Revolución #53, 16 de julio de 2006


Seymour Hersh sobre Irán:

Preocupaciones de generales, mentiras y planes de guerra

Seymour Hersh ha escrito otro artículo revelador (“Last Stand—The Military’s Problem with the President’s Iran Policy”, The New Yorker, 10 de julio [Última batalla: El problema que tiene el alto mando militar con la política del presidente hacia Irán]), con información de fuentes internas, sobre un fuerte debate entre figuras del alto mando militar y el núcleo del gobierno de Bush (Bush, Cheney y Rumsfeld especialmente) sobre Irán y las armas nucleares.

“Se está librando una guerra sobre la guerra en este edificio”, un asesor del Pentágono le dijo a Hersh. “Dentro del Pentágono los máximos comandantes están cuestionando los planes del presidente”, escribe Hersh. “Además, los generales y almirantes… advierten que un ataque podría tener serias consecuencias económicas, políticas y militares para Estados Unidos”. En el programa radial Democracy Now! (6 de julio) agregó: “En este caso un militar le advierte a la Casa Blanca acerca de las consecuencias económicas y políticas de bombardear Irán. Es una situación poco común”.

Este choque en el seno de la clase dominante no tiene nada que ver con lo injusta que es la meta de la hegemonía regional y global; lo que se debate es cuál es el mejor modo de lograr esa meta. Demuestra lo serios e inmediatos que son los planes de atacar a Irán (y las mentiras del gobierno acerca de sus objetivos), lo que está en juego para los imperialistas y lo imprevisibles que son las consecuencias de tal ataque. Es diciente que la mortandad y la devastación que causará a los iraníes no figura en el debate. Esta batalla en el seno de la clase dominante es un ejemplo de que muchas contradicciones se están agudizando en la campaña de guerra y represión del gobierno de Bush, y del potencial de que estallen muchas más de una manera imprevista.

Hersh confirma las mentiras y los planes de guerra de Bush

Los informes de Hersh confirman, desde nuevos ángulos, que las afirmaciones de que Irán está a punto de ser una amenaza nuclear y de que Washington busca impedir eso con medidas diplomáticas son mentiras.

Primero, las fuentes militares de Hersh admiten que no tienen ninguna prueba de que Irán tenga un programa para producir armas nucleares. En Democracy Now!, Hersh lo resumió así: “Los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania e inclusive Israel no han podido descubrir ninguna prueba de un programa paralelo, o secreto, de armas en Irán”. Un ex analista de inteligencia le dijo: “En el Pentágono preguntan: ‘¿Dónde están las pruebas? ¿Tenemos un millón de tentáculos, abiertos y clandestinos, y los iraníes tienen este programa desde hace 18 años, y no tenemos nada? No hemos desenterrado nada’ “.

Segundo, la meta de Estados Unidos en las negociaciones no es resolver la crisis sin recurrir a la guerra, sino aumentar la presión contra Irán y preparar el terreno para ataques militares con el fin de efectuar un cambio de gobierno. El acuerdo que Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia y China le presentaron al gobierno iraní el 6 de junio ofrece varios incentivos y charlas multilaterales a cambio de que suspenda temporalmente su programa de enriquecimiento nuclear y permita inspecciones internacionales. Bush amenazó: “Si los dirigentes iraníes rechazan nuestra oferta, llevará a una solicitud al Consejo de Seguridad de la ONU, aislamiento mundial y la imposición de sanciones económicas y políticas cada vez más fuertes”.

Hersh escribe: “Exigieron que Irán… cediera el principal punto de las negociaciones [o sea, el derecho de enriquecer uranio y producir energía nuclear] antes de empezar” y que admita que ha hecho algo indebido, aunque no hay ninguna prueba de que haya violado el Tratado de No Proliferación Nuclear. Por su parte, Estados Unidos ni hablará de lo que más busca el gobierno iraní: una promesa de no tumbar la República Islámica. Si la principal preocupación de Bush fuera el programa nuclear, ¿por qué no está negociando para controlarlo a cambio de un acuerdo de no agresión?

Estados Unidos y sus aliados exigieron arrogantemente que Irán les contestara el 12 de julio. Los dirigentes iraníes han pedido “un diálogo justo e igual sin condiciones previas”; dicen que necesitan hasta finales de agosto para llevar a cabo “un estudio exhaustivo y correcto del paquete”, y contestar.

No cabe duda de la lógica gangsteril del gobierno de Bush: el plazo arbitrario busca crear una crisis y acelerar su ofensiva. Si Irán rechaza la oferta, Estados Unidos puede decir que tiene algo que esconder y que no está negociando de buena fe, y que es necesario tomar medidas más duras, empezando con sanciones seguidas poco después ataques por ataques militares.

Lo que motiva a los imperialistas yanquis no es una preocupación por el programa nuclear iraní (Irán necesita 10 años más para construir un arma nuclear), sino imponer un control más firme del Medio Oriente como paso crucial para una hegemonía mundial incontestada e incontestable. Dominar el Medio Oriente no es posible sin controlar firmemente a Irán, debido a su tamaño, posición estratégica e influencia regional, y a que tiene la segunda reserva mundial de petróleo y de gas natural. Por eso, la meta de Estados Unidos es un cambio de gobierno, por medio de un ataque militar, trastornos internos provocados o un colapso.

Aunque lleva a cabo diplomacia públicamente, el gobierno está acelerando los preparativos militares. Hersh informa que “el alto mando militar… ha trazado planes, bajo órdenes del presidente, de una campaña de bombardeos contra Irán”, con ataques aéreos de “fuerza abrumadora” contra 1,000 blancos. Según un estudio de un think tank (citado en “Under the Olive Trees—Waiting for the War in Iran”, Harpers, julio de 2006 [Bajo los olivares: Esperando la guerra en Irán]), hay varias opciones: destruir las instalaciones nucleares y defensas aéreas, o la infraestructura y las bases militares, o la infraestructura civil (para “inutilizar su capacidad de funcionar como nación”).

El hervidero de contradicciones y las preocupaciones de los generales

Los intentos del gobierno de Bush de imponer su programa global sin precedentes, y de coaccionar y aporrear todo lo que encuentre en el camino, han tenido ciertos éxitos (como tumbar al gobierno de Saddam Hussein); pero también han provocado un montón de nuevos problemas y dificultades (o sea, contradicciones). El resultado es un hervidero de contradicciones, cada una de las cuales podría desenvolverse de modo inesperado con consecuencias imprevistas, que podrían rebasar la capacidad del gobierno de controlarlas, e incluso desbaratar sus principales objetivos estratégicos.

Las preocupaciones de los generales reflejan este “hervidero de contradicciones” y el peligro de que la situación se les salga de las manos. Hersh informa que no les molesta la muerte y el sufrimiento de la población iraní (ni que sea un crimen de guerra), sino la posibilidad de fracasar y de que les salga el tiro por la culata.

En el Pentágono le dijeron a Hersh que les preocupa “que la campaña de bombardeos no logre destruir el programa nuclear iraní”; que la “lista de blancos” es enorme pero “amorfa”; que a diferencia de Irak, Irán no es llano y que su geografía puede “dificultar la guerra aérea”; y que la marina no pueda destruir “los más de 700 muelles y puertos no declarados a lo largo del golfo Pérsico” desde donde podrían lanzar ataques contra barcos.

¿Y la respuesta de Irán, en Irak y por toda la región? “¿Y si 100,000 voluntarios iraníes cruzan la frontera?”, le preguntó a Hersh el general jubilado William Nash. Hersh continúa (en Democracy Now!): “Los complejos petroleros de Bahrein, Kuwait, Qatar… no tienen protección. Irán podría lanzar unos pocos misiles hacia varios complejos con terribles consecuencias. Quedaríamos en la oscuridad… El precio del petróleo se pondría por las nubes”.

También habría consecuencias políticas. El general Nash le dijo a Hersh que los bombardeos “no se considerarían un ataque contra los chiítas, sino contra todos los musulmanes. Por todo el Medio Oriente se verían como otro ejemplo de imperialismo estadounidense. Extendería la guerra”.

Otros analistas burgueses han planteado otros problemas: un ataque podría fortalecer a los clérigos iraníes (como sucedió durante la guerra de Irán e Irak de 1980 a 1988) en un momento cuando la población los odia; Rusia podría sacar mucho provecho; o la coalición contra Irán podría derrumbarse. Un estudio del Oxford Research Group de Inglaterra predijo que “por eso, una operación militar contra Irán no sería algo a corto plazo; desataría una confrontación compleja y duradera”. (Harpers, julio de 2006)

La respuesta del gobierno de Bush y la opción nuclear

El gobierno de Bush reconoce esas preocupaciones. Pero cree que las demoras y las evasivas empeorarán la situación y darán oportunidades a los rivales regionales y globales. Teme perder todo el juego si no conserva el impulso inicial de la “guerra contra el terror” y sigue atacando agresivamente.

En la primavera, el embajador a la ONU, John Bolton, declaró (hablando de ataques militares y del posible uso de armas nucleares): “Cuanto más esperemos para confrontar la amenaza que representa Irán, más duro y más difícil será resolverla… Tenemos que estar preparados para aplicar soluciones globales y usar todas las herramientas a nuestra disposición para detener la amenaza que representa el régimen iraní”. (Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar, “Irán: La amenaza de otra guerra, IV. El plan estadounidense y sus contradicciones”, 19 de junio)

La orientación del núcleo del poder es seguir adelante, más agresiva y brutalmente. Un asesor vinculado al Pentágono le dijo a Hersh: “Rumsfeld y Cheney están empujando el ataque contra Irán; no quieren repetir el error de no hacer lo suficiente. Las lecciones que sacaron de Irak es que debieron despachar más tropas desde el comienzo”. Hersh agrega que eso sería imposible en Irán debido al despliegue de tropas en Irak, “así que la campaña aérea será de fuerza abrumadora”.

Esto no implica que ese núcleo no pueda hacer cambios tácticos en las negociaciones y, según Hersh, quitar del tapete la opción nuclear (por el momento). Informa: “A finales de abril, el alto mando militar, dirigido por el general Pace, consiguió una victoria importante cuando la Casa Blanca abandonó su insistencia de que el plan de la campaña aérea prevea lanzar una bomba nuclear para destruir la fábrica de enriquecimiento de uranio de Natanz”. Según Hersh, la opción nuclear es “indefendible políticamente”, en parte porque “regaría radiación sobre muchos kilómetros” y provocaría una “protesta internacional por el primer uso de armas nucleares en un conflicto desde Nagasaki”.

Pero hay que decir un par de cosas al respecto. Primero, esto muestra que la opción nuclear estaba sobre el tapete: “Bush y Cheney mandaron trazar planes con armas nucleares”, le dijo a Hersh un ex director de los servicios de inteligencia.

Segundo, la respuesta de la fuerza aérea no fue abandonar el plan de destruir la planta de Natanz. Hersh informa que “trazó un nuevo plan de bombardeo que contempla utilizar sistemas de teledirección avanzados para dirigir contra el mismo objetivo una serie de grandes bombas convencionales diseñadas para destruir búnkeres, una tras otra. La fuerza aérea dice que el impacto generará suficiente fuerza concusiva para lograr lo mismo que una ojiva nuclear táctica…”.

Tercero, estratégicamente la opción nuclear todavía está sobre el tapete. Como señala un artículo de Antiwar.com (“Nuking Iran is Not Off the Table”, Jorge Hirsch, 6 de julio): “El presidente no ha dicho públicamente que no está sobre el tapete, tras anunciar el 18 de abril que figura entre las opciones”. Además, “según el documento Nuclear Posture Review de 2001, las armas nucleares son una respuesta posible a ‘sucesos militares sorprendentes’”. Las preocupaciones de los generales son ejemplos de “sucesos militares sorprendentes”.

Hay que sacar corriendo al gobierno de Bush

La situación se está desarrollando rápidamente y no está del todo claro cómo se desenvolverá. Hasta la fecha Irán no ha contestado oficialmente la propuesta de Bush. El gobierno iraní entiende que Estados Unidos goza de una gran superioridad militar y parece que los ulemas prefieren un acuerdo a una confrontación militar. Pero también captan que podrían perderlo todo si claudican, ya sea a un ataque militar o un colapso político interno. Así que podrían sentirse obligados a hacerle frente a Estados Unidos.

De lo que no cabe duda es de que el gobierno de Bush está resuelto a obtener la dominación global cueste lo que cueste y sin importar lo que quiera la población. El artículo de Hersh confirma esto, así como que actualmente no hay una fuerza coherente en la clase dominante capaz de parar al núcleo de Bush.

Hersh escribe que “varios funcionarios del gobierno, pasados y presentes, me dijeron que dudan de que Bush acepte una solución negociada” y que desprecia las encuestas de opinión pública. “Mis amigos me dicen que les parece mesiánico su deseo de hacer algo en cuanto a Irán”.

Hersh comenta que Cheney “no está aislado, sino que representa la posición ortodoxa en todo esto. Cuenta con el grupo de la fuerza aérea que cree que la solución a todos los problemas es arrasarlo todo con bombardeos”. Y dice que funciona en casi total secreto.

Hersh ni menciona a los demócratas; ni siquiera dice que apoyan la oposición de los militares al plan de Bush al nivel táctico. Dice que el impacto de las elecciones de noviembre en los preparativos bélicos será nulo: “Si me preguntan lo que pienso, la hora de tener miedo será después de las elecciones, cuando a Bush le queden solo unos meses, ya sea que los demócratas recuperen la Cámara o el Senado o no”.

¿No es una prueba más de que la situación seguirá por este camino hasta que nos demos cuenta de que no hay salvadores de la clase dominante, de que nos toca a nosotros responsabilizarnos de sacar corriendo al gobierno de Bush, sean cuales sean las dificultades y sacrificios? Se está haciendo muy, muy tarde.

 

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