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Revolución #131, 1 de junio de 2008
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La nueva concepción de la revolución
y el comunismo
¿QUÉ ES LA NUEVA SÍNTESIS DE BOB AVAKIAN?
Parte III: La nueva síntesis: Implicaciones políticas — La dimensión internacional
A continuación presentamos la tercera parte del texto de un discurso pronunciado en varios lugares del país esta primavera. Se han hecho leves cambios en preparación para su publicación. Revolución publicará la charla en cinco entregas. Texto íntegro del discurso
Aquí quiero enfocarme en dos cosas: el internacionalismo; y la democracia y la dictadura en la transición al comunismo.
Una vez más tengo que hablar sobre unos antecedentes. Marx y Engels exhortaron a los obreros del mundo a unirse. La base material para esa exhortación fue el hecho de que el capitalismo no solo había dado a luz la época de las naciones y estado-naciones modernas sino también la existencia de un mercado mundial; y que el proletariado era una sola clase internacional y que tenía que superar la división en naciones, así como en clases, para llegar a un mundo sin antagonismos entre la gente.
A finales del siglo 19, el monopolio había llegado a dominar a los países capitalistas avanzados, y los capitales bancario e industrial se habían combinado para formar enormes bloques financieros; esas naciones no solo exportaban bienes a las naciones menos desarrolladas sino que empezaban a exportar el propio capital. Construían fábricas y ferrocarriles en esos países y los incorporaban a la “vida moderna” de una manera nueva. La contienda entre las grandes potencias por esferas de influencia intensificó, al igual que el militarismo y la guerra para respaldarla; todo eso ha continuado e intensificado hasta la fecha, por medio de dos guerras mundiales —¡en las que murieron más de 60 millones de personas!— y el triunfo de Estados Unidos contra la Unión Soviética en la llamada guerra fría. Hoy, más que nunca, el carácter de la producción es internacional; pero la propiedad, el control y la organización del capital aún están anclados en naciones separadas y en contienda, y estas naciones aún están divididas básicamente entre oprimidas y opresoras.
Las naciones opresoras como Estados Unidos no simplemente saquean a naciones oprimidas como México. Más bien, integran estrechamente toda la economía de una nación oprimida al proceso de acumulación imperialista de una manera subordinada, tergiversada y desarticulada al servicio de ese proceso. Las crisis hoy se manifiestan en intensos conflictos geopolíticos sobre el reparto del mundo entre las potencias imperialistas, conflictos que pueden estallar y han estallado en conflagraciones—como las dos guerras mundiales. Estas guerras presentaron crecientes oportunidades para la revolución... aunque si uno fuera empirista o positivista, parecería todo lo contrario, ya que cuando estalló la I Guerra Mundial, por ejemplo, casi todo el movimiento socialista mundial, con la importante excepción de los bolcheviques bajo la dirección de Lenin, y unas cuantas otras fuerzas, se derrumbó en traición.
Al mismo tiempo, estas guerras desempeñaban el papel de “crisis clásicas” del capitalismo: la destrucción del viejo marco de acumulación capitalista, que se había vuelto una traba, y el desarrollo de uno nuevo. Avakian dirigió en la profundización del análisis de Lenin sobre el imperialismo y el modelo que acabo de describir también rompió con lo que había venido a ser la línea dominante del movimiento comunista: que el imperialismo estaba en una crisis general y se iba directamente hacia el derrumbe.
Sobre esa base, Avakian desarrolló el principio de que la lucha de clases en un país dado la determina más la situación internacional que el desenvolvimiento de las contradicciones en ese país apartado o divorciado de ese contexto. La situación revolucionaria que le permitió a Lenin dirigir a los bolcheviques a conquistar el poder surgió de la coyuntura internacional de la guerra mundial que afectó de una manera radical a la situación en Rusia y permitió que se abriera paso; el internacionalismo de Lenin y su conocimiento cualitativamente más profundo del materialismo y la dialéctica le permitieron ver esa posibilidad cuando, por lo menos al principio, todos los demás dirigentes se opusieron a la idea de aprehender el momento y hacer la revolución. Asimismo, la Revolución China se dio en un contexto internacional específico de la II Guerra Mundial y la invasión del Japón.
Ahora bien, uno podría distorsionar eso para decir que no se puede hacer nada si la “correlación de fuerzas” internacional es desfavorable. Eso no es cierto, y las revoluciones, o incluso las tentativas de hacer la revolución, en países específicos pueden afectar la correlación de fuerzas de una manera radical. Pero se está desenvolviendo en un contexto internacional, y hay que entender la dinámica a ese nivel; el “conjunto” del sistema imperialista es más que la suma de las naciones separadas que conforman las partes individuales.
Así que no es posible entenderlo desde la perspectiva de “mi país hacia fuera” y, de hecho, verlo de esa manera es otro ejemplo del positivismo. Tampoco se puede ver al internacionalismo como algo que se “extiende” a otros países; el mundo entero tiene que ser el punto de partida. Hay que ver la revolución en “su” país como parte de la revolución mundial. Los comunistas NO representan a esta o aquella nación; (se supone que) nuestro objetivo es la eliminación de todas las naciones, aunque sabemos que vamos a tener que “bregar” con un mundo en el que las naciones existirán por mucho tiempo, aun naciones socialistas, y todo un período en el que primero habrá que lograr la igualdad de las naciones para poder superarlas. Pero durante todo ese período, el movimiento comunista debe “tener en la mira” la meta de una comunidad mundial de la humanidad, y relacionar todo lo que hace a eso.
Irónicamente, si uno lo abarca desde el punto de vista de “mi país hacia fuera”, perderá las verdaderas posibilidades revolucionarias en el país en el que uno se encuentra. No captará cómo trastornos inesperados en esta o aquella parte del mundo, o en este o aquél aspecto del sistema, pueden plantear oportunidades que se pueden asir. Se quedará sin litoral mental, por decirlo así, sumido en el nacionalismo, y será incapaz de ver la base para librar una lucha triunfante por la liberación nacional. Y esa mentalidad sin litoral ha sido un factor que ha llevado al conservadurismo y, aun peor, a la capitulación en tiempos de grandes peligros... pero que eran también tiempos de grandes posibilidades para avances revolucionarios.
Todo ese enfoque equivocado se consolidó en el contexto de una situación en que la Unión Soviética se encontraba rodeada de potencias imperialistas antagónicas que la querían estrangular, y cuyo punto culminante fue el ataque nazi que cobró más de 20 millones de vidas soviéticas. La defensa del primer estado socialista era una verdadera necesidad. Pero esa defensa existía en contradicción con la necesidad de hacer avanzar al mismo tiempo la revolución en otros países, y con relación a la misma. Como no reconoció o negó la existencia de esa contradicción, la Unión Soviética muy a menudo sacrificó, o intentó sacrificar, la lucha revolucionaria en esos países en beneficio de su propia defensa. Y, hay que decirlo, en Mao persistió ese mismo punto ciego. Si no se reconoce que eso es una contradicción, y si no se aborda eso a partir del hecho fundamental de que el imperialismo ha integrado al mundo entero en uno solo y que el proceso revolucionario es un proceso integrado mundial —a pesar de que los diferentes países tienen sus propias revoluciones diferenciadas, aunque relacionadas—, no se tendrá la posibilidad de resolver esto.
Avakian de ninguna forma ha sido simplista o escolástico en sus críticas; ha insistido en un pleno reconocimiento de los serios retos ante los estados socialistas. Pero sobre esa base estudió lo que pensaban que hacían y por qué, e hizo una crítica penetrante de su concepción teórica.
Como parte de eso, Bob Avakian desarrolló el principio de que el proletariado en el poder “tiene que poner ante todo el avance de la revolución mundial, aun por encima del avance de la revolución en el país particular, y construir el estado socialista ante todo como una base de apoyo para la revolución mundial”. Además, y de mucha importancia, formuló el principio de que los revolucionarios tienen que, al mismo tiempo, buscar hacer los mayores avances posibles en la construcción del movimiento revolucionario y prepararse para la situación revolucionaria en todos los países, mientras que están atentos también “a situaciones concretas que en cierto momento se vuelven puntos de concentración de las contradicciones mundiales y posibles eslabones débiles... y por tanto donde, de manera concentrada, el proletariado internacional debería enfocar especialmente su atención y energía”. Aquí quisiera recomendar varias obras en que se aborda este principio a profundidad: ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica1 .
Además de eso, Avakian defendió y profundizó la concepción de Lenin de que la división del mundo entre potencias imperialistas y naciones oprimidas había generado en las potencias imperialistas un sector de la clase obrera, y un sector aun mayor de la clase media, que no solo se beneficiaba materialmente del parasitismo y saqueo del imperialismo, sino que llegó a identificarse con sus amos imperialistas. Él siguió la lógica de Lenin sobre la necesidad de basarse en los sectores de las masas que no se benefician tanto o que están, en todo caso, más dispuestos a oponerse al imperialismo. Eso quiere decir que los comunistas tienen que estar dispuestos a tomar posiciones que no son populares e ir contra la corriente del chovinismo nacional en los países imperialistas — aunque esta tenga la forma de repugnantes brotes de chovinismo pro-estadounidense o la forma igualmente mortífera de complicidad pasiva.
1. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, número 50 de la revista Revolución, enero de 1982, próximo a salir en revcom.us, y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica, en Obrero Revolucionario, Nos. 316-317, 5 y 12 de agosto de 1985, próximo a salir en revcom.us. [back]
LA SEMANA ENTRANTE: PARTE IV: LA NUEVA SÍNTESIS: IMPLICACIONES POLÍTICAS – DICTADURA Y DEMOCRACIA
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