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Revolución #112, 16 de diciembre de 2007

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Del Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar

Annapolis: Un breve balance

3 de diciembre de 2007. Servicio Noticioso Un Mundo que Ganar. Traducción de Revolución.

¿Qué pasó en la conferencia de Annapolis sobre Israel y los palestinos?

Primero, Estados Unidos declaró públicamente que el tema es propiedad exclusiva. Hasta ahora, el “Mapa de Carreteras” (un plan para crear un “mini estado” palestino impotente dominado por Israel, la potencia preponderante) ha contado con la participación de cuatro fuerzas: Estados Unidos, Europa, la ONU y Rusia. El ocaso del “cuarteto” se hizo patente unos pocos días después de la conferencia, cuando Estados Unidos presentó y luego retiró una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para endosar la conferencia y sus acuerdos. La decisión de retirar la resolución no tenía nada que ver con el contenido, sino que reflejó un cambio de estrategia por parte de Estados Unidos, que antes buscaba la cooperación de otras potencias e instituciones para apoyar a Israel. Ahora Estados Unidos quiere excluir del asunto al Consejo de Seguridad, la ONU y los demás países (Rusia en particular).

Junto con esto, los representantes del gobierno de Bush consideran que su mayor victoria no fue el acuerdo esquemático firmado por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente de la Organización de Liberación Palestina y la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas (Abu Mazen), sino la legitimidad que adquirió el proyecto, y el patrocinio exclusivo estadounidense, por la asistencia de los representantes de 44 países.

Dos invitados importantes solo llegaron al último instante. Uno fue Siria. Tras un debate interno, parece que Estados Unidos da decidido romper el frente único entre el estado laico sirio y los principales rivales islámicos de Estados Unidos en la región, la República Islámica de Irán, el partido islámico libanés Hezbolá y la organización islámica palestina Hamas. El otro fue Arabia Saudita, cuyo gobierno es igualmente fundamentalista como Irán, pero que también es pro Estados Unidos porque el rey depende del respaldo estadounidense. La participación de una delegación saudita de alto nivel fue vista como una señal de que no solo ha cedido ante las demandas estadounidenses sino de sus propios temores de la rivalidad regional que representa Irán y su corriente islámica.

En su discurso, el único punto sustantivo de la conferencia, Bush dijo: “Es hora para esta conferencia porque la batalla por el futuro del Medio Oriente ya está en curso… Los extremistas están tratando de imponer su visión oscura”. Es decir, la razón más importante de la conferencia es el choque que se está desarrollando entra Estados Unidos y sus aliados y los países de su establo, por un lado, y el fundamentalismo islámico anti Estados Unidos por el otro, especialmente hoy el gobierno iraní, cuya influencia ideológica, política y práctica ha crecido con cada revés estadounidense regional, de Líbano a Pakistán y Afganistán.

El fundamentalismo islámico tiene una diversidad de corrientes distintas y antagónicas, y Estados Unidos muchas veces ha sido el principal partidario de las fuerzas islámicas reaccionarias en aras de sus propias metas. Pero las corrientes anti Estados Unidos de este fundamentalismo se han colocado a la cabeza de la oposición a los planes del imperialismo estadounidense para un Gran Medio Oriente y se han vuelto el principal obstáculo a su necesidad de penetrar y dominar más estos países económica, social y políticamente, y crear un imperio más sostenible. Después de todo, a pesar de los beneficios del dinero que recibió de la CIA durante la guerra antisoviética en Afganistán, lo que más le molestaba a Osama bin Laden acerca de su país, Arabia Saudita, por motivos religiosos tanto como políticos, fue su sumisión a Estados Unidos.

El acuerdo de Annapolis tiene contenido, a pesar de que solo dice: “En apoyo a la meta de crear dos estados, nos hemos puesto de acuerdo… en celebrar negociaciones enérgicos y continuos y hacer todo esfuerzo para llegar a un acuerdo antes de finales del 2008”. El punto que tenían que endosar todos los participantes, por su presencia si no en palabras, fue la defensa y el carácter del estado israelí como condición para la creación de un estado palestino. Bush subrayó el compromiso estadounidense a Israel no solo como un país entre los demás sino como “un estado judío y patria del pueblo judío”: un estado no para sus habitantes, como los demás, sino para un solo pueblo, no importa donde vive, y no importa los otros pueblos que viven ahí (incluso si fuera cierto, que no lo es, que los judíos por todas partes constituyen un solo pueblo). Una vez que se haya consagrado este principio, y se ha convertido en la piedra de toque de que depende todo lo demás, lo que sigue inevitablemente son medidas para imponer su carácter reaccionario, inestable y arbitraria:

• Los 4.5 millones de palestinos expulsados con el establecimiento del estado israelí y sus guerras de expansión no tienen ningún derecho de regresar a Palestina, porque podrían convertir a los judíos en una minoría. Se considera que los descendientes distantes de los judíos (definidos por su religión), que se fueron de Palestina por lo general hace 1,500 años, tengan el derecho de “regresar” a un lugar donde nunca han vivido, mientras que los palestinos nacidos ahí y sus hijos hayan perdido ese derecho.

• Los 1.5 millones de palestinos que viven en las fronteras de Israel son ciudadanos de segunda clase, sujetos a restricciones judiciales, privaciones y a veces violencia cuya meta es convencerlos de que su mejor opción es irse, y el debate público en los círculos sionistas gira en torno a “trasladar” a la fuerza a los árabes de Israel… al mini estado palestino. En la defensa del plan de “dos patrias”, Bush dijo que la existencia de Israel como “patria judía” requiere el establecimiento de una “patria” para los palestinos… donde deben regresar los palestinos que actualmente viven en Israel.

  A los demás habitantes no judíos y a muchos judíos no religiosos padecen condiciones opresivas, porque cada vez más, y a un grado preocupante para muchos israelíes, los dirigentes fundamentalistas religiosos judíos han aumentado su autoridad sobre la vida diaria (por ejemplo, han prohibido los matrimonios no judíos, han hecho que el divorcio depende del consentimiento del esposo y de otras maneras han dado las restricciones religiosas la fuerza de la ley).

• E, inevitablemente, continuará el control militar, económico y político israelí de los palestinos fuera de las fronteras autoproclamadas (y hasta la fecha siempre en expansión) del estado, para proteger al estado judío de quienes ha aplastado la vida y el futuro.

El estado palestino que propone Estados Unidos se puede ver en el hecho de que Washington ya ha decidido quien lo dirigirá, no importa lo que piensan o cómo votan los palestinos. Durante muchos años Estados Unidos apoyó la decisión de Israel de ni siquiera hablar con el predecesor de Abbas como líder de la OLP y la Autoridad Palestina, Yasser Arafat. Ahora ha decidido que Abbas, con los mismos credenciales, debe hablar en nombre de todos los palestinos. Pero de todos modos lo tratan como si fuera su sirviente. No se comprometieron a tomar acción en ninguno de los temas que los asesores de Abbas consideran claves: el derecho de regresar de los palestinos exilados (implícitamente cerraron la puerta), las fronteras de Israel (todavía sin límites), el derecho al agua (el monopolio israelí sobre el agua hace que gran parte de los terrenos palestinos sea inútil) y el futuro de Jerusalén (Israel ha dicho que nunca abandonará la mayor parte de la ciudad). Después de la conferencia, Abbas se quejó de que Estados Unidos ni siquiera le informó sobre su cambio de estrategia en el Consejo de Seguridad, un insulto a Abbas dado que había dicho que la resolución fue “una prueba del compromiso de Estados Unidos” a obligar a Israel a hacer concesiones. De todos modos, en la conferencia hizo lo que le mandaron hacer, porque el apoyo de Estados Unidos es su principal fuente de legitimidad.

Los logros para Estados Unidos e Israel en Annapolis son muy relativos. También destacó sus debilidades. La conferencia demostró que Israel es el único bastión de confianza de Estados Unidos en el Medio Oriente; que Estados Unidos no tiene ninguna solución justa a ofrecer a los palestinos; y que la capacidad de imponer su voluntad en la región depende de la lealtad inestable de gobiernos aislados, anticuados y muy frágiles odiados por sus propios ciudadanos. Incluso los estrategas del imperio estadounidense reconocen que la situación no es estable, y que lo mejor que pueden esperar es mantenerla hasta que puedan reestructurar toda la región por medio de amenazar con lanzar más guerras y quizás librar más guerras, y especialmente confrontar y reorganizar totalmente o quebrantar la República Islámica de Irán, en una tormenta cuyas consecuencias son imprevisibles.

El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.

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