Escisiones más fuertes en la clase dominante
Revolución #014, 18 de septiembre de 2005, posted at revcom.us
El campamento frente al rancho de Bush en Crawford, Texas, ha desatado una tormenta. Cuando Cindy Sheehan le pidió cuentas a Bush sobre la “causa noble” por la cual su hijo murió en Irak, puso el dedo en la llaga... e hizo noticia en todo el país. Se han deslindado campos. Se organizaron más de 1,400 vigilias de apoyo. Se han visto divisiones de las familias de militares y de los mismos militares. El estallido de protesta ha revelado dos cosas:
Primero, millones de personas creen que el gobierno lanzó la guerra por puras mentiras y que Estados Unidos debe retirarse de Irak. Están convencidos de que no tiene caso morir o matar en esa guerra, y miles y miles quieren hacer algo ahora mismo para pararla. Urge dar voz a sus profundos anhelos y canalizarlos de una manera que valga la pena.
Segundo, los problemas de Estados Unidos en Irak están causando escisiones más fuertes en la clase dominante.
El gobierno lanzó la guerra a pesar de los grandes peligros que encerraba y no le ha ido muy bien: no ha podido estabilizar el país, las fuerzas militares se encuentran aisladas ante la creciente insurgencia, y no ha podido unir a fuerzas iraquíes para formar un gobierno que le maneje el país. Es muy posible que esto termine en un gran revés estratégico para Estados Unidos.
Los imperialistas yanquis no están dispuestos a retirarse de Irak ni a aflojar el control de esa región altamente estratégica. El consenso de la clase dominante es que tiene que ganar la guerra, de una manera u otra, pero mientras Bush proclama que todo marcha bien, otras voces de la clase dominante lo ponen en duda.
Tan es así que algunas de las fuerzas que controlan los grandes medios de comunicación le dieron amplia cobertura a la protesta de Cindy Sheehan. ¡Los mismos medios que no han vacilado en bloquear todo tipo de información sobre la oposición a la guerra!
Pero las críticas al comandante en jefe por parte de la clase dominante representan intereses fundamentalmente distintos a los de los millones de personas que quieren poner fin a la guerra.
Por ejemplo, en la respuesta oficial del Partido Demócrata al discurso radial de Bush, el ex senador Max Cleland dijo: “El plan de la administración de Bush no está llevando a la victoria... No hemos podido proteger a Irak ni tenemos las fuerzas para hacerlo... Es hora de idear una estrategia para la victoria o una estrategia para retirarnos”. Por un lado coquetea con la posibilidad de retirarse, pero está claro que busca una “estrategia para la victoria”.
żA poco los pueblos del mundo necesitan una contrainsurgencia más efectiva en Irak? żO la propuesta de Hillary Clinton de mandar más tropas yanquis a conquistar el país? żO un comandante en jefe más hábil y persuasivo?
¡No! ¡El mundo necesita que se ponga fin a la guerra, imperio, gandallismo y tortura yanqui!
Existe el peligro de que toda esta oposición a la guerra se canalice nuevamente al viejo y transitado camino de la política oficial, como podemos ver claramente al examinar la consigna “Apoyar a las tropas”, que se oye muchísimo.
Se habla de “apoyar a las tropas” pero, ¡espérense! żNo es cierto que la gran injusticia de esta guerra es la matanza y tortura del pueblo iraquí? Por eso, solo debemos apoyar a los soldados que no acaten órdenes de pelear en Irak y desobedezcan órdenes injustas.
Además, si el enfoque es “Apoyar a las tropas”, no hay mucho trecho entre “Apoyar a las tropas, poner fin a la guerra” y ¡“Apoyar a las tropas, mandar más refuerzos... más blindaje, conseguir más aliados y no dañar la moral de combate”! En poco tiempo, tal lógica funesta canaliza la ira popular de nuevo hacia el apoyo a la guerra y al sistema... con todos sus horrores. De plano, ¡no lo permitiremos!
Las luchas intestinas de la clase dominante están produciendo escisiones y crisis, y pueden despertar a muchos más y arrojarlos a la vida política. Pueden abrir la posibilidad de que muchos más rompan con la lógica e intereses de clase de la política imperialista oficial. Pero eso requiere una iniciativa audaz y grandes acciones de masas que repudien la guerra criminal de Irak y la empresa en que se ha embarcado el gobierno de Bush. La convocatoria para el 2 de noviembre llama a tales acciones masivas.
Si queremos liberar a la gente, tenemos que luchar por un camino político radicalmente diferente y revolucionario que lleve a acabar con el capitalismo y el imperio que han producido esta ofensiva de tortura y guerra sin fin.