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Revolución #63, 1 de octubre de 2006

El movimiento de derechos de los inmigrantes
Y la batalla para echar al gobierno de Bush

Parece que la nueva ley de inmigración está en compás de espera mientras Bush se dedica a preparar la guerra de Irán y a promover la tortura y los juicios en Guantánamo. Sin embargo, las medidas contra los inmigrantes y la militarización de la frontera siguen adelante. La Cámara de Representantes acaba de aprobar, por segunda vez, un plan para construir un muro de 700 millas (1,120 km) en la frontera; han aumentado las redadas y las deportaciones, y así sucesivamente. Como explicaré más adelante, estos ataques contra los inmigrantes y todo el programa fascista de Bush están más estrechamente ligados de lo que mucha gente capta.

Aunque la nueva ley general de “reforma” (leer “represión”) de inmigración está en suspenso, la Cámara de Representantes acaba de aprobar tres proyectos de ley con muchas de las mismas medidas del proyecto de ley de Sensenbrenner, que prendió las megamarchas de la primavera. Si el Senado aprueba esos tres proyectos de ley y pasan a ser ley, el resultado sería: dar a las corporaciones policiales estatales y municipales la autoridad de aplicar las leyes de inmigración y de buscar indocumentados, con lo que más fuerzas del gobierno se pondrán a cazarlos y deportarlos; suspender dos decisiones de la Suprema Corte que prohíben condenar en la práctica a cadena perpetua a ciertos presos que han cumplido su sentencia; negar a los condenados de un delito el derecho de apelar ante un juez por una orden de deportación; permitir al secretario de Justicia designar a cualquier grupo como “pandilla” y castigar a cualquier individuo por pertenecer a ese grupo, sin que haya cometido un crimen; etcétera.

Por otra parte, la división policial del Departamento de Seguridad de la Patria (que se llama Immigration and Custom Enforcement y es la nueva migra) ha desatado una ola de redadas y detenciones por todo el país. Dice que cada semana hace 1,000 arrestos. Por ejemplo, el fin de semana del Día del Trabajo cayó en Stillmore, Georgia, con armas y chalecos a prueba de balas, y arrestó a 120 mexicanos. Eso llevó a la alcaldesa a decir: “Esto me hace pensar en lo que leí sobre la Alemania nazi y las redadas de la Gestapo”.

En este contexto, hay mucha desazón en el movimiento de derechos de los inmigrantes. Las concentraciones y marchas del Día del Trabajo fueron mucho menores que las de la primavera, aunque contaron con decenas de miles de participantes. Hay grandes interrogantes. Millones salieron a la calle, pero el gobierno no ha tomado medidas para otorgarles derechos; por el contrario, la respuesta han sido redadas, deportaciones y más leyes represivas. En la primavera muchos grupos de inmigrantes decidieron apoyar uno u otro proyecto de ley que proponía crear castas y segregación, dándole a unos una pequeña posibilidad de legalizarle mientras muchos otros seguirían por siempre en la categoría de “ilegales”. Pero hasta esos proyectos de ley murieron. Esos grupos y muchos que nunca apoyaron ninguno de esos proyectos de ley ahora están viendo cuál es el siguiente paso.

¿Y ahora qué?

Hay mucha controversia sobre lo que lograron las megamarchas, si sirve de algo protestar, y cómo evaluar lo que se logró y lo que no se logró. Para empezar, esas grandes protestas lograron mucho. Millones se echaron a la calle a decir que no se iban a dejar apalear y criminalizar por la ley de Sensenbrenner; esto les permitió calar su propia fuerza y les mostró a millones lo que es la vida en el fondo de la sociedad. La firme determinación de las marchas fue un estímulo para millones. Las marchas paralizaron muchas ciudades. A mí, que hasta hace poco viví en Texas, me quedó el ojo cuadrado cuando leí que en Dallas salieron medio millón de personas. Mucha gente vio un vistazo del poder que tienen en el escenario político los que han sido criminalizados y superexplotados. Las marchas alegraron a muchos de los movimientos progresistas. En medio de la avalancha de ataques del gobierno de Bush, millones de inmigrantes salieron a manifestar con coraje que no se dejarán tratar como esclavos.

Por otra parte, a muchos de los que salieron a las protestas les dijeron que se esforzaran por obtener la ciudadanía para votar, que sacaran la bandera estadounidense, que no ofendieran a los americanos, que le bajaran el volumen a la lucha, que depositaran la fe en los demócratas y que aceptaran uno de los proyectos de ley que proponía un sistema de castas con la vaga esperanza de la “legalización”. Se destinó un gran esfuerzo a canalizar todas las energías del movimiento hacia los caminos habituales, a que permaneciera dentro de los límites políticos aceptables y a que no llegara a ningún lado.

Además del esfuerzo de desmovilizarlo, el movimiento se ha tropezado con el afán del gobierno de Bush de “redefinir la sociedad con un molde fascista por muchas generaciones”, como dice la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar—¡Fuera Bush y su gobierno! En la primavera, se hablaba mucho de que este era el nuevo movimiento de derechos civiles [comparándolo con el movimiento de derechos civiles de los negros en los años 50 y 60—Trad.] y flotaban muchas falsas ilusiones. Pero ese no es el rumbo por el que el gobierno de Bush ha encaminado el país. El gobierno de Bush no va a darle plena igualdad y una mejor vida a los inmigrantes, al tiempo que arrasa el mundo y este país, que tortura, tiene cárceles secretas, mete a la cárcel sin cargos y sin límite de tiempo, impone un gobierno fundamentalista fanático aquí, elimina el derecho de la mujer a controlar su reproducción y mucho más. Mientras este gobierno siga en el poder, no hay ninguna perspectiva de una mejor vida para los inmigrantes ni para el resto del planeta. Eso quiere decir que los que buscan igualdad plena y el tratamiento digno que todos los seres humanos merecen, tienen que aunar esfuerzos el 5 de octubre con el movimiento para echar al gobierno de Bush.

Organización del 5 de octubre y controversia

En la organización del 5 de octubre participan activistas del movimiento de derechos de los inmigrantes. Por ejemplo, la Coalición 25 de Marzo de Los Ángeles (que organizó la masiva marcha de uno a dos millones de personas en esa fecha y las acciones de “No ir al trabajo ni a la escuela” el 1ºde mayo) apoya el Día de Resistencia del 5 de octubre y está organizándolo. Asimismo, la Red Nacional de Solidaridad con los Inmigrantes lo refrendó en su conferencia nacional en la capital y exhorta a participar. En San Francisco, la Coalición 1º de Mayo también apoya y se suma a la resistencia del 5 de octubre.

Hace unos días, empezó a circular “Un llamado general a los inmigrantes y al movimiento de derechos de los inmigrantes de parte de activistas de este movimiento y de otros—5 de octubre: Aporten su espíritu y determinación a la lucha para sacar al gobierno de Bush”. Lo escribimos activistas de Los Ángeles, Chicago, Nueva York y la capital; varios de los signatarios participamos en la organización de las marchas de la primavera. Exhorta precisamente a lo que dice el título.

La prensa latina de Los Ángeles, Nueva Jersey, Nueva York y Chicago va a sacar desplegados del 5 de octubre, y entre los signatarios figuran activistas del movimiento de derechos de los inmigrantes.

Las respuestas que oigo del movimiento de derechos de los inmigrantes caen básicamente en dos categorías. Los que escribieron el llamado, los grupos que apoyan el 5 de octubre y otros dicen que la lucha por los derechos de los inmigrantes está ligada con la lucha contra todas las injusticias de la sociedad y que, además, esta ola de represión contra los inmigrantes es parte de todo el programa fascista del gobierno de Bush. Unos hablan del inminente ataque a Irán y del desastre que sería. Reconocen que los inmigrantes no pueden parar solos esta ola de represión contra ellos, que necesitan aliados y que el gobierno de Bush es la fuente de esta represión contra ellos y contra todos los demás.

De parte de los que todavía no se han sumado al 5 de octubre, oigo dos argumentos. Un grupo dice que esta ola de represión contra los inmigrantes no es nueva y que la militarización de la frontera empeoró con Clinton y los demócratas, y tienen razón. Dicen que republicanos y demócratas por parejo atacan a los inmigrantes y que en ese sentido el gobierno de Bush no es nada especial. Coincido con ellos en que los demócratas muchas veces han liderado la ofensiva, especialmente en el gobierno de Clinton. Pero mi respuesta es que este gobierno está encaminando toda la sociedad en una dirección fascista como ningún otro. Como decimos en el llamado: “El gobierno de Bush tiene a los inmigrantes en la mira. Todos los proyectos de ley que están en el Congreso y las nuevas leyes son inaceptables: el programa de trabajadores huéspedes de Bush; el despliegue del ejército contra los inmigrantes en la frontera y dentro del país; los nuevos poderes a la policía para que pida los ‘papeles’; los campos de detención masiva; la detención obligatoria; las tarjetas de identificación biométricas; la segregación racial legalizada; las muertes innecesarias en la frontera”. Piensen en lo que todo esto significa para los inmigrantes; es vivir en un estado policial.

Otro argumento más común es que el 5 de octubre y la lucha por sacar al gobierno de Bush son una distracción de la lucha por los derechos de los inmigrantes, y que tenemos que concentrarnos en eso porque no tenemos los recursos para entrar en otras batallas y porque nuestro mensaje se diluirá. Como decimos en la convocatoria de El Mundo no Puede Esperar: “Es necesario dejar de luchar contra las atrocidades de Bush una por una, perdiendo terreno constantemente”. Lo que yo respondo es que todas estas medidas contra los inmigrantes son un elemento crítico de la implementación del programa fascista del gobierno de Bush. Que el ejército sirva de policía dentro del país (empezando en la frontera), los centros de detención, las tarjetas de identificación biométricas, la detención indefinida sin acusaciones, los tribunales militares y demás son medidas que usarán contra todos. El gobierno de Bush está imponiéndose, estableciendo los precedentes para todo esto y armando este aparato represivo con el pretexto de proteger la frontera y luchar contra el terrorismo. Las medidas contra los inmigrantes son vitales para crear un estado policial; por eso no las va a abandonar. Luchar por sacar al gobierno de Bush no es una distracción de la lucha por los derechos de los inmigrantes; por el contrario, es esencial para que los inmigrantes tengan un chance de obtener sus derechos. Es como dijo el pastor Martin Niemoller sobre su experiencia en la Alemania nazi:

“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista…”, excepto que en este país primero vinieron por los musulmanes, los árabes y los sudasiáticos, y ahora vienen por el resto de los inmigrantes.

En cuanto a recursos, existe una reserva de docenas de millones de personas que odian este gobierno. Tenemos que atraer a millones de ellos a esta gran lucha, y rápido. Piensen dónde estaremos si una fuerza de millones de personas politizadas y movilizadas sale a la calle el 5 de octubre diciendo “¡Fuera Bush y su gobierno!”. Piensen en cuánto más cerca estaremos todos de lograr nuestras metas de un mundo mejor.

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