Bob Avakian: La formación de un revolucionario

La onda de Berkeley

Obrero Revolucionario #1212, 14 de septiembre, 2003, posted at rwor.org

En respuesta al interés de nuestros lectores, esta semana publicamos tres pasajes sobre las experiencias que influenciaron a Bob Avakian, presidente del PCR.

El primer pasaje es de una entrevista a Bob Avakian en que le preguntan de dónde viene su "estilo". Salió en la revista Revolución (invierno/primavera de 1986).

Pregunta : Espero que esta pregunta no te parezca demasiado personal, pero quisiera explorar un poco más ciertas características tuyas, lo que moldeó tu personalidad. No estoy muy seguro cómo formularlo. Has demostrado en tu trabajo que eres un teórico muy desarrollado, ciertamente uno de los teóricos más desarrollados del marxismo- leninismo-pensamiento Mao Tsetung* en el mundo actual. Pero, ¿cómo decirlo? ¡Ni por el forro eres una persona estirada o pretensiosa! Tienes un estilo lanzado y nada ortodoxo, que se ve en tus escritos y otras cosas; y tienes un sentido del humor cortante y cáustico. ¿Ha habido experiencias especiales en tu vida que inspiran tu "estilo", que te ayudan a no enmohecerte y demás?

Conozco un poco tu pasado y sé que antes del PCR y antes de la Unión Revolucionaria participaste en el Movimiento de Libertad de Palabra y en el movimiento antibélico, que fuiste un líder del grupo SDS (Estudiantes en pro de una Sociedad Democrática -- Red .) en sus días más radicales, que tuviste fuertes lazos con el Partido Pantera Negra desde sus primeros días. Pero yendo más atrás, sé que tu familia es de la clase media blanca, intelectual, pero que de estudiante en la secundaria Berkeley High practicabas deporte, cantabas y cotorreabas con muchachos negros. ¡Eso no se veía mucho en los años 50, ni siquiera en Berkeley! ¿Tuvo eso un impacto grande?

Bob Avakian: Sí, creo que tuvo un impacto profundo. Yo diría que en un sentido muy real e importante, yo soy un producto de Berkeley y, más que eso, un producto de Estados Unidos y del mundo, de lo que pasaba y de los cambios que se operaban en los años 60 en particular. Eso fue lo que en gran parte me moldeó y formó de la manera que soy, en muchos sentidos.

Lo que quiero decir con que soy un producto de Berkeley es que a Berkeley, especialmente cuando yo era joven, lo caracterizaba una combinación algo inusual: por una parte era una ciudad universitaria con una comunidad intelectual y una atmósfera intelectual, de las que yo era parte; por otra parte tenía una población negra grande y un ghetto con gran influencia en la vida de la ciudad y de la región. Eso se veía en mi secundaria, porque en ese entonces en Berkeley los vecindarios y las escuelas hasta la secundaria inferior estaban muy segregados, así que yo, viniendo de un familia blanca de la clase media, vivía en un vecindario muy blanco y hasta el noveno grado estudié en escuelas exclusivamente blancas. Pero al llegar a la secundaria, había una sola escuela pública para toda la ciudad, así que era un cambio dramático. De repente uno pasaba a una situación en que el estudiantado era mitad blanco y mitad negro, más o menos.

Eso me llevó a conocer un montón de cosas nuevas en un período en que se estaban sacudiendo muchísimas cosas en la sociedad: a fines de los años 50 y comienzos de los años 60, cuando las protestas y las rebeliones del pueblo negro comenzaban a cobrar fuerza y a expresarse en muchas arenas, como la arena cultural. Eso me atrajo y me jaló mucho. Recuerdo que una vez en la secundaria un tipo liberal me preguntó: "Entiendo por qué te gustan algunos atletas negros y algunas formas de música negra y otras cosas, pero ¿por qué te gustan solamente los atletas negros, solamente la música negra, etc.?" Bueno, él exageraba un poco pero sí puso el dedo en un aspecto real de mi orientación básica. Esas eran las cosas que me atraían. En esos años la mayoría de mis amigos -no exclusiva pero principalmente-- eran los compañeros negros con quienes practicaba deportes, y es verdad que formé un grupo de canto con varios amigos negros. No llegamos al disco de oro (risas), ni siquiera grabamos un disco, pero nos divertimos en grande y obviamente me dio muchas experiencias que de otro modo no hubiera tenido.

Todo eso tuvo un impacto muy profundo en mí, y era en un tiempo en que se estaban sacudiendo muchas cosas, a uno se le presentaban toda clase de retos, y un gran interrogante era qué posición tomar sobre mil cosas; se deslindaban campos muy claramente. Para mí además de confrontarme fuertemente, todo esto era muy liberador: zafaba algo. Lo vi como una gran fuente de inspiración y alegría y metí de lleno en todo eso. Pero todavía existía una brecha, algo que me separaba de los amigos negros con quienes andaba. Bueno, yo iba a sus casas y ellos a la mía, y nos quedábamos a dormir y todo, cantábamos juntos en varias partes; teníamos una amistad genuina. Pero yo vivía en un barrio y ellos en otro, y nuestra amistad y camaradería no eliminaban eso. Así que eso tuvo un profundo impacto en mí; todavía existía una brecha. Y sé que cuando entré a la universidad sentí esta contradicción en mi interior, más o menos la contradicción de lo que es Berkeley, para extender la metáfora: por una parte la atmósfera intelectual de Berkeley y en particular los nuevos movimientos de protesta y las experiencias culturales de eso me estimulaban y me regocijaban; por otra parte me dejaban cierto vacío, ciertos aspectos de eso no me llenaban y siempre volvía a las expresiones culturales negras, como el deporte. Gravitaba a mi vieja secundaria y a las canchas donde jugué baloncesto. Eso me interesaba mucho más que el deporte universitario que para mí, francamente, era demasiado blanco y demasiado blando. Y era lo mismo con muchas de las expresiones culturales de ahí.

Así que, repitiendo, era una contradicción aguda y, vuelvo a repetir, a medida que se desarrollaba más la situación, me confrontaron nuevas alternativas. Por ejemplo, cuando conocí a Huey Newton y Bobby Seale, que fueron cofundadores del Partido Pantera Negra, no los conocí en un contexto directamente político. Los conocía ante de que fundaran el Partido Pantera Negra y no los conocí como representante de un grupo político ni hablé con ellos como representante de otro grupo político; fue indirecto. Una noche fui a jugar baloncesto en un centro recreativo y luego me quedé charlando con un par de amigos negros; finalmente nos fuimos a la casa de uno de ellos y nos quedamos hablando hasta las dos de la mañana sobre el Congo y otras cuestiones de Estados Unidos e internacionales que en ese entonces eran importantes, candentes. Unas semanas más tarde uno de ellos me presentó a Bobby Seale y Huey Newton; y la próxima vez que los vi fue una noche muy tarde (o una madrugada muy tempranito) cuando un amigo negro mío con quien andaba mucho y yo los encontramos y les dimos un aventón. Me puse a hablar con ellos sobre sus posiciones políticas. Luego, cuando formaron el Partido Pantera Negra y formé una relación más directamente política con ellos, ya había algo, algo anterior. No era una relación puramente política, ¿me entiendes?

Yo todavía era un producto de Berkeley y de sus dos aspectos que coexistían en mí en ese entonces: el lado académico, intelectual y blanco, y el lado de la expresión del pueblo negro y todo lo que eso representa. En cierto momento, después de entrar a trabajar en la revista Ramparts , me postulé para el consejo municipal de Berkeley en, creo, 1967 con una plataforma de reformas radicales. Ganamos el 30% del voto. No ganamos la elección pero ganamos el 30% del voto. Y recuerdo algo muy interesante que ocurrió después. Eldridge Cleaver también trabajaba en Ramparts , y en ese entonces era revolucionario y hacía varias cosas buenas. Y siempre recordaré algo bueno que hizo: fuimos a almorzar en San Francisco, los dos trabajábamos en Ramparts , y me dijo bueno, hiciste todas esas cosas reformistas postulándote para el consejo municipal de Berkeley y, no recuerdo las palabras exactas, pero básicamente dijo (risas): Eso ya se acabó, ya te quitaste las ganas y ahora puedes hacer algo serio como meterte en la revolución de cuerpo entero. Yo efectivamente tenía medio cuerpo en el campo revolucionario porque ya era partidario del Partido Pantera Negra, pero la otra mitad la tenía en la onda de reformismo de Berkeley, que ha llegado a su expresión cumbre con sus consejos municipales reformados y demás. Y recuerdo que me dijo que bueno, de ahora en adelante puedes dejar todo eso atrás y meterte en la revolución de cuerpo entero. Y es lo que hice.

Así que la brecha o el vacío se estaban llenando mediante una serie de sucesos y algunos saltos y luchas; lo que se desarrollaba, creo, era una síntesis de las dos tendencias. En otras palabras, una síntesis que representaba algo distinto pero que incorporaba elementos de los dos aspectos: por una parte el aspecto intelectual y, por otra parte, y lo que es más importante, todo lo que aprendí y todo lo que me atrajo y me ayudó a avanzar de la experiencia del pueblo negro, que conocí de cerca y con la que pude relacionarme de una manera personal y profunda. Más que nada, la experiencia del pueblo negro y su influencia en mí es lo que determinó cómo iba a ver los levantamientos y las luchas revolucionarias de los oprimidos, no solo en Estados Unidos sino en otros países, y cómo iba a ver los acontecimientos mundiales y políticos en general, especialmente cuando comenzaba a desarrollar mis primeras posiciones políticas sólidas. La influencia que han tenido en mí las masas oprimidas, y especialmente sus levantamientos y luchas revolucionarios, determinó el marco de referencia en que me desarrollé: cómo me desarrollé como intelectual y de qué manera y con qué fines he aplicado la preparación intelectual que tengo.

Así que si quieres hablar de lo que me formó , fue todo eso . Todo eso tuvo una muy profunda influencia en mí, pero también, mi formación política, por así decirlo, estaba ocurriendo en el contexto de la guerra de Vietnam, el ascenso de las luchas de liberación nacional por todo el mundo, y la Revolución Cultural en China y todo lo que ella representaba. Todo eso es lo que dejó su huella en mí y lo que me estampó con su sello de manera muy profunda, y más o menos me ha moldeado políticamente y en un sentido general como soy.

Creo que tuvo mucho que ver con lo que tú llamaste mi "estilo". He oído describir a nuestro partido, y creo que lo dicen con cierto elogio, como un partido de "rufianes inteligentes". Desde luego yo lo tomé como un elogio, y dada la intención que creo que tenía me parece una descripción muy apta y buena de nuestro partido; y francamente creo que es lo que atrae a nuestro partido a una variedad de gente.

Pero, como dije, siempre surgen nuevas cuestiones, nuevos retos y nuevas encrucijadas; es interesante mirar mi propia experiencia en retrospectiva y ver que en ciertos sentidos muchas de mis ideas, por ejemplo sobre temas culturales, también contenían algunas de las debilidades que tienen espontáneamente las masas, especialmente en este caso algunas de las masas negras. Te doy un ejemplo concreto. Cuando Jimi Hendrix era un fenómeno social, por así decirlo, yo tenía una opinión muy negativa de él. Tenía una opinión muy similar a la de los negros que conocía y creo que era similar a la opinión de muchos otros negros que decían que Hendrix era, para decirlo algo crudamente, un negro que tocaba música para una bola de blancos; y ¡por qué tenía que andar con esos hippies, tocar esa música rara y psicodélica de hippies! En realidad es algo irónico porque la música que realmente me llegaba , la música con que realmente me conectaba, era rhythm and blues , que luego se llamó soul ; y de esa música brotaron las raíces de la música de Hendrix -él incorporó ciertos aspectos de ella en lo que vino a identificarse como la onda musical de Jimi Hendrix a fines de los años 60-- pero en ese entonces yo no lo veía así. Solo veía que se había embarcado en otra dirección, que tocaba música que yo consideraba muy rara; como dije, una música hippie psicodélica para los blancos que viajaban con LSD. Es verdad que además de rhythm and blues y soul , yo escuchaba otras formas de música; Bob Dylan y otros músicos me influenciaron y me gustaron mucho, pero no podía conectarme con lo que hacía Hendrix. Sabes qué, es chistoso, esto lo he conversado antes, a veces, por molestar, pensando en el pasado y nuestras raíces, por así decirlo, alguien pregunta: "¿En qué piensas cuando se dice `Fillmore Auditorium, San Francisco'" (un gran auditorio de rocknrol de los años 60 - Red .)? Bueno, para mí no en la música que presentaba ahí Bill Graham en los años 60 (y comienzos de los años 70); para mí Fillmore es donde, antes de eso, tocaba gente como Hank Ballard y los Midnighters, donde tocaban James Brown, los Famous Flames y los Drifters antes de que los comenzara a escuchar más gente blanca y antes de que se hicieran populares.

Y reaccionaba algo negativamente, con una especie de nacionalismo estrecho, por así decirlo, a fenómenos como Jimi Hendrix. Solo hasta hace poco volví a estudiar la cuestión y comencé a leer libros sobre Hendrix, a escuchar su música y tratar de entenderlo, porque obviamente había algo radical en eso y fue muy positivo. Lo hice en parte para entender qué en Hendrix representaba una ruptura y un reto a lo convencional y a las normas establecidas, el orden existente y el status quo, qué es lo que tenía de nuevo y fresco y lo que se puede aprender de eso. En parte es para apreciar mejor esos aspectos, pero en general es para no repetir el mismo error -o reducir al mínimo esa clase de errores-- de no ver las cosas nuevas y frescas que surgen, sin duda en diferentes formas, en el futuro. Es para aumentar mi capacidad de ver esas cosas cuando surjan en el futuro; es por eso, así como para aprender más sobre Hendrix, que me he puesto a estudiarlo. Pero desde que me abrieron los ojos sobre Hendrix, me ha chocado el hecho de que en ese entonces tuve una respuesta de nacionalismo estrecho a lo que él hacía.

Pero creo que eso muy claramente es secundario: algo negativo pero secundario en comparación con las influencias positivas que me afectaron. Esas experiencias formativas en la secundaria y después fueron muy importantes para volverme revolucionario e impulsarme en la dirección del comunismo... aunque para llegar a ser comunista hay que dar un salto, adoptar una concepción científica del mundo y entender la teoría que va de la mano con el impulso revolucionario que uno siente por la inspiración, las influencias y los efectos de las fuentes y las influencias que he discutido.

Así que, hablando concretamente, es la combinación o la síntesis de esos elementos e influencias lo que me han hecho la persona que soy, y que han moldeado mi cosmovisión, posiciones y sentimientos sobre el mundo. Esa es la mejor explicación que puedo dar a tu pregunta.

El revolucionario más revolucionario del planeta

Pasaje de una charla que dio Bob Avakian titulada "Un balance del Partido Pantera Negra" en Cleveland en 1979: (pp. 2-4)

Como ya dije, fue Eldridge Cleaver quien me interesó en Mao Tsetung. Un día fui al apartamento de Eldridge Cleaver; yo trabajaba con el Partido Pantera Negra, esto era en 1967; apoyaba la revolución y respetaba el Partido Pantera Negra, su posición militante y el trabajo que desempeñaba. Y vi la necesidad de trabajar lo más cerca posible con ellos y hacer preparativos para un partido común que no fuera únicamente negro, ni otro partido que fuera solo blanco, sino un partido que uniera a personas de todas las razas y nacionalidades que tomaban la revolución en serio. Y al entrar a su apartamento, vi en la pared un retrato enorme de Mao Tsetung, hecho en China. Yo me sentí como muchos de ustedes, probablemente, la primera vez que ven algo así. No sabía qué pensar. Tenía miedo. No sabía qué pensar y no dije nada en ese momento. Me tomó dos semanas cobrar el coraje para preguntarle a Eldridge Cleaver por qué tenía ese retrato en su casa, y lo hice por teléfono, al acabarse una conversación. Aclaré la voz y dije: "Oye, de paso, ¿por qué tienes ese gigantesco retrato de Mao Tsetung en la pared?". Jamás olvidaré lo que dijo; si no hubiera hecho o dicho otra cosa buena en su vida, esto bastaría. La respuesta llegó desde el otro lado del teléfono. Dijo: "¡Tenemos ese retrato de Mao Tsetung en la pared porque Mao Tsetung es el revolucionario más revolucionario de este planeta!"

Entonces me puse a pensar: "¡Pues tengo que ver esto!" Porque yo respetaba al Partido Pantera Negra y veía lo serios que eran, pensaba que eran bastante avanzados, y si Eldridge Cleaver decía que era el revolucionario más revolucionario de este planeta, ¡pues tenía que informarme! Y lo hice. Leí el Libro Rojo ; muchos de ustedes lo leyeron, pero también leí las otras obras de Mao y vi que sí era verdad, que Mao Tsetung sí era el revolucionario más revolucionario del mundo. Pero no porque era un superman o un Bruce Lee idealizado. No que él supiera kung fu, karate y todas esas otras cosas, que de todos modos no paran las balas. No era cuestión de que él pudiera pegarles personalmente por la cabeza a toda una serie de imperialistas y opresores, y acabar con ellos solito. La razón por la cual era tan avanzado y tan firme era que comprendía cuál era el camino para salir de esta locura. Él, igual que muchos de nosotros, buscó un camino para salir del infierno vivo al cual estaban sometidos el pueblo chino y los pueblos del mundo entero. Buscó una salida y probó e intentó muchas cosas, y llegó a ver que la única teoría, la única cosmovisión que podía llevar al pueblo chino y los pueblos del mundo entero a extirpar por completo, y finalmente a abolir, toda forma de degradación, opresión y explotación era la teoría del marxismo-leninismo. Cualquier otra teoría que decía ser revolucionaria posiblemente podía llevarte parte del camino, pero no todo el camino; posiblemente podía llevarte hasta cierta etapa, pero después un grupo de explotadores u opresores reemplazaba a otro y echaba todo a pique.

Eso fue lo que le permitió a Mao Tsetung hacer tal contribución, y desempeñar tal papel, no solo en China, sino en el mundo entero. Porque él tomó la ciencia del marxismo-leninismo, y la aplicó concretamente durante décadas a la revolución en China; y fue una gran inspiración y ejemplo para los pueblos del mundo entero durante medio siglo. Porque lo que esa teoría le permitió ver fue que la forma de la sociedad y el desarrollo de la historia no los determina un puñado de héroes sino la lucha de clases, desde las primeras formas primitivas de sociedad y el desarrollo de las clases. Que, a lo largo de la historia, la lucha de una clase que se levantaba, derribaba a otra y reemplazaba un sistema con otro más avanzado, había traído la sociedad hasta el umbral del comunismo, en que, mediante la revolución de la clase obrera -no una clase de explotadores y opresores, sino una clase de explotados y oprimidos que se levantaban-- finalmente se podían abolir para siempre todas las formas de explotación y opresión. Esto es lo que encontré al leer a Mao Tsetung, y al adoptar la teoría marxista-leninista en que se basó, y que desarrolló y enriqueció.

Sigo sin tomar Coca-Cola

De una historia personal que contó Bob Avakian en el libro ¿Un fin horroroso, o un fin al horror?(p. 65)

Quisiera concluir esta segunda parte del libro con algo de carácter personal... que, sin embargo, no es meramente personal y tiene implicaciones políticas mucho más generales: Billy, sigo sin tomar Coca-Cola (en el sentido más amplio).

Aquí me refiero a un viejo amigo mío, Billy Carr, amigo desde la secundaria con quien hablaba de vez en cuando hasta hace diez años, cuando murió de un balazo, víctima del sistema, aunque murió en una disputa de criminales de poca monta sobre quién sabe qué cosa. Billy se crió en el ghetto de Berkeley (¡sí, hay un ghetto en Berkeley!) rebotando entre las capas inferiores del proletariado y la vida criminal del lumpenproletariado, pero jamás perdió su amplitud de miras ni dejó de buscar otro mundo, otra manera de vivir. Cada vez que podía lo buscaba para conversar, tanto para aprender como para discutir con él las cosas que yo estaba aprendiendo a medida que me metía en movimientos políticos y comenzaba a ver más claramente la naturaleza de la bestia que confrontábamos y me inclinaba a la revolución. Hace muchos años, discutiendo sobre Sudáfrica y el papel de Estados Unidos allá, yo mencioné el gran papel de Coca-Cola en ese país y le conté que había decidido no tomar Coca-Cola como protesta personal. Después de eso, cada vez que hablábamos una de sus primeras preguntas era: "¿Sigues sin tomar Coca-Cola?". Aunque a la larga yo dejé ese tipo de protesta porque es inservible, y él lo comprendió, su pregunta tenía un sentido mucho más amplio y los dos lo sabíamos. Y, en esa tónica, esta es una pregunta que yo me sigo haciendo, para asegurarme de que pueda seguir contestando: Sigo sin tomar Coca-Cola, en el sentido más amplio.

En sus implicaciones generales, esta es otra ilustración de la importancia de un partido de vanguardia, que es especialmente crucial en este período... del hecho de que, formándose a lo largo de todo el repunte de los 60, en Estados Unidos y en el resto del mundo, y perseverando y templándose a lo largo de los 70 y en los 80, existe un liderato capaz de ser el centro y guía en los preparativos y la realización de la tarea de derrocar al imperialismo estadounidense. Hay un partido que es la vanguardia de la revolución proletaria en Estados Unidos, y que es parte de una fuerza internacional que lucha por la revolución proletaria mundial, el Movimiento Revolucionario Internacionalista.
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NOTAS;

* Ahora llamamos a nuestra ciencia revolucionaria marxismo-leninismo-maoísmo.

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