El fuego en Francia

Revolución #022, 13 de noviembre de 2005, posted at revcom.us

Francia: El fuego de la rebelión se está extendiendo de un proyecto habitacional destartalado a otro por todo el país.

El 27 de octubre, en Clichy-sous-Bois, un suburbio de clase obrera al norte de París, dos chavos --Bouna Traore, de 15 años de Mali, y Zyed Benna, de 17 años de Túnez-- regresaban a casa de un partido de fútbol. La policía los persiguió a una cerca de alambre de púas de tres metros de una subestación eléctrica. Por temor de que iban a matarlos, escalaron la cerca y murieron electrocutados

¡Fue la gota que colmó el vaso! Hartos de la brutalidad de la policía y del maltrato, los chavos de Clichy-sous-Bois, en su mayoría hijos de inmigrantes árabes y africanos, iniciaron una rebelión que se extendió en un dos por tres a otros proyectos y suburbios de la capital.

Los capitalistas franceses llevan muchas décadas atrayendo a millones de trabajadores del norte y el centro de África, o sea, de países dominados y explotados por el imperialismo francés. Estos inmigrantes hacen los trabajos más duros y reciben salarios de miseria. Últimamente, debido a cambios económicos, a muchos los han echado de esos trabajos y los han abandonado en los proyectos destartalados de los suburbios de las mayores ciudades.

El desempleo ha alcanzado el 30% en los barrios inmigrantes (dos veces el promedio nacional). Los chavos (muchos de quienes nacieron y crecieron en Francia) sufren golpizas constantes, y peor, a manos de la policía. El maltrato se ha redoblado últimamente; el gobierno y los partidos reaccionarios fomentan acosamiento y aprueban leyes represivas (con el pretexto de proteger el país del "extremismo islámico").

A mediados de octubre, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, encargado de la policía federal y la "seguridad", anunció nuevas redadas en los proyectos habitacionales. Insultó a los chavos tildándolos de "escoria" y "matones", y diciendo que el gobierno debía " limpiar" los suburbios con soda cáustica.

En defensa de los jóvenes, un vecino norafricano de Aulnay-sous-Bois dijo: "Todos nos oponemos a lo que está pasando aquí. Para la juventud no hay nada que hacer. Sarkozy prendió la mecha y no ha pedido disculpas".

Christophe, un estudiante de 22 años, dijo: "Cuando veo lo que está pasando ahora, siempre me viene a la mente esta imagen: Sarkozy en Argenteuil. Levanta la cabeza y dice: ‘Señora, voy a limpiarlo todo’. ¿El resultado? Desempeñando el papel de superhéroe, ha vuelto locos a todos. Demostró su total desdén a todo el mundo".

Un rebelde de 16 años de edad dijo: "Sarko tiene que callarse la boca. O pide disculpas o renuncia, en vez de venir a causar caos en los suburbios como Bush en Irak".

La respuesta del gobierno ha sido dura y salvaje: Sarkozy despachó la odiada policía nacional antimotín a aplastar a los rebeldes. Mil agentes antimotín invadieron los suburbios al norte de París, y centenares más otras zonas rebeldes. El gobierno y los medios han tildado de delincuentes a los chavos y le echan la culpa a "pandilleros". El primer ministro, Dominique de Villepin, habla como si librara una guerra: "La república no cederá. Vamos a restablecer el orden y la justicia en nuestro país".

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Se calcula que hay cinco millones de musulmanes en Francia. Muchos llevan tres generaciones, pero de todos modos los tratan como forasteros permanentes.

Yazid Sabeg, un comerciante y escritor, le dijo a la BBC: "Cierran las puertas a los árabes".

Un informe del periódico escocés The Scotsman describió la situación: "En Francia, la gente de África del Norte y los africanos negros son casi invisibles en la política y los negocios. Hay muy poco ejecutivos de los grupos étnicos en las corporaciones francesas y la mayoría de los empresarios árabes todavía tienen pequeñas bodegas. Yazid Sabeg, de 55 años, el director de CS, un grupo de telecomunicaciones y el único norafricano que dirige una compañía francesa, dice que el mundo corporativo es ‘visceralmente racista’. Incluso en la televisión, con la excepción del fútbol y los programas importados de Estados Unidos, hay muy pocos negros o árabes. Y las minorías no blancas saben que el nombre y el color de la piel les dificultan el proceso de encontrar trabajo, alquilar vivienda decente o hasta entrar en un nightclub".

La actual rebelión ha quitado el velo a la sociedad francesa y demostrado las condiciones de apartheid en que viven los inmigrantes y la juventud de los proyectos.

Al cierra de esta edición, el levantamiento tiene 10 días y continúa.

Ante las amenazas y los insultos, sigue cobrando fuerza. Noche tras noche se extiende a otras ciudades: Rouen y Lille en el norte, Marsella y Toulouse en el sur, Rennes en el oeste, y Dijon y Estrasburgo en el este… y hasta a las calles de París.

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