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Revolución #108, 11 de noviembre de 2007


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Del Consorcio pro Derechos de Migrantes de San Diego

Hostigados, negados alimentos y refugio, amenazados con deportación

Lo que sigue es parte de un comunicado de prensa fechado el 26 de octubre del Consorcio pro Derechos de Migrantes de San Diego (SDIRC, en inglés) sobre el tratamiento de los migrantes en el estado Qualcomm:

Hoy por la mañana, la fiscal Bonnie Dumanis felicitó a la policía por erradicar a los vagos del estadio y dijo que no se permitirá que nadie entre al estadio sin identificación. De conformidad con un acuerdo…, se le permitió al SDIRC colocar una mesa en el estadio entre las de FEMA y la Patrulla Fronteriza. Se nos acercaron media docena de familias que habían dormido en el estacionamiento varias noches intentaron entrar pero les pidieron identificación. Debido a que por lo menos un miembro de cada familia era indocumentado, se sintieron intimidados. A una persona que no pudo presentar una identificación, un voluntario le hizo preguntas sobre su condición migratoria y amenazó con que lo podrían arrestar los funcionarios de inmigración. A los indocumentados solo los dejaron entrar porque otros miembros de la familia pudieron presentar una licencia, una “tarjeta verde”, una identificación consular o una dirección. A todas las personas sin techo no les permitieron entrar. Si no mostraron una dirección no los dejaron entrar. A todas las personas que no tenían identificación ni familiares con documentos, no los permitieron entrar.

Unos seis individuos nos dijeron que la policía los paró e interrogó en el estacionamiento o cuando salían del estadio supuestamente por saquear o llevarse más de lo que les correspondía de materiales donados. A las familias les hicieron contar cuántos eran para recibir las cobijas. Unos fueron a recoger cobijas para familiares que temían entrar. En un caso, la policía rodeó un carro con conos naranja hasta declararlo “salvo”. Hacia finales del día, las familias con parientes indocumentados temían que si fueron o se llevaron alimentos o cobijas, los iban a arrestar y deportar, ya que no fue nada diferente que la familia que deportaron la víspera. Tuvimos que acompañar a unas de ellas.

Se debe señalar que no solo hostigaron o acusaron de saqueo a los migrantes, sino también a otras personas de color. A una señora afroamericana la hostigaron por hacer dos viajes con un cochecito lleno de artículos (yo fui testigo). Ella intentó entablar una queja con un policía, pero este la trató mal y se negó a aceptar su queja. Nosotros apuntamos por escrito la queja. Ella estaba tan alterada y tenía tanto temor de llevar otros artículos que me dijo que iba a regresar a Oklahoma (de donde recién se había mudado). A un voluntario filipino que ayudaba día y noche lo corrieron por ir dos veces a ayudar a unas personas al carro. El agente amenazó con dispararle con una pistola de choques eléctricos y de acusarlo de entrada ilegal. Cuando el coordinador de los voluntarios intentó intervenir para aclarar la situación, lo echaron a un lado, y después le dijeron que no hablara con nadie. Nosotros filmamos el incidente e intentamos hablar con el coordinador de voluntarios, pero como recientemente pasó por una audiencia de deportación y tenía tanto miedo (en parte porque no tenía la tarjeta verde consigo), contempló abandonar el trabajo ahí mismo. A una señora latina le negaron pañales con el cuento que no los tenían. Ella se hizo a un lado y vio que le dieron pañales a una señora blanca. Estaba tan indignada que solo regresó a pedirlos cuando la acompañó Pedro, del American Friends Service Committee. Cuando me fui hoy, hubo un montón de pañales, posiblemente 1000 bolsas. También hubo un montón de cosas donadas que hubieran podido ayudar a 10 veces más personas de las que estaban en el estadio. Toda la tarde vimos a evacuados blancos llevarse cajas de agua potable y otros artículos al carro sin que nadie les dijera nada.

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