Revolución #142, 7 de septiembre de 2008
Pesadilla para el pueblo:
Guerra de Georgia y las tensiones entre Estados Unidos y Rusia
A comienzos de agosto brotó en forma de guerra abierta, un conflicto que estaba a punto de estallar hace rato en la región del Cáucaso, en Asia Suroccidental, que causa gran sufrimiento a los pueblos de Georgia y Osetia del Sur (una pequeña provincia separatista de Georgia). Miles de tropas rusas llegaron rápidamente, intensificando las tensiones entre Estados Unidos y Rusia a un nivel nunca antes visto desde el colapso de la Unión Soviética.
A pesar de haberse firmado un frágil cese al fuego el 15 de agosto, la situación de Georgia permanece tensa e impredecible, y las tensiones internacionales están incrementándose y propagándose continuamente desde Asia Central hacia Europa, con el fortalecimiento de alianzas militares anti-Rusas de Estados Unidos, así como con el lanzamiento de amenazas funestas de que debe haber “consecuencias” para las acciones de Rusia. Mientras tanto, el influyente neoconservador William Kristol pide “ofrecer ayuda militar de emergencia para Georgia”.
Todo esto ha revelado mucho acerca del movimiento de las placas tectónicas en las relaciones mundiales... y del potencial para que la presión se intensifique súbitamente en puntos inesperados y que luego se propague a través del mundo entero.
Algunos antecedentes
Georgia es un país pequeño pero estratégicamente importante. A pesar de que tiene menos de 5 millones de habitantes, está localizado en el flanco meridional de Rusia y ocupa un sitio clave para el paso de petróleo y gas natural desde los ricos yacimientos de Asia Central hasta el centro imperialista de Europa. Amarrar decididamente a Georgia a su bando y construir oleoductos y gasoductos a través de esta que no tengan que pasar por Rusia, ha sido uno de los mayores pilares de la estrategia de Estados Unidos por décadas.
Georgia estuvo en la primera fila de las naciones que una vez fueron oprimidas por Rusia y luego fue arrastrada hacia la orbita de Estados Unidos cuando la Unión Soviética colapsó. Su gobierno actual, encabezado por el presidente Mijail Saakashvili quien fue educado en los Estados Unidos, es sumisamente pro-norteamericano. El camino hacia el aeropuerto de la capital de Tbilisi lleva el nombre de George Bush, y el presidente georgiano hace eco fuertemente de los rollos del régimen de Bush de difundir “democracia” y “mercados libres” como solución a los problemas del mundo.
Esto tiene un componente militar crucial: Saakashvili envió dos mil tropas georgianas para apoyar la sangrienta ocupación de los Estados Unidos en Irak; de hecho dobló la cantidad de tropas comprometidas el año pasado, mientras que otros miembros de la coalición de Estados Unidos se retiraron o redujeron sus tropas. A su vez, Estados Unidos ha estacionado cientos de asesores militares en Georgia. Casi 12.000 soldados georgianos —más de un cuarto del total de su ejército— han recibido entrenamiento avanzado de los Estados Unidos. Georgia —con el respaldo de Estados Unidos— ha estado trabajando enérgicamente para ser admitida en la OTAN, lo cual significaría que todos los miembros de la OTAN estarían obligados a defender militarmente a Georgia en caso de futuros conflictos con Rusia.
Todo esto es acorde con el esfuerzo global de Estados Unidos de asegurar su dominación en todo el planeta para las generaciones por venir. Monopolizar el control de la energía y el transporte, y encerrar e inhibir a potenciales rivales como Rusia, son estrategias centrales para lograr este objetivo, y Georgia juega un papel importante en ambos casos. Rusia a su vez, como potencia imperialista, está tratando de zafarse de este cerco, reestableciendo su dominación de “su” parte del mundo y forjando alianzas económicas y militares en otras regiones.
Como Raymond Lotta señala en “Cambios y grietas en la economía mundial y la rivalidad entre las grandes potencias” (parte 1): “En la actual coyuntura, no hay nada que esté desafiando de cara al imperialismo estadounidense en el frente militar ni que lo esté confrontando de una manera importante. Pero la presencia de estos desafíos (y sus impulsores) quiere decir que con mayor frecuencia el imperialismo estadounidense tiene que estar cuidándose la espalda”. Esto es exactamente lo que está ocurriendo ahora.
Lo que ocurrió: la mano de los Estados Unidos y el cinismo imperialista de los rusos
A la mayoría de los estadounidenses les sorprendería que estallara la guerra el 7 de agosto, un día antes de que la CNN dijera “Tropas rusas invaden a Georgia”. Se ha manipulado la cobertura en Estados Unidos con el cuento de que “es un pequeño país democrático arrollado por Rusia, el vecino esbirro”. Pero las huellas de las manos sangrientas de los Estados Unidos están en toda esta guerra. Condoleezza Rice fue a Georgia en julio para discutir temas de alto nivel con líderes georgianos, y ese mismo mes se realizaron ejercicios militares conjuntos que involucraron tanto a tropas georgianas como a mil tropas estadounidenses. Ocurrió todo eso en el contexto de los esfuerzos cada vez más agresivos de los Estados Unidos para establecer un sistema defensivo de misiles en Europa Oriental, el cual apunta claramente a Rusia quien lo considera una gran provocación.
Mientras que los hechos están ocultos en la bruma de las declaraciones propagandísticas que vienen de todos lados, hasta Estados Unidos admite ahora que fue Georgia quien hizo una importante movida, de acuerdo con la declarada meta de Saakashvili de arrastrar a las dos regiones efectivamente autónomas (Osetia del Sur y Abjasia) hacia el dominio georgiano. (Ver el New York Times, 13.08.08, “Después de mensajes mixtos estadounidenses, una guerra estalló en Georgia”.) El viernes 8 de agosto, después de una semana de escaramuzas en la frontera osetia, The New York Times reportó: “El gobierno georgiano dijo que sus tropas habían hecho una incursión significativa en la región separatista de Osetia del Sur... y que habían tomado posiciones a las afueras de la capital del enclave de Tskhinvali”.
El artículo continúa: al comienzo de la “incursión”, “miembros de las unidades del ejército georgiano asignados a un programa de entrenamiento bajo asesores estadounidenses no se presentaron para los ejercicios del día. En retrospectiva, los oficiales norteamericanos dijeron que era obvio que sus comandantes les habían ordenado movilizarse a la misión en Osetia del Sur”. Es difícil creer que unidades enteras de tropas que estaban recibiendo entrenamiento de los Estados Unidos simplemente “abandonaran clases” un día para ir a atacar a un aliado de Rusia... sin la aprobación de los Estados Unidos…, o que los líderes georgianos quienes adulan al régimen de Bush lanzaran una guerra en contra de la voluntad de los Estados Unidos.
Después de la “incursión” georgiana, Rusia, bajo el pretexto de proteger a los osetios contra las “atrocidades”, envió miles de tropas y tanques no solo a Osetia del Sur, sino también a Abjasia (otra extensa región separatista de Georgia) y a la misma Georgia central. Las fuerzas georgianas fueron aplastadas y el 12 de agosto, Rusia había tomado el gran poblado de Gori, a 64 km de la capital georgiana. (Desde entonces los rusos se han retirado en cierta medida, pero aun las condiciones del recién firmado tratado de paz parecen permitir una continua presencia militar rusa en Georgia).
Todo esto ha sido una pesadilla para las masas del pueblo. Miles de osetios huyeron a través de la frontera rusa y miles más se escondieron en sótanos durante el bombardeo y asedio de Tskhinvali por las fuerzas georgianas. El Times cita a una osetia quien finalmente salió de su sótano y dijo que la ciudad alrededor de ella “parecía el fin del mundo”. Al preguntarle cómo se sentía, ella dijo: “No he comido en tres días. Tengo hambre, así me siento”. Y muchos cientos de civiles, si no miles, murieron durante la semana de los combates.
Todo esto solo se multiplicó por la intervención rusa, la cual propagó la guerra a Georgia, incluyendo ataques a ciudades importantes.
Los principales líderes reaccionarios responsables han hecho su mejor esfuerzo para romper los récords mundiales de hipocresía, posando como defensores de las víctimas inocentes de la guerra, de la libertad y del derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Bush, recién fogueado en las invasiones y los “cambios de régimen” en Irak y Afganistán y en labores febriles con el mismo objetivo en Irán, ahora insiste en que “hay que respetar la integridad territorial de Georgia” y condenó el “amedrentamiento e intimidación” de Rusia. Putin el líder de un país que no solo invadió una sino dos veces a Chechenia (en la misma región de Georgia) para doblegar a un movimiento de independencia ahí, ahora anuncia que Rusia ¡ni siquiera pudo controlarse cuando vio que a un pequeño país lo estaba invadiendo una gran potencia! Luego está el presidente georgiano Saakashvili, a quien la prensa estadounidense alaba como un gran defensor de la “democracia” y la “libertad”. Además de ser una descarada herramienta de los crímenes de Estados Unidos en Irak, Saakashvili usó la policía antidisturbios y las fuerzas militares armadas con ametralladoras para dispersar violentamente a los manifestantes en Tbilisi en 2007, saquear las estaciones de televisión de oposición y encarcelar a los líderes disidentes.
Las credenciales “democráticas” de Saakashvili quizá se expresan mejor en un comentario de 2004 citado por Human Rights Watch: “Entonces el presidente electo Mijail Saakashvili dijo: ‘Yo... he recomendado a mi colega, el ministro de Justicia Zurab Adeishvili (quiero que los criminales tanto dentro como fuera de las prisiones escuchen esto con mucha atención) usar la fuerza contra cualquier intento de motín en prisión, y abrir fuego, disparar a matar y aniquilar a cualquier criminal que intente causar caos. No escatimaremos municiones contra esas personas”.
En todos los bandos, los jugadores principales en esta guerra están defendiendo intereses reaccionarios e imperialistas, y esto recalca una vez más la urgente necesidad de forjar otro camino para la humanidad, lejos de este pasado oscuro de regímenes opresivos y guerras cínicas.
Lo que viene para el futuro
La situación aún está en un gran estado de cambio. Si bien la guerra salió mal para las fuerzas de Estados Unidos en la misma Georgia y, como resultado, el poder ruso en Asia Suroccidental probablemente ha crecido aún más, los Estados Unidos han dado pasos para sacar ventaja en Europa Oriental. La parte clave de esto ha sido la firma de un tratado entre Estados Unidos y Polonia para ubicar una base de misiles de defensa norteamericana en territorio polaco; además, está un compromiso de que soldados norteamericanos pondrán al personal, al menos temporalmente, en los centros de defensa aérea de Polonia “dirigidos hacia Rusia” (The New York Times). Líderes polacos reaccionarios, con la mirada puesta claramente en Georgia, le dijeron al Times que “Polonia y los polacos no quieren estar en alianzas en las que la ayuda llegue mucho después, pues no sirve cuando la ayuda llega a personas muertas. Polonia quiere estar en alianzas en donde la ayuda llegue en las primeras horas de —toco madera— cualquier posible conflicto”.
Las conversaciones sobre este tratado tardaron tres años y concluyeron repentinamente tras los combates de Georgia. The New York Times describió esto como “la reacción más fuerte hasta el momento ante las operaciones militares rusas en Georgia”.
Los agresivos movimientos de los Estados Unidos, las contra-maniobras de rivales imperialistas, y los “comodines” de varios estados pequeños que promueven sus intereses dentro del marco general de la dominación de los Estados Unidos, pero que presionan y maniobran tanto para posiciones como también oportunidades para “salir ganando” en algún lugar en el futuro son fenómenos que están convirtiendo al mundo en un lugar muy volátil., y en un lugar que clama por un movimiento comunista revolucionario liberador y poderoso que les ofrezca a las masas una oportunidad de ser mucho más que ser víctimas que se contentan con enchufarse a los ardides y maquinaciones de uno u otro opresor.
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