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Revolución #105, 21 de octubre de 2007


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¡Basta ya! ¡Basta ya! ¡Todos a la calle el 22 de octubre!

Día Nacional de Protesta para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación—¡Vístete de negro!

El 22 de octubre, urge realizar una poderosa manifestación para:

PARAR la brutalidad policial

PARAR la represión

PARAR la criminalización de una generación

La brutalidad policial sigue sin parar. En Chicago, la policía ha matado a balazos a ocho jóvenes negros y latinos —uno de apenas 15 años— desde el 21 de julio. Durante el último año, vimos el asesinato de Sean Bell en Nueva York el día de su boda: desarmado, muerto en una lluvia de balas del Departamento de Policía de Nueva York. En Oakland, la policía mató a un tiro a Gary King, Jr. Su madre le dijo a Revolución: “Tenía toda la vida por venir”. En West Memphis, Arkansas, unos tiras mataron a tiros a DeAunta Terrell Farrow, de 12 años, mientras caminaba a casa de una tienda.

Después de Katrina, en Nueva Orleáns la Guardia Nacional y los paramilitares a sueldo de la compañía Blackwater (que matan con impunidad en Irak) ocuparon la ciudad. Mientras que el sistema no hizo nada (igual que hoy) para ayudar a los pobres y negros en Nueva Orleáns (o desplazados de la ciudad), la Guardia Nacional dijo que su misión era realizar una “operación de combate para restaurar el control”. (Hay más información sobre esto en revcom.us).

De frontera a frontera y costa a costa, la policía hace lo mismo que las chusmas linchadoras de otra época en el Sur: cumple la sentencia de muerte que pende sobre millones de jóvenes por ser negros o latinos. ¿Por qué? Es una consecuencia del funcionamiento de este sistema. Todos los capitalistas compiten en la competencia despiadada para sacar las mayores ganancias. En otra época, eso llevó a sacar a los negros de la tierra, donde vivían en condiciones parecidas a la esclavitud como aparceros, y desplazarlos a las fábricas, fundiciones y mataderos horribles de las grandes ciudades. En el contexto de un período de agitación social general que sacudió la sociedad y que todavía es tema polémico, esos trabajadores libraron luchas contra esas condiciones y algunos murieron en las huelgas y protestas. Hoy, el sistema ha redoblado la explotación aquí y por todo el mundo. Para los capitalistas, el espíritu desafiante de los negros es un obstáculo a todo esto. Han trasladado muchos trabajos, han abandonado las escuelas de los ghettos urbanos, tumban las viviendas o las deja a podrir y no ofrecen ningún futuro a millones de jóvenes. A los ojos de este sistema, estos seres humanos preciosos son “superfluos”, o sea, no los necesita. Y los considera rebeldes. Por eso les echa la culpa, los demoniza y desencadena a la policía a aterrorizarlos y matarlos.

Miremos a las redadas de todos los que parecen latinos. En un matadero de la compañía Swift, dividieron a los trabajadores según el color de la piel para interrogarlos y para que la Migra los detuviera y deportara. En el condado Nassau, Nueva York, según escribió el periódico New York Times: “Docenas de agentes de inmigración federales de todo el país, algunos con sombreros de vaquero y escopetas y armas automáticas, pusieron en peligro a los habitantes y a la policía local”. Separan a los hijos de sus padres, igual que hacían los esclavistas con los esclavos.

Otra vez, tenemos que preguntar: ¿por qué? Y una vez más la respuesta es por el sistema. Este sistema capitalista-imperialista ha devastado la economía de países como México, destruido la agricultura de pequeña escala y desplazado a millones de personas de la tierra. A los desplazados los atrae a los trabajos más peligrosos, poco saludables y peor pagados en Estados Unidos. Hoy, para este sistema, estos millones de migrantes, que no tienen nada que perder menos sus cadenas, y cuya cultura e idioma se consideran una amenaza a la “cohesión social” de este sistema opresivo, son una fuente necesaria de superganancias y un peligro potencial. Por eso a los migrantes también (como a los jóvenes negros de las ciudades) los demoniza y criminaliza. El año pasado, el 1º de Mayo, la policía abrió fuego con 150 balas de goma contra una protesta de migrantes en Los Ángeles, y aporreó y atacó con salvajismo a los manifestantes, vecinos y corresponsales. El sistema y sus lacayos fascistas de la prensa justifican la oleada de redadas y ataques contra los migrantes con la mentira de que este terror de estado policial es para proteger al país de los criminales y terroristas.

Miremos a lo que pasó con los 6 de Jena, que todavía podrían pasar años en la cárcel. El sistema está resuelto a castigar a los estudiantes negros de la prepa Jena High por sentarse debajo del árbol “solo para blancos” en el patio y protestar contra los dogales colgados del árbol. Esto va mucho más allá de un fiscal racista: el Departamento de Justicia federal investigó y aprobó lo que pasó en Jena, y lo llamó “normal” y no “anormal”. Pero millones de personas, especialmente los negros, ven en el caso de los 6 de Jena una infamia tanto como un ejemplo típico de cómo el sistema trata a los negros. Anularon la primera condena de Mychal Bell, uno de los 6 de Jena, en respuesta a la creciente lucha popular. Tras la histórica protesta en Jena y los paros estudiantiles por todo el país, pusieron en libertad a Bell brevemente. Pero al cierre de esta edición, han vuelto a meterlo a la cárcel: el sistema sigue resuelto a declarar que no se puede oponerle resistencia a la supremacía blanca. ¡La lucha de libertad para los 6 de Jena tiene que continuar y redoblar, hasta que todos salen libres! Y gente de todas las nacionalidades tiene que participar. Y esta demanda tiene que ser parte de las protestas del 22 de octubre.

¿Y las constantes revelaciones sobre el espionaje y la represión del gobierno? El gobierno interviene los teléfonos de millones de personas, coloca cámaras de video por todas partes y espía sobre lo que se lee en las bibliotecas. Durante un año antes de la Convención Nacional del Partido Republicano de 2004, la policía llevó a cabo operaciones clandestinas contra actores, grupos religiosos, organizaciones antibélicas, ambientalistas, grupos que se ponen a la pena de muerte, el movimiento contra la globalización y los que se oponen a Bush, entre ellos tres funcionarios del gobierno de Nueva York. Bush puede meter a la cárcel a cualquier persona que quiera, sin juicio, y someterlo a la tortura, como hizo con José Padilla.

En todo esto se ve un patrón: la brutalidad sistemática, el asesinato y la represión para imponer un sistema de explotación. Un sistema de esclavitud moderna. Un sistema que se ceba del saqueo del mundo y no puede tolerar el disentimiento o la protesta. Tenemos que oponer resistencia a la brutalidad policial y hacemos todo lo posible para conseguir justicia en los casos de los maltratados y muertos por la policía. Y para poner fin a la brutalidad policial, de una vez por todas, necesitamos una revolución, una revolución comunista. La revolución comunista crea todo un nuevo sistema y todo un nuevo poder estatal. En vez de una sociedad basada en opresión, explotación, desigualdad y todo lo que las acompaña, como la brutalidad policial, el nuevo poder estatal abre la puerta a la juventud a dedicar su creatividad y energía a la construcción de un mundo mejor. Para poner fin a la brutalidad policial, de una vez por todas, la lucha contra la brutalidad policial, la represión y la criminalización de una generación tiene que ser parte de un creciente movimiento revolucionario, cuya meta es la revolución y el comunismo.

Centenares de miles han protestado contra la criminalización de los migrantes en los últimos años. La protesta histórica en Jena fue el comienzo de una oleada de oposición. Los grupos y activistas de libertades civiles han condenado las medidas de estado policial.

Estos brotes de lucha tienen que ser un comienzo. El 22 de octubre la gente tiene que rechazar las medidas del sistema para dividirnos y enemistarnos, y tiene que forjar unidad. Tiene que haber protestas organizadas y militantes.El 22 de octubre puede y tiene que demostrar la unidad de todos los que se oponen a la brutalidad policial, la represión y la criminalización de una generación. En el pasado, en el 22 de octubre han participado jóvenes negros y latinos y activistas de derechos humanos, padres de los muertos por la policía, jornaleros, activistas antibélicos, defensores de los migrantes, profesionales, estudiantes y gente de todas las nacionalidades, vestidos de negro y en marchas callejeras.

Forjar un poderoso movimiento contra la brutalidad policial, y distribuir el periódico Revolución por todas partes de la sociedad, son elementos importantes de construir un movimiento revolucionario, un movimiento a favor de la revolución comunista, para crear un mundo sin los asesinos policiales y todo el sistema que imponen. Es parte de Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución.

En los pocos días que quedan entre hoy y el 22 de octubre, organícense. Pónganse en contacto con la Coalición 22 de Octubre para Parar la Brutalidad Policial, la Represión y la Criminalización de una Generación. (Ver abajo.) Organicen a todos los conocidos para vestirse de negro e ir a la protesta en su ciudad, o a organizar una protesta si no hay. Hablen con los sindicatos, grupos de vecinos, comunidades religiosas, maestros y estudiantes, y otros. Lleven este número del periódico y este editorial a todas partes: la internet, los proyectos, los barrios, los lugares de trabajo y las prepas y universidades.

¡Hay que PARAR la brutalidad policial, la represión y la criminalización de una generación! ¡Todos a la calle el 22 de octubre!

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