Oscar Brown Jr., 1926-2005

Recuerdos de Oscar

by Michael Slate

Revolución #014, 18 de septiembre de 2005, posted at revcom.us

Yo creo que el planeta dio un suspiro triste poco antes del mediodía el 29 de mayo, cuando Oscar Brown Jr., un artista extraordinario y querido amigo, respiró por última vez, rodeado de su familia y de sus amigos en un hospital de Chicago.

Oscar duró enfermo un mes, pero su muerte llegó mucho más pronto de lo que todos imaginaban. Se murió a los 78 años. Tuvo una vida muy rica de muchas etapas y experiencias como artista y luchador comprometido contra la opresión de los negros, con una sed insaciable por un mundo justo. Lo hizo todo con un gran gusto y sentido del humor.

Yo platiqué con él poco antes de su muerte. Ya habíamos hablado sobre la muerte: yo con la perspectiva comunista de que el universo es materia en movimiento, y Oscar diciendo que hay una fuerza que rige el universo (su última versión: que la gravedad es una fuerza espiritual a la que se conectaba para recibir su vibra creativa). Los dos sabíamos que se iba a morir pronto y después de una de las conversaciones más gratas que tuvimos, Oscar reunió fuerzas para contarme el último chiste: “Mira, Rojo, ¿te acuerdas que te dije que la vejez es como un barrio malo del que uno no se puede mudar? Pues sí hay una manera pero es un poco problemática. Te lo dejo de tarea, y si resulta que no tienes razón, le diré a Mao que lo mandaste saludar”.

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Oscar fue vocalista de jazz y compositor, dramaturgo, poeta y actor. Escribió más de mil canciones y grabó una docena de discos. Tocó con prácticamente todos los grandes músicos de jazz. Escribió docenas de óperas y obras de teatro. Escribió adaptaciones de las tragedias griegas; una se basó en el mito de Edipo, en que Edipo, un ex esclavo, mata a su padre, un dueño de esclavos. La obra nunca se llevó a escena y Oscar bromeaba que quizás era por el título: “Motherfucker”. Escribió, sin exagerar, miles de poemas sobre todos los temas que se pueden imaginar. Como si fuera poco, también fue conductor de dos series de televisión dedicadas al jazz.

Oscar Brown Jr. empezó su carrera artística a los 15 años como actor de la serie de radio Secret City. A los 21 años ya era conductor del noticiero radial Negro Newsfront. Fue uno de los primeros programas que relataba la vida de los negros en Estados Unidos y ese fue el tema que continuó examinando en su arte por el resto de su vida.

Inspirado por Paul Robeson, seguido decía que su arte venía del pueblo y regresaba a él. Quería motivar a hacer algo bueno y grande, y lo hacía con una sonrisa, un chiste y un guiño.

Cuando cantaba “Rags and Old Iron” o “Watermelon Man” llevaba al público a los callejones de Chicago de la década de 1930. En “Bid Em In” lo llevaba a una subasta de esclavos, y “Work Song” narra que 100 años más tarde, por el delito de ser pobre y tener hambre“, muchos acabaron de nuevo en cadenas, haciendo trabajos forzados. Pero Oscar también le cantó a la esperanza de un mundo mejor. Compuso la canción ”Brown Baby" mientras arrullaba a su hijo recién nacido; se la cantó a sus bebés en casa y solo después la grabó. La canción tiene una fuerza y belleza inmutable, y cada vez que la interpretaba, el público lloraba y se paraba a aplaudirlo fuertemente.

Al pasar los años, quiero que camines
con la frente en alto
que te aferres a lo justo
y que sigas
el camino de la libertad
mi bebito moreno

Oscar me dijo que la primera vez que “Brown Baby” salió al aire, le dijeron al d.j. que no lo volviera a tocar y hasta retiraron el disco de las tiendas de la costa este. ¡Eso fue en 1961!

Oscar siguió escribiendo canciones similares, como la que escribió para el musical que llevó a Broadway: “Big Time Buck White” con Muhammad Ali, poco tiempo después de que el gobierno le quitara su título de campeón. En esa obra, Ali cantó “It’s All Over Now Mighty Whitey” (Ya estuvo bueno, Güero Altanero), que afirma que prefiere morir luchando por su gente y no quedar como tantos otros: “una mancha de grasa en la carretera”.

Oscar alguna vez me dijo que el título y el tema de la canción le vino de una conversación que tuvo con un amigo en Los Ángeles poco después de la rebelión de Watts de 1965. El amigo le platicó que la gente se cuidaba unos a otros e iba a las tiendas y tomaba lo que necesitaba, y Oscar preguntó cómo respondió la policía. El amigo contestó que no se le veía la cara por ningún lado y Oscar se rió fuerte y dijo: “Ya estuvo bueno, güero altanero”.

En muchas canciones, poemas y obras de teatro, Oscar aplicó su humor a todo tipo de asuntos, desde las relaciones entre los hombres y mujeres, hasta la física y la ley de la gravedad (tras ver unas niñas brincar la cuerda). Muchos consideran a Oscar el padre de hip hop, le placía ver el desarrollo de rap, que está ligado a la palabra y fusiona la palabra y los ritmos. Cuando tenía la oportunidad, ponía en evidencia la hipocresía y las mentiras del gobierno. Su clásico “40 acres and a Mule” describe con sátira y gracia cómo el gobierno traicionó a los negros después de la guerra de Secesión. Luchó por muchos años contra las disqueras y los grandes teatros que nunca lo tomaron en cuenta, y que aparte lo hostigaban. Pero en los últimos años salió en la televisión en el programa Def Poetry Jam de Russell Simmons y pudo presentar su obra a millones de personas de la nueva generación. Solo meses antes de que se muriera, se presentó en la apertura del Jazz Lincoln Center.

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Tras el 11 de septiembre, Oscar firmó con orgullo la declaración de conciencia de No en Nuestro Nombre e hizo una magnífica interpretación de su canción “Bullshit” en la Noche de Conciencia en Nueva York en octubre del 2002, poco antes de las primeras grandes protestas nacionales contra la guerra. Hace un año me habló a las dos de la madrugada y me platicó que no había podido dormir en una semana.

Dijo que se había apoderado de él una musa y que en esa semana escribió 200 sonetos shakespearianos sobre el tema de: “cuando abrieron la puerta de la jaula después de la guerrra de Secesión, ¿por qué no se salieron los negros?”. Ese problema lo inquietó a través de su vida. Se echaba unos rollos sobre el fallo Dred Scott (que el negro no tiene derechos que el blanco tiene que respetar) y hablaba con fervor sobre el hecho de que los negros no vinieron al país voluntariamente, que no se les ha considerado ciudadanos la mayor parte del tiempo que han vivido aquí, y que nunca les preguntaron si querían ser ciudadanos, pero aun así se supone que deben ser patrióticos y pagar impuestos. Por su parte, Oscar no los pagó y, además, a cada rato hablaba al gobierno y pedía que lo enjuiciaran por ese “delito”. Les decía que estaba dispuesto a arreglar el asunto ante un tribunal, pero nunca quisieron.

Oscar siempre estaba listo para luchar contra la injusticia del imperialismo de Estados Unidos y siempre quiso ser parte de una comunidad dedicada a eso y a crear un mundo mejor. Eso, y su amor a la palabra y a escribir, era uno de los lazos más fuertes entre nosotros. Pero, claro, dentro de eso, veíamos el mundo con una perspectiva diferente, de cómo se tenía que cambiar y de qué tipo de sociedad podría liberar toda la humanidad.

No puedo contar las veces que, caminando por la playa, o sentados en un cuarto de hotel, discutíamos por horas sobre cómo veíamos a las mujeres y las relaciones entre los hombres y las mujeres. A veces le hacía una crítica sobre una canción que había cantado y Oscar siempre acababa diciendo que yo era un puritano, un escritor rojillo ciego a la realidad de “la guerra entre los sexos” . Yo, por mi parte, le decía que al rato le iban a mandar un par de piyamas con su nombre bordado, y una invitación a la mansión de Playboy. Aún puedo oír su risa.

Pues sí, teníamos diferentes puntos de vista pero siempre pláticabamos, pues nos teníamos cariño y respeto. Por horas, hablábamos sobre la espiritualidad, Malcolm vs. Martin Luther King o qué tipo de trabajo se tiene que hacer para una revolución. La revolución era un tema importante porque aunque Oscar quería llegar a verla, no se imaginaba como podría ganar contra un monstruo como Estados Unidos.

Oscar fue miembro del viejo partido comunista revisionista hasta los 50. Lo echaron por ser buscapleitos, pero como él solía decir, era al mismo tiempo que él renunció. Tenía problemas con la cuestión de cómo iban a eliminar la opresión de los negros. A Oscar le parecía sofocante el reformismo del viejo partido comunista pero nunca supo lo que en realidad es un comunista. Le intrigaba Mao y la revolución china y le gustaba la idea del socialismo y el comunismo en teoría, pero tenía muchas preguntas sobre la creatividad artística en una sociedad socialista, por ejemplo, si iba a “¿poder hacer sus canciones de Adán y Eva?” y discutíamos por horas que necesitábamos un estado revolucionario socialista y una nueva moral revolucionaria o nunca llegaríamos al coumunismo.

Cuando Oscar se salió del viejo partido comunista adoptó una fusión de un “cool” bohemio de los 60 y el nacionalismo negro. En el 2000, Oscar viajó a Cuba, esperando hallar una sociedad liberada. Se desilusionó profundamente y se quedó una semana en un hotel de Miami llorando. Al regresar a su casa escribió poemas y canciones sobre su experiencia. Pero Oscar era un hombre que nunca paró de buscar respuestas y soluciones. Su mente nunca dejó de investigar y cuestionar. Cuando salió el nuevo Borrador del Programa del Partido Comunista Revolucionario, Oscar lo leyó todo y ofreció sus comentarios. Antes de que se enferemara estaba muy interesado en las ideas de Bob Avakian sobre el socialismo. Apenas había conseguido las memorias de Avakian, From Ike to Mao and Beyond— My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, y tenía ganas de sentarse a leer “ Dictadura y democracia, y la transición socialista al socialismo”. Yo esperaba esa conversación portque tenía la seguridad que Oscar iba a abrir los ojos y ver las posibilidades de un mundo en el que quisiera vivir.

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Cuando Oscar murió me quedó un gran hoyo en el pecho. Fue como perder un padre, un hermano mayor, mi mejor amigo y compañero. Lo voy a extrañar muchísimo, más de lo que he extrañado a alguien en un buen rato. Probablemente escribiré más sobre él y su trabajo. Haré un programa especial en mi programa de radio. Escuchando horas y horas de entrevistas que le hice, supe que ese hoyo sanaría y que me quedaría con los recuerdos de la risa, las conversaciones y discusiones, la música y los escritos, y más que nada, el desacato total y el no darse por vencido que lo hizo tan querido a todos. Creo que terminaré con su poema I Apologize ( Disculpe) que presentó por primera vez en Def Poetry Jam y luego en mi programa de radio. Este poema contiene mucho Oscar, el Oscar que siempre llevo conmigo.

Disculpe

Disculpe
por ser negro
por todo lo que soy
más lo que me falta
por favor señor, por favor señora
no sea duro conmigo
porque pido disculpas

Disculpe
por ser pobre
por estar enfermo
por estar cansado y adolorido
pues, no soy muy astuto
no sé cómo son las cosas
me debo disculpar

Disculpe
me parezco
a la mayoría
de la gente negra:
labios gruesos, nariz chata
y pelo rizado
entonces me disculpo

Disculpe
por cómo me veo
por los malos ratos
y los maltratos
y dios sabe que
no los quise
y me disculpo

Disculpe
por todo lo que di
por dejar
que esclavo me hicieran
y con la calaca temprano me fuera
sí que me disculpo

Disculpe
por todo lo que he hecho
por trabajar
afuera bajo el sol
no quisiera estropearle la alegría
por eso me disculpo

Disculpe
porque me cazaron
porque me vendieron
porque me compraron
y me dijeron
que no valgo nada

Disculpe
y maldigo a mi gente
porque nos engañaron
porque nos cegaron
porque nos dominaron
y nos ataron
¿Por qué no disculparme?

Disculpe
y maldigo mi destino
por ser lento
por llegar tarde
porque sé
que soy el que odias
debo disculparme

Disculpe
y me quito el sombrero
porque eres tan rico
y libre y gordo
hijo de la chingada
esa es la neta
Y ME DISCULPO