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Revolución #60, 10 de septiembre 2006

Un mundo accidentado, injusto y obsoleto: Una crítica del libro The World Is Flat (El mundo es plano)

Raymond Lotta

Thomas Friedman,
The World Is Flat (Edición corregida y aumentada)
Farrar, Straus and Giroux, 2006

Primera parte: La estrechez de miras imperialista y el mundo como realmente es

Introducción

El libro The World Is Flat (El mundo es plano) de Thomas Friedman lleva más de un año en la lista de bestsellers del New York Times y pronto se publicará en rústica. Es una loa franca de la globalización, repleto de conversaciones con ejecutivos de grandes corporaciones como Michael Dell y Bill Gates, y con políticos como el anterior presidente mexicano, Ernesto Zedillo. Se maravilla ante las maravillas de alta tecnología y tributa tributos al modelo empresarial “de vanguardia” (leer: de competencia salvaje) de compañías como Wal-Mart.

Este es un vistazo a la globalización imperialista como la ven en los más altos niveles, desde la perspectiva de los que ejercen control y se benefician de ella.

The World Is Flat ha recibido chorros de atención de todos los medios de comunicación, le han dedicado programas en la radio pública y se lee en las facultades de administración. Pero es más que una alabanza hábil del capitalismo corporativo del siglo 21; tiene un trasfondo ideológico: este “mundo plano” es el mejor y es el único posible… y hay que preservarlo y defenderlo.

Los contornos del mundo

El enorme bombo publicitario se entiende dada la escala y audacia de las ambiciones de Friedman.

Vivimos en un mundo de enormes desigualdades: los países ricos tienen el 20% de la población mundial pero reciben el 80% del producto interno bruto (o ingresos), mientras que el 20% que vive en los países más pobres solo recibe el 3% de los ingresos mundiales. A este mundo lo acechan la enfermedad, la desnutrición y una pobreza debilitante: unos 2.6 mil millones de personas (el 40% de la población mundial) vive con menos de 2 dólares al día y 850 millones de personas padecen hambre y desnutricion1. En este mundo, con un teclazo se puede destrozar la vida de miles de seres humanos, desplazando el capital de un centro de ganancias a otro.

Visto desde arriba con la ayuda de un telescopio económico y social, el planeta es un paisaje de cimas increíblemente altas de riqueza y poder rodeadas de enormes valles de explotación y pobreza, de profundas grietas entre las naciones opresoras ricas y las naciones oprimidas pobres, y de un desarrollo cruelmente desigual. Se verían ríos de sangre y cañones con huesos desparramados por todos lados creados por la conquista colonial, la intervención imperialista, dos guerras mundiales entre los imperialistas, y guerras azuzadas por las potencias imperialistas en África y otros continentes.

Pero sentado en la sección de business class de su avión analítico, Friedman no ve ese desequilibrio ni esos horrores. Mira al mismo mundo y, como mago, declara que es plano.

¿Qué es el “mundo plano”?

Con el título del libro, Friedman quiere decir que la economía mundial se está volviendo un “campo de juego parejo” donde las oportunidades convergen. Explica cómo ocurre, qué implica y cómo se seguirá desenvolviendo.

Afirma que varios factores relacionados han “aplanado el mundo”. Dice que la producción y el comercio funcionan por medio de “redes” y que en una empresa o en un solo país hoy se llevan a cabo menos actividades, pues se mandan a afiliadas y subsidiarias o a subcontratistas por todo el mundo. Friedman sostiene que esa dispersión global, esa creación y administración de “cadenas globales de abastecimiento”, está tumbando los muros “verticales” de los estados nacionales (como las medidas proteccionistas) y socavando su dominación.

Otro factor que cita es que el colapso de la Unión Soviética y la reestructuración capitalista de China (y la mayor “apertura” de India y otras partes del tercer mundo) han empujado enormes poblaciones a un mercado global único.

Lo más importante, según Friedman, son las nuevas “plataformas tecnológicas” asociadas con la computadora, la Internet, los buscadores informáticos y la tecnología inalámbrica, que permiten que un empresario entre al mercado global desde cualquier parte del planeta.

Según Friedman, esta nueva economía globalizada está “aplanando” el mundo y conectando a la gente de modos muy novedosos. Un elemento central del análisis es que ese proceso lo impulsarán más y más los individuos. A los ojos de Friedman, este es un mundo de individuos interconectados que colaboran y compiten entre sí. Los que tienen grandes ideas y aprovechan las oportunidades saldrán victoriosos.

¿Qué está mal en este cuadro?

Este análisis tiene tantos problemas, tantos huecos.

I) En el “mundo plano” de Friedman, las poderosas corporaciones transnacionales monopolistas y bancos que dominan el comercio y las inversiones se han difuminado y se han despojado de sus poderes. Pero en realidad, las 300 mayores corporaciones controlan aproximadamente el 25% de los activos productivos del mundo. De las 500 mayores corporaciones del mundo, el 95% son de Estados Unidos, Japón y Europa2.

Capital monopolista y dominación clasista

Lo que Friedman tapa es que en casi todos los sectores de la economía mundial, enormes aglomeraciones de capital (que a veces forman alianzas pero principalmente compiten entre sí) forjan y dominan las nuevas estructuras de producción y administración. Son la fuerza que impulsa el outsourcing (exportación de producción y trabajos al extranjero) y el networking (creación de redes multinacionales de producción), la organización de los “procesos de trabajo” y los avanzados sistemas de logística que, según dice Friedman, le “confieren tanto poder” a los individuos. Estas corporaciones son los “integradores de sistemas”, que hacen pelear a los abastecedores y bajan el costo de la mano de obra al mínimo en toda la “cadena de abastecimiento” con el fin de ampliar y penetrar los mercados.

Con su idea del individuo empresarial, Friedman borra las jerarquías de la dominación de la clase capitalista y la explotación de clase. Es increíble. Cuando habla de la “cadena de abastecimiento” de la compañía Dell, lleva al lector en una vertiginosa gira de varios países, principalmente del tercer mundo, del pedido al ensamblaje de la computadora; pero lo extraño es que no hay trabajadores, no hay mano de obra y no hay explotación.

II) En el “mundo plano”, no existen estados imperialistas ni neocoloniales. El movimiento de productos, servicios, finanzas e ideas se lleva a cabo sin esfuerzo aparente en un mundo que cada día tiene menos “fricción”. Las relaciones de poder se han desvanecido.

El estado imperialista

En realidad, el estado nacional imperialista es el pilar principal del capital imperialista, que funciona al nivel internacional pero conserva las raíces en mercados nacionales. El estado apoya las corporaciones por medio de subvenciones, operaciones de rescate, política fiscal y monetaria, etc., y mantiene el “orden público”. El estado imperialista protege e impone el marco global dentro del cual se lleva a cabo el proceso de acumulación capitalista. Lo hace por medios políticos y diplomáticos (por ejemplo, negociando acuerdos comerciales), por medio de un gran arsenal de armas económicas del Departamento del Tesoro y la Agencia para el Desarrollo Internacional, y por medio de bases militares, presiones militares e intervención militar.

En la época imperialista, la acumulación (que es la producción de ganancias y más ganancias a partir de la explotación del trabajo asalariado) se lleva a cabo por medio de competencia y rivalidad: entre corporaciones, bancos, grupos financieros, etc., y, muy especialmente, entre los estados nacionales imperialistas. En respuesta a las necesidades y oportunidades estratégicas, en ciertas coyunturas históricas las potencias imperialistas se han propuesto reconfigurar por la fuerza ese marco global.

No cabe duda de que Estados Unidos es la mayor potencia económica del mundo. Pero eso no es todo. Además es un coloso militar que gasta más de 400 mil millones de dólares al año en las fuerzas militares. Tiene 700 bases militares por todo el planeta y ha librado un sinnúmero de intervenciones y guerras de represión (como en Vietnam).

Hay que decir que cuando Friedman habla del poder de transformación de las tecnologías de información y comunicación, de su aprovechamiento por el mercado global, y de la “salsa secreta” estadounidense de los mercados de capital abiertos y de los mercados de trabajo flexibles, no es sincero con los lectores. En 1999 escribió: “La mano oculta del mercado nunca funcionará sin un puño oculto. McDonald’s no puede prosperar sin McDonnell Douglas, diseñador del caza F-15. Ese puño oculto que mantiene seguro al mundo para el valle Silicon es el ejército, la fuerza aérea, la marina y la infantería de la marina de Estados Unidos”3. Esta es una de las pocas declaraciones verídicas de Friedman y ahora ha decidido ocultar ese puño oculto de sus análisis.

Imperialismo y estructuras estatales del tercer mundo

Friedman fue a Bangalore, el centro de la industria de alta tecnología de India, donde IBM tiene grandes inversiones. ¿Cómo llega el capital estadounidense a India (o a otro país como China) y cómo crea un ambiente favorable? ¿Simplemente por medio del funcionamiento de un “mercado global abierto”? No. El capital estadounidense pasa por el estado indio, que es un estado clientelista dependiente y al servicio del imperialismo (aunque la clase dominante india tiene sus propias ambiciones regionales). El estado le garantiza ciertas normas de salario, mano de obra y propiedad al capital extranjero, y garantiza a las corporaciones extranjeras que podrán repatriar las ganancias a su país.

En China, que para Friedman es un ejemplo maravilloso de “aplanar el mundo”, el estado ha creado “zonas de procesamiento de artículos de exportación” que permiten que el capital extranjero superexplote la mano de obra; por ejemplo, miles de adolescentes viven y trabajan prácticamente en cuarteles, y se están gestando una serie de desastres ambientales.

Por todo el tercer mundo, el imperialismo estructura y apuntala los estados neocoloniales, con ayuda económica, ayuda y tratados militares, capacitación de personal técnico y administrativo y otros mecanismos. Friedman se queja del poco desarrollo y el odio al Occidente en los países árabes, pero no menciona que Washington ha apuntalado brutales gobiernos represivos en la región (el sha de Irán, la familia real de Arabia Saudita, etc.) al servicio de sus metas geoestratégicas.

III) En el “mundo plano”, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundo y las instituciones dominadas por los imperialistas desempeñan un papel mínimo. Friedman quiere hacernos creer que la “desreglamentación” y la apertura de los mercados al capital y los productos extranjeros, la “privatización” de la actividad económica y la adopción de las normas del “derecho de propiedad intelectual” son parte de un proceso natural e inexorable de globalización económica.

El Banco Mundial y el FMI como instrumentos de reestructuración de mercados

Pero en realidad, el mundo que tanto alaba Friedman no existiría sin la brutal reestructuración de las economías del tercer mundo por el Banco Mundo y el FMI. A finales de la década pasada, el FMI impuso programas de “ajuste estructural” en unos 90 países. A cambio de recibir préstamos y de renegociar el pago de la deuda, muchos de esos países tuvieron que recortar las subvenciones a los pobres para artículos de primera necesidad, como tortillas y aceite de cocina, y los servicios de salud.
El “aplanamiento”de esas protecciones se ha llevado a cabo con el pretexto de la “eficiencia del mercado”, pero tiene la meta de crear un ambiente más acogedor para el capital extranjero.

India: ¿Ejemplo de qué?

El viaje a India de Friedman es su golpe maestro de estrechez de miras imperialista. No tiene más que elogios para las compañías de tecnología informática de Bangalore y los programadores que oyen MP3 y saben slang estadounidense. Dice que es el futuro del país. ¿Pero cuál es la realidad?

Solo una fracción minúscula de la población (1.3 millones de una población activa de 400 millones) trabaja en la industria informática y de procesamiento. Este sector está orientado al mercado mundial y a Estados Unidos en particular. Es una especie de enclave que tiene pocos vínculos tecnológicos y de empleo con el resto de la economía nacional. Al mismo tiempo que ese sector (e individuos) han prosperado, las escuelas de educación primaria se han derrumbado en grandes partes del país, pero el estado indio ha seguido adelante con su programa de “reformas de mercado”4.

Dos tercios de la población de India vive en el campo, pero Friedman tiene muy poco que decir sobre la difícil situación de los campesinos que confrontan las presiones del mercado mundial imperialista y la penetración de la agroindustria occidental. Esto lleva a bajos precios de los cultivos, grandes deudas y el retiro de las subvenciones gubernamentales a los pequeños agricultores. Es una situación desesperada. Entre 1993 y 2003, unos 100,000 agricultores se suicidaron5. Durante la “década de globalización” de los años 90, la cantidad de grano por persona bajó casi todos los años.

Una justificación peligrosa

Se dice que The World Is Flat es una guía completa, amena y actualizada de las tendencias económicas de hoy. Nada más por eso sería importante resumir y refutar algunas de sus principales tesis y tergiversaciones. Pero hay más en juego.

Friedman escribe para la clase media culta de Estados Unidos. Muchos de esos lectores están inquietos y preocupados por lo que este gobierno está haciendo en el mundo y al mundo. Por eso es una obra sumamente venenosa.

A ese sector les ofrece palabras de consuelo y una explicación racional: el capitalismo global desreglamentado es bueno para el mundo y tiene mecanismos de autocorrección.

Hacia el final de este libro de 593 páginas, admite lacónicamente que hay mucha pobreza en el mundo. Pero a los que les preocupan la privación, el maltrato de los trabajadores y la degradación del medio ambiente, Friedman les grita: “No hay por qué preocuparse”.

Relata los esfuerzos de Hewlett-Packard de “ponerse a la vanguardia” en el establecimiento de normas laborales en sus cadenas de abastecimiento. Alaba a McDonald’s por establecer normas ambientales para sus proveedores6. Nos asegura que los mercados abiertos y competitivos y las iniciativas de Bill Gates resolverán el problema de la pobreza mundial.

La “teoría Dell de la prevención de conflictos” de Friedman

Pero hay más. Friedman ofrece el bálsamo de que la interconexión mundial creará tanta riqueza y tantos puntos en común que los conflictos violentos desaparecerán. Lo llama “la teoría Dell de prevención de conflictos”: no puede haber guerra entre dos países si ambos son parte de la misma cadena global de abastecimiento. Debido a esas cadenas, las economías mundiales estarán tan interconectadas y serán tan dependientes que no tendrán razón para iniciar una guerra.

Una vez más, aquí hay un montón de errores. Una cadena global de abastecimiento no es una hermandad armónica de individuos que se unen a fin de intercambiar información, tecnología y riqueza para mejorar el mundo. Se crean y se re-crean solo a fin de facilitar el avance de capitales ferozmente competitivos. Además, esas cadenas globales de abastecimiento, aunque son grandes e interconectadas, no se han fusionado en una sola unidad de capital. Son parte de grandes aglomeraciones de capital en competencia. Son armas en la batalla por participación en el mercado y control.

En el mundo hay más que producción enlazada por redes. Las cadenas de abastecimiento existen en un contexto geopolítico. Hay intereses geoeconómicos contendientes. Hay luchas por esferas de influencia geopolítica. Hay lucha entre los estados imperialistas por el control de los recursos estratégicos. Esto es parte de los que está pasando en el Medio Oriente, donde Estados Unidos busca la hegemonía indiscutible de la región y su petróleo, del cual dependen altamente las economías de Europa y Japón. Hoy hay una intensa contienda por el control de la región del mar Caspio y sus recursos energéticos.

Las inversiones y alianzas que cruzan las fronteras no arrasan los marcados intereses contendientes de las distintas formaciones nacionales imperialistas. En vísperas del estallido de la I Guerra Mundial, varios pensadores burgueses y marxistas revisionistas decían que el comercio entre Alemania e Inglaterra era tan importante que impediría una guerra. (Hace unos años, Friedman era partidario de una teoría parecida: la teoría McDonald’s de prevención de conflictos. Pero como señaló Jeff Faux en una reseña, la guerra de Yugoslavia, donde había muchos restaurantes McDonald’s, puso esa teoría en el tacho de basura de la historia).

Lo que Friedman quiere que los lectores crean es que el mercado y la globalización, por su propio funcionamiento y lógica, llevarán al progreso, la riqueza y la estabilidad.

Una alternativa inaceptable

Pero el optimismo va acompañado de una mala noticia. Friedman condena a las fuerzas que se oponen a la ola de globalización, con su presunta capacidad de mejorar la vida, llevar la democracia y conferir poder. Ataca al movimiento progresista contra la globalización, que a finales de la década pasada y comienzos de la actual galvanizó a docenas de miles de personas e inspiró a millones en todo el mundo con sus denuncias de las injusticias de la globalización imperialista.

Friedman habla de otros obstáculos a una globalización desenfrenada. Pero dice que actualmente el enemigo más peligroso a sus promesas es el fundamentalismo islámico.

Sostiene que las fuerzas fundamentalistas islámicas (las llama “islamo-leninistas” para equiparar este movimiento totalmente reaccionario con el comunismo) rechazan el dinamismo y la modernidad de la globalización. Dice que pueden movilizar el apoyo pasivo de poblaciones humilladas y que son expertos en aprovechar las nuevas tecnologías con fines malvados.

¿Qué hacer? Dice que Estados Unidos tiene que tomar la delantera con su optimismo y fuerza. No existe un gobierno mundial, así que (y esta es su carta de triunfo) Estados Unidos tiene que desempeñar un papel especial para defender las “reglas del comercio” y las “normas de comportamiento”. En breve, como única superpotencia tiene una responsabilidad especial.

Hasta mayo, Friedman fue partidario apasionado de otra forma de aplanar el mundo: el bombardeo, invasión y ocupación de Irak. Últimamente, parece que tiene dudas acerca del modo de conducir esa guerra (pero no de las metas). Pero a su propia manera torcida, y en el contexto de la “guerra contra el mundo” del gobierno de Bush, The World Is Flat concentra un tema trascendental de nuestra época.

Friedman nos dice que las únicas alternativas ante la humanidad son: la globalización imperialista, con su tecnología avanzada controlada por un puñado que se beneficia; sus talleres de miseria; su campaña inquebrantable para imponerle el “derecho de propiedad intelectual” a medicinas importantes, organismos vivos, etc.; sus guerras… o el fundamentalismo religioso, con todo lo que tiene de retrógrado y opresivo.

¿Son esas las únicas opciones? No; es posible un mundo sin explotación y opresión, sin ignorancia y superstición, donde la humanidad sea auténticamente emancipada; es necesario y posible. Lo que bloquea el paso es el sistema de capitalismo global.

1. Información de las Naciones Unidas, Human Development Report, 2005. Regresa al artículo

2. Datos de Medard Gabel y Henry Bruner, Global Inc.: An Atlas of the Multinational Corporation (New York: New Press, 2003). Regresa al artículo

3. Thomas Friedman, The New York Times Magazine, 6 de julio de 2006. Regresa al artículo

4. Pankjaj, Mishra, “The Myth of the New India”, New York Times, 6 de julio de 2006. Regresa al artículo

5. Saritha Rai, “India to Import Wheat After a 6-Year Hiatus”, New York Times, 30 de junio de 2006. Regresa al artículo

6. Friedman aplaude la asociación de McDonald’s con Conservation International (p. 381). El artículo de Aziz Choudry “Conservation International: Privatizing Nature, Plundering Biodiversity” desenmascara este “grupo ambientalista” dudoso, amigo de las empresas. (www.grain.org/seedling) Regresa al artículo


Segunda parte: Lo que la globalización es y no es, y por qué el desarrollo mundial no converge


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