Proclamemos nuestra visión, celebremos nuestros logros, redoblemos nuestra lucha

¡Otro mundo —un mundo comunista— es posible!

El 1º de Mayo es el día en que se celebra la revolución proletaria. Izando banderas rojas, proclamamos nuestra visión:

Un mundo libre del yugo del capital; un mundo, en cambio, en que las necesidades y los deseos del pueblo (y no el insaciable afán de ganancias) determinan qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye; un mundo en que se cuida al planeta, en vez de expoliarlo y llevarlo al punto de destrucción…

Un mundo libre de las relaciones sociales que dividen a los seres humanos en explotadores y explotados, en opresores y oprimidos… un mundo libre de cárceles, torturadores y policías, y ejércitos que marchan sobre el planeta para propagar e imponer esas relaciones sociales; un mundo, en cambio, en que los seres humanos se relacionan libremente…

Un mundo libre de las ideas que manan de la división de la sociedad en clases y de las instituciones de opresión; libre de la ignorancia y el temor que pregona la religión; libre de la intolerancia que considera que lo máximo es dominar a los demás; libre de las constantes presiones a pensar en “uno mismo” que impone la vida diaria del capitalismo… un mundo, en cambio, en que los seres humanos se reúnen para examinar la realidad abiertos a nuevas ideas y buscan la verdad con entusiasmo…

Un mundo libre de la división entre los que trabajan con la cabeza y los que trabajan con el lomo; libre de fronteras; libre de la dominación de la mujer por el hombre… un mundo, en cambio, en que los seres humanos unidos cooperativa y voluntariamente trabajan con el intelecto y las manos para transformar el mundo… y transformarse a sí mismos en el proceso.

En suma, un mundo COMUNISTA.

Ese sueño se puede alcanzar

La humanidad puede hacerlo. Las divisiones de clase y las instituciones e ideas opresivas que nos agobian hoy NO existen desde siempre y no son parte de la “naturaleza humana”. Se presentaron en cierto momento de la historia, y también pueden desaparecer y ser reemplazadas por algo mucho mejor.

Por docenas de miles de años, los seres humanos vivieron en pequeñas sociedades comunales produciendo apenas lo que necesitaban para la subsistencia. Pero a lo largo de las generaciones se fueron acumulando conocimientos y fue posible producir un excedente. Con eso, surgió la base para que una parte de la sociedad obligara a la mayoría a trabajar para ella y controlara el fruto de ese trabajo. Y eso es lo que sucedió en diferentes partes del mundo: la humanidad se dividió en clases antagónicas: amo y esclavo, explotador y explotado.

Las nuevas clases dominantes monopolizaron el conocimiento y crearon nuevas instituciones opresivas: la subordinación de la mujer en la familia; la formación de ejércitos y la construcción de prisiones; altos sacerdotes y reyes. Asimismo, generaron nuevas ideas opresivas para justificar esas instituciones. Después, a lo largo de la historia, cuando el capitalismo reemplazó al feudalismo y a la esclavitud como el modo de producción dominante, y presidentes y parlamentos les quitaron los instrumentos de represión a reyes y emperadores, los pueblos nunca han dejado de luchar por liberarse de todo eso ni de soñar con un mundo mejor.

Hoy, podemos hacer más que soñar… y la libertad con que soñamos y por la cual luchamos es algo muy diferente y más elevado que las más altas aspiraciones del pasado. Las fuerzas de producción de hoy (la tecnología y los conocimientos que tenemos, y los mismos seres humanos) podrían producir abundancia para todos. Por primera vez, esas fuerzas productivas están altamente socializadas; es decir, muchos individuos tienen que trabajar juntos para utilizar e inclusive crear esos medios de producción. Pero esas fuerzas de producción, ahora socializadas, siguen siendo propiedad privada de los capitalistas, y eso encadena, distorsiona y pervierte su gran potencial.

La clase opuesta a los capitalistas es el proletariado: la nueva clase explotada cuyos miembros trabajan juntos en enormes fuerzas productivas integradas a nivel global, pero que no tienen nada. Antes del proletariado, las clases oprimidas de otros tiempos lucharon heroicamente, pero sus victorias a la larga llevaron a nuevas formas de explotación (debido a que las fuerzas productivas eran relativamente rudimentarias y de pequeña escala). Pero el proletariado, la clase que representa los medios de producción altamente socializados y trabaja con ellos, solo puede obtener su emancipación conquistando las fuerzas productivas altamente socializadas de hoy para toda la sociedad, y dirigiendo la sociedad a acabar todas las formas de explotación, todas las formas de opresión y todas las ideas que corresponden a ellas y las refuerzan: una revolución para emancipar a toda la humanidad.

El 1º de Mayo es un día para renovar, profundizar y proclamar por todas partes esa visión: que este mundo comunista ES el otro mundo posible, el nuevo mundo que lucha por nacer en medio de la agonía del mundo viejo, la flor roja que empuja el concreto.

La revolución y un poder estatal radicalmente diferente

Todo esto requiere una revolución, dirigida por el proletariado con miles de millones de personas, para establecer el socialismo. Esa revolución será un paso gigantesco y liberador de por sí, y abrirá el camino a la emancipación plena. Y esa revolución, y la época histórica de transformación que inicia, a su vez, requiere un partido formado por personas de todas las partes de la sociedad que adoptan el punto de vista y se dedican a la causa comunista. Hay que derrocar a los explotadores y opresores de siglos: hay que hacer añicos los instrumentos de su dictadura (sus ejércitos, cárceles y demás) y hay que romper el yugo que tienen sobre los pueblos. Y todo eso necesita dirección.

Rodeado de países imperialistas y compitiendo con los explotadores derrocados, lidiando con los “sellos” de la vieja sociedad, el proletariado victorioso necesitará un estado e instrumentos de supresión, es decir, una dictadura. Pero tiene que ser una clase de estado radicalmente distinto: un estado que sirve a las masas y suprime a los explotadores; un estado que alienta la eliminación de la explotación y de las relaciones de explotación, y la eliminación de todas las divisiones, instituciones e ideas opresivas, NO su fortificación y propagación. Un estado que responde a las necesidades básicas de vivienda, salud, educación, etc., de la población, y lo hace de un modo que siente las bases materiales y los cimientos sociales e ideológicos del comunismo. Un estado que no solo se defiende de ataques, sino que apoya la revolución en todo el mundo y aspira a una sociedad global de seres humanos que cooperan libremente. Ese estado tiene que conservar firmemente el poder y, a cada momento, tiene que involucrar lo más que se pueda a la mayor cantidad de gente a abordar y manejar los asuntos del gobierno, a fin de avanzar hacia la sociedad comunista, en donde ya no serán necesarios ni un estado ni un partido. Pero hasta llegar al comunismo se necesitará un estado: y ese estado tiene que ser la dictadura del proletariado. Eso quiere decir democracia para las masas en una escala sin precedentes, junto con la supresión de los explotadores, viejos y nuevos.

El 1º de Mayo celebramos nuestros logros en esta lucha histórico-mundial, y especialmente los primeros hitos de ese camino: la revolución de octubre de 1917 que formó la Unión Soviética, en que el proletariado por vez primera conquistó y conservó el poder por casi 40 años; y la revolución china, especialmente la Gran Revolución Cultural Proletaria, en que el proletariado conquistó el poder y después las masas, dirigidas por Mao y el Partido Comunista, se alzaron de nuevo para prevenir la restauración del capitalismo por nuevos explotadores que surgieron dentro del partido. Ambas revoluciones llevaron a un nivel de emancipación que no se había visto en la historia y lograron cosas increíbles; pero a ambas las derrotó la formidable fuerza que todavía tiene el imperialismo.1 Estas revoluciones nos dan inspiración y debemos aprender al máximo de sus increíbles logros bajo fuego; ese es el aspecto predominante. Por otra parte, tenemos que analizar sus deficiencias e ir más allá en nuestras ideas y en nuestra práctica.

Hoy Bob Avakian, presidente de nuestro partido, ha replanteado la visión del comunismo y elaborado una “nueva síntesis” integral y sistemática de la experiencia de la primera ola de revoluciones proletarias y del marxismo en sí. Ha elaborado un modelo del socialismo en que el proletariado se aferra firmemente al poder pero también estimula y promueve disentimiento, pensamiento crítico y “lucha desde abajo”, como elementos esenciales de la lucha por llegar a una sociedad comunista. La dirección de la nueva sociedad estimulará una actitud crítica y científica hacia la búsqueda de la verdad, y dejará amplio espacio a la imaginación. Ese nuevo estado radical acogerá a los científicos, intelectuales y artistas: realizarán su labor intelectual y artística, plantearán preguntas y buscarán la verdad, y se les dirigirá a contribuir a romper las barreras que los separan de otros sectores de la sociedad, especialmente de los que el viejo sistema explotaba y oprimía, como parte de la lucha por un futuro en que todos realicen tanto trabajo intelectual como trabajo manual.

La nueva sociedad forjará una nueva moral que rechace el sumo egoísmo del capitalismo, aprecie la vida de los pueblos de todo el mundo, y fomente la igualdad de las naciones y los pueblos, y de la mujer y el hombre. La nueva moral estimulará la lucha contra las relaciones opresivas que persistan, no la resignación y la aceptación. La complejidad de las ideas del presidente Avakian rebasa el ámbito de este ensayo; pero podemos decir que bregar con esas ideas es absolutamente esencial para llegar a un mundo mejor, y que sus contribuciones cruciales y de importancia fundamental son algo que debemos celebrar este día, ¡y difundir y continuar!

Dos mundos en lucha

Por último, el 1º de Mayo es un día para dar los próximos pasos de esta lucha monumental. Para hacer la revolución, se necesitan millones dispuestos a arriesgarlo todo, un partido con una estrategia correcta y profundos lazos con las masas, y una profunda crisis de la sociedad. Esa situación no existe hoy; pero tenemos la oportunidad y la urgente necesidad de hacer preparativos políticos para acelerar ese momento.

Hoy se contrastan fuertemente dos mundos. Casi parecen “dos universos”. El universo de los capitalistas plantea un futuro --y un presente-- de mucha mayor explotación mundial, con la destrucción de pueblos enteros en el proceso; de guerra y ocupación imperialista, con amenazas de algo peor; de fundamentalismo religioso por todo el planeta, con el peligro concreto de que se imponga una teocracia fascista cristiana en este país que apretará las cadenas de la mujer y fomentará ignorancia general; de mayor opresión racista, como se ha visto con la respuesta del gobierno al huracán Katrina y los ataques a los inmigrantes; y de la destrucción del medio ambiente por el desaforado afán de extraer ganancias.

Pero hay otro “universo” que consta de aquellos cuyos intereses fundamentales van contra todo eso, y muchos de ellos ya quieren algo diferente, algo mucho mejor. Los que están hartos de las mentiras, la dureza de la vida y la represión. Los que no toleran ver cómo esta sociedad explota, tiraniza y disminuye, y quieren ver una sociedad en que las grandes masas puedan florecer. Los que han observado con alarma los sucesos de los últimos años y anhelan nuevas direcciones y nuevas ideas. Los que sueñan y piensan cómo será un mundo diferente, y cómo llegar a él. Los que dicen no y, al decirlo, dicen sí muy profundamente. Los que se oponen. Los que sacuden a los que no se han sacudido el yugo de este sistema y son presas de la parálisis y el fatalismo.

Las apuestas son sumamente altas. Además del horror de la “vida normal” que el imperialismo impone a miles de millones, se vislumbra el horror peor de una nueva Edad de las tinieblas, porque los imperialistas están haciendo cambios radicales en sus mecanismos de dominación. Sin embargo, precisamente por eso, puede crearse una oportunidad para hacer cambios radicales distintos, cambios revolucionarios. Pero esa posibilidad solo se creará si el pueblo lucha, y si lo hace consciente de sus propios intereses, si riega la voz por todas partes, y si no se deja llevar a los confines del sistema que nos llevó a esta situación en primer lugar.

Es adecuado que el 1º de Mayo llegue con la primavera, cuando lo nuevo desafía la oscuridad del invierno, y la vence. Celebremos, entonces, esta ocasión como se debe: en la calle, con estandartes en alto, proclamando nuestra visión a los cuatro vientos con voces llenas de vida. ¡Hay un mundo que ganar!

1. Aunque China dice que es socialista y el partido de gobierno dice que es “comunista”, China ha sido un país capitalista con maquillaje comunista desde un golpe de estado en 1976. Regrese al artículo

Envíanos tus comentarios.