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Revolución #133, 22 de junio de 2008
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Entrevista al escritor Douglas A. Blackmon
La esclavitud con otro nombre
La re-esclavización de los negros norteamericanos, de la guerra de Secesión a la II Guerra Mundial
Una nota sobre la entrevista:
A continuación publicamos la entrevista cortesía del programa radial “Beneath the Surface” de Michael Slate, KPFK, Los Ángeles. El autor expresa sus propias opiniones, naturalmente, y no es responsable de las ideas que aparecen en otras partes de este periódico.
El nuevo libro de Douglas A. Blackmon, Slavery by Another Name — The Re-Enslavement of Black Americans from the Civil War to World War II, (La esclavitud con otro nombre — La re-esclavización de los negros norteamericanos, de la guerra de Secesión a la II Guerra Mundial) (Doubleday, 2008) desentierra los feos capítulos de la historia estadounidense que han estado enterrados por décadas. Con detalles gráficos y verídicos, este poderoso libro ilumina cómo se usó de manera generalizada los trabajos forzados después de la guerra de Secesión, y cómo representó una nueva forma de esclavitud que incorporó muchas de las mismas condiciones infrahumanas de confinamiento brutal tales como grilletes, latigazos, atar de pies y manos, y tortura con agua.
Blackmon, el encargado de la oficina de Atlanta del Wall Street Journal, ha escrito sobre la raza y especialmente la interpenetración de la riqueza, las conductas de las corporaciones y la segregación. En 2000, la Asociación Nacional de Periodistas Negros reconoció las historias de Blackmon que revelan el papel secreto de la J. P. Morgan & Co. durante los años 60, de canalizar fondos entre los acaudalados supremacistas blancos del Norte y los segregacionistas que combatían al movimiento de derechos civiles del Sur.
El 6 de mayo, Michael Slate entrevistó a Blackmon en el programa “Beneath the Surface”, de la emisora KPFK de Los Ángeles, 90.7 (que se transmite todos los martes de 5 a 6 pm hora del Pacífico en kpfk.org). Se publica la transcripción de la entrevista en dos partes en nuestra versión impresa. A continuación la primera parte.
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MICHAEL SLATE: Al final de tu libro dices que el período que transcurrió entre la traición de la Reconstrucción, la destrucción de la Reconstrucción y la II Guerra Mundial y quizá más allá de esa guerra hasta los años 50 no debería llamarse la era de Jim Crow, sino más bien la “época de la neo-esclavitud”. ¿Podrías explicar eso?
DOUGLAS BLACKMON: Por supuesto. Hay dos puntos que realmente enfatizo en mi libro: el primero, así lo espero, es la ilustración de que este período de la historia, que comienza a fines del siglo 19, y que continúa hasta la II Guerra Mundial, ocurrió en un país en el que hemos compartido una especie de amnesia colectiva, o por lo menos una minimización de la realidad de los afroamericanos a lo largo del Sur del país. Un aspecto de esa minimización de las ofensas de este período, ha sido la de llamar a esa era la era de Jim Crow. Ahora bien, yo no creo que esa era la intención, pero en retrospectiva, para mí, esto me parece muy claro. Jim Crow fue un personaje que fue interpretado en el comienzo por un actor que aparecía con la cara pintada de negro y que actuaba en una manera que era expresamente creada para denigrar a los norteamericanos negros. Antes de la guerra de Secesión esa era una forma increíblemente popular de entretenimiento.
Después de la guerra de Secesión, Jim Crow llegó a caracterizar el entretenimiento de esa era y el simbolismo de los negros del Sur. Yo lo asemejo a llamar la era de los años 30 en Alemania la era del más popular comediante anti-semita de la época. Pienso que todos consideraríamos tal denominación de ese período de la historia como sumamente ofensiva. La realidad de las cosas que muestra el libro es que, en los hechos, desde los comienzos del siglo 20, surgió una nueva forma de trabajo forzado para cientos de miles de personas y de terror para cientos de miles de otras personas en el Sur del país. Yo lo llamo neo-esclavitud, y así debería ser llamada esta época, porque eso fue en realidad, la época de la neo-esclavitud.
SLATE: Yo he estudiado ese período hasta cierto punto y tengo una impresión general de lo que sucedió después de la guerra de Secesión, después de que la Confederación fue derrotada. Tú delineas una sensación de libertad cuando te refieres a eso en el libro, pero cuando hablas de la época de la neo-esclavitud, te refieres en realidad a una época de esclavitud totalmente nueva, que ocurrió después de la Reconstrucción, ¿no es verdad?
BLACKMON: Sí. Después de la guerra de Secesión, los afroamericanos, en gran número, a través de todo el Sur, experimentaron un sentimiento de emancipación. No fue así cómo realmente sucedió. Fueron tiempos difíciles y un mundo de pobreza y de privación de servicios así como grandes dificultades y antagonismos entre negros y blancos en esa época.
De manera que no fue una época perfecta. Eran tiempos en los que había cuatro millones de negros, al fin de la guerra de Secesión en el Sur, y gran cantidad de ellos participaron en elecciones libres. A ellos se les había concedido derechos plenos como ciudadanos bajo la Enmienda XV de la Constitución. Tenían trabajo, poseían granjas, tenían diversas categorías de empleo. Como lo dije, era una época difícil, con mucha pobreza, pero existía una verdadera emancipación y libertad.
Pero lo que empezó a suceder en el Sur, particularmente después de que las tropas fueron retiradas en 1877, y sobre todo 15 años después cuando quedó muy claro que no había posibilidad de que los blancos del norte volvieran a enviar tropas para garantizar los derechos civiles a lo largo del Sur, los legisladores de cada uno de los estados promulgaron leyes para criminalizar la vida de los negros. Estos se vieron en una situación en que era imposible no estar en violación de una leve infracción casi en todo momento. La infracción aplicada más frecuentemente era cuando no se podía probar empleo. De modo que se usaron las leyes contra el vagabundeo para encarcelar a miles de negros, al mismo tiempo que miles de blancos que pudieron ser arrestados por el mismo motivo no lo fueron sino raramente. Una vez bajo detención, el sistema jurídico había sido reestructurado de tal manera de coaccionar a grandes grupos de hombres a trabajar en empresas comerciales en trabajados forzados con la venia del sistema jurídico. Miles de personas vivían con el temor de que algo semejante les pasaría a ellos y esa era una parte de cómo los intimidaban a fin de obligarlos a aceptar otras clases de trabajo forzado, como la aparcería, el arrendamiento de tierras y muchas cosas más.
SLATE: Por favor, déle al público una visión panorámica de todo esto, porque en el libro te concentras en Alabama, y me gustó la manera en que lo haces. Pienso que esa manera de enfocar el problema es muy poderosa, la manera cómo buscas al personaje que se desenvuelve en el tiempo, cómo fue su vida, de dónde vino, qué le pasó y cuál fue su vida antes de eso, quiénes fueron sus antepasados, y cuál es su destino, todo eso en una manera fluida. Aun cuando esto ocurre en Alabama predominantemente, el radio de acción era inmenso, tanto por el número de personas envueltas como por la vastedad de su ocurrencia en el Sur.
BLACKMON: Este fue un fenómeno de que para comienzos del siglo 20, en efecto en 1901, todos los estados del Sur habían privado de derechos a virtualmente todos los afroamericanos. Básicamente no había ninguna participación electoral significativa de los negros en el Sur a partir de 1901. Cada estado del Sur tenía su propia versión de estas leyes con que detener a cualquier negro que no viviese bajo el control explícito y la protección de un blanco. Y cada estado sureño, en una manera u otra, había adoptado la práctica de arrendar a las personas a las empresas comerciales para realizar trabajos forzados, por períodos de uno o dos años y aún más, en lugar de enviarlos a prisión por pequeños o aun ficticios crímenes. Alabama fue el estado donde este sistema duró más tiempo, y en la manera más explícita, y fue el sistema más perfeccionado en cuanto a la participación de cada gobierno cantonal y el enorme número de afroamericanos que fueron contratados en arriendo por el estado. En Alabama se calcula que por lo menos 100 mil hombres afroamericanos, entre las décadas de 1890 y 1930, fueron contratados en arriendo o vendidos por el estado de Alabama a las minas de carbón y de hierro, los aserraderos, los campamentos de tala de los bosques, las plantaciones de algodón y las destilerías de trementina, a lo largo del estado.
Había por lo menos otros 100 mil, y quizá más, pues la documentación está incompleta, pero por lo menos 100 mil más solo en Alabama, que fueron dados en arriendo por las cortes locales, por decisión de un juez del condado, en cooperación con el alguacil local, después de acorralar a los detenidos y enviarlos a la cárcel del condado. Obligaron a la fuerza a por lo menos 200 mil y más, probablemente más de 250 mil a 300 mil afroamericanos, solamente en Alabama, a entrar en ese sistema, de maneras muy informales. Existe muy buena documentación de los miles de negros que murieron bajo esas circunstancias en ese período. En mi libro yo documento las historias de hombres como Jonathon Davis, que en el otoño de 1901 dejó su algodonal para tratar de ir a la casa de sus suegros, donde su esposa se encontraba enferma; a pesar de los cuidados que le brindaron, falleció. Él trató de ir a ver a su esposa antes de que muriera. En el camino a verla en el pueblo situado a 15 ó 20 millas, lo abordó un alguacil, quien básicamente lo secuestró y unos días más tarde lo vendió a un granjero blanco por 45 dólares. En mi libro relato docenas de casos similares. Está muy claro que este tipo de secuestros ocurrieron cientos y cientos de veces a otros afroamericanos. Repito, esto es solo en Alabama, y hay evidencia que lo mismo ocurrió en otros estados sureños. De manera que no me cabe la menor duda de que cientos de miles de afroamericanos tuvieran estas experiencias y millones de ellos vivieron una forma de este terror personalmente o que este afectara a sus familiares.
SLATE: Cuando hablas de la re-esclavización, la gente podría tener una reacción de incredulidad: “Espera un momento, ¿era tan mala como la esclavitud inicial?” ¿Podrías darle a la gente un sentido de las condiciones que has documentado? Pues, de veras, eran horripilantes.
BLACKMON: Green Cottenham, el personaje al que te referiste, y alrededor de quien el libro se teje, su esposa y la familia de esclavos y descendientes de esclavos de los cuales viene él. Y lo que ocurrió en el curso de esta resurrección de la esclavitud, y cómo esta empezó a entrometerse en la vida de los ex esclavos y de sus descendientes, y cómo Green Cottenham llega al delta a comienzos del siglo 20, y es detenido en Columbiana, Alabama, en las afueras de la terminal del tren, donde, en una manera muy espuria, es decir, acusándolo de violación de una regla de menor envergadura, y más tarde acusado de violar otra ley menor, solo para hacerlo comparecer ante el juez tres días más tarde, y que el juez, para obviar la confusión, simplemente lo declara culpable de otra violación, vagancia, y lo obliga a pagar 10 dólares, y encima de eso le impone toda una serie de multas: una para el sherifato, una para el comisario que lo detuvo, los costos por su detención de tres días, multas para los testigos que declararon en contra suya, y lo peor es que al parecer ni siquiera hubo testigos. Todos estos costos eran equivalentes al salario anual de un trabajador agrícola afroamericano de esa época, una cantidad que Green Cottenham, un hombre afroamericano pobre y analfabeto no hubiera podido pagar en 1908.
De manera que a fin de pagar esas multas, según el sistema, lo dan en arriendo a la U.S. Steel Corporation, una compañía que todavía está en existencia, y lo obligan a trabajar en minas de carbón en el campo de Alabama, junto con mil negros más que hacen trabajos forzados. Estos hombres vivieron en condiciones inenarrables. Trabajaban la mayor parte del tiempo en las profundidades de las minas, parados en charcos de agua, agua pútrida y mal oliente, filtrada de la profundidad de la tierra. Estaban obligados a permanecer de pie en esos charcos y a falta de otra agua, se veían obligados a beber esa agua. Tenían que desenvolverse en esas condiciones increíbles, apretujadas. El que no llegaba a extraer un mínimo de ocho toneladas de carbón al día, era sometido a azotes al fin de la jornada y si todavía no lograba hacerlo una y otra vez, también era azotado al comienzo de la jornada.
Los hombres empezaban a trabajar antes del alba. Salían de la mina a la noche. Vivían constantemente en la oscuridad en esas circunstancias espeluznantes. Carecían básicamente de cuidado medico. Estaban atacados por oleadas de disentería, tuberculosis y otras enfermedades, y así fue, como por fin, en agosto de 1908, Green Cottenham sucumbió a una de esas epidemias cinco meses después de su encarcelamiento.
Y esas condiciones y otras inclusive peores, fueron increíblemente comunes en los campos de trabajos forzados que entonces se habían proliferado en el Sur profundo.
SLATE: Una de las más terribles ironías que sacas a relucir en el libro es que en los comienzos de la esclavitud, un amo estaba un poco más renuente a matar directamente a un esclavo, porque tenía mucho más invertido en este. En la neo-esclavitud, podían ejercer en esa forma su dominio de terror sobre la masa de trabajadores forzados, pues la desaparición de un esclavo no tenía consecuencia alguna.
BLACKMON: Tienes razón. Antes de la guerra de Secesión, en el esclavismo que todos conocemos bien, o cuando menos lo que consideramos que conocemos bien, en ese sistema, por terrible que fuera, la esclavitud de la pre-guerra, sobre la cual no quiero minimizar, pero por lo menos los incentivos económicos de esa época explícitamente consideraban la preservación de los esclavos, pues el amo había invertido cantidades apreciables de dinero para su adquisición. También trataban de que el esclavo viviese por largos años, a fin de beneficiarse de su productividad como mano de obra, y también para que pudieran procrear y tener descendencia, a fin de tener más esclavos y así aumentar el valor de los bienes de su hacienda. El número de esclavos era el factor económico principal en el valor de la hacienda en la esclavitud de la preguerra. Existía también un sentido en las creencias religiosas que predominaban en esos tiempos, de que dios había ordenado la esclavitud, pero que no obstante los blancos tenían cierta obligación de cuidar a los miembros de esta especie inferior, y de costumbre a los blancos se les enseñaba esta idea cada domingo por la mañana.
Bien, en la nueva esclavitud que emergió después de la guerra de Secesión —en realidad tiene sus comienzos con un experimento con la esclavitud en la industria que se había iniciado en el Sur profundo poco antes de la guerra de Secesión cuando un pequeño número de industriales empezó a utilizar a esclavos negros en fundiciones, aserraderos, minas de carbón y otras actividades similares. Esto resultó sumamente rentable para los amos de esclavos antes de la guerra de Secesión. Y aprendieron que una de las razones para la alta rentabilidad se debía al hecho de que cuando al trabajador se le separa de su familia y se tiene en cuenta que al hacerlo, la empresa recibe el fruto de su inversión en unos cuatro o cinco años de trabajo extremadamente intenso, mas allá de la capacidad humana, pues se pueden obtener ganancias en un período relativamente corto. Y si ellos mueren, o literalmente trabajan hasta caer muertos, eso se consideraba como una ganga, en la ecuación económica de la esclavitud en la industria.
Bueno, ese proceso se detuvo gracias a la guerra de Secesión. Pero después de la guerra, algunos de los mismos hombres fueron los líderes de la recreación o reimplantación de este nuevo tipo de neo-esclavitud después de la guerra de Secesión. Esto se expandió en forma endémica como un tumor maligno a lo largo del Sur al final del siglo 19 hasta el siglo 20, esta vez en una forma de esclavitud mucho más brutal y dura que la esclavitud inicial. La presencia de la mujer no era prominente. Esto fue focalizado en los jóvenes negros. De costumbre, a ellos los hacían trabajar hasta que cayesen muertos, o los ponían en trabajos donde la muerte era posible o probable. Debido a que su costo de adquisición a través del sistema jurídico era tan bajo, mediante una farsa de mecanismos jurídicos que se desarrollaron para alimentar este tráfico de seres humanos, no había incentivos para protegerlos en absoluto, y raras veces les protegían.
La semana entrante: Parte 2: La neo-esclavitud y el
crecimiento del capitalismo estadounidense
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