Revolución #142, 7 de septiembre de 2008


De la campaña electoral:

Saddleback, Biden y los valores familiares tradicionales

La misión de Barack Obama de “unirnos todos” incluyó tres actos importantes en las últimas dos semanas, antes de su discurso de aceptación la noche del viernes 29 en el estadio Mile High.

Primero, el 16 de agosto, Obama participó en el primer intercambio entre los dos candidatos presidenciales en la Iglesia Saddleback en el condado de Orange. Participar en lo que fue, en esencia, el primer debate de las elecciones del 08 en la mega-iglesia de Rick Warren fue un paso importante por parte de Obama para abrazar y legitimar la imposición del fundamentalismo cristiano en todo rincón de la sociedad. Segundo, el sábado 24, Obama anunció que Joe Biden sería su compañero de fórmula. Por mucho tiempo un socio de peso de la clase dominante, Biden no solamente es un cómplice, sino un jugador importante en el desarrollo de la “guerra contra el terror”, una guerra por imperio que ha llevado un millón de muertes a Irak y derramamiento de sangre y sufrimiento a todo el Medio Oriente. Tercero, el discurso de Michelle Obama el 26 ante la Convención Nacional Demócrata fue una declaración importante, una aclamación de valores familiares tradicionales opresivos y patriarcales.

Estos tres actos provocaron nuevas rondas de indignación por parte de muchos seguidores de Obama. Pero la pregunta básica para ellos es: ¿Son abusos de los principios de Obama? ¿O ejemplos de la verdadera naturaleza de la misión de Obama?

Debate presidencial en Saddleback

El primer importante intercambio entre los dos candidatos de las Elecciones 2008 no tuvo lugar en un canal de noticias convencional. Ni les hizo preguntas a los candidatos el panel tradicional de sabios de las noticias convencionales, formulando y orquestando el intercambio en términos determinados por las necesidades de la clase dominante. No, el fundamentalista cristiano Rick Warren montó este acto de inicio de las elecciones 2008 desde su mega-iglesia Saddleback en el condado de Orange. Se transmitió en vivo de la Cadena de Emisiones Cristianas de Pat Robertson a los canales de noticias convencionales, que lo transmitieron como si fuera un intercambio normal y legítimo entre los candidatos.

Rick Warren sostiene una interpretación literal de la Biblia. Su punto de vista —que dice deba competir en la esfera política como cualquier otro “punto de vista”— es aquello de la ignorancia, intolerancia y opresión draconiana de la edad de las tinieblas. Su iglesia declara que “El aborto es asesinato”, con todas las implicaciones para aquellos que tomen parte. Insiste que “se prohíbe la homosexualidad, porque es un enorme pecado”. Los gays no pueden ser miembros de la Iglesia Saddleback. Warren se opone a las investigaciones de las células madre, porque “La vida empieza cuando Dios crea, y la Biblia nos dice que eso ocurre en la matriz”. Niega el hecho básico de la evolución, alegando que puede echar por tierra cualquier evidencia científica sólida con el “argumento” de que: “Ya que Dios dijo con claridad que nuestros pecados trajeron la muerte al mundo, ¿cómo podía haber habido muerte durante miles de millones de años antes de la llegada del primer hombre que pecó en la tierra?” Como respuesta a una pregunta sobre el verso bíblico de 1 Corintios que dice “…las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra antes bien”, el sitio del internet de la Iglesia Saddelback cita otro verso de 1 Corintios: “La cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios”. Estas posiciones reflejan aquellas del poderoso movimiento cristiano fascista que tiene conexiones en la cúpula del poder y que quiere imponerlas a la sociedad entera.

El que solamente apareciera en Saddleback hubiera sido una concesión fuera de serie por parte de Obama al embate contra el supuesto muro entre la iglesia y el estado, y a la guerra contra la ciencia. Pero Obama fue aun más allá, dejando muy claro que estos fascistas cristianos tendrían MUCHA influencia en su administración. Le dijo a Warren: “Amo las obras que están tomando lugar aquí en Saddleback”. Cuando Warren le preguntó a Obama si estuviera mal que “yo hiciera las preguntas”, seguramente refiriéndose a los individuos que objetaran que un fundamentalista cristiano condujera un debate presidencial, Obama dijo: “Esta es la clase de foros que necesitamos”. Cuando Warren le preguntó qué era el mayor defecto moral de Estados Unidos durante su vida, Obama tomó la Biblia, citando a Mateo sobre lo de no pensar en satisfacer las necesidades de “estos más pequeños”.

El acto de Saddleback reveló de forma descarnada lo que el mensaje de Obama de “unirnos todos” quiere decir en el mundo real. En este caso, conciliar, legitimar y claudicar a la imposición del fundamentalismo cristiano oscurantista en todo rincón de la sociedad.

Un socio de peso de la clase dominante para la vicepresidencia

Joe Biden ha sido por mucho tiempo un especialista de la clase dominante en asuntos del exterior: ha dirigido el Comité de Relaciones Exteriores del senado por el proceso de sancionar, financiar y legitimar la agenda del régimen de Bush de la guerra sin fin por imperio, mientras expresaba reservas y quejas sobre cómo hacerlo mejor. Su papel se reflejó no solamente en su apoyo a la invasión de Irak, sino en su negativa a dejar que Scott Ritter, ex-inspector de armas, testificara ante el congreso para refutar las mentiras sobre “armas de destrucción masiva” durante los preparativos para la invasión de Irak. Escoger a Biden como compañero de fórmula de Obama es una declaración que se opone tan fuertemente al cambio que sea posible.

Y tan pronto que recibió la batuta, el remate de su discurso de aceptación en la Convención Nacional Demócrata fue en esencia un argumento de que él y Obama, no McCain, podían defender los intereses globales del imperio estadounidense de manera más eficaz y agresiva. Después de criticar implícitamente a Bush por no plantársele a Rusia en Georgia, Biden enumeró toda una sarta de asuntos en que Obama sería el indicado para promover los intereses globales estadounidenses. Biden preguntó: “¿Debemos confiar en el juicio de John McCain cuando dijo hace tres años, ‘Afganistán, de eso ya no leemos en los periódicos porque ha tenido éxito’? ¿O debemos confiar en Barack Obama, que hace más de un año pidió mandar dos brigadas adicionales de combate a Afganistán?”

Después del anuncio de la selección de Biden como candidato vicepresidencial, el columnista Robert Dreyfuss —en La Nación— le llamó a Biden “un demócrata con sed de sangre”. Dreyfuss señaló que “Biden se unió a McCain para votar por la resolución de guerra en 2002 que impulsó a Estados Unidos a Irak”. Dreyfuss preguntó: “¿Específicamente, cómo es posible que Obama realce su posición contra la guerra escogiendo a un halcón a favor de la guerra como compañero de fórmula?” (“En cuanto a Irak, Biden es peor que McCain”, 23 agosto 2008).

La respuesta a esa pregunta es que Obama no tiene una posición contra la guerra. Lo ha dicho explícitamente, y sigue diciéndolo. Ajustar la guerra global por imperio, la “guerra contra el terror”, para lanzar más agresión y muerte contra Afganistán y Pakistán y proponer tácticas más flexibles para aislar y quizá preparar un ataque contra Irán no va “contra la guerra”. Y para aquellos que no querían escuchar cuando lo decía antes, Obama lo está diciendo de nuevo con su selección de Biden.

Michelle Obama promueve valores familiares tradicionales

Como parte de los preparativos para el discurso de aceptación de Barack Obama, el momento en primer plano de Michelle Obama en la Convención Nacional Demócrata fue una promoción del patriarcado y todo lo que lo acompaña. Mientras Michelle Obama sí invocaba la retórica de Barack Obama de “esperanza” y “cambio”, formuló su discurso en el marco su devoción a sus padres, marido e hijas. Empezó contando cómo su hermano mayor checó a su futuro marido en la cancha de baloncesto, y siguió a una conclusión con la declaración de que sus hijas son “el centro de mi mundo”. En general, representó y constituyó una declaración de valores tradicionales al estilo “papá lo sabe todo”, en que la mujer se define por su papel como hija, esposa y madre.

Dijo todo eso en una convención donde casi ni se mencionó el derecho de aborto (y Michelle Obama no lo mencionó en absoluto). Su discurso fue otro indicio de la esencia del mensaje de la campaña de Obama: “unirnos todos”. En este caso, su discurso representó “unir todos” a aquellos, de un lado, que entienden que las mujeres son seres humanos, capaces de participar en toda esfera de la sociedad y decididas a oponerse a todo obstáculo a eso, incluso el embarazo obligatorio mediante la prohibición de abortos y el control de la natalidad; con aquellos, de otro lado, que insisten en la resucitación de la moral tradicional opresiva y un papel sumiso para la mujer definido por su marido y sus hijos. Como todos los otros elementos del paquete de “unir” posiciones antagónicas, termina adoptando los términos y el marco de las fuerzas de la reacción y la opresión.

* * * * *

No se puede descartar estos tres puntos torales de la campaña de Obama como aberraciones decepcionantes. En cada caso, él (y su esposa) no escamitaron esfuerzo alguno para dejar muy, pero muy claro la naturaleza del supuesto “cambio” que él representa.

Ni se pueden considerar una sorpresa. Representan posiciones que Obama ha estado proclamando desde que su candidatura llegó a ser “creíble”, y de fondo, cumplen con los intereses del sistema que aspira a dirigir, un sistema construido por la explotación y la opresión, y la imposición violenta de eso en el frente interno y en el mundo.

Estos tres actos ponen de relieve cómo el mensaje central de Obama de “unirnos todos” representa, por lo que se refiere a un principio fundamental político y moral tras otro, la conciliación y la claudicación a las propias fuerzas y atrocidades a las cuales, en muchos casos, quieren oponerse aquellos que se han alistado en su campaña.

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