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Revolución #77, 28 de enero de 2007

¡La brutalidad policial es intolerable, hay que pararla!

No nos conformemos con desquitarnos, hagamos nacer un mundo totalmente nuevo

Estos asesinatos ocurrieron en Nueva York nada más en las tres semanas del 25 de noviembre al 16 de diciembre del año pasado.

En ciudad tras ciudad, día tras día, la chota acosa, humilla, golpea y balacea a la gente, especialmente a los chavos negros y latinos. El nombre de Amadou Diallo es un recuerdo lastimoso. Un inmigrante africano de 23 años, le dispararon 41 tiros en 1999 en la puerta de su casa; había metido la mano al bolsillo para sacar la cartera porque le pidieron la identificación.

Pero lo que mucha gente no sabe es que solamente en Nueva York, 140 personas han muerto a manos de la policía de la muerte de Amadou en 1999 a la de Sean el 25 de noviembre de 2006. El Proyecto Vidas Robadas, que documenta los asesinatos policiales en Estados Unidos, calcula que la policía mató a más de 2000 personas en este país nada más en la década pasada.

¡BASTA! La furia justa arde en las calles neoyorquinas y el debate se ha desatado en las peluquerías, escuelas, iglesias y clubes sobre qué se requerirá para eliminar este terror asesino.

¿¿¡Por qué??!

¿Por qué ocurre una y otra y otra vez? ¿Por qué toda una generación de niños hermosos no tiene más futuro que las pandillas y la cárcel, para que luego les echen la culpa del mismo? ¿Por qué incluso los expertos en criminología y economistas dicen que para la juventud, “la delincuencia es una opción racional”? ¿Qué nos dicen sobre qué tipo de sistema es este y qué hay que hacer para pararlo?

La declaración de la rama de Nueva York del Partido Comunista Revolucionario sobre el asesinato de Sean Bell dice:

“La sangre de los esclavos corre por las venas del capitalismo e imperialismo global moderno, junto con la sangre de las niñas prostitutas de Tailandia y los tejedores de alfombras de Asia que nunca salen al sol; se mezcla con la sangre de las familias y los pueblos africanos que se mueren toditos por la falta de medicinas contra el SIDA, la venta de las cuales la controlan las compañías farmacéuticas cuya única moral es el saldo bancario. Se revuelve con la sangre de los cientos de miles de iraquíes muertos en una guerra y ocupación estadounidense para rehacer el mundo en aras de su imperio capitalista global…

“La policía existe para ‘servir y proteger’ a este sistema [de capitalismo e imperialismo]. La policía es el equivalente moderno de los cazadores de esclavos de un sistema de ganancias basado en la explotación, aquí y en todo el mundo, de los que no tienen nada que perder y solo pueden vivir vendiendo su fuerza de trabajo, cuando consiguen trabajo. El látigo del amo es hoy la pistola semiautomática de la policía, con la que mata una y otra vez, hasta dejarnos casi sin lágrimas. Por eso es que siguen matando, no importa cuántos policías negros o latinos contraten, no importa cuánto les enseñen ‘cursos de diversidad’, no importa cuán ‘sensible’ sea el alcalde.

“Hoy un imperio estadounidense ‘más competitivo y más voraz’ traslada fábricas enteras de un país a otro para explotar más en todos los rincones del planeta, y millones de negros y otras personas a quienes los capitalistas no pueden sacarles ganancias terminan en los penales.”

Durante aquellos tiempos cuando los antepasados vivían bajo una condena de muerte constante de linchamientos del KKK, las familias sabían que cuando el padre o el hermano no volvía a casa, era hora de ir al río a buscar el cadáver. Y ahora, ¿adónde van a buscarlos? A los hospitales y comisarías de la policía.

En el mundo de hoy, la mayoría de la gente sobrevive con menos de $2 al día, y miles de niños mueren de hambre, deshidratación y otras enfermedades que se curan con poquito dinero. Países y continentes enteros quedan marginados, de acuerdo con los dictados de las ganancias.

Todo eso es TOTALMENTE INNECESARIO. Los miles de millones de personas que no tienen nada producen suficiente riqueza y recursos para alimentar a todos los seres humanos y satisfacer sus necesidades básicas, pero esos recursos los apropia un puñado de imperialistas capitalistas. Sus fuerzas armadas y policiales existen solo para perpetrar, defender y expandir esa pesadilla brutal global, no por ninguna otra razón.

Sí hay modo de ponerle fin

Al pensar en el asesinato de Sean Bell y toda la cadena de lágrimas que nos azota desde la esclavitud y circunda el mundo, es difícil contener la furia y la impaciencia. Hay una manera de parar todo eso: la revolución. Dicha revolución es posible, incluso en Estados Unidos, cuando se desarrollen las condiciones adecuadas: un cambio significativo y cualitativo en la situación objetiva, que la sociedad en conjunto cae en una crisis profunda, debido en lo fundamental a la naturaleza y funcionamiento del mismo sistema, y junto con eso que surge un pueblo revolucionario en sus millones, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y dispuesto a luchar por ello. En una situación así, será decisivo si existe o no una vanguardia capaz de aprovechar la oportunidad, si se ha construido desde hace mucho antes y si se ha fortalecido con la influencia, organización y conocimiento necesarios.

Al pueblo aquí y por todo el mundo se le ha robado una gran verdad liberadora: donde las masas populares han conquistado el poder y lo han defendido, en las revoluciones dirigidas por partidos comunistas revolucionarios de vanguardia, han nacido sociedades nuevas y se han logrado cambios asombrosos. Ocurrió en China bajo la dirección de Mao Tsetung y en la Unión Soviética, antes de que los nuevos opresores arrebataran el poder para volver al capitalismo y la explotación.

Esta es la historia moderna de los esclavos que se liberan y cambian el mundo; la historia que nos han oculto, nos han arrebatado. Esta historia es parte de la ciencia que hemos de estudiar y aplicar: la ciencia de la revolución.

Necesitamos un mundo completamente nuevo, y no tomar el desquite

Algunos de los que sienten coraje por lo que le pasó a Sean Bell y todos los demás asesinados antes y después, piden venganza. A veces citan la Biblia o el Corán: ojo por ojo, o incluso dos ojos por un ojo. Muchos están dispuestos a hacer grandes sacrificios para tratar de hacer justicia de esta manera.

Digamos la verdad: sin esta furia justa y firme, provocada por los atropellos que ningún ser humano debe tener que aguantar, no habrá ningún cambio bueno. Es una verdad básica que los esclavos siempre se han alzado y que se justifica rebelarse contra la opresión. Sin embargo, hay que afinar este coraje con la ciencia que explica por qué todo esto sigue pasando, cómo ponerle fin y qué tipo de mundo se puede construir.

El sistema tiene a mucha gente cerrada en un modo de sobrevivir y pensar de competencia despiadada, de “cuidar primero a mí y a los míos” y “jode porque te joden”. Por eso, muchos se limitan a pensar en un pequeño desquite dentro de un juego de poca monta, cuando se puede ganar mucho más, y una sociedad mucho más liberadora.

Hablemos de lo que se esperaría si el poder del estado revolucionario estuviera en las manos del pueblo, y si el aparato estatal lo apoyara a eliminar todo retazo de la opresión. Veamos un solo ejemplo: la policía popular manejaría de manera totalmente diferente cualquiera de esas situaciones que en esta sociedad resultaron en que los capataces uniformados acribillaron a las personas. El presidente de nuestro partido, Bob Avakian, ha dicho que en una sociedad socialista revolucionaria, “habríamos preferido que un policía del pueblo diera la vida primero, antes de matar sin sentido a uno de las masas. Así actúan los verdaderos servidores del pueblo, o sea, se juegan la vida por defender al pueblo.” (“Plantear nuestra línea de una manera osada, conmovedora y contundente”, en http://revcom.us/a/v24/1171-1180/1177/ba_s.htm)

Una revolución así subiría al escenario a millones de personas de todas las nacionalidades, los de abajo junto con los millones de las clases medias que podríamos ganar a apoyar este tipo de cambio, para manejar cada vez más toda esfera de la sociedad. El presidente de nuestro partido, Bob Avakian, ha venido desarrollando la idea de cómo sería un estado donde las masas populares detentan el poder. Ha examinado las experiencias donde el pueblo detentó el poder y ha analizado los grandes avances y logros, tanto como los defectos y cómo hacerlo avanzar más en el futuro: cómo debe de haber diversidad y debate entre todos los sectores populares sobre cómo solucionar los problemas de la sociedad y el mundo en beneficio de la gran mayoría, alentando al pueblo a plantear sus preguntas y desacuerdos, incluso los que aún no están de acuerdo con las metas de la revolución. Todo eso sería esencial para que el pueblo aprenda más profundamente a entender y cambiar el mundo en aras de crear relaciones sociales basadas en manejar la sociedad en común, eliminar el dominio de los blancos sobre las nacionalidades oprimidas, del hombre sobre la mujer, y acabar con toda la explotación y opresión. De eso se trata el comunismo: la emancipación de toda la humanidad.

Los que tienen tantas ganas de un cambio fundamental que casi lo pueden saborear, tienen que moverse desde ahorita. Tienen que entrarle a esta teoría revolucionaria, estudiarla profundamente, como una guía para entender y cambiar el mundo. Tienen que difundirla a los demás, y sumarse a construir una resistencia potente y masiva contra la brutalidad policial y los demás ataques con que este sistema azota al pueblo.

Se trata de cumplir con la más grande tarea que uno puede hacer en el mundo: ser emancipador de la humanidad.

Tienen que moverse pero ya. Muchísima gente está alzando la cabeza, echándose a la calle para protestar contra el asesinato policial de Sean Bell y debatiendo cómo llevar adelante esta resistencia hacia cambios fundamentales para el pueblo. Es importante unirnos con ellos en este momento en la lucha y resistencia, y llevarlos la visión de Bob Avakian de la revolución comunista y lo que necesitamos para plasmarla en realidad (y como parte de este proceso distribuir el periódico por todas partes). Esto puede tener un fuerte impacto durante las semanas y meses por venir, y podría ayudar a adelantar el tiempo en que podemos hacer nacer ese mundo totalmente nuevo por medio de la revolución.

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