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Revolución #66, 22 de octubre de 2006

Reflexiones sobre la libertad de expresión, la libertad académica, la represión fascista… y los Minutemen en Universidad Columbia

En el próximo número, Revolución publicará una importante pregunta y respuesta de la nueva serie de charlas de Bob Avakian que habla muy directa y profundamente del tema de la libertad académica y la búsqueda de la verdad en el socialismo.
Recomendamos a los lectores que entienden inglés que oigan la charla “‘Balance’ Is The Wrong Criterion – And A Cover for a Witch-hunt – What We Need is the Search for the Truth: Education, Real Academic Freedom, Critical Thinking and Dissent” (Lo del “equilibrio” es para despistar… y justifica la represión en las universidades. Lo que necesitamos es la búsqueda de la verdad: La educación y una auténtica libertad académica, pensamiento crítico y disentimiento), que habla detalladamente de muchos temas que se debaten hoy en la Universidad Columbia y en otras partes con la actual polémica.

De una declaración de la rama de Nueva York del PCR: Apoyemos a los manifestantes de la Universidad Columbia contra los paramilitares fascistas de los Minutemen
No los acusen, no los castiguen
Ningún ser humano es ilegal

Como ya saben muchos lectores, en Nueva York y por todo el país se ha desatado una enorme controversia desde que los Minutemen fueron a hablar en la Universidad Columbia. Cuando Jim Gilchrist, líder del grupo, empezó a hablar, un grupo de estudiantes se subió al escenario con estandartes de “Ningún ser humano es ilegal”. Los amigos de los Minutemen los atacaron y Gilchrist dejó de hablar.

A continuación quiero hablar de algunos temas importantes del debate:

1) ¿Necesitamos la libertad de expresión?

Sí, a un nivel sin precedentes. Necesitamos un choque de ideas para entender mejor la realidad. Y tenemos que entender la realidad tan profundamente como sea posible para poder cambiarla (y hay mucho que cambiar). Hay que tener la libertad de seguir las ideas a donde lleven, ir contra la corriente, presentar ideas impopulares y debatirlas. Eso es esencial para llegar a la verdad.

En la sociedad capitalista, las ideas dominantes se desprenden de los intereses de la clase dominante de la sociedad (los capitalistas) y están a su servicio. En este contexto, las ideas contrarias se ven en el mejor de los casos como mercancías que compiten en el “mercado de las ideas”. Este marco ahoga el intercambio de ideas y restringe en gran medida la búsqueda de la verdad. En ese contexto, inclusive las supuestas “garantías de la libertad de expresión” son muy dudosas y normalmente solo se respetan en teoría. Por ejemplo, en Estados Unidos en muchos casos han metido a la cárcel y asesinado a revolucionarios y progresistas, por medio de juicios chuecos, asesinatos policiales, linchamientos tolerados o auspiciados por las autoridades, etc. A lo largo de toda la historia del país han despachado la policía, la Guardia Nacional y hasta el ejército para reprimir a los que piden igualdad, organizan sindicatos o se oponen a las guerras imperialistas. En la vida diaria, hay mucha presión a conformarse o perder el trabajo… o peor. Y ni hablemos de la dominación de los medios y demás formas de diseminar ideas por los imperialistas más poderosos, y de la manipulación de la opinión pública y la supresión de las ideas contrarias. Esta es la realidad de la dictadura capitalista detrás de la retórica democrática: un clima de conformidad impuesta y, cuando sea necesario, de represión estatal para proteger los intereses de los imperialistas.

Hoy el clima es especialmente preocupante: el vocero de Bush dice “Cuidado con lo que digan”; amenazan con acusar de traición al New York Times por destapar la intervención (ilegal) de teléfonos; la Ley Patriota permite toda clase de espionaje y hostigamiento gubernamental; una nueva ley permite la tortura: este es el orden del día desde los más altos niveles. En Nueva York, el gran paladín de la “libertad de expresión”, el alcalde Michael Bloomberg, hace dos años no dio permiso para protestar frente a la convención nacional del Partido Republicano. Según dos demandas entabladas en tribunales federales, arrestaron a más de 1,800 personas durante la convención, muchas de las cuales ni siquiera participaban en la protesta. En todos los niveles, el estado y sus fuerzas están embarcados en un programa drástico de represión fascista.

Y sí, como parte de esto, la libertad de expresión y la libertad académica están bajo ataque en las universidades. Pero es un ataque de la derecha. La Universidad de Colorado planea despedir a Ward Churchill con el pretexto más ridículo (todo mundo sabe que es por lo que escribió tras el 11 de septiembre de 2001). David Horowitz ha publicado una lista de profesores “sospechosos”, ha desencadenado a sus grupos estudiantiles de camisas pardas a hostigarlos, recorre el país y recibe montones de publicidad, dinero de los derechistas y apoyo de Karl Rove para llevar a cabo su campaña macartista. Un legítimo miedo acecha las universidades.

Esta es la verdadera amenaza fascista a la libertad de expresión en esta sociedad hoy, y eso es lo que tenemos que combatir.

2) ¿Y los Minutemen en Columbia?

Los Minutemen son un grupo de paramilitares racistas. Su razón de ser es patrullar la frontera con armas, sembrar terror, cazar a los inmigrantes y obligarlos a cruzar en zonas más remotas y peligrosas. No es simplemente algo que dicen; es lo que hacen y que quieren hacer más, y todo lo que hacen está al servicio de esa meta. Sus charlas equivalen a las quemas de cruces del KKK y no se deben tolerar en las universidades ni en ningún otro lugar.

[Nota de la Redacción: Esto se ve claramente en “Arizona Showdown: High-powered firearms, militia maneuvers and racism at the Minuteman Project”, de David Holthouse, en el portal del Southern Poverty Law Center (splcenter.org).]

En realidad a esos matones NO los reprimieron en Columbia. Cuando entraron a la universidad los confrontó un grupo de personas que se subió al escenario con un estandarte de oposición. No fue cuestión de represión estatal sino de oposición popular. Los seguidores de los Minutemen atacaron a los manifestantes, como se puede ver en los videos de Youtube… y luego, como los bravucones que son, los Minutemen se hacen las víctimas. Ahora se ha armado un alboroto por toda la sociedad, repleto de distorsiones y exageraciones de fascistas como Horowitz (jefe supremo de los camisas pardas de las universidades) y Bill O’Reilly (que no deja pasar un solo show sin pedir el juicio de un disidente por traición). Estos, y las poderosas fuerzas que representan, tienen un programa mayor: destruir el espacio que hoy existe en las universidades para la investigación y el pensamiento crítico, y es parte de un programa de crear un imperio estadounidense indiscutible e indisputable, y de imponer cohesión social en un período de grandes cambios y mucho tumulto.

El incidente de los Minutemen es una provocación, una cortina de humo que aprovechan para confundir lo justo y lo injusto en aras de un programa represivo y reaccionario. Ahora hablan de arrestar y castigar a los manifestantes (¡los estudiantes!) por protestar contra una charla reaccionaria que sembraba odio.

3) ¿Habrá libertad de expresión y libertad académica en el socialismo?

Sí, y mucho más, de una magnitud mucho mayor y de una manera cualitativamente diferente. Se necesitará la más amplia contienda de ideas posible para llegar a la verdad, y a diferencia del sistema de hoy, esto no se distorsionará ni reprimirá debido a una contradicción esencialmente irreconciliable entre preservar la dominación capitalista, por un lado, y la búsqueda más o menos sin restricciones de la verdad, por el otro. El proceso de conocer la verdad es una fuente de júbilo, y es necesario conocerla en toda su complejidad para cambiar el mundo en concordancia con la realidad. En el socialismo, la meta del estado tiene que ser cambiar el mundo, y llegar a una sociedad libre de explotación y relaciones de explotación, de instituciones y relaciones opresivas, y de las ideas que se desprenden de tales relaciones. Dicha contienda de ideas será posible, por primera vez, porque el acceso a los medios para diseminar las ideas no se determinará por la cantidad de capital que uno controla (o el servicio a los que lo controlan), o en general por las relaciones del mercado. El estado NO se organizará como hoy, en el capitalismo, para reprimir a las masas y restringir la contienda de ideas dentro de ciertos límites sumamente estrictos, o desviarla en direcciones que mantienen el statu quo de explotación y opresión de una u otra manera. El estado alentará la participación de las masas de la manera más amplia posible (a excepción de los contrarrevolucionarios comprobados) en el debate sobre el futuro de la sociedad, como un elemento necesario de superar las relaciones, instituciones e ideas de explotación y opresión, y de impedir y, sí, reprimir las tentativas de restaurar el capitalismo desde dentro y fuera.

Esto no quiere decir que se enseñarán todas las teorías posibles en las universidades en pie de igualdad. Nunca habrá una infinidad de recursos para publicar libros, producir películas, etc., y se necesitará dirección sobre cuáles ideas en general se consideran verídicas y se deben aplicar (mientras continúa la investigación y el debate), cuáles ideas se deben debatir y a cuáles ideas no se debe prestar mucha atención. Lo que se ha demostrado que no es verídico (como la teoría de que un dios creó el universo en seis días, o de que los demonios causan la epilepsia) no se enseñará en las escuelas ni recibirá mucha publicidad (aunque sí se permitirá expresar tales ideas). Lo que se ha demostrado que es verídico será la base del plan de estudios, aunque habrá debate sobre esto, por todas las razones mencionadas y porque lo que entendemos como verdad hoy en el futuro se puede demostrar que no es verdad o que no es completo.

Avanzar requiere basarnos en lo que se ha demostrado que es verdad en un momento dado, y a partir de eso desencadenar al pueblo a transformar la realidad, pero fomentando amplio debate y disentimiento para profundizar nuestro conocimiento de la realidad. Como parte de esto, hay que permitir que se exprese oposición a las medidas del gobierno y hasta al socialismo, y el deseo de regresar al capitalismo; aunque tales opiniones no son correctas, sería incorrecto impedir que se expresen, por dos razones. Primero, reprimirlas crearía una atmósfera represiva. Segundo, dado que podría haber un elemento correcto en esas críticas, o que tales críticas podrían ser un reflejo de importantes contradicciones sociales, debatirlas podría ayudar a entender el mundo más profundamente (incluso si en lo general tales críticas son incorrectas y hasta destructivas). Eso se resolverá por medio del debate y la lucha de ideas, y no por la represión (abierta o por medio de amenazas).

Pero hay una diferencia crucial en la sociedad socialista entre decir que se debe reemplazar con el capitalismo y recurrir a actividades criminales contra el estado. Eso NO se permitirá. Los estados socialistas (en el pasado y en el futuro, cuando se establezcan) enfrentan graves amenazas y tienen que responder con energía. Pero NO se deben confundir las tentativas contrarrevolucionarias con la expresión de ideas opuestas, y esto es algo que se tiene que manejar mucho mejor en las sociedades socialistas futuras. Será muy difícil y muy complejo, pero será muy necesario para llegar a una sociedad de seres humanos que se asocian libremente y un mundo sin la necesidad de estados y de aparatos represivos. ¡Esa es una meta que vale la pena luchar por realizar y un camino (un camino tortuoso pero apasionante, repleto de efervescencia y estímulo intelectual) que vale la pena explorar y tomar!

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