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Revolución #97, 29 de julio de 2007



Desde el punto de vista del pueblo:

No hay un "problema de migración"… sino un problema de capitalismo

El imperialismo expulsa a la gente de la tierra, la persigue y hasta la mata en la frontera; luego, dentro de sus fronteras, la superexplota y demoniza. Millones de migrantes tienen que abandonar su tierra natal para ir a Estados Unidos, donde los explotan horriblemente en restaurantes, talleres, jardinería y construcción. Son prácticamente esclavos y la economía del país depende tanto de la superexplotación de estos migrantes que no podría funcionar sin esa mano de obra. Toda la manipulación de los temores de los millones nacidos aquí; todas las divisiones que fomentan e imponen entre las nacionalidades, incluso las nacionalidades oprimidas… todo esto es producto del capitalismo.

Los capitalistas dicen que no son rapaces ni mala gente, sino que no les queda otra; y, en un sentido perverso, tienen razón. A cada uno le impulsa el temor de que otro capitalista lo hunda haciendo trabajar por salarios más bajos y sacando mayores ganancias.

Desde el punto de vista de los de abajo, no hay un problema de migración sino un problema de capitalismo.

La presencia de 12 a 20 millones de indocumentados en Estados Unidos ha entrado en conflicto con otros intereses estratégicos de los imperialistas. Para la clase dominante es un gran problema que haya millones de personas en su "patria" expertas en vivir "fuera de la ley" y esquivar a las autoridades. En esta categoría también figuran los que ayudan a los migrantes: los médicos y enfermeros que los tratan sin pedir identificación, las iglesias que dan santuario a los amenazados con deportación, y más.

Luego hay la situación en México. El año pasado México pasó por una gran crisis de legitimidad en torno a las elecciones, y la sociedad mexicana sigue muy volátil y polarizada. Los imperialistas yanquis temen que la situación se zafe del control… y hasta que fuerzas que se oponen al imperialismo (quizás fuerzas auténticamente revolucionarias) tomen el poder. Temen la posibilidad del caos social y del contagio político en ambos lados de la frontera en caso de que haya una situación revolucionaria, y quieren impedirlos. En parte eso explica la militarización de la frontera. Por otro lado, necesitan apretar las clavijas en la frontera pero también que "marche sobre ruedas", porque la economía y el pueblo de ambos lados de la frontera tienen fuertes vínculos.

La presencia de una población migrante grande y en crecimiento lleva una diversidad de experiencias políticas y culturales a la sociedad estadounidense. Los intereses estratégicos del proletariado radican en romper las divisiones nacionales de las masas, y desde ese punto de vista la creciente diversidad es sumamente positiva. Pero para la clase dominante, hay que fundir la cultura y política de este país con una base de chovinismo blanco estadounidense, especialmente en un período cuando está llevando a cabo guerras y agresiones por todo el mundo. Para ellos, la llegada de tantos migrantes sacude la uniformidad y "cohesión" de la cultura y política estadounidense.

Los capitalistas necesitan a los migrantes, para la rentabilidad de su economía y porque las divisas que mandan a los familiares contribuye a la estabilidad de México. Pero están tratando de tramar una manera de mantener a los migrantes bajo la bota, por un lado, y contener las contradicciones que esto ocasiona, por el otro. Todo esto ocurre en el contexto de un ataque fascista contra los migrantes, con redadas de agentes armados, arrestos y la separación de familiares, ataques de paramilitares fascistas y leyes represivas. De esa manera siembran terror en los barrios de migrantes.

La represión ha provocado mucha indignación y protesta de los migrantes y los nacidos aquí. Ante las redadas y arrestos de la primavera, centenares de miles de personas participaron en las protestas del 1º de Mayo por todo el país, como en Los Ángeles, donde los atacó salvajemente la policía. La creciente represión fascista es parte de los esfuerzos de la clase dominante de mantener a todos bajo la bota y callar una situación política volátil, incluso si Bush y el Congreso no logran llegar a un acuerdo mutuo en este momento. Todo esto destaca lo urgente que es que los migrantes y sus partidarios opongan resistencia a esta ofensiva fascista.

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