esto?". Buenísima pregunta.

Tras la guerra de Secesión, el ejército de la Unión se quedó en el Sur de 1865 a 1877, el período que se llama la Reconstrucción. Los negros liberados y los blancos pobres tomaron las tierras y empezaron a cultivarlas. En gran medida, el ejército mantenía bajo control a los ex dueños de plantaciones, derrotados en la guerra. Hubo cambios y reformas en la estructura política; los negros podían votar, se postularon a puestos políticos y ganaron.

Pero como dice Bob Avakian en "Cómo el sistema ha traicionado al pueblo negro: Momentos decisivos":

"En 1877, todo eso se acabó y se traicionó. La burguesía había conseguido lo que quería: consolidar la totalidad del país; consolidar su posición económica y política en el Sur, así como en el Norte y el Oeste".

Los ex dueños de plantaciones volvieron a controlar las plantaciones y obligaron a millones de negros a trabajar de aparceros, como si fueran siervos feudales. En 1877, el ejército de la Unión se retiró del Sur.

Así que, volviendo a la pregunta, la burguesía (la clase dominante de capitalistas) no "mandó al ejército" a poner fin a los linchamientos ¡porque años atrás había tomado la decisión de retirarlo! Tras la retirada del ejército, el Sur estableció una serie de leyes para subyugar a las masas negras (las leyes "Jim Crow"). En las vastas zonas rurales del Sur, los dueños de plantaciones necesitaban la violencia racista de turbas linchadoras y el Ku Klux Klan para implementar dichas leyes y reforzar esa opresión.

Por eso la burguesía no "mandó al ejército" ni promulgó leyes federales contra el linchamiento. El linchamiento era muy importante; era un aspecto central del sistema de opresión de los negros del Sur y de la estructura de clases en todo el país.

Me pregunto: ¿en realidad ha cambiado la situación?

Leí otro comentario en el libro: "Soy un hombre negro de 24 años. Esta exposición me impactó mucho y me hizo pensar en las historias que me contaron familiares que viven en el Sur. Pero me pregunto: ¿en realidad ha cambiado la situación? Vivo todavía con el hostigamiento de la policía y la discriminación".

Pensemos en el hecho de que esa "disculpa" viene años después de que el linchamiento dejó de ser una forma predominante de opresión de los negros.

Las formas de explotación y pobreza han cambiado conforme cambian las necesidades económicas del país; por ejemplo, cuando las plantaciones del Sur se mecanizaron, los negros se mudaron a los ghettos urbanos del Norte y del Sur, donde los explotaron en fábricas, en otros trabajos o simplemente sin trabajo.

Las formas de opresión han cambiado a la par con esas transformaciones. El linchamiento y las leyes Jim Crow quedaron atrás, reemplazados por la omnipresente brutalidad, asesinato policial y cárcel. En el capitalismo, el terror estatal directo de los cuerpos policiales urbanos es la forma de controlar a los pobres y continuar la opresión de los negros, y en tiempos de rebelión masiva contra esa opresión el ejército refuerza ese control.

La segregación y la discriminación reinan como siempre, al igual que la pobreza, la explotación y la superexplotación: todo eso impuesto por terror. Las formas han cambiado, pero no ha cambiado la naturaleza esencial del sistema. Eso no cambiará hasta derrocarlo y hsta que nazca algo diferente.

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Todo esto me hace preguntar: ¿cuándo pedirá perdón el Senado por los horrores de hoy? ¿Los de Abner Louima, Tyisha Miller, Rodney King, Amadou Diallo, de todos los negros y en particular los jóvenes que viven con un miedo constante frente a la brutalidad de estos tiempos?

Además, el linchamiento no es totalmente cosa del pasado. Miremos lo que pasó en Howard Beach cuando tres racistas blancos atacaron hace poco a unos hombres negros, el segundo incidente de ese tipo en 20 años. ¿Y quién puede olvidar a James Byrd, linchado hace seis años en Texas?

¿Qué nos enseña sobre el país y el sistema en que vivimos el hecho de que la era de los linchamientos es apenas un capítulo del libro de horrores que persisten hoy? De los horrores del viaje a América en los buques negreros, la venta de niños y otras atrocidades durante la esclavitud, los linchamientos y el encarcelamiento masivo de jóvenes negros hoy: ¿qué lección sacamos?

Esa pinche disculpa no es suficiente. No esperaremos otros 50 años por una disculpa a medias por todo el sufrimiento que nos han echado encima (una disculpa que no veremos ni en sueños).

Tenemos planeado un futuro completamente diferente.