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Revolución #96, 22 de julio de 2007

Respuesta de la Redacción

Respuesta de la Redacción del periódico Revolución a la crítica del artículo “Las elecciones: El rollo y la realidad".

Estamos de acuerdo con la crítica. La construcción del socialismo con la meta de llegar a un mundo comunista sin clases requiere el poder estatal y la dirección proletarios, pero no la clase de poder estatal y dirección que describe el artículo “Las elecciones: El rollo y la realidad”.

De hecho, nuestro artículo propuso un modelo incorrecto, que es muy diferente al que menciona el lector y plantean las obras y charlas de Bob Avakian. Al abordar las reñidas contradicciones que se presentan al dirigir a las masas, dio una respuesta incorrecta a esas contradicciones: un punto de vista lineal y de arriba hacia abajo, en que el partido lo sabe todo y tiene “un firme control”. Con ese modelo, las elecciones podrían ser una manera de suprimir a las fuerzas de oposición —y a muchos otros también— a pesar de las “buenas intenciones” que tenga el gobierno revolucionario.

Además, como dice la carta, el artículo tiene una orientación incorrecta hacia la clase media y los intelectuales en el socialismo. No aprecia el papel objetivo de los intelectuales en la sociedad ni la necesidad de atraer plenamente a los que trabajan con las ideas a todo el proceso de transformar y revolucionar la sociedad. El punto de vista de que semejantes fuerzas son un “problema” y que hay que tenerlas bajo un “firme control” —que es como el artículo presenta la contradicción— NO parte de ninguna manera desde la meta de emancipar a toda la humanidad.

Una meta importante del socialismo es reducir continuamente la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y transformar la situación de que todo un sector de la sociedad ha sido excluido de “trabajar con las ideas”. Hay que transformar la situación de que tales divisiones son la base material para el elitismo intelectual, el privilegio y las nociones de que las ideas son propiedad privada, y de que esa manera de pensar refuerza la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Al mismo tiempo, los intelectuales y la efervescencia intelectual pueden contribuir de una manera particular e importante a la polémica dinámica que debe caracterizar la sociedad socialista en general. Los intelectuales tienen una tendencia muy positiva a ver ángulos nuevos, a cuestionar el statu quo y a abrir caminos creativos e innovadores para la resolución de problemas. Eso es algo que se debe apreciar plenamente; hay que darle espacio y desarrollarlo en la sociedad socialista como parte importante de buscar la verdad y de conocer y cambiar el mundo. Hay que dar espacio y ámbito a los intelectuales, artistas y científicos, y hay que unirse a ellos y dirigirlos para que contribuyan a la construcción de una nueva sociedad.

En términos generales, el cuadro esencial que el artículo pinta es el de una sociedad socialista en la que la única vida política es una especie de política oficial que emana directamente del partido. Los que quieran participar en la vida política, tendrán que hacerlo en ese contexto… y “educarse” a través de ese proceso. ¡Pero el socialismo tiene que ser mucho más desenfrenado y mucho mejor que eso! Lo ha sido en el pasado y tiene que ser, en una medida cualitativamente mayor, en el futuro.

¿Cómo dirigirá el partido?

Es cierto, el partido revolucionario definitivamente tendrá que dirigir, y ese papel se tiene que institucionalizar en la constitución. Abandonar ese principio sería como echar por la borda todo lo que se haya logrado a través de la lucha y el sacrificio de millones de personas, y entregar todo a los viejos y nuevos explotadores. Entonces, el problema clave es: ¿cómo ejercerá el partido su papel directriz, hacia qué fines y con qué medios? ¿Cómo, a través de todo un proceso, seguir revolucionando al partido y promover un proceso por medio del cual las masas participan más directamente en los “asuntos de estado”… y en la transformación del mundo? ¿Cómo va el partido, y cada vez más las masas, a entender más a fondo el mundo y diferenciar lo correcto de lo incorrecto? La lucha en la esfera de las ideas sobre qué es verdad es indispensable para transformar el mundo, y esa lucha tiene que ser lo más vigorosa y amplia posible. En este contexto, las elecciones y otros mecanismos de disputar y debatir puntos de vista son esenciales —como lo son el derecho a protestar, a convocar una huelga, a publicar, a reunirse y a denunciar, etc.— para que la sociedad socialista efectivamente sea la transición al comunismo, donde la gente transforma el mundo y a sí misma consciente y voluntariamente en el proceso.

La cuestión es si va a ser una sociedad en que el papel de las masas seguirá siendo principalmente trabajar y producir riquezas (tal vez con más recursos dedicados al bienestar social), o si va a ser una sociedad verdaderamente emancipadora en que las masas participan cada vez más plenamente en el proceso de entender el mundo, determinar la dirección de la sociedad y bregar no solo sobre cómo transformar la economía, sino también la cultura, la filosofía, la ciencia y todas las esferas de la vida. La característica de la sociedad socialista debe ser una dialéctica dinámica en que las masas transforman su concepción del mundo al tiempo que transforman el mundo que las rodea.

Pero el mundo que retrata el artículo que escribimos no es el de una sociedad propicia para el proceso de entender el mundo con toda su complejidad y a base de eso emancipar a toda la humanidad. Por eso, tampoco es un mundo en el que nadie quiera vivir.

El artículo no examina el panorama con perspectiva desde el marco de ciertos problemas clave: en primer lugar, ¿cómo se mantiene el proletariado, bajo la dirección de su partido, firmemente en el poder y garantiza que sea un poder que vale la pena mantener, que impulse la transformación socialista en toda esfera y encamine la sociedad hacia el comunismo? ¿Cómo se defiende el nuevo poder estatal de una manera revolucionaria, ante los explotadores que ha tumbado y que quieren regresar al poder y ante los ataques imperialistas, al tiempo que impulsa las transformaciones necesarias para llegar a un mundo comunista y la efervescencia que eso implica? ¿Cómo se atrae cada vez más a las masas a ese proceso revolucionario de construir la sociedad socialista como la transición al comunismo? ¿Cuáles son las contradicciones que se presentan al impulsar la sociedad, a través de acalorada lucha y tira y afloje, con el objetivo de lograr una sociedad sin clases que haya superado la necesidad del estado, que haya abolido el estado, junto con las divisiones opresivas y antagónicas en el seno de las masas? Entonces, ¿cómo examinamos todo —inclusive el papel de las elecciones— a esta luz?

En vez, el artículo aborda la cuestión así: “Esto es algo que va a causar ‘problemas’, o sea, las masas van a querer elecciones y eso podría ser caótico, así que tenemos que controlar firmemente todo, aunque hablemos de efervescencia y disentimiento".

El artículo cita a Bob Avakian, pero en términos generales, con respecto a este problema, no parte de su método y enfoque, de su visión que gira en torno al concepto de un “núcleo sólido con mucha elasticidad”; por tanto, las citas quedan fuera de contexto y carecen de significado. En la nueva visión del socialismo de Bob Avakian, la “elasticidad” abarca muchas formas de creatividad, iniciativa, pensamiento poco convencional y disentimiento. A partir del núcleo sólido, que tiene como punto de partida la meta del comunismo y la sociedad sin clases, y en ese contexto la necesidad de mantenerse firmemente en el poder para cumplir con esa meta, no solo se debe permitir la elasticidad sino fomentarla, aplaudirla y desencadenarla plenamente. Esa es la visión de una sociedad llena de efervescencia, en la que hay grandes luchas sobre toda clase de asuntos; es una sociedad más desenfrenada, más plena de efervescencia y disentimiento de lo que ha existido en las sociedades socialistas previas.

¿Qué quiere decir esto con respecto a las contradicciones que surgirán en torno a las elecciones en una sociedad socialista?

Al abordar esto, un principio fundamental es que el proletariado no puede compartir el poder con otras clases ; en cualquier estado, una u otra clase ejercerá el poder y transformará la sociedad de acuerdo con las relaciones económicas y sociales subyacentes características de su tipo de sociedad. Esto tiene un significado muy concreto en el socialismo. Veamos dos ejemplos importantes: el ejército y los tribunales superiores tendrán que responder ante el partido. Por otra parte, habrá una constitución y leyes, que definirán el marco de cómo se ejercerá esta dirección. Como ha recalcado Bob Avakian, si bien en un sentido general el ejército y los tribunales deben ser responsables ante el partido, que los dirige, también deben ser responsables ante la constitución y las leyes; el partido no debe “saltar por encima” ni violar la constitución o las leyes, al dirigir al ejército y los tribunales o en cualquier aspecto de su dirección. Avakian también dice que se debe distinguir entre las palancas clave del poder estatal, como los tribunales y el ejército, y las “ instituciones y las funciones del gobierno en una sociedad socialista, como los organismos de toma de decisiones, asambleas legislativas de algún tipo e instituciones centralizadas que pueden poner en práctica las decisiones, o un poder ejecutivo de algún tipo”.* Avakian también plantea que es necesario —mientras se mantiene un firme control del estado por medio de la dirección del partido— ver cómo las masas “pueden participar cada vez más no solo en el ejercicio del poder del estado, sino además en otras formas, otros aspectos de la administración y el gobierno de la sociedad, y la creación de leyes; y cómo el proceso político de una sociedad socialista (con el control firme del proletariado sobre el estado concentrado por medio de la dirección de su partido) puede llevar o contribuir a la clase de efervescencia de que he estado hablando como un elemento esencial de lo que tiene que existir en una sociedad socialista, incluido el énfasis en la importancia de la disidencia”. En ese pasaje de esta obra innovadora, propone que parte del proceso de seleccionar a individuos a las asambleas legislativas a nivel local e incluso a nivel nacional esté abierto a la contienda.

En el socialismo, las masas no solo deben tener el derecho a manifestarse, a criticar y a plantear desacuerdos con la política oficial o incluso con la ideología directriz; eso es algo que se debe fomentar y promover como aspecto esencial y necesario del proceso de debate y lucha que tiene que darse para que el partido, junto con las masas, conozca y transforme más plenamente el mundo. A esa luz, las elecciones son una manera de proveer la contienda en grande y por toda la sociedad que será necesaria para bregar y decidir el rumbo que se debe tomar, las medidas que se deben aplicar y la dirección que se necesita.

Elecciones en el socialismo: Contienda auténtica y no una mera formalidad

Las elecciones en el socialismo no serán una mera formalidad o una especie de truco para engañar a la gente y hacerla pensar que tiene voz. NO es cierto que el partido ya lo “sabe todo” y que lo único que tiene que hacer es “educar y movilizar a las masas”.

“Todos vamos a estar juntos en ese proceso”, y el partido tiene que dirigir a las masas y a la vez aprender de ellas al dirigirlas. Tiene que reconocer que si bien, en términos generales, aplicar el punto de vista y el método comunistas permite llegar a la verdad en un sentido fundamental y global, eso no quiere decir que en un momento dado el partido sabrá una verdad en particular.

Una vez más, no se puede permitir que la naturaleza fundamental de la sociedad socialista (la base económica socialista, los principales órganos del poder estatal, las instituciones clave) “quede al mejor postor”. Esto se codificará en la constitución de la sociedad socialista. Pero a las elecciones las caracterizará una auténtica contienda sobre los puntos de vista de los diferentes candidatos y una auténtica discusión de las masas, que lidian y debaten sobre los problemas más agudos y polémicos de la sociedad con visión del futuro, que a veces se concentrarán en choques sobre medidas económicas, políticas y sociales. A los que se postulen para esas elecciones habrá que darles financiamiento y acceso a la prensa para que de veras puedan presentar su punto de vista.

Celebrar elecciones en el socialismo con auténtica contienda no es algo exento de peligro; hay mucho en juego. Se puede movilizar a las masas en torno a medidas incorrectas, y eso puede tener serias consecuencias; si esas medidas pasan a ser leyes y forman parte de un rumbo que mina el carácter fundamental y dirección de la sociedad, habrá que encontrar los medios de bregar para que la sociedad siga por el camino socialista, e inclusive iniciar revoluciones culturales generales si los revolucionarios piensan que se está revocando el carácter y la dirección socialistas de la sociedad. Pero sin esa contienda se corre el riesgo mayor de convertirse en un poder que no avance hacia el comunismo y que no vale la pena defender. Este proceso global de elasticidad sobre la base de un núcleo sólido es indispensable porque si no se tiene eso —en un sentido general en toda la sociedad y con respecto a las elecciones— no se logrará la efervescencia, el disentimiento, la polémica y los debates que son absolutamente necesarios para que las masas, junto con el partido, puedan distinguir la verdad y decidir, paso a paso, qué es lo que se necesita en un momento dado para impulsar la sociedad hacia el comunismo: un mundo sin clases. En un ambiente así de desenfrenado y vibrante, el partido no va a ganar todos los debates (¡y si está equivocado no debe ganarlos!). Pero debe aprender de todos los debates y capacitarse mejor para dirigir todo el proceso.

En todo este proceso hay que distinguir entre quienes están empeñados en tumbar del poder al gobierno socialista y las fuerzas y personas que no lo están, pero que protestan contra el gobierno y posiblemente organizan una oposición política, o que expresan oposición al sistema socialista en general, pero no participan en conatos organizados para tumbar al gobierno. Eso es una tarea difícil y un reto, pero hay que hacerlo y hacerlo bien: tanto mantenerse firmemente en el poder e impedir la contrarrevolución, como mantener la “elasticidad” necesaria y fomentar una situación en que haya “aire para respirar” al mayor grado posible. La constitución y las leyes reflejarán la base y la dirección de la nueva sociedad socialista. Los conatos de tumbar al gobierno serán ilegales. El poder estatal y la naturaleza socialista de la sociedad (como transición a un mundo sin clases, libre) no "quedará al mejor postor". Pero hay toda una amplia gama de problemas que habrá que examinar, sopesar, discutir y debatir constantemente, muchos de los cuales tienen que ver con la naturaleza de la sociedad socialista. Por eso es que NO serán ilegales el disentimiento, la crítica ni la oposición política fuertemente crítica, ni siquiera fundamental: todo eso se fomentará. En el socialismo debe haber —y se debe sentir que hay— espacios para discrepar con los que detentan el poder, y tiene que haber recursos y medios para expresar esos puntos de vista.

El disentimiento se considerará crucial para todo el proceso político de la sociedad socialista. Ser la dirección de vanguardia en el socialismo implica desatar y dirigir una lucha reñida, a sabiendas de que podría —y de hecho, debería — volverse caótica, complicada y arriesgada.

En esto hay un importante método epistemológico. En primer lugar, las críticas que se planteen podrían ser correctas. Y aunque las fuerzas de oposición estuvieran completamente equivocadas, es posible que sus críticas tengan elementos de la verdad de los cuales es importante aprender.

Si no se atraen diversos puntos de vista al amplio debate y lucha social, no se logrará el complejo proceso que es necesario para llegar a la verdad. Es sumamente importante que los defensores de varias posiciones, especialmente los que discrepan con el gobierno y lo critican, tengan toda la oportunidad de presentar sus puntos de vista. Solo de esa manera el partido y las masas podrán debatir, sopesar y captar lo correcto de lo que está en consideración. Sin un proceso así, no se podrá construir un socialismo en el que las masas sean cada vez más protagonistas en el proceso de decidir qué es cierto y correcto, y cómo seguir revolucionando la sociedad hacia el comunismo.

¿Qué clase de sociedad tendríamos si se trata simplemente de suprimir y callar a la oposición? En primer lugar, la sociedad no se beneficiaría del lado positivo del disentimiento, oposición, debate y presentación de diferentes puntos de vista. En poco tiempo, se volvería una sociedad en la que nadie querría vivir, con un ambiente sofocante en que las masas no participan cada vez más en la transformación de todo aspecto.

Esas son las contradicciones peligrosas y complejas que la dictadura del proletariado tiene que resolver. Eso es lo que significa “ir al borde de ser descuartizado”, donde se corre el riesgo de perder el poder pero así y todo se sigue adelante, porque ese es el tipo de sociedad y el proceso que se necesita para llegar al comunismo.

Se requerirá dirección con una visión del futuro para sortear los complejos retos que implica construir el socialismo de esa manera —la única manera en que se puede construir el socialismo—, construir una sociedad donde el debate, el disentimiento y la oposición son generalizados: una sociedad donde hay creatividad y experimentación, así como tremenda agitación social en diferentes direcciones. Esa es la clase de sociedad que queremos y necesitamos para llegar al comunismo, a una sociedad libre de clases, un mundo de seres humanos que se asocian libremente.


Footnotes

* Bob Avakian “Un análisis materialista del estado y su relación con la base económica subyacente”, Parte 2, Revolución # 74; es parte de la obra titulada "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”.  [back]

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