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Revolución #133, 22 de junio de 2008

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La nueva concepción de la revolución y el comunismo

¿QUÉ ES LA NUEVA SÍNTESIS DE BOB AVAKIAN?

Parte V: Implicaciones estratégicas — Hacer la revolución

A continuación presentamos la quinta y última parte del texto de un discurso pronunciado en varios lugares del país esta primavera. Se han hecho leves cambios en preparación para su publicación. Revolución publicó la charla en cinco entregas. Texto íntegro del discurso

Esta es una visión increíblemente inspiradora de una sociedad diferente, una sociedad en la que la abrumadora mayoría de la gente de veras quisiera vivir.

¿Pero cómo vamos a llegar a esa sociedad? Eso me lleva a la última parte de esta presentación, el problema de la estrategia para la revolución — particularmente en los países imperialistas. Una vez más, ahora solo puedo esbozar unos conceptos claves, y esta será aún más condensada que la primera parte de la presentación.

Para empezar, la revolución es una cosa muy seria. En un país como este, solo se puede hacer una revolución cuando toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, y junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y resueltas a luchar por él. Una vanguardia tiene que orientar todo lo que hace hacia llegar a esa posición —medir todo lo que hace con relación a eso— todo lo que hace tiene que ver con la revolución. Cualquier meta que no esté a la altura de eso no sirve, y llevará a la capitulación.

Lo objetivo, lo subjetivo…
y acelerar mientras que
se aguarda

Pero repito, ¿cómo vamos a llegar a tal situación? Un concepto importante que viene al caso es lo que se llama científicamente la “relación entre el factor objetivo y el factor subjetivo”. El factor objetivo incluye las condiciones materiales de la sociedad y su dinámica subyacente; las grandes corrientes políticas e ideológicas que se arremolinan —en cierto sentido de forma autónoma— en torno a eso; las direcciones (contradictorias) en que todo eso se desenvuelve y cambia; el estado de ánimo, los sentimientos y las ideas de diferentes sectores de la población; etc. El factor subjetivo se refiere a aquellos que quieren cambiar todo eso; a menudo se refiere al partido, pero a veces puede referirse al movimiento más amplio, según el contexto.

Ahora bien, esa es una relación dialéctica: lo objetivo y lo subjetivo son distintos, pero se influyen y se transforman mutuamente. El factor objetivo es como la cancha en la que se está jugando el partido, y en un sentido general establece las pautas y el marco. Pero no es una cancha fija ni determinada, sino que está cambiando constantemente, y el factor subjetivo puede influenciar al factor objetivo. Además, a veces el partido mismo es una parte importante de la situación objetiva: puede que esté dirigiendo una lucha importante, en otras palabras, que sea blanco de ataques o tenga un enorme impacto con alguna iniciativa ideológica. Y por eso, la gente estará hablando del partido, así que el factor subjetivo será parte del factor objetivo. Al mismo tiempo, el factor objetivo penetra en el factor subjetivo: al partido lo influencian de diferentes maneras el estado de ánimo y el pensamiento de las masas y de quienes se acercan al partido, trabajan con él y que se hacen militantes.

Sin embargo, la opinión común de nuestro movimiento ha sido levantar un muro de ladrillos conceptual entre estos dos factores y adoptar una actitud pasiva hacia el factor objetivo — de reducir el trabajo comunista a lanzar iniciativas que básicamente reflejan lo que las masas ya están haciendo o ya están dispuestas a hacer y a “organizarlas”. Ese punto de vista no les plantea ningún reto ideológico, salvo “entrarle a la lucha” que está en marcha. Bob Avakian ha identificado el “realismo determinista” que está al fondo de esto — la idea de que la situación existente determina muy estrechamente y limita los parámetros del trabajo revolucionario y la suposición de que esa situación continuará por un tiempo indefinido en la misma dirección, sin rupturas radicales o cambios repentinos, sin que nada la afecte, y sin la posibilidad de que las contradicciones existentes produzcan cosas nuevas de maneras inesperadas.

Pero la verdad es que la realidad rebosa de contradicciones y la historia, al igual que la naturaleza, está repleta de saltos repentinos. Por eso, las iniciativas muy audaces que emprende el factor subjetivo (con tal que se basen en la verdadera dinámica de la realidad material) pueden tener un efecto electrizante y galvanizante; pueden “cambiar el juego”, para usar un cliché muy trillado pero de todos modos expresivo. Ese punto de vista determinista no es sensible ni está al tanto de los acontecimientos que tienen posibilidades de cambiar la ecuación general — según sean las acciones de la vanguardia.

Ahora bien, la revolución no se iniciará con puras ganas y mucha voluntad. Eso te llevará, y llevará a las masas también, a una situación muy mala. Pero, en la inmensa mayoría de los casos, la principal tendencia en los países imperialistas ha sido abandonar en los hechos, si no de palabra, la revolución, y no comprender a fondo e incluso oponerse al gran dinamismo en potencia del factor subjetivo, o de la conciencia.

Sobre la base de entender correcta y profundamente esta contradicción, Bob Avakian ha adaptado un concepto de Mao —acelerar el desarrollo de la revolución, mientras que se aguarda el surgimiento de acontecimientos favorables en la situación objetiva— es decir, esos momentos en que todo se pone en juego. Pero ese concepto es dialéctico y no mecánico: se está trabajando sobre las condiciones con la expectativa y el entendimiento de que ese trabajo llegará a ser parte de prepararse para importantes cambios en la situación objetiva, además de ser parte de gestar y, hasta donde sea posible, modelar esos cambios cuando se presenten. Se trata de esforzarse contra los límites, esforzarse contra el marco, y de hacerlo consciente de que las agudas contradicciones de este sistema se manifiestan desde muchas direcciones diferentes e inesperadas. Para citar otra vez a la reciente charla Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:

[A]unque los cambios en lo que es objetivo para nosotros no se darán entera, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro “trabajo” para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro “trabajo” para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y —en conjunción con una “mezcla” y como parte de ella, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde su propio punto de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso1.

Así que, el que uno asuma esta línea y orientación de “acelerar mientras que se aguarda” —o no— no es simplemente una cuestión moral; tiene todo que ver con que siquiera se presentará una situación revolucionaria y, para decirlo francamente, si uno siquiera tendrá la orientación o la capacidad de reconocer esa posibilidad.

A la luz de eso —y todo lo que hemos repasado hoy— lo que sigue (también de la primera parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad) es uno de los pasajes más importantes de toda la obra de Bob Avakian. Tiene muchos términos científicos, muchos de los cuales que ya mencioné; pero para adentrarnos en eso, deben saber primero que en la filosofía el término “necesidad” se refiere a la realidad objetiva en un momento determinado —las direcciones contradictorias en que las cosas se mueven y se desarrollan, y las limitaciones a ese desarrollo y los posibles rumbos que tome—, y que el término “superestructura” se refiere a las instituciones políticas, la cultura, las ideas y otros aspectos de la sociedad, a diferencia de las relaciones de producción.

Veamos lo que escribe Avakian:

Pero fundamentalmente (y, se podría decir, debajo de todo esto) la libertad sí radica en el reconocimiento y la transformación de la necesidad. Lo importante es que ese reconocimiento y la capacidad de llevar a cabo esa transformación se dé a través de diferentes “canales”, y no está ligada de una manera positivista o reduccionista o lineal a la manera en que se presentan, en un momento dado, las principales contradicciones sociales. Si así fuera —o si así lo abordáramos—, liquidaríamos el papel del arte y de buena parte de la superestructura en general. ¿Por qué libramos batallas en la esfera de la moral? Porque en la superestructura hay iniciativa y autonomía relativas. Y cuanto más se le dé expresión correcta a eso, tanto mejor será la situación, en cuanto a la clase de sociedad que tengamos en un momento dado así como en términos de nuestra capacidad de reconocer la necesidad y llevar a cabo la lucha por transformar la necesidad2.

El qué hacerismo enriquecido

Esto es un aspecto clave del concepto estratégico muy importante del “qué hacerismo enriquecido”. Y esto también choca contra una tradición del movimiento comunista que se llama “economicismo”. En un principio, el economicismo se refería a limitar la atención de los trabajadores a la lucha en torno a salarios, condiciones de trabajo, sindicatos y así sucesivamente, pero ha llegado a abarcar cualquier estrategia que se enfoca en movilizar a las masas a luchar por “resultados palpables”. En realidad nadie admite que no quiere llevar el comunismo a las masas; simplemente se dice que “este no es el momento”, y que “la lucha por las reivindicaciones inmediatas es la mejor manera de llegar a la posición de hacer eso... más adelante”.

Hace más de 100 años, Lenin criticó ese mismo punto de vista en su obra pionera ¿Qué hacer? Señaló que el comunismo es una ciencia que se desarrolló fuera del proletariado y que hay que llevarlo al proletariado desde afuera; que los comunistas deben ser tribunos del pueblo que pueden aprovechar todo acontecimiento importante para plantear ante todos sus convicciones comunistas, y contrapuso eso a la mentalidad del secretario sindical, que dirige luchas en torno a las necesidades inmediatas de sus miembros; y dijo que para llevar a cabo esa y las muchas otras tareas necesarias para una revolución, se necesita un partido de vanguardia, compuesto de proletarios y gente de otras capas que hacen suya la concepción del mundo comunista y se dedican a la causa comunista.

Hoy, todo eso sigue siendo muy polémico. Y hoy lo que está en juego en esta lucha es: si se va a dirigir a las masas a ser los emancipadores conscientes de la humanidad, o, al contrario, si se les va a tratar como soldados rasos a quienes dar ideas simplonas mientras que en esencia los gobiernan aquellos que han recibido una formación para trabajar en la esfera de las ideas. Hablamos antes de eso, con relación a la dictadura del proletariado, pero es algo que se manifiesta agudamente hoy mismo.

Miren: para hacerse un emancipador de la humanidad, se necesita hacer una enorme ruptura y no se puede hacer eso sin dirección. Repito, la gente no puede tomar una iniciativa consciente para cambiar al mundo si no sabe cómo el mundo funciona; eso requiere ciencia y hay que obtener esa ciencia de quienes han tenido la oportunidad de estudiarla. Sin eso —sin una vanguardia verdaderamente merecedora del nombre—, la revolución comunista nunca se dará. Y darles ideas simplonas a las masas mientras que uno mismo tiene lo que un camarada llamaba “un templo de conocimientos secretos” —y hacerlo a nombre de “las masas”— sería peor que despreciable, si no fuera tan destructivo, peligroso y omnipresente.

Ahora bien, a esto lo llamamos el qué hacerismo “enriquecido” porque, además de rescatar y revivir los principios cruciales desarrollados por Lenin, Avakian ha recalcado la importancia de capacitar a las masas para bregar con todas las esferas de la sociedad con la orientación de conocer el mundo para transformarlo, así como la necesidad de “ir eliminando”, en la medida posible, las barreras que impiden bregar de esa manera; y, lo que es de gran importancia crítica, ha recalcado la importancia de promover audazmente el comunismo y plantear ante las masas los mayores problemas de la revolución, los problemas de los que hemos estado hablando hoy.

El qué hacerismo enriquecido es todo un conjunto, y no se puede reducir a una sola forma de actividad; para entender eso más a fondo, recomiendo firmemente que estudien la segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad. Sin embargo, helo aquí en pocas palabras: a partir de la orientación de acelerar mientras que se aguarda una situación revolucionaria, abarca el papel central del periódico revolucionario; la necesidad de propagar el comunismo audazmente en todo lo que hacemos; la importancia de promover las obras de Bob Avakian; la necesidad de organizar a la gente en torno a la consigna: “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”, difundir la revolución y forjar resistencia a las formas principales en que el sistema ataca a las masas; el reclutamiento al partido; y las iniciativas políticas en torno a las “fallas sísmicas” sociales que en un momento determinado concentran las contradicciones sociales importantes, como la lucha para sacar corriendo al gobierno de Bush.

La orientación estratégica del Frente Único Bajo Dirección Proletaria también es muy importante: es tanto una orientación como un método, un enfoque estratégico para realinear a las diferentes fuerzas de clase de tal manera que la meta de la revolución y el punto de vista comunista revolucionario de que hablamos hoy se pongan en primer plano y se establezcan en la posición dirigente. Eso se lleva a cabo a través de un proceso complejo que llamamos unidad-lucha-unidad: o sea, forjar unidad con personas de diversas capas sociales y puntos de vista en torno a problemas sociales importantes, tanto las “fallas sísmicas” críticas del sistema como una amplia gama de otros problemas; dentro de esa unidad bregar sobre cuestiones de cómo ver al mundo, en los frentes ideológico y político; y mediante ese proceso de lucha seria, desarrollar esa unidad a un nivel más alto y más fundamentado. En todo esto, nuestra meta es repolarizar la situación política: superar las divisiones y la falta de unidad y de confianza, y dirigir el frente único que se necesitará no solamente para hacer la revolución, sino para avanzar hasta llegar a la sociedad comunista.

A la luz de todo eso, quiero llamar la atención al libro Away With All Gods! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (¡Abajo todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo), que se publicará oficialmente el mes entrante pero que está a la venta aquí, y que cuestiona de manera muy poderosa la religión y las maneras en que las creencias religiosas son una traba para la gente. Distribuir este libro muy audazmente es un ejemplo perfecto de retar a la gente a romper con la esclavitud mental y a hacerse emancipadores de la humanidad.

“Sobre la posibilidad
de la revolución”

Por último, es importante tocar una pregunta muy grande: ¿es posible ganar en un país como este? Con respecto a esto, quiero leer un corto pasaje del muy importante artículo que salió en nuestro periódico “Sobre la posibilidad de la revolución”. El artículo dice:

El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’ — es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto — de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.

Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:

“Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.

Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:

“La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas” (“Puntos esenciales” salió originalmente en Revolución #55, 30 de julio de 2006, y se publica como Apéndice en el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, p. 91).

Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:

“En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla o fundación —y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’)… podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente —y hay que desarrollarlas— como pistas separadas.

“La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.

“La segunda pista significa y en esencia es el desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.

Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención —ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos3.

Así que, en cuanto a ese problema enorme, de ganar cuando se presente el momento, recomiendo firmemente que consigan el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que contiene ese artículo, o que lo descarguen en línea de revcom.us y lo lean, artículo que se guía por el método de Bob Avakian.

Conclusión

Ese ha sido un esbozo de la nueva síntesis —una nueva concepción de la revolución y el comunismo, que apunta a una sociedad radicalmente diferente y, en última instancia, a un mundo comunista, sin explotación y sin relaciones opresivas entre la gente. Esa nueva síntesis ha “ideologizado” la revolución de regreso al escenario y representa objetivamente, como dice Avakian, “una fuente de esperanza y osadía sobre una base científica sólida”4.

Los que estamos aquí tenemos que asumir esta nueva síntesis en serio, adentrarnos en ella y convertirla en una fuerza ideológica y política poderosa para transformar el mundo, mientras que bregamos más plena y continuamente con la obra extensa, rica y en constante desarrollo, y el método y enfoque, que está forjando Bob Avakian.

Quisiera concluir leyendo un pasaje de la parte final del libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, que visualizael futuro comunista por el cual estamos luchando:

Hoy en día solo es posible conjeturar, y soñar, acerca de las manifestaciones que presentarán las contradicciones sociales en la sociedad comunista del futuro y cómo se resolverán. ¿Cómo se abordará el problema de combinar las fuerzas productivas avanzadas, que requieren un grado significativo de centralización, con la descentralización y la iniciativa local (y qué querrá decir “local”)? ¿Cómo se abordará en la sociedad comunista la cuestión de criar nuevas generaciones, lo que ahora se realiza de una forma atomizada y por medio de relaciones opresivas en la familia? ¿Cómo se le prestará atención al desarrollo de campos específicos de conocimiento o a proyectos que requieran concentración especial, sin convertirlos en el “coto especial” de ciertos individuos? ¿Cómo se manejará la contradicción entre habilitar a la población a adquirir destrezas y conocimientos versátiles y al mismo tiempo cumplir con la necesidad de cierto nivel de especialización? ¿Y qué de la relación entre iniciativas individuales e intereses personales por un lado y sus responsabilidades y contribuciones sociales por el otro? Parece que siempre será el caso que, con respecto a cualquier cuestión, o controversia, en particular, habrá un grupo —y como regla general será una minoría al principio— que la entenderá a un nivel más correcto y avanzado; pero ¿cómo se utilizará esto para el beneficio de todos y cómo se impedirá que se consoliden grupos en “defensa de sus propios intereses”? ¿Cuáles serán las relaciones entre diferentes partes y regiones del mundo —puesto que ya no existirán países— y qué tratamiento se le dará a las contradicciones entre lo que se podría llamar “comunidades locales” y las asociaciones de más alto nivel, hasta llegar al nivel mundial? ¿Qué significará en términos concretos ser ciudadanos del mundo, específicamente por lo que respecta a lugar de residencia, de trabajo, etc.—, se “alternará” de una parte del mundo a otra? Y, ¿cómo se tratará la cuestión de diversidad lingüística y cultural versus la unión mundial de la humanidad? ¿Y podrán creer los miembros de la sociedad comunista, aun con su conocimiento de la historia, que efectivamente existió una sociedad como esta que ahora nos aprisiona, y que para colmo se declaraba eterna y el máximo pináculo que la humanidad era capaz de alcanzar? Estos asuntos y muchísimos más hoy día solo pueden ser tema de especulación y de sueños; pero incluso plantear estas preguntas, e intentar visualizar cómo se abordarán en una sociedad donde las diferencias de clases, el antagonismo social y la dominación política ya no existan es en sí sumamente liberador para cualquiera que no tenga un interés creado en el orden actual5.

¿No es este un futuro para el cual vale la pena dedicar la vida?

¡Éntrale a la nueva síntesis! ¡Sé parte de emancipar a la humanidad!

 

1. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 40. En línea: revcom.us.[back]

2. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 11. En línea: revcom.us.[back]

3. “Sobre la posibilidad de la revolución”, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 80-81. En línea: revcom.us.[back]

4. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 37. En línea: revcom.us.[back]

5. Democracy: Can’t We Do Better Than That? (Chicago: Banner Press, 1986), p. 266.[back]

 

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