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Revolución #106, 28 de octubre de 2007


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Toda generación deja su sello en el mundo... ¿Cuál será el tuyo?

Publicamos este artículo por primera vez en el número especial “del nuevo año académico” (#99). Volvemos a publicarlo aquí en vista de la polémica por la “Semana de conciencia sobre el islamofascismo” y con motivo de las manifestaciones contra la guerra del 27 de octubre.

Anuncio universitario: debería ser un tiempo y lugar para aprender sobre el mundo... para pasar de lo galáctico a lo microscópico, para aprender de diferentes culturas y formas de arte, para estudiar filosofía e historia y preguntas sobre el significado de las cosas y la verdad... para explorar las cosas de las que no te han contado y de zambullirte en el emocionante proceso del descubrimiento... para conocer a gente de diferentes partes del mundo y que tienen diferentes puntos de vista... para desafiar al máximo las fronteras sociales y políticas y meterte en escenas diversas.

Se supone que debería ser un tiempo para desvelarte, para platicar toda la noche y hacer música, leer poesía... para ser parte de la resistencia y la rebelión contra todo lo malo... para declarar quién quieres ser y en qué clase de mundo quieres vivir... para ver al mundo tal y como verdaderamente es y para empezar a definirte en relación con esto...

Pero lo estás haciendo en un momento en que están poniendo un alto a todo eso, cuando poderosas fuerzas quieren anular todo eso... precisamente porque descubrir cómo el pasado ha moldeado el presente, comprender cómo la vida actual afectará el futuro y ver cómo todo esto está entrelazado y cómo impactará a miles de millones de personas por todo el mundo es más importante ahora que probablemente en cualquier momento del pasado.

El mundo al que entras

No dividiste a la tierra con fronteras artificiales, sometiendo a pueblos enteros, expulsando a millones que dejaron familias y su tierra natal en una búsqueda desesperada de trabajo en esta economía globalizada cada vez más rapaz y feroz. Pero no puedes escapar el hecho de que la ropa que te pones, la comida que comes, las carreteras por las que manejas y las computadoras que usas fueron el producto de este sistema globalizado de explotación y saqueo capitalista, que incluso encadena a millones de niños a máquinas para trabajar 12, 14, 16 horas al día.

No destruiste el hermoso paisaje de la tierra ni quemaste los combustibles fósiles, causando inmensas torres de humo tóxico que cubren el cielo, para alimentar la competencia a muerte de las corporaciones capitalistas... no decidiste que valía la pena destruir bosques y desplazar a pueblos indígenas para criar ganado y distribuir por todo el mundo la comida rápida cancerosa... tampoco decidiste que el gobierno y la prensa grande deben ridiculizar la preocupación por la extinción de especies y el descongelación de los polos, pero estás heredando un mundo en peligro de desvanecer.

No fueron tus manos las que encadenaron a millones de africanos a barcos negreros para cruzar el mar, que vendieron niños arrancados de los brazos de sus madres en subastas, que jinetearon con el KKK y sacaron a los negros de sus casas o los balearon en la calle de los centros urbanos porque se atrevieron a rebelarse o simplemente porque caminaban con la frente en alto, pero vives todos los días en un país cuya riqueza corre de las venas de esos esclavos y cuyo racismo, profundo y arraigado, sigue vivo y coleando en la respuesta criminal al huracán Katrina y la limpieza étnica de Nueva Orleáns que vino después.

No eres entre los que ondeaban la bandera estadounidense cuando soltaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki e incineraron a cientos de miles de personas en una muerte lenta y agonizante cuando la piel les colgaba y las ciudades se quemaban y se quemaban en su alrededor, pero vives en el país que hizo todo eso, el país que ha almacenado más armas nucleares que cualquier otro, el país que está amenazando con usar esas armas de destrucción masiva en ataques preventivos.

No fuiste el primero a consagrar la idea de que el único valor de la mujer era el de criar hijos o ayudarle al hombre, o a tratarla como trofeo sexual del saqueo... no eres uno de los patriarcas que consagraron esas ideas en los textos religiosos de todas las religiones grandes, pero vives en momentos en que ninguna mujer, en ningún rincón del mundo, vive sin el temor y la realidad de la violación, el maltrato, el desprecio, la mutilación y la posesión, y en que la subyugación fundamentalista de la mujer está aumentado en todas partes.

Claro, no fuiste el que consagró la presidencia de George Bush, quien con su injusta e inmoral guerra por el imperio, su reestructuración fascista de la sociedad estadounidense y su fundamentalismo de la edad de las tinieblas ha llevado a esta sociedad imperialista en una dirección mucho más extrema, represiva y rapaz, pero en el momento mismo que lees esto hay personas inocentes colgadas de techos con cadenas, desnudas a quienes están torturando en tu nombre.

La alternativa

La verdad es que para ti, como para todos los demás, las circunstancias que enfrentas han sido moldeadas por fuerzas fuera de tu control. Sería fácil esconderte detrás de eso. Sin duda alguna te presentan opciones o razonamientos para que “lo hagas por tu propia cuenta” o tal vez que “hagas tu parte”. Pero aunque no lo escogiste, han puesto a todos esos crímenes a tus pies y lo que hagas, o no hagas, afectará las circunstancias y la vida de millones y millones de personas por todo el mundo y por generaciones.

Tienes ante ti la promesa de la posibilidad de salir adelante, de sacar adquisiciones personales, de tener un lugar en la mesa y las comodidades y seguridad y “protección” y todo lo demás. Puedes usar la educación, el talento, la creatividad y las ambiciones para pedalear esta jaula de hámster, para aprovecharte lo más que puedas de estar en la cima de la “cadena alimenticia” y hacer lo que esperan que hagas los que manejan este sistema de saqueo mundial...

O, puedes rechazar ser confinado a horizontes estrechos. Puedes oponer resistencia. Puedes retar a la autoridad injusta, puedes denunciar las mentiras del gobierno y sus crímenes, puedes entrar en la lucha política contra la guerra que muele a cientos de miles en Irak y contra las guerras que están planeando. Puedes dedicarte a acabar con el racismo y el odio a los migrantes que están atizando, con las mortíferas consecuencias que eso lleva. Puedes dedicarte a hacer añicos la opresión de la mujer y de los gays. Puedes atreverte a quitar la llave estranguladora de una especie de fundamentalismo cristiano odioso que consagra como divino a esa subyugación. Puedes retar a los estudiantes derechistas de camisas pardas que quieren eliminar de las universidades las ideas subversivas y el pensamiento crítico.

Puedes lanzar el puño bien en alto y dar un paso al frente, como la juventud ha hecho en el pasado en toda lucha heroica por la justicia y la liberación, darles esperanza a los pueblos del mundo, y retar e inspirar a gente de todas partes de la sociedad a oponer resistencia. Puedes movilizarte con urgencia y poner en marcha una resistencia política capaz de sacar del poder al gobierno de Bush y abrir las puertas a la posibilidad de un mundo completamente diferente.

Y puedes aprender. Puedes conocer a los seres humanos cuya vida ha sido moldeada y destruida por todo eso. Puedes estudiar más a fondo las estructuras que han causado todo eso y las ideas que lo refuerzan. Puedes investigar soluciones que hasta hoy han sido ocultas detrás de la cinta amarilla de los archivistas oficiales de las ideas y “soluciones”, descartadas incluso por muchos que odian la situación actual pero que se han dejado engañar o conformar, y ver lo que verdaderamente se ha logrado por medio de la lucha revolucionaria de los oprimidos y explotados de todo el mundo.

Puedes indagar y ver debajo del refrán simplista y cínico de que “el poder corrompe”, que es un pretexto para dejar las cosas como están. Puedes —y debes— investigar las maravillas que se han logrado cuando las masas han detentado el poder en lugares como la Unión Soviética y China, cuando de veras eran países revolucionarios. Puedes erguirte sobre los hombros de eso, de quienes han sacrificado y luchado, que se han atrevido a soñar, a vivir y a luchar por la emancipación de la humanidad, y puedes ser parte del proceso de avanzar mucho más.

Si has leído hasta aquí, eres alguien que quiere cambiar el mundo. No les hagas caso a los cínicos y los sabios que te dicen que no puedes, que te quieren bajar los horizontes. La historia demuestra que los soñadores y luchadores tienen la razón. Sé fiel a tus principios, esfuérzate por concretar tus más profundas y más elevadas aspiraciones, y sigue ESO hasta dónde te lleve.

Y al hacer eso, checa y conéctate con este periódico cada semana. Llévalo a otros y habla con ellos sobre él. Difunde la verdad y todo un espíritu de resistencia y revolución. Éntrale a las obras de Bob Avakian: su nueva visión del proyecto comunista; su análisis de los acontecimientos internacionales actuales y los retos ante quienes quieren un mundo diferente; y las respuestas, métodos e interrogantes que plantea sobre lo que implica hacer una revolución capaz de rehacer el mundo de una manera emancipadora, viable y duradera.

Haz todo eso a medida que trabajamos juntos para oponer resistencia y revocar los horrores crecientes, como la lucha que se está gestando para ver si las universidades serán centros de resistencia o sitios de adoctrinamiento imperialista.

Tu vida puede contar para algo… o para nada. El mundo es intolerable y pide la justicia a gritos. No apartes la vista.

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