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Revolución #129, 18 de mayo de 2008

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Furia en las calles tras veredicto en caso de Sean Bell

Un joven negro del barrio de Sean Bell:

“Entran al barrio y revisan tu coche, luego te empujan contra el parachoques con mucha intimidación. Nos ponen cosas y nos roban dinero. Así trabajan. Los odio con vehemencia. Necesitamos un movimiento revolucionario para acabar con eso, necesitamos decírselo a todo el mundo”.

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Una filipina el 2 de mayo:

“Con mi presencia, sola, brindo apoyo, porque hay algo malo con el sistema. Cuando vivía en las Filipinas, creía que había justicia en Estados Unidos, pero cuando llegue, descubrí que no la hay. Apoyo a la familia [de Sean Bell] pero no solo a ella. ¿Qué pasará con el futuro de nuestros nietos?”

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Un universitario de primer año que vive cerca del Club Kalua en la marcha del 2 de mayo:

“Me metí en esto porque tengo hijos y como negro, me han tratado muchas veces con perfiles raciales. Tengo pendiente un caso de alterar el orden público porque un agente se me acercó diciendo que yo cuadraba con la descripción de un negro armado. Le dije que no más venía de la escuela, de la oficina del secretario, pero no me hizo caso, violó mis derechos y me esculcó, y me encabroné y le dije un par de obscenidades. Me acusaron de alterar el orden público, así de sencillo. Eso es usar un perfil racial, ¿no? Tengo que participar porque tenemos que ponerle fin a este estado fascista, a esta mentalidad tipo estado policial. Esta mentalidad capitalista tiene que acabar, ¿no? No funciona para mí, ni para la familia de Sean Bell ni mucha gente de Irak. No funciona en absoluto, tiene que acabar, no es bueno para la salud. No estoy con él”.

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Pasaje de una declaración de Elaine Brower, integrante del Comité de Dirección de El Mundo No Puede Esperar, Fuera Bush y su Gobierno, arrestada por desobediencia civil el 7 de mayo:

“Lo que llamamos ‘justica’ en esta ciudad, y yendo hasta Bagdad, no es justa. La gente no cuenta con protección, sino opresión. ¡Ya es hora de responder! De hecho, esa hora ya pasó. Hemos esperado tanto y visto a la policía neoyorquina infligir tanto dolor y sufrimiento. Tienen cancha libre para ‘detener y esculcar’, sobre todo a jóvenes de las comunidades de color. A nombre de la seguridad, han instalado miles de sistemas de videovigilancia en nuestra ciudad. Tienen la libertad de abrir fuego a voluntad o, como los reglamentos del Departamento de Policía dicen, hacerlo ‘…hasta que se acabe la amenaza o la percepción de una amenaza…’. Solamente con la unidad de todos contra las cosas de costumbre podremos empezar a cambiar la conducta de los perpetradores de violencia”.

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Carl Dix, del Partido Comunista Revolucionario:

Lo que tiene que iniciarse aquí es un movimiento que dice Justicia para Sean Bell, Todos somos Sean Bell, Al diablo el Departamento de Policía de Nueva York. Tiene que decir: ¡Todos somos Sean Bell, todo el maldito sistema es culpable! El Club Revolución de Harlem tenía afiches con esas consignas y los manifestantes del miércoles se llevaron todos los que teníamos a la mano.

Hermanos y hermanas: necesitamos otro mundo. Un mundo en que se satisfacen las necesidades de la gente y todos participan, masas básicas, ingenieros, artistas y de otra índole para ver cómo solucionar los problemas y conocer el mundo y cambiarlo. En esta clase de sociedad, los agentes de seguridad protegerán y caerán en lugar de matar a la gente. El sistema en que vivimos no lo hará; para lograrlo tenemos que hacer una revolución, una revolución comunista.

Una de las compañeras aquí es maestra, necesitamos a maestros/as que ven cómo llevar esto a los alumnos. Necesitamos sermones sobre cómo poner fin a esto. Necesitamos que recorra la resistencia por la sociedad. Debemos armar estrategias con gente de diversos sectores sobre cómo parar esto, y tenemos que seguir difundiéndolo en la calle.

Un tío que platicaba de esto con un revolucionario dijo: “Así que me estás diciendo que tenemos que enterrar este sistema o seguiremos enterrando a nuestros hijos”. Esa es la realidad que vivimos. Estoy harto de enterrar a nuestros hijos. Todos somos Sean Bell, y todo el maldito sistema es culpable. Cincuenta tiros es asesinato y 50 razones más para la revolución”.

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Un joven negro de 22 años:

“El veredicto me ha afectado muchísimo. No podía dormir la víspera y me levanté para ver las noticias de las 5:30 de la mañana. Cuando salió el veredicto, vi las reacciones y si yo hubiera estado en el tribunal, habría sentido lo mismo. Fui a la marcha el miércoles; era la primera vez que tuve la oportunidad de estar en la calle. Alguien dijo que nos divertíamos. Sí, muchísimo, y estuvo mucho mejor que pleitear cuando alguien me pise el tenis. Prefiero ir contra el sistema. Esta es una llamada de atención para la generación hiphopera, para la nuestra. Irak es el Vietnam de esta generación, Sean Bell es nuestro movimiento de derechos civiles. Ahora son 50 tiros, ¿qué sigue? ¡Uno es demasiado! Soy un joven negro y quiero tener una vida pero también necesito una conciencia. Estoy dispuesto, listo y preparado para hacer lo que sea para lo que se requiera”.

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Will, del Club Revolución de Harlem:

“La gente piensa y cambia mientras que lucha, y se tiene que ir más allá de lo que es ‘lo mejor para mí’. Alguien nos dijo a algunos de nosotros: ‘No puedo hacer esto ahorita, tengo que pensar en mis estudios y chamba’; otro tipo respondió: ‘¿Por qué tiene tanta importancia eso en un momento en que acaban de matar a una persona y salirse con la suya?” En cierto momento tenemos hacer que esto alcance a toda la humanidad. Si no, al pensar solamente en ti mismo, en tu barrio, tu escuela, tus cuates, acabarás vendiéndote. Cuando tengamos un movimiento que hable de [liberar] a toda la humanidad, ellos tendrán un chingo de problemas”.

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Un haitiano-norteamericano joven:

“Lo primero que oí cuando vine a Nueva York desde Miami hace nueve meses era lo de Sean Bell. Pensaba que tal vez los agentes caerían presos por los 50 tiros y cuando oí el veredicto, casi me hizo llorar. Pero tampoco me sorprendió. A Diallo le dispararon 41 veces, y no pasó nada. George Bush bombardeó a Irak con lo de las armas de destrucción masiva y se salió con la suya.

“Hace 200 años, libramos una revolución en Haití. Toussaint dirigió una revolución de esclavos y si ellos lograron hacer eso, podremos hacer lo que sea. Estoy listo, hablemos de cómo hacerlo. Necesitamos una solución sobre cómo hacer que se acerque la revolución. Vayamos a la calle, unidos, con conciencia, en sus narices. Un individuo me dijo, nos matamos entre nosotros y nadie hace nada. Le dije, pero ¿deberíamos dejar que la policía nos balee y no hacer nada? Otro dijo, balearon a mi hermano y nadie hizo nada. Dije, con mucha más razón tienes que estar con nosotros, no puedes estar cruzado de brazos. Alguien más me dijo que Sean Bell seguro hizo algo indebido. Esa mentalidad acepta que puedes andar haciendo lo que sea o nada, no más ser negro, y esto te puede pasar. Tenemos que estar en la calle. Cuando vi lo que pasó en Filadelfia, el video de los policías que dieron una paliza a esos señores, me dio tristeza. Todo mundo tiene que saber de esto. No podemos dejar que esto ocurra y no hacer nada, ellos seguirán matándonos. Tenemos que luchar contra el sistema”.

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Una maestra con la playera “NYPD, KKK: no maten a inocentes hoy”:

“Fui al juicio de Sean Bell todos los días. Quedó claro el veredicto fraguado. El fiscal andaba tan despreocupado, que incluso sin preparación en derecho veíamos que no protestó cuando correspondía. Nunca protestó cuando Ricco [uno de los abogados de los policías] atacaba a Joseph Guzman [uno de los hombres baleados por la policía], quien estaba muy en su derecho de encabronarse. ¡Para colmo, el juez tuvo el descaro de fundamentar el veredicto en la conducta de Guzman!

“Mi hija de 17 años fue víctima de la brutalidad policial. Le dieron una paliza en la calle, me esposaron a mí y me obligaron a observar. Estamos en un proceso federal contra la alcaldía de Nueva York. Es una farsa… el juez está del lado de la policía. Dicen que la policía no hizo nada malo y luego nos ofrecieron $10.000. Respondí, si no hicieran nada malo, ¡que no ofrezcan dinero!

“Tenemos que avanzar juntos. No se trata del color de la tez, sino de derechos humaos y civiles. Eso nos afecta a todos”.

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