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Revolución #134, 29 de junio de 2008

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Un reto para el 4 de julio

En 1890 el ejército estadounidense masacró a 300 amerindios lakotas en Wounded Knee.

En 1945 Estados Unidos lanzó bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki que dejaron a más que 200.000 personas muertas.

En 1968 soldados estadounidenses masacraron a 400-500 aldeanos desarmados de Mi Lai, Vietnam.

En 2004 tropas estadounidenses sitiaron a la ciudad iraquí Faluya, y mataron a hasta 6.000 civiles iraquíes.

Los propios nombres de esos lugares: WOUNDED KNEE... HIROSHIMA...
MI LAI... FALUYA
.... representan para muchos la larga y sangrienta historia de Estados Unidos. Y hay muchas, muchas MÁS fechas, lugares y saldos de muertos… que se pueden añadir a esta lista.

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El 19 de noviembre de 2005 Eman Waleed, una niña de nueve años, estaba en casa con su familia en el pueblo iraquí Haditha cuando marines estadounidenses rompieron la puerta a patadas. “Los norteamericanos entraron en el dormitorio donde rezaba mi papá y lo mataron a tiros”, dijo a la BBC. “Fueron al dormitorio de mi abuelita y la mataron a ella también. Oí otra explosión. Tiraron una granada debajo de la cama de mi abuelito”.  De su familia, solamente Emam y su hermanito sobrevivieron. En la casa al lado los marines mataron a ocho personas, inclusive a cuatro niños. En otra casa soldados estadounidenses arrastraron a cuatro hombres a un armario y los balearon. Después de cinco horas de tal terror en Haditha, las tropas estadounidenses habían asesinado a 24 personas.

Tales crímenes de guerra no son una “aberración” ni un “incidente aislado”. La guerra estadounidense contra Irak se basó en mentiras descaradas. Esta es una guerra para fortalecer el imperio y la dominación estadounidenses. Y desde el comienzo, su naturaleza incluyó romper puertas a patadas, asesinar a gente, ataques aéreos contra aldeas, arrasar ciudades enteras, y torturar y matar a presos.

En un país, en solamente cinco años, piensen en toda la mortandad y destrucción social que ha causado Estados Unidos: más de un millón de iraquíes muertos. Cuatro millones expulsados de sus casas.

Piensen en cómo la naturaleza criminal de este SISTEMA se remonta a sus propias raíces: fundada en explotación, inclusive inmensas riquezas robadas del trabajo de millones y millones de africanos secuestrados de sus hogares, apiñados en barcos negreros, y forzados por el látigo a trabajar en las haciendas norteamericanas. El casi-genocidio de los amerindios. El crecimiento de este país “de mar a mar” por medio de una guerra de agresión que le robó a México vastas extensiones de su territorio.

Piensen en cómo a través de los siglos 19 y 20, antes de Irak y Afganistán, Estados Unidos invadió, colonizó, ocupó, saqueó y dominó a gente y países alrededor del mundo, como: México, las Filipinas, República Dominicana, Panamá, Corea, Vietnam, Haití y Somalia.

Hoy, Estados Unidos se sienta encima de un sistema global de capitalismo-imperialismo. Y el propio carácter y el funcionamiento de este SISTEMA traen guerra, muerte, hambre, brutalidad y humillación a la vasta mayoría de la humanidad alrededor del planeta. Y hay millones de víctimas de este sistema aquí mismo en las “entrañas de la bestia”.

El planeta entero ve cómo el gobierno estadounidense abandonó al pueblo de Nueva Orleáns antes y después del huracán Katrina y desde entonces. Miren cómo tachan a los inmigrantes de “criminales”, cazados y detenidos en redadas al estilo Gestapo en sus chambas y barrios. Miren cómo de rutina la policía de este sistema aporrea y mata al pueblo, especialmente a los jóvenes negros.

Este tinglado sangriento entero está protegido por la fuerza militar más poderosa y destructora en la historia. Un ejército nacido de la gran riqueza extraída por medio de la explotación en “su territorio nacional” y en todo el mundo. Un ejército con bases en 130 países. Un ejército que ha traído, y sigue trayendo, muchísimas muertes y destrucción alrededor del globo. Un ejército con miles de armas nucleares con que Estados Unidos tiene el poder de aniquilar a países enteros o hasta al mundo entero oprimiendo el botón nuclear.

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Este número de Revolución estará en circulación el 4 de julio, una fecha en que mucha gente, inclusive gente progresista, se pone sentimental con lo de la “promesa de América”. Muchos admitirán, o inclusive criticarán y se opondrán, a algunos de los crímenes y horrores que han cometido este país y su gobierno, y algunas de las formas en que este sistema capitalista-imperialista impulsado por ganancias explota a la gente con saña. Tal vez critiquen la represión cotidiana de esta sociedad y la hipocresía de los políticos de todo pelaje. Pero demasiadas personas aún volverán a la idea y aun se aferrarán a la idea de que esos horrores son anomalías, que son una desviación de la esencia y los “ideales democráticos” de la nación.

POR ESO VAMOS A PLANTEAR UN RETO. Haz girar un globo terráqueo. En cualquier lugar de América Latina, África, Asia o el Medio Oriente trata de hallar un lugar donde no encuentres una historia similar, o aun peor, de la brutalidad, asesinato y horror de Estados Unidos, a la cual hemos descrito aquí. Del centro de Asia al sur de África; de Centroamérica y el Caribe a Indonesia; del Congo al sudeste asiático… y más.

O escoge cualquier década de la historia de Estados Unidos en los últimos 100 años y busca un lapso de tiempo, unos 10 años, en que Estados Unidos NO haya matado al por mayor o patrocinado económica y políticamente el asesinato en masa (por medio de títeres o sustitutos), u ocupado e invadido a una nación oprimida. No creemos que lo puedan encontrar.

Si es así, ¿de veras puedes decirte (o a otros) que esta conducta repetida y recurrente NO es sistémica? ¿Puedes decirte que cada uno de estos cúmulos de horrores es una excepción, que una “sociedad fundamentalmente buena” se descarriló de su promesa y sus ideales esa única vez? Cuando las atrocidades son tan repetidas, tan generalizadas y, francamente, tan incomparables a escala global, ¿puedes decirte que NO hay un problema de raíz, de fondo, que impulsa esta locura?

¿O más bien no hay que confrontar la realidad, de lleno, y ponerse a analizar el problema… y a buscar la solución?

 

Nota a los/as lectores/as: Descargan e imprimen el afiche de la portada de este número, en revcom.us

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