Revolución #146,26 de octubre de 2008
La reestructuración de las escuelas en los barrios urbanos para el mercado global:
La secundaria Locke y la solución “Greendot”
La secundaria Locke (LHS) de Watts hizo noticia nacional este último mes de mayo cuando una trifulca entre cientos de estudiantes latinos y negros estalló en el campus de la escuela. La confrontación recibió cobertura en el New York Times, Chicago Tribune, USA Today y Time Magazine. Los Angeles Times trató el incidente como una señal de alarma, e indicó que se requería una solución radical y urgente a los problemas de Locke y de todo el sistema escolar de los barrios pobres.
En muchos sentidos la LHS representa el fracaso total del sistema educativo que supuestamente “sirve” a los oprimidos urbanos en este país. En 2005 solamente 332 de los 1.318 estudiantes del noveno grado llegaron a completar el duodécimo año y se graduaron en esa escuela. Solamente 143 estudiantes estuvieron aptos para ingresar en la Universidad de California y el sistema universitario estatal de California. En marzo de 2005 una niña de 15 años de edad murió de un balazo frente a la escuela.
Aun antes de que la trifulca en Locke saliera en las noticias a nivel nacional, el distrito escolar de Los Angeles había firmado un contrato que acepta delegar el control completo de Locke a una escuela privada tipo charter conocida como Escuelas Públicas Green Dot (Punto Verde). (Una escuela de tipo charter es una escuela pública administrada por una empresa u organización privada.) Esta no es la primera escuela charter en el distrito escolar unificado de Los Ángeles (LAUSD). Y no es la primera escuela administrada para la empresa Green Dot. Esta opera doce escuelas charter pequeñas. Pero es la primera vez que a una operación de tipo charter se le asignó la responsabilidad exclusiva de dar educación pública para alumnos de secundaria en una parte de un importante ghetto urbano.
Este experimento de privatización de alta notoriedad lo han estado considerando las autoridades como un posible modelo para la transformación radical del sistema educativo público en las comunidades más oprimidas del proletariado, especialmente negros y latinos, no solamente en Los Ángeles sino a nivel nacional. En un reciente editorial del Los Angeles Times, se afirmaba: “Si tiene éxito, la empresa Green Dot habrá creado un modelo para las escuelas públicas”1 .
Mucha gente de Locke, tales como los padres, los maestros y los administradores que permanecieron, muchos estudiantes y el público en general, están esperanzados de que Green Dot sea realmente el modelo para “cerrar la brecha académica entre los estudiantes negros e hispanos y sus colegas blancos y asiáticos” que la propaganda del movimiento de las escuelas charter promete.
Green Dot apunta a producir un número pequeño de estudiantes de las escuelas de la barriada que ayudaran a satisfacer la necesidad de “trabajadores de información” en esta sociedad, o sea, unos individuos que trabajan con información, como ingenieros, analistas, mercadólogos, etc., y para aquellos que se hagan de un “trabajo de información”, que sirvan como una fuerza política e ideológica de apoyo a este sistema de explotación y desigualdad, por ejemplo, al poner los elementos para sustentar la noción de que “cualquiera” puede llegar a incorporarse en el sistema; esto naturalmente es una mentira cruel puesto que, en realidad, millones y millones de niños en la barriada tienen su “única oportunidad” en la calle donde encuentran la muerte prematura, en la prisión o en la fuerza militar.
Desigualdades monstruosas
Las condiciones de las escuelas de la barriada reflejan hoy exactamente las condiciones de los centros urbanos mismos.
A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y en forma cada vez más intensa para comienzos de los años 80, las barriadas de las ciudades de los Estados Unidos sufrieron la pérdida de trabajos estables y bien remunerados en las fábricas, como consecuencia de la dramática reestructuración de la economía norteamericana por los imperialistas para poder sacar ventaja de las oportunidades de inversión a nivel internacional. Aquellos que están en el poder escogieron deliberadamente responder a esos cambios con políticas que incrementaron dramáticamente la polarización entre los suburbios y las zonas urbanas devastadas. Como resultado las barriadas llegaron progresivamente a tener fuertes concentraciones de personas no blancas, una tasa más alta de desempleo, trabajos de salario mísero y condiciones horribles para los que podían encontrar trabajo y el encarcelamiento en masa.
El colapso y la desaparición del imperio soviético al comienzo de los años 90 no resultó en el “dividendo de paz” para los servicios sociales y la educación que algunos habían esperado. En realidad eliminó más barreras para la globalización. En los años 90 el capitalismo trasladó trabajos de las barriadas aún mas dramáticamente, dejando vastas zonas urbanas desprovistas de trabajo, servicios sociales y escuelas decentes.
Una política consciente, así como el funcionamiento del sistema, han impulsado la descomposición sistemática de las escuelas públicas de las barriadas, de la misma manera que ha ocurrido con la devastación de los centros urbanos en general. Jonathan Kozol ha argumentado apasionada y elocuentemente en una serie de libros contra la carencia deliberada de fondos para las escuelas de las barriadas en comparación con las escuelas de la clase media, las escuelas secundarias suburbanas, y las consecuencias brutales para la calidad de la educación y la vida de los jóvenes. Los factores del severo hacinamiento; edificios escolares dilapidados; escasez de libros e útiles de estudio; los sueldos de los maestros demasiado bajos para atraer a buenos maestros o para contratar a maestros sustitutos en las escuelas de los distritos urbanos contrastan muy agudamente con los colegios suburbanos con población predominantemente blanca que cuentan con buenos presupuestos.
En su libro de 2005, The Shame of the Nation: The Restoration of Apartheid Schooling in America (La vergüenza del país: La restauración del apartheid escolar en Estados Unidos), Kozol cuenta sus hallazgos en su reciente visita a las escuelas a través del país, hallazgos que indican que la proporción de estudiantes negros que acuden a escuelas con mayorías blancas fue la más baja desde 1968. Y señaló también que los blancos han hecho todo menos abandonar los sistemas más grandes de escuelas públicas en el país. Todo esto ocurre en el mismo momento en que la Corte Suprema ha acelerado esta polarización suprimiendo repetidamente las tentativas de aplicar cualquier forma de acción afirmativa para siquiera alterar esa trayectoria en forma paulatina.
Los siguientes son los porcentajes de estudiantes negros y latinos en las escuelas públicas en las ciudades más grandes de Estados Unidos: Chicago—87%; Washington, D.C.—94%; St. Louis—82%; Filadelfia—78%; Los Ángeles—84%; Detroit—95%; la ciudad de Nueva York—73%. Y en esos distritos la segregación es a menudo aún más extrema: los estudiantes blancos están primariamente concentrados en unos cuantos barrios acomodados o en escuelas especializadas (tipo imán). Y casi las tres cuartas partes de los estudiantes negros y latinos asisten a escuelas que son predominantemente minoritarias. Greg Anrig escribió en el Washington Monthly: “Los sistemas escolares urbanos en Estados Unidos siguen siendo casi universalmente disfuncionales, en primer lugar porque el país en su conjunto está tan segregado por raza y nivel económico como en cualquier tiempo desde la revolución por los derechos civiles”2 .
Esta es la horrible realidad de los centros urbanos en este país, y las escuelas que les sirven. Está produciendo un enorme sector de jóvenes que se nutren de rencor, que han sido desplazados del sistema, que se les ha dicho que “no hay lugar para ustedes aquí” y que han sido empujados en las prisiones a niveles de marca mundial. Es una vergüenza internacional para esta potencia imperialista que se proclama un modelo para el mundo y es un ultraje para sectores de las clases medias que están empezando a conocer esta realidad. En ciertas condiciones esta situación puede llegar a ser extremadamente explosiva, como ocurrió en 1992 en la rebelión de Los Ángeles. Este es de interés crítico para aquellos que están dirigiendo la transformación y la privatización del sistema escolar,
Llevar a cabo modelos de “reforma”
La clase dominante ha tratado esta crisis de la educación urbana, no desde la perspectiva de cómo dar una buena educación para cada niño, sino mediante una colección de cambios que han resultado en una situación aún peor. Dos cambios significativos han sido la promoción muy generalizada de los vales (vouchers) escolares, que socavan las escuelas públicas y en muchos casos promocionan escuelas religiosas; y el otro factor es la ley “Ningún niño se queda atrás” que impuso rígidas normas basadas en exámenes en las escuelas.
En 2001, se aprobó la ley “Ningún niño se queda atrás” de Bush con el apoyo de los demócratas. Detrás de la retórica vacía acerca de alcanzar “altas normas”, “educación de clase mundial”, “cerrar la brecha de desempeño” está este programa de simplemente tomar tests estandarizados con castigos severos en lugar de prestar ayuda si los resultados no mejoran. Se requiere que las escuelas que con el paso del tiempo no muestran progreso contraten a asesores privados. Seguir sin mostrar progreso obliga a subcontratar toda la educación a empresas privadas. Las escuelas de la clase media no han estado en la mira porque esta ley solamente se aplica a escuelas con resultados muy bajos.
El impacto de la ley “Ningún niño se queda atrás” es esencialmente el de obligar a los maestros a elevar las notas de los alumnos a como dé lugar, porque corre peligro la misma existencia de la escuela. Esto ha conducido a un cambio de la enseñanza a través de un guión diseñado con el propósito de preparar a los estudiantes a tomar tests estandarizados, un método ampliamente conocido como “enseñanza sujeta a los tests”. Un gran número de los estudiantes de noveno grado con notas bajas se quedan atrás en algunas escuelas simplemente para mejorar los resultados en los tests del décimo grado mucho más importantes. Esto ha llevado a eliminar el estudio del arte, la música, las lenguas extranjeras e incluso el deporte en muchas escuelas, y ha reducido el tiempo para las materias que no están incluidas en los tests. Miles de escuelas, sobre todo en las zonas de bajos ingresos, son objeto de clausura porque no alcanzan las normas federales tan rígidas. Eso impulsa el crecimiento de las organizaciones de escuelas charter y las organizaciones empresariales de educación (EMO), que se encargan de preparar a “empresarios de la educación” de tal manera que estos se conviertan en los administradores de las escuelas públicas privatizadas que están en el horizonte.
Se aprobó la ley “Ningún niño se queda atrás” en el contexto de un proceso de varias décadas encaminado a deslegitimar a las escuelas públicas, el desarrollo y el financiamiento de escuelas alternativas y la creación de modelos para un nuevo tipo de escuela pública privatizada. El programa educativo de Reagan fue el de “llevar a Dios de regreso al salón de clase” y los programas de vales para las escuelas financiados por el gobierno. Los vales escolares proporcionan fondos gubernamentales a los padres de familia que quieren enrolar a sus hijos en escuelas privadas, particularmente las escuelas religiosas que en esa época eran muy populares en las emergentes fuerzas cristianas fundamentalistas.
Los vales han sido controvertidos debido a que cuestionan el principio de la separación de la iglesia y el estado. Después de una determinación favorable de una corte suprema estatal en 1998, se expandió el experimento de vales de Milwaukee de aproximadamente 1.500 estudiantes que asistían a un poco menos de dos docenas de escuelas laicos a más de cinco mil estudiantes esparcidos en aproximadamente cien escuelas principalmente parroquiales o religiosas. Hoy aproximadamente 20 mil estudiantes de Milwaukee asisten a 122 escuelas del sistema de vales. En 2002 la Corte Suprema federal resolvió un caso entre la iglesia y el estado dándole pase al programa de vales de Cleveland diciendo que la financiación con fondos públicos de las escuelas religiosas eran una expresión de “elección”. También existen programas de vales en Florida, Colorado y en el Distrito de Columbia. John McCain ha defendido los vales en su programa educativo: “Hay que definir la educación pública como aquella en la que el apoyo público para la educación del niño está fundamentado en que el niño estudie en la escuela que los padres escojan”.
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Desde comienzos de los años 90 una tendencia mayor en la “reforma” de la educación ha sido el crecimiento de las organizaciones charter con fines y sin fines de lucro en el país. En 2004 había tres mil escuelas charter que atendían a 750 mil estudiantes en 37 estados y el Distrito de Columbia. En la ciudad de Nueva York el número acaba de aumentar de 18 escuelas charter a un total de 78 atendiendo a 24 mil estudiantes; una de cada 18 escuelas públicas es ahora una escuela charter.
Existen escuelas públicas tipo charter con fines de lucro, como las bien conocidas “Escuelas Edison”, fundadas por un miembro del conservador Instituto Hoover. Hay igualmente un número creciente de escuelas públicas charter militares, que tienen como blanco a los estudiantes minoritarios pobres, especialmente jóvenes negros. El Departamento de Defensa les da fondos, pues las considera correas de transmisión para obtener nuevos reclutas para el ejército de puros voluntarios3 . Hay proyectos individuales dispersos por todo el país que buscan formar escuelas charter políticamente progresistas, a menudo impulsadas por maestros que quieren propiciar materias y un ambiente orientados a necesidades especiales, en algunos casos las necesidades únicas de idiomas de las comunidades de inmigrantes.
Las grandes operaciones de escuelas públicas charter sin fines de lucro promovidas por el gobierno son las que están ahora atrayendo la aprobación y apoyo más generalizados de la clase dominante, tales como las fuerzas agrupadas alrededor del candidato presidencial del Partido Demócrata Barack Obama. Un elemento central para atraer la atención hacia estas operaciones es que estas reemplazan la educación “burocrática” con un modelo más eficaz y sencillo basado en principios empresariales. Se enfatiza la responsabilidad individual, con claras metas y resultados medidos de una manera regular. Esto significa que los administradores y los maestros pueden ser objeto de despidos por tener bajo rendimiento, porque las escuelas chárteres no tienen un sistema de titularidad. En un momento en que el gobierno ha estado haciendo constantes recortes de fondos del presupuesto educativo, su énfasis en responsabilidad y en minimizar los procesos administrativos tiene la atracción adicional de la promesa de que transformaciones de mayor rango pueden tener lugar sin grandes inyecciones de fondos públicos.
El director ejecutivo del programa Conocimiento es Poder de las Escuelas del Área de la Bahía (KIPP) dijo recientemente: “Nuestro enfoque a los resultados es sumamente llamativo a los líderes de la industria. También lo es nuestro modelo descentralizado que enfatiza autonomía, flexibilidad e innovación…”. Como retribución, la comunidad industrial ha sido la que más ha apoyado a las escuelas charter. “La comunidad empresarial, tanto los líderes a través de su filantropía personal, como los programas corporativos de donaciones han constituido un claro componente crítico en el éxito de nuestras actividades de colección de fondos”4 .
El modelo Green Dot: De mal en peor
Las escuelas públicas Green Dot son una de las muchas chárteres sin fines de lucro las que han promovido y conducido algunos de los más influyentes y “visionarios” representantes del mundo de los negocios, líderes cívicos y del establecimiento educativo y de las gentes en el mundo de la política. La empresa Green Dot la dirige Steve Barr, un influyente recaudador de fondos del Partido Demócrata y cofundador de la iniciativa “Roquear el voto”, la que congregó a millones de jóvenes para que incursionasen en la política electoral y se registrasen para votar. La empresa Green Dot se dedica a lo que llama proyectos de “Escuelas de transformación” como el de Locke. Su meta es la de crear un modelo de alta aceptación pública que ejerza presión en los distritos escolares para adoptar este modelo como modelo propio
Un importante elemento que contribuye a esta fiebre de privatización, es la organización llamada “Enseñar para América” (TFA), una organización privada, sin fines de lucro, que por varios años ha estado reclutando exitosamente egresados de las universidades prestigiosas Ivy League y otras universidades élite del país para contratos de dos años para dar clases en las escuelas públicas y charter de las barriadas y ghettos. Un número de estos estudiantes se sienten inspirados para proseguir carreras de enseñanza, pero esta no es la meta de la TFA. Por el contrario, la TFA espera que después de esos dos años los jóvenes se unan a la creciente base de experimentados administradores de educación, y que el resto se una al mundo profesional como partidarios conocedores de estos esfuerzos. Las escuelas KIPP con base en San Francisco las fundaron dos egresados de la TFA. Y 250 egresados de la TFA contratados están ahora en Nueva Orleáns donde, después de la catástrofe de Katrina, hoy se está llevando a cabo un experimento masivo de escuelas chárteres privatizadas5 .
En su calidad de escuela charter que está reemplazando completamente a la escuela pública, Green Dot está obligada a aceptar a todos los estudiantes elegibles en el área antes atendida por Locke. Pero eso no significa que tienen que mantenerlos en sus escuelas. Hay muchos factores operativos que están permitiendo deshacerse de los estudiantes. La atmósfera represiva es uno de esos factores.
Las normas de la escuela que van expulsando a los estudiantes de la escuela hacia el sistema criminal de justicia se han llamado “la correa de transmisión de la escuela a la prisión”. La ACLU se opone no solamente a las medidas de cero tolerancia que requieren la participación de la policía en incidentes menores, sino también a otras normas que hacen lo mismo “al excluir a los estudiantes de la escuela a través de suspensión, expulsión, desaliento y fuertes requerimientos a las pruebas”6 . El proyecto “Escuela de Transformación” de Green Dot está haciendo que sea más duro para los estudiantes con problemas permanecer en Locke, mientras al mismo tiempo incrementan los requerimientos y consecuencias para los que no pueden.
Green Dot requiere que todos los estudiantes usen uniformes (como lo hacen la mayoría de las escuelas chárteres), lo que ha determinado que algunos estudiantes se matriculen en la secundaria Jordan, otra escuela en el barrio de Watts. Someten a detención a aquellos cuyas camisas no están apropiadamente metidas en el pantalón. Está prohibido conversar con un estudiante de otra academia del plantel. Las reglas muy estrictas sobre tardanza y asistencia son también parte del proceso de eliminación. De hecho, Green Dot está creando una escuela de continuidad en el plantel para los estudiantes que han sido separados de sus academias. Los estudiantes informan que hay más guardias de seguridad en la escuela que están portando armas. Dicen que la calle de los alrededores de la escuela está repleta de policías cuando las labores escolares llegan a su fin, de manera que los estudiantes no puedan quedarse un rato a cotorrear con sus compañeros. Los turnos de la escuela son más largos y el año escolar es igualmente más largo. Todos los estudiantes tendrán no solamente la oportunidad, sino que estarán obligados a tomar materias pre-universitarias, lo cual, considerando la educación que (no) hayan recibido hasta ese punto, muchos lo encontrarán imposible de hacer.
Este es un “modelo” para un sistema escolar “serión” que restringirá más y definirá los términos de las formas de pensamiento crítico y del trabajo con las ideas que se alientan y que no tendrá reparos acerca de lanzar inclusive mayor número de estudiantes por el camino de la escuela hacia el bote.
Los principales financistas de Green Dot y de muchas otras operaciones chárteres son la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Broad, iniciada por Eli Broad, un magnate de la industria inmobiliaria que está en el número 42 de la lista de las personas más ricas en Estados Unidos de 2007 de la revista Forbes. Estas dos fundaciones han inyectado más de dos mil millones de dólares en las organizaciones chárteres a través del país. El año pasado las fundaciones Gates y Broad crearon un fondo de 60 millones de dólares a fin de que su programa educativo esté en la agenda de las elecciones de 2008. La magnitud de la participación activa de personajes como Gates y Broad en los proyectos de mejorar el sistema educativo es una manifestación de los intereses generales de la clase dominante respecto a la urgencia de alcanzar estas reformas.
En un discurso de septiembre sobre la educación, Barack Obama habló de esos intereses: “Estados Unidos enfrenta pocos retos más urgentes que preparar a nuestros niños para competir en una economía global… En esta economía, las compañías pueden construir plantas para su producción en cualquier sitio donde existe una conexión con Internet y donde hay algunas gentes dispuestas a hacer el trabajo, lo que significa que los niños aquí en Dayton están creciendo y compitiendo con niños no solamente en Detroit, Chicago y Los Ángeles, sino también en Beijing y Delhi”. Agregó que lo que está en juego es “si nosotros como una nación seguiremos siendo en el siglo 21 la clase de líder de la economía global como lo fuimos en el siglo 20… No solo es esencial ofrecer una educación de calidad mundial, para que los trabajadores puedan competir y triunfar, sino que una fuerza laboral educada es esencial para que Estados Unidos pueda competir y triunfar” (énfasis añadido).
“Elecciones difíciles o tiempos difíciles”
“La Nueva Comisión sobre las Destrezas de la Fuerza Laboral Norteamericana” (NCSAW), un panel compuesto por ex secretarios de gabinete y gobernadores así como funcionarios federales y estatales del sistema educativo, y líderes industriales y cívicos, presentó un informe en diciembre de 2006 titulado “Elecciones difíciles en tiempos difíciles”, que “advertía que a no ser que se hagan mejorías en las escuelas públicas y universidades de la nación alrededor del año 2021, una gran cantidad de trabajos podrían dejar el país e irse a países como India y China, donde los trabajadores tienen más educación y reciben salarios más bajos que sus contrapartes norteamericanos”7 . Durante la última década, 1.5 mil millones de personas han entrado en la fuerza laboral global en India, China y el antiguo bloque soviético y ahora hay dos veces más profesionales jóvenes en los países de bajos salarios que en los países de salarios altos, y costará menos para contratarlos que a los norteamericanos en las próximas décadas. Se proyecta que en los próximos 15 años, 40 millones de trabajos corren el riesgo de la subcontratación en el exterior, entre ellos los trabajos que requieren cierta educación universitaria.
El impacto sobre la economía y el empleo no será el mismo para todos los trabajadores. Un informe presentado por Centro Nacional sobre la Educación y la Economía intitulado “Estados Unidos en la economía global” predice que es mucho más probable que las familias cuya cabeza tiene un título de licenciatura o de posgrado tengan una movilidad salarial hacia arriba y que es más probable que las familias cuya cabeza tiene una educación de secundaria o que no terminó la secundaria tengan una movilidad salarial hacia abajo. El informe agrega: “La estructura de clases de Estados Unidos es muy dinámica… No obstante, podemos decir que la clase media se está dispersando en dos vertientes iguales y opuestas: la vertiente de movilidad ascendiente de los egresados universitarios y la vertiente de movilidad descendiente de aquellos que no tienen un título universitario”.
Las recomendaciones de la NCSAW autorizan que los distritos escolares contraten a empresas para administrar todas sus escuelas, organizadas de acuerdo a los principios del sistema de chárteres. Tendrán que ser “altamente empresariales”, premiando a las escuelas bien conducidas, y despidiendo aquellas en las que el rendimiento de los estudiantes es pobre. El panel también establece que todos los estudiantes tendrán que tomar exámenes de calificación preparados por el organismo del estado respectivo en el décimo año a fin de poder dividir a los estudiantes en dos grupos: Aquellos que sacan “un puntaje suficientemente bueno” podrán enrolarse directamente en los colegios pre-universitarios para obtener un grado técnico o enrolarse en un programa que los conduciría a un programa de cuatro años de licenciatura. Aquellos estudiantes con puntajes mejores permanecerían en la escuela secundaria por dos años más para prepararse para programas universitarios de cuatro años de licenciatura.
No se menciona que lo que les pasará a aquellos que no logran entrar a ninguno de esos dos grupos. Esta fórmula creará un sistema de apartheid en que la gran mayoría de las masas básicas, particularmente de las nacionalidades oprimidas de las barriadas y los ghettos, quedarán oficialmente relegadas a lo sumo a luchar por una oportunidad en colegios vocacionales o comunitarios, o de plano al olvido. Esto concuerda a la medida con la visión y el rumbo del movimiento de las escuelas tipo charter, tal como Green Dot.
Este todavía es un sistema en que las masas pobres y oprimidas no tienen futuro en los centros de las grandes ciudades de este país. Green Dot y este afán para transformar radicalmente el sistema de educación pública no lo cambiará.
“Ellos lo lograron, ¿por qué no lo podrías hacer tú?
Los gobernantes de este país creen que tienen una poderosa compulsión, que proviene de las necesidades básicas de este sistema, de mejorar el nivel de educación de la fuerza laboral en general, no para capacitar a cada uno para que se convierta en un “trabajador de información”, lo cual es imposible bajo este sistema, sino a fin de mantener la competitividad de este país lo más que sea posible en la economía mundial.
La fanfarria de que cada uno tendrá la oportunidad de proseguir una carrera universitaria esconde la realidad de que en la economía capitalista imperialista de hoy el 50% de los nuevos empleos creados están en el sector servicios de salario mínimo, con la posibilidad de que un porcentaje aún mayor de los empleos técnicos de mayor paga se subcontrate en el exterior en el futuro. Además, sin un proyecto concertado, con el aval del poder del estado, para superar la desigualdad y la supremacía blanca en la sociedad en general, ningún nivel de educación podrá superarlas y eliminarlas. Aunque una pequeña cantidad de estos jóvenes logren pasar por la trituradora y obtengan una buena educación, continuará la discriminación. La educación en sí no basta; se necesitará una revolución que rompa el dominio de los explotadores y se coloque el poder estatal en las manos de las masas con que estas podrían eliminar los obstáculos capitalistas y arrancar de raíz la supremacía blanca.
Así que los gobernantes afrontan el reto de impedir posibles trastornos frente a la progresiva polarización entre las masas de los estratos económicos más bajos y el resto de la población, lo que dichos cambios no podrán eliminar. Eli Broad, un gran capitalista que financió Green Dot y muchas otras escuelas chárteres, escribió que si no logran llevar a cabo estos cambios, “corren el riesgo de crear una brecha inclusive mayor entre la clase media y los pobres. Esta brecha amenaza nuestra democracia, nuestra sociedad y el futuro económico de Estados Unidos”.8
Los cambios de la educación pública que están en proceso no podrán “repartir las oportunidades por igual”, pero se aprovecharán para argumentar que si alguien fracasa, pues es su propia culpa. “Te hemos dado una oportunidad, pero no supiste aprovecharla”. Pero, esos cambios fomentarán un clima de opinión pública que aparta aún más la culpa del funcionamiento del sistema capitalista-imperialista hacia las masas acusándolas de ser causantes de su propio “fracaso”.
Y el pequeño sector de los estudiantes que EFECTIVAMENTE logran salir airosos de la manopla de la educación y prosiguen una carrera universitaria jugarán un papel crucial como modelos, parachoques ideológicos que supuestamente representarán una prueba de que el sistema funciona: “Ellos lo lograron, ¿por qué no lo podrías hacer tú?” Esto creará aún más polarización al interior de las comunidades oprimidas, lo que les daría una oportunidad a los políticos y la policía para manipular la opinión pública a fin de justificar el abandono de una extensa parte de la juventud. Green Dot y este movimiento de escuelas chárteres orquestado desde la cúpula es un “patrón” para convertir las escuelas de las barriadas y los ghettos en islas fortificadas en medio de un mar de apartheid.
Notas
1. “Day 1 For the New Locke”, Los Angeles Times, 8 septiembre 2008.[back]
2. “An Idea Whose Time Has Gone”, Washington Monthly, abril de 2008.[back]
3. Una de las primeras de tales escuelas públicas militares chárteres es el Instituto Militar de Oakland, propuesto por el alcalde Jerry Brown de Oakland, California, en 1999. El 90% de los 1.200 alumnos son negros y latinos.[back]
4. Según Don Fisher, quien fundó las tiendas Gap y que ha donado decenas de millones de dólares para apoyar a las Escuelas KIPP y otras escuelas chárteres: “Soy un hombre de negocios, y considero que la educación es un negocio y que cada escuela es una entidad separada. La situación no es muy distinta a la de una tienda Gap”.[back]
5. Un libro recién sacado por la ex corresponsal de la revista Newsweek Donna Foote, Relentless Pursuit: A Year in the Trenches with Teach for America (Implacable búsqueda: Un año en las trincheras con Enseñar para América) populariza esta corriente acompañando a cuatro maestros jóvenes quienes pasaron un año dando clases en la secundaria Locke. [back]
6. “Testimony of Donna Leiberman on behalf of the NYCLU Regarding the Impact of School Suspensions, On Students’ Education Rights” (Testimonio de Donna Leiberman de parte de la Unión Neoyorquina de Libertades Cívicas respecto al impacto de las suspensiones escolares sobre los derechos de los alumnos”).[back]
7. Washington Post, 15 de diciembre de 2006. [back]
8. Eli Broad, del portal de la fundación Broad.[back]
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