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Revolución #68, 5 de noviembre de 2006

“Para decirlo en una oración: las elecciones son controladas por la burguesía; no son de ningún modo el medio por el cual se toman las decisiones básicas; y se efectúan con el propósito primario de legitimar el sistema, la política y las acciones de la clase dominante —dándoles la fachada de un mandato popular— y de canalizar, confinar y controlar la actividad política de las masas populares”.

Bob Avakian, Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?

Las elecciones:

El rollo

y la realidad

Las elecciones burguesas no son, no pueden ser, un vehículo para implementar los intereses y los deseos de las masas populares.

En primer lugar, para ser un candidato serio a un puesto político, hay que tener o recaudar millones de dólares. En las elecciones de este año se gastarán 2.6 mil millones de dólares (“Drugs Take Center Stage”, Wall Street Journal, 28 de octubre). Además de los miles de millones de dólares que gastan para decirles a los votantes qué pensar sobre los candidatos y los temas, la prensa corporativa, que en este país tiene unos recursos y un alcance enormes, define el discurso social y canaliza el disentimiento, el descontento y la rebelión por cauces aceptables al sistema. Otro medio para moldear la opinión pública en esta sociedad son las famosas encuestas. Por ejemplo, cuando al director de encuestas del Washington Post le preguntaron por qué no hacía una encuesta sobre la cantidad de gente que quería que destituyeran a Bush (la encuesta más solicitada), contestó furioso: “No hacemos encuestas sobre la destitución porque no es una opción seria ni un tema de discusión seria; por ejemplo, ningún miembro de la dirección demócrata del Congreso ni ningún candidato presidencial demócrata serio pide la destitución de Bush. Cuando lo hagan, haremos una encuesta. Ya basta”. (“Poll: Bush Approval Numbers Up”, 20 de diciembre de 2005)

Por otra parte, para llegar a ser candidato a un puesto de peso hay que pasar por capas y capas de filtros para que los dos candidatos finales representen los intereses de la clase dominante. Los que no respalden y promuevan medidas conforme a dichos intereses, no recabarán el dinero suficiente o un día encontrarán sus secretos en la primera plana del periódico. El resultado es que los que lleguen a “las finales” serán aceptables para la burguesía.

A un nivel fundamental, todo funcionario público de esta sociedad opera dentro de la estructura económica del capitalismo-imperialismo. Esta es una sociedad basada en la explotación, en que la burguesía se apropia como capital de la riqueza que producen millones en este país y miles de millones en todo el mundo. Esto define lo que cualquier político puede hacer, por más que tenga otras inclinaciones. Lo vemos claramente en estas elecciones, en que a pesar de una gran oposición a la guerra de Irak, no existe la opción de votar contra la misma ni por la retirada inmediata. Esto se debe a que, en este momento, el consenso de la clase dominante es que una retirada de Irak, una derrota en Irak, sería intolerable para su estructura global de dominación y explotación. [ver “La guerra de Irak… ‘¿…Y SI GANAN LOS DEMÓCRATAS?’”]

Olvidémonos por un momento de la realidad e imaginemos que sale elegido un político que quiere retirar las tropas de Irak y de las 700 y pico de bases militares que Estados Unidos tiene en 132 países. Eso desestabilizaría toda la red global de explotación imperialista que defienden las tropas de esas bases. El sistema no podría perdurar. Mucho antes de que ese político pudiera poner en práctica esa idea, la clase dominante le pondría fin a su carrera por medio de escándalos, acusaciones o de otras formas.

Legitimar al sistema y desorientar al pueblo

Entonces, en las elecciones burguesas la clase dominante define los temas, preselecciona a los candidatos y les dice a los votantes qué pensar. Después de todo eso, los que montaron todo el proceso dicen que las elecciones expresan la voluntad del pueblo y que este les ha encargado implementar una agenda que corresponde a los intereses del sistema.

Cuando la indignación y la oposición del pueblo se encauza a este proceso, las elecciones sirven para desorientar y quitarle poder al pueblo. La forma de imponer las decisiones de la clase dominante da la impresión de que los gobernados son los que tomaron esas decisiones. Da la impresión de que los gobernados escogen a sus gobernantes. ¿No le gusta la dirección de la sociedad? Bueno, la culpa es suya.

A otro nivel, las elecciones reducen la esfera de influencia de cada uno a actuar como individuo, separado de los demás que tienen los mismos intereses. Asimismo, el cuento de que son “la voluntad del pueblo” sirve para desorientar y aislar a los radicales, oprimidos y marginados.

El problema no es solo o principalmente que el sistema electoral burgués es corrupto. El problema básico es que las elecciones burguesas son un medio altamente eficaz de la clase dominante capitalista para ejercer la dictadura sobre las masas populares.

Una clase dominante capitalista nunca ha permitido que el pueblo gobernado decida en las elecciones si será explotado, oprimido y vivirá en una sociedad adicta a las ganancias. El verdadero papel de las elecciones burguesas es imponer esas relaciones sociales de explotación, y detrás de ellas esperan las fuerzas armadas, la policía y el sistema judicial del estado capitalista.

El papel de las elecciones en el socialismo

Vimos por qué en la sociedad capitalista no se puede expresar “la voluntad del pueblo” por medio de las elecciones. Para que los intereses del pueblo definan la dirección de la sociedad, se necesita un sistema radicalmente diferente en que las masas gobiernen: la dictadura del proletariado, donde no impera el afán de ganancia del capital. Eso es el socialismo.

¿Puede haber debate, discusión y participación en la vida política de la sociedad de las amplias masas en la dictadura del proletariado? Puede, es más, debe haberlos. En ese contexto, las elecciones pueden desempeñar cierto papel, aunque no el papel decisivo.

Para entender esto es necesario salirse del marco de referencia de la democracia burguesa, en que la participación política se limita a votar y a apoyar a uno u otro político. Como vimos, esas elecciones no son el medio para tomar decisiones fundamentales y sirven para legitimar el sistema y las medidas de la clase dominante. ¿Qué diferencia habrá en el socialismo, en la dictadura del proletariado?

En la dictadura de la burguesía, la política y en particular las elecciones sirven para pacificar a las masas y mantener el statu quo de la sociedad de clases. Pero en la dictadura del proletariado el objetivo de las instituciones políticas y de toda la vida política de la sociedad (incluido el papel que desempeñen las elecciones) es dirigir y desencadenar a las masas a cambiar el statu quo, a revolucionar continuamente la sociedad.

Esto se relaciona con el carácter de la sociedad socialista como una etapa de transición a un mundo comunista, en que se hayan alcanzado “las cuatro todas”: la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de producción en que estas descansan, de todas las relaciones sociales que acompañan esas relaciones de producción, y la revolucionarización de todas las ideas que surgen de esas relaciones sociales.

La charla de Bob Avakian “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” (revcom.us), presenta un análisis sumamente innovador de la democracia y la dictadura en la sociedad socialista que recomendamos a los lectores. Esta visión amplia y radical de la sociedad socialista saca lecciones de los grandes avances, y de las deficiencias, de la construcción del socialismo en la Unión Soviética y en China, los expande y presenta nuevos planteamientos.

Aquí no podemos ahondar en la dinámica fundamental del socialismo de incorporar cada vez más a las masas en el gobierno y en la transformación de la sociedad. Esto tiene una importante dimensión epistemológica (teoría del conocimiento) que interactúa con el aspecto político.

En la sociedad capitalista, a las masas no se les permite participar en el gobierno de la sociedad. Para el proletariado, especialmente, la falta de educación, la pobreza, las largas jornadas laborales, etc., hacen sumamente difícil participar en la vida política.

En la dictadura del proletariado, las masas tendrán el derecho de participar plenamente en la vida política. Su vida ya no será controlada y arruinada por la explotación capitalista. Con la dirección del partido de vanguardia, las masas podrán realizar transformaciones inmediatas de la sociedad y después, ola tras ola, continuarlas para reducir las diferencias entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre el hombre y la mujer, y entre los blancos y las nacionalidades oprimidas. Pero mientras tales diferencias persistan, presentarán obstáculos a la participación intelectual y política plena de las masas. Para dar un ejemplo, la sociedad socialista “heredará” la situación de que un sector relativamente pequeño hace el trabajo intelectual y sabe trabajar con las ideas, mientras que las masas populares hacen el trabajo manual.

Otro gran problema del socialismo es que por un tiempo una buena parte de la población tendrá que pasar la mayor parte del tiempo trabajando para producir lo necesario. Esto limita su capacidad de participar plenamente en las distintas esferas. Otros sectores estarán en una posición mejor y tendrán más conocimientos para participar en el discurso político. Por estas razones, someter todos los asuntos a elecciones daría pie a la restauración de la vieja sociedad.

En el socialismo, habrá fuerzas de clase (los viejos explotadores y también nuevos explotadores que surgirán debido a las desigualdades que quedan) que sabotearán el socialismo, y querrán tumbar el gobierno y restaurar el capitalismo. Por un tiempo, las sociedades socialistas estarán rodeadas por poderosos países capitalistas, que tratarán de invadirlas y de estimular la subversión. Defender la sociedad socialista de tales enemigos será una cuestión de vida o muerte. En ese contexto, poner el destino de la sociedad y el socialismo a votación sería traicionar la revolución.

El proletariado debe tener un firme control del estado. Pero dentro de ese marco, debe haber un proceso continuo, dirigido por el partido de vanguardia comunista revolucionario, en que las masas cada vez conocen más el mundo, entienden su complejidad, distinguen lo correcto y lo incorrecto, la verdad y las mentiras, etc., a fin de ser capaces de gobernar la sociedad y transformarla hacia la meta del comunismo. Las masas participarán cada vez más en el ejercicio del poder estatal y en otros aspectos de la administración de la sociedad. Por todo esto es sumamente importante que exista una atmósfera general de efervescencia intelectual y debate, pensamiento crítico y disentimiento que cree una sociedad vibrante en que las masas participan conscientemente en el conocimiento y la transformación del mundo. En ese contexto, ciertas elecciones, como una parte del proceso de seleccionar los líderes del gobierno, podrían ayudar a las masas a entender diferentes agendas; por ejemplo, las masas oirían posiciones opuestas al gobierno socialista directamente de boca de la oposición. Igualmente, las elecciones pueden someter distintos elementos de la sociedad socialista a un necesario examen crítico. Todo esto puede contribuir a que el pueblo lleve la sociedad hacia la eliminación de “las cuatro todas”.

Las elecciones, como todo en la sociedad de clases, están condicionadas y moldeadas por las relaciones de clase. En el socialismo, las elecciones contribuirán al ejercicio del poder político por el proletariado, y el papel del partido de vanguardia será dirigir a las masas a entender y transformar toda la sociedad, como parte de crear un mundo comunista.

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