Revolución #151, 28 de diciembre de 2008


Furia e indignación ante la violencia contra los inmigrantes en Nueva York

El asesinato de José Sucuzhañay

Hemos presenciado uno tras otro atropello y barbaridad. Hace unas semanas una chusma antiinmigrante mató a Marcelo Lucero, un inmigrante ecuatoriano, en Patchogue, Long Island. Y ahora ha ocurrido otro incidente contra inmigrantes ecuatorianos, en Bushwick, Brooklyn.

El 7 de diciembre, dos hermanos, José y Rommel Sucuzhañay, iban a casa después de una actividad social en una iglesia del barrio. Para ellos fue un momento especial, pues José vino a Estados Unidos hace nueve años y después de una larga separación, su hermano vino de visita desde Ecuador. Los dos caminaban tomados del brazo por la calle, con mucho placer después de haber pasado tanto tiempo separados. De repente, se arrimó un grupo de jóvenes en un vehículo utilitario deportivo, se bajaron, les gritaron insultos xenófobos y anti-gay y los atacaron. Rommel logró huir, pero a José le rompieron una botella sobre la cabeza y luego lo apalearon con un bate de béisbol de aluminio. José estuvo internado en condición crítica en el Centro Hospitalario Elmhurst. Ahí, los hermanos pidieron que lo mantuvieran vivo con una máquina corazón-pulmón, hasta que sus padres pudieran obtener una visa y venir desde Ecuador. “Solo quiero estar con mi hijo los últimos minutos de su vida”, le dijo la madre de José Sucuzhañay, Julia Quintana, a un reportero de la tele en Ecuador. Pero José murió el viernes por la noche antes de que su madre alcanzara a verlo.

El barrio Bushwick es una comunidad proletaria, muy pobre y plurinacional; ahí vive y trabajan una gran población ecuatoriana, y muchas personas de la República Dominicana, del Caribe que hablan inglés, de Polonia y de decenas de países más. Colinda con la gran comunidad de mayoría negra de Bedford-Stuyvesant. Ahí se hallan muchas pequeñas fábricas y maquiladoras.

El incidente prendió una amplia indignación de los inmigrantes, gays y el público en general. El domingo 14 de diciembre, se realizó una marcha enfurecida y grande en Bushwick al lugar donde fueron atacados José y Rommel Sucuzhañay. Se movilizó una amplia coalición de fuerzas, como Se hace camino Nuevo York, organizaciones de ecuatorianos, activistas pro derechos de gays y lesbianas, la Asociación Nacional por el Progreso de la Gente Negra (NAACP) y el Congreso Nacional pro Derechos Puertorriqueños. Asistieron más de 500 personas: muchos ecuatorianos del barrio Bushwick, y de la gran comunidad ecuatoriana del vecino barrio Queens y algunas personas de la batalla en Patchogue, Long Island, y al menos 20 negros. Han salido informes en la prensa que dicen que cuando menos algunos de los atacantes eran jóvenes negros. Un señor negro mayor le dijo a Revolución que si eso es cierto, estuvo muy mal, pues las víctimas del odio racial no deben andar victimando a otras víctimas del odio racial.

El principal objetivo de la protesta fue oponerse a la ola de violencia xenófoba. Varios oradores y manifestantes trazaron las conexiones entre los ataques a los inmigrantes y los ataques a los gays.

Acudieron varios funcionarios públicos elegidos, pero en esta multitud la euforia en torno a Obama no tuvo mucha acogida. Un orador llamó a realizar una marcha pro derechos de los inmigrantes después de la toma de posesión para “ponerle sobre aviso a Obama” que su posición acerca de los inmigrantes es “inaceptable”. Varios oradores y manifestantes plantearon los paralelos y las lecciones entre los ataques a los inmigrantes y los gays ahora, y el ascenso del fascismo en Alemania.

Nadie, al cierre de esta edición, ha sido acusado de este crimen. La policía anda pidiendo que el pueblo colabore, pero muchas manifestantes consideraban que la policía es parte del problema a que se enfrenta el pueblo. Hablaron Altagracia Mayí, a cuyo hijo Manny lo mató hace 17 años una turba de blancos racistas en Corona, Queens, y quien lleva mucho tiempo en la lucha contra la brutalidad policial, y Margarita Rosario, a cuyo hijo y sobrino los mató la policía en el Bronx.  

Dejen de pensar como estadounidenses. Empiecen a pensar acerca de la humanidad.

 

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