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Revolución #131, 1 de junio de 2008
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Un llamado urgente de los científicos a:
Defender la ciencia
Este importante llamado de científicos está en línea (en inglés) en defendscience.org. La traducción es de Revolución:
HOY EN ESTADOS UNIDOS LA CIENCIA, COMO CIENCIA, ESTÁ BAJO ATAQUE COMO NUNCA ANTES.
Las señales se ven en todas partes. El ritmo de los ataques está acelerando con frecuentes intervenciones de poderosas fuerzas, dentro y fuera del gobierno de Bush, dispuestas a rechazar las verdades científicas, trastornar la investigación científica, bloquear el progreso científico, socavar la educación científica y sacrificar la integridad del proceso científico… con el fin de poner en práctica su agenda política. Hoy esa agenda política dominante está profundamente entrelazada con la agenda ideológica extremista (y sumamente anticientífica) de poderosas fuerzas religiosas fundamentalistas conocidas como la Derecha Religiosa. Esos fundamentalistas tienen amplia influencia y representantes en las principales instituciones del gobierno federal, hasta en el Congreso y la Casa Blanca. Esa es una de las principales razones de este ataque sin precedentes contra la ciencia.
Es común y corriente que el gobierno actual niegue fondos, censure informes científicos y socave de otras formas la investigación científica que podría descubrir hechos que no quiere oír; que manipule, tergiverse o censure directamente descubrimientos científicos que no le gustan; que cambie las comisiones científicas para que den recomendaciones sobre temas tan diversos como la salud pública y el medio ambiente basadas menos en las conclusiones científicas y más en lo que dicta el gobierno.
La situación es tan grave que más de 6,000 científicos ya han firmado la declaración “Restaurar la integridad científica” de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados), que critica al gobierno de Bush por “abuso de la ciencia”; asimismo, la revista Scientific American publicó un editorial titulado “Bush-League Lysenkoism: The White House Seeks to Bend Science To Its Will” (Lysenkoismo de Bush: La Casa Blanca busca doblegar la ciencia a su voluntad).
CONSIDEREN LO SIGUIENTE:
Ciertos “códigos morales” fundamentalistas cristianos imponen restricciones a los temas que pueden investigar los científicos y a las respuestas que pueden ofrecer. Ha habido ataques contra estudios sobre cómo prevenir el VIH por estudiar las prácticas sexuales. Los fundamentalistas, dentro y fuera del gobierno, que creen que el estudio científico del VIH-SIDA debe empezar y terminar con programas de “abstinencia” (cueste lo que cueste en términos humanos y sociales), han eliminado fondos y hostilizado a los investigadores. Han suprimido las investigaciones de la sexualidad humana en general, y el gobierno ha diseminado estudios incorrectos y desinformación acerca de la eficacia de los condones y otros métodos de control de la natalidad. El Departamento de Salud y Servicios Humanos borró de su portal información científica sobre la salud que está en conflicto con la posición gubernamental de que el único método de educación sexual debe ser enseñar “abstinencia”… ESTO ES INACEPTABLE.
En respuesta a las objeciones de los fundamentalistas, el gobierno ha negado fondos federales a nuevos campos de investigación científica, como las células tronco (o células madre), que tienen el potencial de llevar a grandes avances médicos… ESTO ES INACEPTABLE.
Los científicos cuyas conclusiones están en conflicto con los intereses corporativos o las medidas del gobierno de Bush reciben amenazas de represalias o de recortes de fondos. A los científicos gubernamentales les han prohibido hablar en público de importantes temas científicos y usar términos como “calentamiento global”. Altos funcionarios políticos han cambiado el título y tachado pasajes enteros de estudios de científicos gubernamentales sobre el calentamiento global y sus consecuencias potencialmente devastadoras para el planeta y la humanidad. Funcionarios del gobierno invalidan las conclusiones de los científicos sobre asuntos como qué especies de plantas y animales colocar en la lista de “especies en peligro”, qué hábitats naturales tienen una necesidad crítica de preservación, cómo establecer las normas de calidad del agua y el aire, etc… ESTO ES INACEPTABLE.
En una práctica que muchos científicos llaman “macartismo científico”, a los científicos nominados para participar en consejos y comisiones de asesoría científica les han preguntado cómo votaron o si apoyan ciertas medidas del gobierno, y en ciertos casos los han rechazado por sus puntos de vista políticos… ESTO ES INACEPTABLE.
Las librerías oficiales del Gran Cañón venden libros sobre la versión bíblica de que el Cañón data del “diluvio universal”, hace unos pocos miles de años, a pesar de la enorme cantidad de pruebas geológicas y del consenso científico de que tiene rocas de miles de millones de años y de que lo excavó un río en un proceso muy largo hace millones de años… ESTO ES INACEPTABLE.
Y eso no es todo: ¡hoy, en el siglo 21, el jefe del gobierno, George W. Bush, no acepta que la evolución es un hecho científico! ESTO ES INACEPTABLE.
El presidente dice: “En cuanto a la evolución, todavía no se ha establecido cómo Dios creó la tierra”, y luego mira con satisfacción mientras los creacionistas atacan la evolución en los salones de clase, los museos, las bibliotecas, las librerías gubernamentales y hasta los cines IMAX y de ciencias.
No, señor presidente, YA está establecido. LA EVOLUCIÓN ES UN HECHO; ES UNO DE LOS HECHOS MÁS COMPROBADOS Y MEJOR DOCUMENTADOS DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA. NEGAR Y ATACAR LA EVOLUCIÓN ES NEGAR Y ATACAR UNO DE LOS HECHOS MÁS FUNDAMENTALES DE LA NATURALEZA Y LA REALIDAD, Y UNA DE LAS PIEDRAS ANGULARES MÁS CRUCIALES DE TODA LA CIENCIA MODERNA.
La evolución no es tema de “polémica” en la comunidad científica: para la abrumadora mayoría de los científicos de Estados Unidos y de todo el mundo, es un hecho comprobado. La evolución está tan rotundamente demostrada como el hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol: o sea, es una verdad científica comprobada que, hace varios siglos y por mucho tiempo, fue atacada y reprimida por una inquisición religiosa, lo que causó grandes daños a la ciencia y la humanidad. No podemos permitir, y no permitiremos, que lo mismo pase con la evolución.
Por lo tanto, nosotros, los científicos y los miembros de la comunidad científica suscritos, hacemos llegar este llamado urgente a toda la sociedad para que cada persona acepte el desafío de DEFENDER LA CIENCIA.
Seamos claros: muchos que tienen creencias religiosas pueden y deben apoyar este llamado a DEFENDER LA CIENCIA. No se trata de que la ciencia destruya la religión. Se trata de defender la ciencia ante una agenda política derechista específica que, junto con una ideología fundamentalista que interpreta textualmente la Biblia, busca poner en práctica un programa que fundamentalmente pervertirá y minará la ciencia y el proceso científico.
Los científicos pueden ser ateos o agnósticos, o tener varias creencias religiosas; pueden cubrir todo el espectro de opiniones políticas. Pero una cosa que la abrumadora mayoría de los científicos tienen en común es que entienden que, al realizar investigación científica y aplicar el método científico, es esencial tomar como punto de partida el conocimiento científico acumulado, el caudal de pruebas científicas comprobadas sobre la realidad, adquiridas por medio de observación y experimentación científicas concretas y sistemáticas, y sujetas a rigurosa revisión y prueba científicas. De ahí partimos los científicos, esa es nuestra fundación, cuando proponemos investigar la realidad y hacer nuevos descubrimientos. De esa manera se ha practicado y ha avanzado la ciencia durante siglos, y esto le ha permitido beneficiar a la humanidad de innumerables formas.
La ciencia genuina nunca toma como punto de partida un conjunto de “creencias” subjetivas, “opiniones” o “edictos basados en la fe” transmitidos por autoridades religiosas o laicas que se colocan por encima del cuestionamiento, las pruebas y la investigación de los seres humanos. Incluir en el proceso científico suposiciones religiosas o de otra índole, no sustentadas por los métodos científicos y que, por definición, no se pueden probar por métodos científicos, destruiría la ciencia como ciencia.
En conclusión: no podemos aceptar una situación en que se bloquea la investigación científica o se invalidan sus conclusiones porque no obedecen a los objetivos del gobierno, a los intereses corporativos o a la ideología de los fundamentalistas religiosos; en que el dogma impuesto por el gobierno y las autoridades religiosas ocupa el lugar de la ciencia; en que se suprime el enfoque científico de buscar explicaciones naturales de los fenómenos naturales. Debemos exigir una atmósfera que permita a los científicos indagar la verdad, incluso cuando la verdad está en conflicto con las opiniones y las medidas de los que detentan el poder; una atmósfera que estimule el espíritu científico, que aprecie la educación científica y la popularización del método científico, que aliente a la sociedad a captar cómo y por qué las cosas son como son; que tome como punto de partida para la investigación de la realidad todo lo que hasta hoy ha aprendido la humanidad y todo lo que se ha comprobado repetidamente.
ESTÁ EN NUESTRAS MANOS. ES HORA DE TOMAR UNA POSICIÓN CLARA Y DEFINITIVA EN DEFENSA DE LA CIENCIA. ESTO ES DE IMPORTANCIA CRUCIAL Y URGENTE, PARA LOS CIENTÍFICOS Y PARA LA SOCIEDAD ENTERA, LA HUMANIDAD Y LAS GENERACIONES FUTURAS.
LO QUE SE PUEDE HACER
Los científicos y miembros de la comunidad científica:
Firmar y circular este llamado; recaudar fondos para imprimirlo en periódicos por todo el país y el mundo; hacer que lo adopten asociaciones científicas y educativas, y otras instituciones; exhortar a participar.
Miembros de la sociedad civil:
Reproducir y difundir este llamado; correr la voz; aportar ideas sobre cómo se debe librar esta batalla crucial; unirse a la comunidad científica y demás para librarla.
Lista parcial de los signatorios de la declaración Defender la ciencia:
Gerardus’t Hooft, profesor de Física teórica, Universidad Utrecht, Holanda, premio Nobel en Física (1999)
Philip W. Anderson, profesor en Física (emérito), Princeton, premio Nobel (1977), integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Michael Atiyah, prof. honorario de Matemáticas, Universidad de Edinburgh, medallista Field, premio Abel, integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Prof. Robert Curl, químico, premio Nobel, profesor investigativo, Profesor emérito, Universidad Rice
Richard Dawkins, catédra Charles Simonyi en el Conocimiento Público de las Ciencias, Universidad de Oxford
Paul Ehrlich, profesor Bing de Estudios demográficos, Universidad Stanford
Donald A. Glaser, PhD, premio Nobel en Física, profesor de Física y Neurobiología, Universidad de California-Berkeley
Roger Guillemin, MD, PhD, premio Nobel en Medicina y Fisiología (1977), integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Michael G. Hadfield, profesor de Zoología, Universidad de Hawai
Carl Heiles, facultad de Astronomía, Universidad de California-Berkeley
Prof. Dudley Herschbach, Fac. de Química y Biología Química, Harvard, premio Nobel (1986)
Gerald T. Keusch MD, decano adjunto de Salud Global, Centro Médico, Universidad de Boston
Prof. James L. Kinsey, Fac. de Química, Universidad Rice, integrante de la Academia Nacional de Ciencias (1991)
Prof. Herbert Kroemer, premio Nobel en Física (2000)
Harold Kroto, profesor de Química, Universidad Florida State, premio Nobel (1996)
Paul C. Lauterbur, profesor de Química y Ciencias en Información Médica, Universidad de Illinois, premio Nobel (2003)
Prof. Jean-Marie Lehn, Estrasburgo, Francia, premio Nobel en Química (1987)
Geoff Marcy, profesor de Astronomía, Universidad de California-Berkeley
Christopher F. McKee, Fac. de Física y Astronomía, Universidad de California-Berkeley, integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Douglas Osheroff, profesor de Física, Universidad Stanford, premio Nobel (1996)
Kevin Padian, profesor, facultad de Biología Integrativa, Universidad de California-Berkeley
Stephen R. Palumbi, profesor de Ciencias Biológicas, Estación Marítima Hopkins, Universidad Stanford
David Politzer, Universidad Caltech, premio Nobel en Física (2004)
Theodore A. Postol, profesor de Ciencias, Tecnología y Política de Seguridad Nacional, Universidad MIT
Irwin Rose, profesor de Fisiología y Biofísica, Universidad de California-Irvine, premio Nobel en Química (2004)
Edwin E. Salpeter, profesor emérito en Ciencias Físicas, Universidad Cornell, integrante de la Academia Nacional de Ciencias y la Sociedad Real (Inglaterra)
Randy Schekman, profesor de Biología Molecular y Celular, director del centro de investigación de células madre, Universidad de California-Berkeley, integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Andrew Sessler, ex presidente de la Sociedad Americana de Física, integrante de la Academia Nacional de Ciencias
Peter Singer, profesor Ira W. DeCamp de Bioética, Universidad Princeton
Ardea Skybreak, autora de Science of Evolution (La ciencia de la evolución)
E. Donnall Thomas, premio Nobel (1990), Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson
Dr. Charles Yanofsky, profesor emérito de Ciencias Biológicas, Universidad Stanford, recipiente de la Medalla Nacional de Ciencias, integrante de la Academia Nacional de Ciencias
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