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Revolución #108, 11 de noviembre de 2007
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Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
“De Biko a Guantánamo”:
Médicos llaman a oponer resistencia, no ser cómplices de la tortura
10 de septiembre de 2007. Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar. Esta semana se celebra el trigésimo aniversario del asesinato del líder de la lucha contra el apartheid Steve Biko a manos de la policía sudafricana, el 12 de septiembre de 1977. En honor a este héroe, un grupo de 266 médicos lanzó una crítica sin precedentes a “los organismos de la profesión médica estadounidense” por complicidad en la tortura y asesinato de prisioneros en Guantánamo y en otros lugares, citando “fuertes paralelismos entre el caso de Biko y el actual papel de los médicos militares estadounidenses en la bahía de Guantánamo y la guerra contra el terror”.
En particular, la carta abierta publicada en el último número de la revista médica The Lancet, con sede en el Reino Unido, pone de manifiesto la alimentación por la fuerza de los huelguistas de hambre en Guantánamo y dice que los médicos involucrados deben ser castigados por sus organizaciones profesionales. Directrices internacionales sostienen que tales procedimientos involuntarios son contrarios a la ética. Según los informes que se citan, a los presos que protestaban por el maltrato y la falta de cualquier perspectiva de libertad después de más de seis años de detención ilegal sin cargos los han sometido a la tortura deliberada con el pretexto de un tratamiento médico: “Los atan a sillas de restricción en incómodas y frías celdas de aislamiento para obligarlos a desistir en su huelga de hambre”. Otros informes dicen que varias veces al día meten a la fuerza tubos de metal por la garganta y estómago de los presos, sin lubricación o medicación, y luego los extraen abruptamente, con el fin de causar el máximo dolor.
La carta detalla aún peores crímenes, como “mantener historiales falsos sobre los detenidos que han muerto como resultado de interrogatorios fallidos”. La carta señala esto con un paralelismo con el caso de Biko, en que dos médicos, uno de los cuales más tarde se arrepintió y describió su papel, firmó formularios médicos que encubrieron el hecho de que el asesinato de Biko se debió a golpes de un policía y sugirieron que murió como consecuencia de una huelga de hambre. Señala claramente: “No ha habido ningún informe oficial sobre los tres presuntos suicidios en Guantánamo, que tuvieron lugar en junio de 2006”.
La carta, firmada por médicos de 17 países, en especial el Reino Unido y Sudáfrica, recuerda que ante el encubrimiento por el gobierno sudafricano, “sólo los esfuerzos de los médicos desde abajo condujeron casi ocho años más tarde” a que a uno de los médicos “lo condenaran de conducta indecorosa y vergonzosa y borraran del registro oficial de los médicos” (es decir, ya no se le permitió ejercer). Después de la caída del régimen del apartheid, en la búsqueda de reintegro, este médico dijo que se dejó “identificarse muy estrechamente con los órganos del Estado, especialmente con la policía”. Los 266 médicos que firmaron la carta piden que la Asociación Médica Norteamericana tome medidas contra el ex director del hospital de Guantánamo, John Edmondson, quien recibió una medalla de las fuerzas armadas estadounidenses por su “liderazgo inspirador” en ese centro médico.
El líder de la actual carta de protesta, David Nicholl, un neurólogo consultor de Birmingham, Reino Unido, hace año y medio levantó cargos contra Edmondson. El caso parecía claro: las autoridades norteamericanas han alardeado de la alimentación por la fuerza de un centenar de presos para romper una protesta masiva en 2005. La Asociación Médica Mundial, de la cual la Asociación Médica Norteamericana es miembro, prohíbe en particular este procedimiento.
En su propia defensa, Edmondson escribió en una declaración jurada que “la alimentación por la fuerza fue autorizada mediante una orden legal de una autoridad militar superior”. La carta de The Lancet señala que esta es “la defensa de Nuremberg”, nombre que se dio a los principales criminales de guerra nazis juzgados por Estados Unidos en Nuremberg, Alemania, después de la guerra, quienes argumentaron que en el exterminio de los judíos sólo estaban cumpliendo órdenes. En ese momento, el gobierno estadounidense declaró que el argumento de que “yo sólo estaba cumpliendo órdenes” no es una defensa válida y que cada uno es responsable de sus propias acciones, y ahorcó a los hombres.
Nada ha resultado de los cargos de Guantánamo hasta la fecha debido a que la Asociación Médica Norteamericana los ha ignorado y las autoridades médicas locales de Estados Unidos afirman que no tienen jurisdicción. Aunque el Real Colegio de Médicos del Reino Unido escribió que la alimentación por la fuerza “en Inglaterra sería un acto criminal”, el gobierno británico ha rechazado una solicitud de la Asociación Médica Británica para permitir “que un grupo de médicos independientes evalúen a los detenidos”.
En un acontecimiento relacionado, el 30 de agosto de 2007 un tribunal militar norteamericano absolvió al teniente coronel Steven Jordan, el único oficial que enfrenta cargos penales en relación con el maltrato y la tortura de los presos que se mostraron en las fotos de Abu Ghraib en Irak.
Un artículo de un médico norteamericano publicado el 21 de agosto de 2004 en The Lancet describe, entre otros actos de tortura realizados en Abu Ghraib con la complicidad del personal médico, a un hombre que golpearon en la pierna rota con una muleta, a un preso que suspendieron por un hombro malherido, a un médico que dejó que un guardia no calificado suturara las heridas de un prisionero, el uso de drogas que alteran la mente y otras drogas durante los interrogatorios, a los médicos que resucitaron a presos inconscientes para darles más tortura, y a un médico que insertó un catéter (tubo) en el cadáver de un preso que murió bajo tortura para que se pudiera reclamar que estaba vivo cuando lo llevaron al hospital. En el acta de defunción de un recluso que mataron a golpes, dice que tuvo un ataque al corazón. En el caso de otro preso, a quien le aplastaron el cráneo y quemaron los pies, los médicos escribieron que había “muerto de causas naturales... mientras dormía”.
El artículo recuerda que, aunque Amnistía Internacional y el Comité Internacional de la Cruz Roja informó de incidentes similares en Abu Ghraib a las autoridades durante 2002, o sea, dos años antes del escándalo por la publicación de las fotos, el gobierno y el ejército estadounidenses no hicieron las investigaciones correspondientes. En represalia, al CICR se le negó acceso a los prisioneros, una grave y poco frecuente violación del derecho internacional.
Han condenado a diez soldados rasos por lo que se ve en las fotos que hicieron en Abu Ghraib, y a varios que cometieron acciones bárbaras y criminales los han metido a la cárcel. A Jordan, absuelto por las acciones de los hombres y mujeres bajo su mando directo, lo condenaron, irónicamente, de violar una orden de no discutir el caso y lo amonestaron.
Esta decisión es aún más escandalosa porque Jordan desempeña un papel prominente en el informe de la investigación oficial de Abu Ghraib escrito por el general de división del ejército norteamericano, Antonio Taguba. Castigado por lo que escribió, a Taguba lo mandaron jubilarse de las fuerzas armadas. Posteriormente, entrevistado por el periodista de investigación Seymour Hersh en la revista The New Yorker (25 de junio de 2007), dijo que el oficial de inteligencia Jordan parecía estar íntimamente involucrado y que probablemente dirigía el interrogatorio de los prisioneros que mediante la tortura los guardias “habían ablandado” bajo órdenes superiores. Taguba también le dijo a Hersh que el comandante del ejército en Irak, el teniente general Sánchez, “sabía exactamente lo que estaba pasando”, y que los procedimientos para torturar a los prisioneros en Abu Ghraib los elaboró el general de división Geoffrey Miller, el comandante en Guantánamo, que llevaron a Abu Ghraib en 2004 a fin de “guantanamoizar” el sistema carcelario norteamericano en Irak.
De acuerdo con las denuncias en la carta de The Lancet, Taguba relata crímenes más horrendos que lo que muestran las fotos. Además de las escenas de la extrema humillación sexual entre un padre y su hijo, y otras muestran a una presa desnuda ante la cámara, dice en la entrevista que las fotos y videos que las autoridades norteamericanas lograron ocultar muestran a soldados estadounidenses mientras violan a presos y presas iraquíes. Algunas fotos de la misma serie publicadas por los medios informativos australianos muestran los cadáveres de hombres que supuestamente mataron a golpes o tiros.
Hersh continúa haciendo preguntas acerca de las muertes en custodia en su artículo sobre Taguba. Registra casos de médicos del ejército que cambiaron sus informes médicos para que no mencionaran los signos de violación y tortura en los cadáveres de los prisioneros “encontrados” muertos en Guantánamo. Un teniente general de la fuerza aérea, que investigó las denuncias de las condiciones en Guantánamo bajo el mando de Miller, le dijo a Hersh: “Por falta de una cámara, se pudo haber visto en Guantánamo lo que se vio en Abu Ghraib”. Dijo que el informe emitido por el gobierno tenía poca relación con el borrador que él presentó. También lo mandaron jubilar de las fuerzas armadas.
Un “ex alto funcionario de inteligencia” le dijo a Hersh anónimamente que para atenuar la crisis creada cuando se publicaron las fotos de Abu Ghraib, la “estrategia básica era ‘procesar a los chicos en las fotografías pero ocultar el panorama general’”.
El soldado que sacó a la luz las fotos teme por su vida y vive en la clandestinidad desde que el ex secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, mencionó su nombre en público. Rumsfeld también trató de intimidar personalmente a Taguba. Hersh le atribuye en parte la negativa de Taguba de justificar lo que pasó en Abu Ghraib a las historias de su madre acerca de las atrocidades cometidas en un campamento de prisioneros de guerra bajo los japoneses en Filipinas, el país donde nació.
Abu Ghraib ha dejado de ser un penal norteamericano, pero hoy las fuerzas armadas estadounidenses tienen decenas de miles de prisioneros iraquíes en Irak… muchos más que antes. Aún hay 355 prisioneros en Guantánamo. La cantidad y los nombres de los prisioneros se conocieron por primera vez cuando un abogado de derechos humanos de la Marina, el teniente comandante Matthew Díaz, los sacó por correo escondidos en una tarjeta de San Valentín durante los últimos días de su servicio en 2005. Hace poco, lo condenaron a seis meses de prisión por eso.
En octubre de 2007, la Suprema Corte estadounidense fallará sobre la constitucionalidad de una ley aprobada por el Congreso que dice que los presos de Guantánamo no pueden apelar a los tribunales civiles. Por ahora, los tribunales militares van a juzgar a los hombres (algunos de ellos niños en el momento de su arresto o secuestro), y en cada caso un médico debe certificar que son aptos para el juicio.
El artículo de The Lancet alaba a “los médicos en Chile, Egipto, Turquía y otras naciones [que] han corrido grandes riesgos personales para denunciar la tortura estatal”. Pero, en cuanto a “los médicos, médicos auxiliares, enfermeras y enfermeros, paramédicos... y el personal administrativo y de mando” que, por el contrario, participan en tales actos, de manera directa o mediante la colaboración en el encubrimiento, sus acciones “no sólo se quedan cortos de los ideales médicos sino que algunos constituyen graves violaciones del derecho internacional o del derecho norteamericano” y que se les deben imputar la responsabilidad de los crímenes.
Otro artículo de la revista The Lancet, del 16 de agosto de 2003, se dirige directamente a los médicos y al personal médico de Guantánamo y otros lugares semejantes. Al sacar lecciones de la Sudáfrica del apartheid y el papel de los médicos en la represión, dice que después de que los presos han sufrido años de encarcelamiento ilegal, maltrato y a menudo la tortura, los médicos de Guantánamo no tienen opción moral salvo declarar que ninguno de los prisioneros está en condiciones para el juicio y que las asociaciones médicas deben apoyar a los médicos deben apoyar a los médicos que adopten esta posición. (Ver www.thelancet.com.)
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