Issue and Date


Revolución #96, 22 de julio de 2007

El debate imperialista sobre Irak: Cómo defender un imperio rapaz e injusto

El debate en el seno de la clase dominante sobre qué hacer en Irak se acaloró la semana pasada, sin resolverse. Los demócratas propusieron proyectos de ley en la Cámara de Representantes y el Senado para retirar algunas tropas, pero ninguno recibió suficientes votos para invalidar un veto presidencial. Todavía no han debatido otros cuatro proyectos de ley. Incluso varios senadores republicanos de peso piden volver a evaluar la estrategia en Irak. En respuesta, Bush inició un contraataque agresivo que exige que los congresistas se callen y que sigan financiando la guerra. "No creo que el Congreso debe dirigir la guerra", dijo. "Debe darles fondos a las tropas".

Este es un debate de imperialistas sobre la estrategia y las tácticas del imperio: cómo responder a una situación que se está empeorando en Irak sin perder la capacidad de confrontar a otros enemigos en el Medio Oriente y mantener el control de la región en general. Bush dice que una retirada de Irak debilitará gravemente la postura regional de Estados Unidos. En respuesta, los demócratas dicen que la estrategia de Bush ha fracasado y que ha debilitado el control estadounidense de la región, donde está el 60% de los recursos energéticos del mundo y que es crucial para su hegemonía global. Por eso, dicen que Estados Unidos debe reducir sus operaciones en Irak para poder responder a un enemigo mayor en Irán y mantener el control regional.

En pocas palabras, ambos lados de este debate son reaccionarios, y ninguno representa los intereses populares. Esto subraya lo crucial que es que surja otra fuerza, desde fuera de la cúpula del poder, que luche por la humanidad y que esté resuelta a parar esta agresión injusta e inmoral, que ya ha causado la muerte de centenares de miles de iraquíes y que podría continuar sin fin y desplazarse a otros países.

El "aumento de tropas" lleva a la catástrofe

Este debate no debió haber empezado hasta septiembre, cuando el general David Petraeus, comandante de las fuerzas yanquis en Irak, presentará un informe sobre los resultados del "aumento de tropas" que mandó Bush. Pero la situación en Irak sigue empeorando. El "aumento de tropas" empezó hace varios meses, pero un nuevo informe oficial admite que el gobierno iraquí (impuesto por Estados Unidos) solo ha cumplido 8 de los 18 "puntos de referencia" (o metas obligatorias) que exige Estados Unidos para crear un gobierno títere estable y unificado que podrá reprimir la resistencia y la violencia sectaria.

Las riñas de las facciones sunitas y chiítas sobre cómo compartir el poder han acabado en un punto muerto. Hace poco salió a flote que el año pasado Michael Hayden, director de la CIA, advirtió que "no se puede hacer nada ante la incapacidad del gobierno iraquí de controlar el país". Hayden dijo que no ve "ningún punto cuando podremos cambiar el curso de los acontecimientos… El gobierno [iraquí] no puede gobernar". (Washington Post, 12 de julio de 2007)

En parte como consecuencia de este fracaso, se están agudizando otras contradicciones por toda la región. Por ejemplo, otro informe de los servicios de espionaje concluye que Al Qaeda y el islamismo anti Estados Unidos siguen cobrando fuerza por todo el mundo musulmán.

Así que para la clase dominante estadounidense se vislumbra una derrota de proporciones enormes y quizás históricas (Henry Kissinger la llama una "calamidad geopolítica). Esto es lo que impulsa el debate en Washington, y no la preocupación por los pueblos de Irak y el Medio Oriente en general. Es un debate tan intenso porque tienen tanto en juego pero son pocas las opciones. Lo que pase en Irak podría tener grandes consecuencias (posiblemente sin precedentes) para el dominio global y el funcionamiento de su sistema político y económico. Sin embargo, en cuanto a su percepción de los intereses imperialistas, no tienen opciones buenas y les podría salir el tiro por la culata con cualquiera, peor que lo que ya ha pasado como consecuencia de la invasión y ocupación.

Descifrar la charla de Bush: Mentiras descaradas y verdad imperialista

El 12 de julio, en una rueda de prensa beligerante, Bush soltó una mezcla de mentiras y tergiversaciones descaradas con revelaciones de lo que está en juego para los imperialistas.

Por lo general los medios grandes no comentaron sobre las mentiras. Por ejemplo, cuando le preguntaron si hay algo de lo que se arrepiente acerca del inicio de la guerra, Bush dijo que "esperaba resolver el problema diplomáticamente" pero que Saddam Hussein "escogió el curso" de la guerra cuando no admitió que tenía armas de destrucción masiva ni desarmó. En realidad, Hussein permitió entrar a los inspectores de armas y ya se había desarmado. Por eso no encontraron ninguna arma de destrucción masiva, a pesar de meses de mentiras acerca de la "amenaza" iraquí.

Bush dijo que retirarse de Irak podría llevar a "una matanza espantosa", pero no mencionó que eso ya está ocurriendo, cometida en gran parte por las fuerzas estadounidenses. Unos pocos días antes, la revista The Nation publicó una poderosa denuncia de las atrocidades cometidas por las fuerzas yanquis en Irak. Tras entrevistar a docenas de ex soldados estadounidenses, Chris Hedges y Laila Al-Arian pintaron un cuadro de maltrato y asesinato de hombres, mujeres y niños en gran escala. ("The Other War: Iraq Vets Bear Witness", http://www.thenation.com/doc/20070730/hedges) Bush no dijo nada sobre esta matanza, ni tampoco los demócratas o los medios grandes.

Con esas mentiras Bush intercaló revelaciones sobre lo mucho que los imperialistas tienen en juego en Irak y las posibles consecuencias de un fracaso para ellos y para el imperio. Puso la guerra en un contexto regional y soltó amenazas implícitas contra Irán: "La guerra en Irak es parte de una lucha más amplia que se está desarrollando por toda la región… el mismo gobierno iraní que está construyendo armas nucleares y amenaza con barrer a Israel de la faz de la tierra también le da artefactos explosivos avanzados a los extremistas en Irak, con que matan a solados americanos. Los mismos terroristas de Hezbolá que libran una guerra contra las fuerzas de la democracia en Líbano entrenan a extremistas a hacer lo mismo contra las fuerzas de la coalición en Irak. El mismo gobierno sirio que le da apoyo y santuario a Jihad Islámica y Hamas se ha negado a cerrar el aeropuerto de Damasco a los terroristas suicidas que van a Irak. Una retirada americana precipitada, que confundiría y asustaría a nuestros amigos y aliados en la región, envalentonaría a todos estos grupos extremistas".

Estas son auténticas preocupaciones para la clase dominante. Desde hace décadas la dominación del Medio Oriente (impuesta muchas veces por medio de Israel y los gobiernos árabes reaccionarios de su establo) es un pilar de su poderío global. Ahora la debacle en Irak ha alimentado al fundamentalismo islámico anti Estados Unidos, que es una fuerza reaccionaria que no representa ninguna esperanza para los pueblos de la región pero que también es una amenaza al control yanqui. Por eso el ministro de relaciones exteriores iraquí advirtió que una retirada estadounidense podría provocar "una guerra civil, una división del país, guerras regionales y el colapso del estado". El columnista David Ignatius del Washington Post expresó así sus preocupaciones: "La violencia que está destruyendo a Irak podría expandir a toda la región y desatar un infierno que se extiende por Líbano, los territorios palestinos, Jordania, Siria y hasta Egipto y Arabia Saudita, con consecuencias devastadoras para la seguridad global". (12 de julio de 2007)

La clase dominante estadounidense no se opone al fundamentalismo islámico porque es reaccionario ni porque bloquea sus esfuerzos de "llevar la democracia" al Medio Oriente. Estados Unidos nunca ha llevado la autodeterminación a la región ni respetado la soberanía de los países. Ha llevado el imperialismo y la dominación, que de muchas maneras refuerza el fundamentalismo islámico. Ahora Estados Unidos impone una dominación más directa con medidas sumamente violentas, y esto a la vez ha echado leña al fundamentalismo. Lo que necesitan los pueblos de la región y el mundo no es ninguna de estas dos fuerzas anticuadas sino una alternativa totalmente diferente que representa la liberación de todas las formas de opresión, que ansían millones de personas.

¿Y las preocupaciones de los demócratas?

Los que se aferran a la esperanza de que los demócratas representan algo mejor que Bush deben escuchar lo que dicen y ver lo que hacen. Las palabras y acciones de los demócratas demuestran que el problema que tienen con Bush no es que sigue librando una guerra criminal, sino que esa guerra no ha logrado la meta de derrotar a las fuerzas que ponen en peligro la dominación estadounidense del Medio Oriente, y que al contrario ha perjudicado los intereses imperialistas.

Hace poco en el programa de Charlie Rose (6/14/07), Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional del gobierno demócrata de Jimmy Carter, dijo que Bush ha "hecho trizas la credibilidad estadounidense" y "ha minado la legitimidad estadounidense a tal punto que, hoy, para la mayoría de los pueblos del mundo, el símbolo de Estados Unidos no es la Estatua de la libertad sino Guantánamo. Además, ha destruido el respeto y hasta el miedo por nuestro poderío militar".

Si la maquinaria militar yanqui estuviera aplastando a Irak y convirtiéndolo en una neocolonia estable con bases militares permanentes, un gobierno leal a Estados Unidos y una economía abierta al capital estadounidense, toda la cúpula —tanto demócratas como republicanos—estaría brindando por Bush, alabando su liderazgo, haciendo cola para saquear el país y debatiendo qué otro país invadir.

Pero esto no ha pasado. Al contrario, la continuación de la guerra amenaza con perjudicar las metas e intereses estratégicos del imperialismo estadounidense… y ha provocado el actual debate en el seno de la clase dominante.

El senador Ted Kennedy dijo: “El pueblo americano ha perdido confianza en la capacidad del presidente de manejar la guerra… en cada momento crítico, la administración ha prometido calma, pero no hay calma”. Así que ahora los demócratas quieren reconfigurar la estrategia estadounidense con respecto a Irak para enfrentarse al fundamentalismo islámico y otras amenazas al yugo estadounidense al Medio Oriente, en particular Irán.

Primero, lo que propusieron los senadores demócratas Carl Levin y Jack Reed es empezar a retirar unas fuerzas en tres meses y terminar el combate en abril de 2008, pero dejar bases militares permanentes y miles de soldados en Irak, supuestamente para realizar operaciones antiterroristas, entrenar las fuerzas de seguridad iraquíes y proteger la infraestructura.

Segundo, ese plan es parte de un proyecto de ley que propone $649 mil millones para las fuerzas armadas, y nadie se opone a gastar esa enorme cantidad en la agresión y las amenazas para mantener el imperio global estadounidense en nombre de la “guerra contra el terror”. El demócrata John Edwards (que dicen que es un candidato presidencial "opuesto a la guerra") dijo: “Necesitamos una auténtica estrategia contra el terrorismo, como la que yo he propuesto. Tenemos que tomar a Al Qaeda en Irak tan en serio como tomamos al terrorismo en otras partes. Como presidente, dedicaré plenamente nuestro aparato de seguridad para proteger nuestros intereses vitales, erradicar las células terroristas y atacar fuerte y rápidamente a quienes nos causarían daño”.

Tercero, al igual que Bush los demócratas se están enfocando en Irán y preparando el terreno para un posible ataque. ¡Thomas Friedman, columnista y demócrata a favor de la guerra, escribió en el New York Times que una razón importante para retirar las tropas de Irak es poner a Estados Unidos en una mejor posición para atacar a Irán! Escribió: “Restableceremos la disuasión con respecto a Irán. Teherán ya no podrá seguir atacándonos por medio de sus sustitutos en Irak y tendremos más libertad para atacar a Irán —si sea necesario— una vez que nos hayamos retirado”. ( New York Times, 11 de julio de 2007)

El Congreso debatió la guerra de Irak pero no hubo ningún debate sobre las amenazas contra Irán. El 12 de julio, el Senado votó 97-0 a favor de censurar a Irán por lo que supuestamente es complicidad en la muerte de soldados estadounidenses en Irak. Esta es una maniobra muy peligrosa tras un año de preparativos para una posible guerra contra Irán, con preparativos bélicos, operaciones secretas para desestabilizar al gobierno iraní, una campaña económica y política para aislar a la República Islámica y una ofensiva propagandística que le echa la culpa a Irán por las pérdidas que Estados Unidos ha sufrido en Irak y por querer obtener armas nucleares. Un “cambio de gobierno” en Irán parece ser un objetivo de los candidatos demócratas y otros peces gordos demócratas, aun quienes piensan que sería una maniobra peligrosa y desastrosa.

Ningún núcleo capaz de oponerse a Bush

A pesar de todo el debate, críticas, votos y quejas, no ha surgido ningún grupo de la clase dominante que puede parar el rumbo del gobierno de Bush, en parte porque hasta los demócratas que se oponen a Bush comparten muchas de sus preocupaciones y objetivos. En parte, su retórica "contra la guerra" tiene la meta de apaciguar a su base, que se opone a la guerra. Temen que la indignación y resistencia de las masas rompan por cualquier fisura. No quieren que la oposición se exprese en las calles, y temen perder el control de la situación más que las consecuencias de seguir el actual rumbo.

Un análisis del Washington Post titulado "A medida que se intensifica el debate sobre la guerra, el pronóstico es de ambiente estancado" debe despertar a quienes piensan (o desean) que Bush ya se "acabó", que es un presidente sin poderes: "Por más apabullado que parezca, por más baja que sea su aprobación en las encuestas, el presidente Bush se mantiene en la posición de mando en su enfrentamiento con el Congreso sobre Irak. Aun con las deserciones republicanas, como se vio esta semana en el Senado y el Congreso no hay la mayoría de votos que sería necesaria para superar el veto presidencial con respecto a la guerra. Según los estrategas de ambos partidos, el resultado será por lo menos dos meses más de ira y debate sin cambiar curso". (13 de julio de 2007)

Los demócratas aprovecharon la desilusión popular por la guerra para controlar el Congreso, y el hecho de que Bush continuó la guerra a pesar del voto en las elecciones de noviembre redobló la indignación. Las encuestas más recientes demuestran que el 45% de la ciudadanía está a favor de destituir a Bush y el 54% a Cheney. Pero la incapacidad de los demócratas de parar la guerra también ha indignado a millones de personas que los apoyaron. En una encuesta, solo el 13% estaba a favor de las acciones de los demócratas en el Congreso.

Hay una enorme brecha hoy entre los deseos de millones de personas y las acciones de los líderes del gobierno. Millones quieren sacar a este gobierno y parar la guerra, pero los demócratas que eligieron se oponen a un juicio de destitución de Bush y Cheney y no han hecho nada para parar la guerra.

Esto es un enorme reto y una gran oportunidad para los que captan lo mala que es la situación en Irak, en las cámaras de tortura y en muchos otros frentes. ¿Qué vamos a hacer ante esta "brecha" para convertir la oposición a Bush y a los demócratas en acción política y resistencia masivas para obligar al gobierno a cambiar el curso de los acontecimientos? El Mundo no Puede Esperar—Fuera Bush y su Gobierno y la campaña "Pronúnciate" son vehículos para hacer eso. El 27 de julio se iniciará la campaña de “Vístanse de naranja" por todo el país para declararse en contra de "otra guerra injusta, más mentiras, más espionaje y más tortura" y todo el programa del gobierno de Bush. Los que quieren sacar del poder a la camarilla de Bush y Cheney, repudiar su programa horripilante y parar la guerra deben "pronunciarse" y unirse a esta campaña.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond