Revolución #159, 22 de marzo de 2009


Un reto a las y los lectoras/es de Revolución

Nota a las y los lectoras/es: Esta es la versión ampliada del editorial que salió en Revolución #159.

 

La semana pasada, Revolución publicó Una Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad. Es un documento impresionante y muy amplio en su visión.

Un llamado a difundir esta Declaración

Consigue montones de esta Declaración y repártela por todas partes: las secundarias y las universidades, los departamentos de estudios de la mujer y las organizaciones de la mujer, en los autobuses que llevan a las mujeres a visitar a los hombres presos, entre las mujeres encarceladas, en reuniones de gente progresista, en los barrios y los salones de belleza, los centros comerciales donde los jóvenes se juntan y las colas para entrar a conciertos y películas. Llévala a artistas y músicos, trabajadores de medicina y científicos, escritores y creadores de opinión pública, a los centros para víctimas de la violación y los albergues para mujeres golpeadas. Llévala a todas partes donde la gente discute y debate y  dondequiera  que deberían estar discutiendo y debatiendo la situación de la mujer. Riégala por correo electrónico, por las páginas web y en las charlas electrónicas... ayuda a que “se contagie” y transforme los términos en que la gente piensa, habla y actúa.

Habla con las personas, lánzales retos, agita el ambiente.

Especialmente donde las personas se reúnen para hablar sobre las condiciones de la mujer — lleva esta Declaración a la gente. Estudia su línea y OPINA. Desafía a las personas fuertemente para que rompa los límites y los confines de cómo hoy se plantea esta cuestión. Explícales la necesidad para la más radical revolución en la historia de la humanidad y TRAE A LA GENTE A ESTE MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO.

Entonces, escribe a Revolución y comparte con nosotros tus experiencias.

En tiempos en que casi no existen normas para tratar a las mujeres como seres humanos plenos e iguales, ni siquiera entre las personas progresistas, un tiempo de aspiraciones extremadamente bajas y una tremenda desorientación, esta Declaración expone contundentemente que es intolerable la situación actual de creciente deterioro para la mujer en cada rincón del mundo. Analiza la fuente de esta opresión y establece nuevas normas para todos los que se interesan por la liberación de la mujer y de la humanidad en su conjunto.

Esta Declaración tiene el potencial de cambiar el enfoque que toda una nueva generación de mujeres —y de hombres— da a la cuestión de la mujer en la sociedad y las posibilidades futuras. Existe un mar de furia latente, potencial de contribuir e impaciencia de millones de mujeres en todo el mundo. Esta Declaración tiene el potencial de sacarlo a la superficie, templarlo y desencadenarlo como una fuerza poderosa para la revolución.

Esta Declaración puede transformar y fortalecer el carácter del movimiento revolucionario, de cómo de manera férrea y desafiadora combatimos el sistema, de desencadenar de lleno la furia de la mujer en todo lo que hacemos y cómo nosotros mismos pensamos o incluso cómo sentimos sobre el papel de la mujer en la sociedad y las relaciones entre hombres y mujeres. Esta Declaración puede forjar este movimiento en una personificación aún más poderosa del futuro liberado por el que estamos luchando y en una fuerza aún más poderosa de atracción para todos los que claman por un mundo liberado.

Esta Declaración es un enorme avance en la teoría y el análisis comunista de los orígenes de la opresión de la mujer, los caminos (y los obstáculos) a su liberación y el conocimiento de qué clase de futuro es posible y necesario para el florecimiento de toda la humanidad. Es una expresión de los grandes adelantos que ha hecho Bob Avakian desarrollando una nueva síntesis acerca de la revolución y el comunismo y es una forma con que muchos pueden conocer por primera vez su dirección y entrarle en esta revolución en general.

Con esta Declaración, el Partido Comunista Revolucionario ha desarrollado una enorme herramienta para transformar una de las contradicciones más innecesarias y terribles de las sociedades de clase —la subyugación y el sofocamiento de la mitad de la humanidad— en uno de los factores más poderosos y dinámicos de la revolución comunista, cuyo fin es ir más allá de todos los sistemas basados en opresión y explotación.

Pero para que eso ocurra, hay que estudiar a fondo esta declaración, bregar con ella y llevarla a la gente con sustancia, claridad y confianza. Para acabar con la opresión de la mujer, se necesitan más que lágrimas y más que indignación. Se requiere un conocimiento científico y un núcleo sólido revolucionario que tiene claro hacia dónde va.

Vale la pena tomar un tiempo para realmente captar y apreciar el contenido, y los grandes adelantos, que llenan las páginas de esta Declaración.

Esta Declaración investiga las raíces materiales de la opresión de la mujer más que todo lo hecho previamente; profundiza en la historia humana y en el continuo desarrollo de la base económica de la sociedad, para sacar a flote de dónde viene esa opresión. Por qué no es simplemente una cuestión de la “naturaleza humana”. Ni de las “actitudes masculinas”. Ni de algún plan “divino” o sobrenatural. La Declaración pone al descubierto cómo la primera división de trabajo de la sociedad humana —en la cual la mujer, por necesidad, desempeñaba un papel mayor en la crianza de los niños— se transformó en una relación institucionalizada de opresión del hombre a la mujer durante esa etapa de historia humana en que la sociedad se dividió en clases.

Esta Declaración es internacionalista. Demuestra por qué la opresión de la mujer es una parte integral de todos los sistemas sociales y económicos reaccionarios, y, lo que es muy importante, demuestra que en esta época del capitalismo-imperialismo mundial, las estructuras del capitalismo mundial no solo se han incorporado a las formas dominantes de opresión de la mujer en el “Occidente”, formas de opresión que dichas estructuras requieren y refuerzan, sino han hecho lo mismo con relación a las formas características de opresión de la mujer en los países del tercer mundo que dominan y explotan.

La Declaración condena la ridiculez de defender una forma de opresión de la mujer contra otra diferente: por ejemplo, decirles a las mujeres de países “democráticos” e “ilustrados” como Estados Unidos que lo que puedan lograr no tiene límites (a pesar de los continuos límites sofocantes y los peligros que las rodean a cada paso) y que deben estar agradecidas porque no viven en países donde matan a pedradas a las mujeres. O los fundamentalistas de todos tipos, sean los fundamentalistas islámicos cuya fuerza e influencia están creciendo en grandes partes del mundo o los fundamentalistas cristianos que son igualmente misóginos y “medievales” aquí mismo en Estados Unidos, que señalan la degradación de la pornografía y el comercio sexual de mujeres con la finalidad de justificar sus propias formas medievales de subyugación patriarcal e imponerlas. Sea la burka o la tanga, la Declaración pone al desnudo las formas que parecen ser diferentes y saca a la luz, con materialismo y ciencia, la esencia de la subyugación de la mujer.

Esta Declaración aborda la institución “muy preciada” de la familia y va a la raíz del PORQUÉ esta sigue siendo el lugar más peligroso para las mujeres y los niños. Vincula los orígenes de la familia como una “casa de esclavos” a su evolución en las sociedades capitalistas. Saca a la luz que las relaciones maritales de hoy todavía son relaciones de propiedad en lo fundamental y que eso tiene una fuerte relación con el criterio doble que dice “zorra” si una mujer tiene muchas parejas sexuales y “semental” si se trata de un hombre. Hasta explica por qué el hombre de esta sociedad siente que está en su derecho al buscar placer sexual más allá del matrimonio en vez de buscar una relación más cariñosa y una intimidad más comprensiva con su esposa, y por qué tantas mujeres se encuentran obligadas a vivir en condiciones materiales y adoctrinadas en una ideología de su “lugar” que les conducen tan a menudo al uso y abuso como objetos sexuales.

La Declaración examina los logros tremendamente positivos del movimiento para la liberación de la mujer de los 1960 y comienzos de los 70, y de sus debilidades, y explica su lógica. Saca las lecciones esenciales para avanzar hoy y analiza la diferencia entre el movimiento feminista burgués y las mujeres que entraron a la lucha por la emancipación de la mujer como parte de la lucha general de transformar el mundo.

A lo largo del documento se demuestra que el capitalismo no ha liberado a la mujer y no puede liberarla, pues solamente ha transformado las formas de la opresión de la mujer. Revela cómo el movimiento fascista cristiano para reforzar el patriarcado y la familia tradicional llegó a ser un vehículo básico del conjunto de la clase dominante, con la finalidad de revertir una amplia gama de avances generalizados ganados por los movimientos radicales y revolucionarios de los años 60 y 70. También demuestra cómo el veneno del patriarcado y la religión les han servido a los gobernantes de vehículo para atraer a su redil reaccionario a los que una vez soñaban con un mundo diferente pero que siguen duramente oprimidos.

Esta Declaración expone que los avances conseguidos a raíz de los levantamientos de los años 60 no se podían conservar porque no se hizo una revolución en realidad. En tiempos en que tantas personas se han sumido en la desorientación, la Declaración pausa para recordarnos que una revolución verdadera significa el derrocamiento de una clase por otra y el establecimiento de un nuevo estado; no es simplemente una cuestión de mucha efervescencia y lucha, aunada al cambio de ideas y sentimientos.

La Declaración aclara por qué la cuestión de los derechos al aborto y al control de la natalidad es tan central a la plena emancipación de la mujer y por qué los ataques a esos derechos fundamentales han sido el frente principal de la arremetida reaccionaria que libran los gobernantes del país y los fascistas cristianos que estos desataron. Además, la Declaración cuestiona y condena la desorientación y la actitud defensiva en cuanto al aborto que impera ahora en el movimiento feminista burgués oficial.

Siguiendo adelante, la Declaración habla de las cuatro principales barreras a la emancipación. Esas barreras no solo asedian ampliamente a la gente, sino desorientan y confunden incluso a las personas que realmente quieren contribuir algo positivo a la humanidad. La Declaración demuestra que estos puntos de vista equivocados —defender el imperialismo estadounidense como una fuerza que puede “liberar a la mujer”, no cuestionar el culto a la maternidad, luchar para que los oprimidos tengan “familias fuertes” y “optar” por ser objeto sexual para así “darse poder”— lejos de liberar a la mujer, conducen en sentido CONTRARIO a esa liberación que es posible y urge tanto.

El movimiento comunista nunca antes ha tratado con tanto materialismo y claridad científica la necesidad de romper con la ideología que consagra la maternidad y el parto, de dejar atrás cualquier romanticismo sobre la familia, de abandonar de hecho el juego siempre perdedor de “elegir” entre el imperialismo estadounidense y el fundamentalismo islámico y de romper de plano con lo de ver a la mujer como un objeto sexual y al sexo en sí como mercancía. Estas polémicas hablan poderosamente a la gente “donde está” y urge entablar una lucha política así como ideológica aguda y sin tregua sobre esas cuestiones.

Al mismo tiempo, es esencial captar que estas polémicas se basan en el materialismo de un pleno conocimiento de la dinámica del capitalismo-imperialismo y cómo este moldea todo mediante la opresión, explotación y derecho burgués — desde las limitaciones a la vida de la gente hasta la manera que moldea los sueños y las aspiraciones, y que estas polémicas son tan poderosas como lo son precisamente porque se basan en dicho materialismo. Lo que les da a esas polémicas el tono tan contundente e irrefutable, lo que posibilita que condenen tanto y a la vez que sean tan “sensibles” y elevadas, es el hecho de que son tan profundamente científicas.

En oposición a aceptar y acomodarse al mundo como es y los veredictos incorrectos, pero “dados por sentado”, contra el comunismo y la revolución, esta Declaración plantea de una manera poderosa que SOLO la revolución comunista es capaz de liberar a la mujer. Echa a volar la imaginación y la visión del potencial humano, pintando un cuadro impactante de los logros que se podrían realizar en un corto tiempo, una vez que el poder estatal esté en manos del proletariado revolucionario bajo la dirección de su partido de vanguardia. La Declaración dice audaz y correctamente que ¡el poder estatal revolucionario es “lo más liberador”! Nos reta a imaginar una sociedad en que la mujer no sufra la violación, ni la brutalidad y degradación sistemáticas, una sociedad que ofrece el acceso generalizado a los métodos de control de la natalidad y al aborto, además del conocimiento científico necesario para quitarles el estigma a esos derechos fundamentales. Nos reta a imaginar una sociedad revolucionaria en que las mujeres y los hombres se relacionan de nuevos modos radicales y que desencadena plenamente a la mujer como un aspecto del proceso general de hacer la revolución. Pinta una visión de una sociedad que va más allá de lo que se ha conocido hasta ahora; que ve en los brotes de lucha contra vestigios de la opresión de la mujer un factor positivo y bienvenido, del cual aprender y a que desencadenar, aun cuando choca e “interfiere” con otras necesidades muy apremiantes de la nueva sociedad. Demuestra cómo esas luchas pueden ser un factor positivo para desarrollar nuevas formas de satisfacer las necesidades sociales apremiantes, de tal modo que sean al mismo tiempo una expresión del mundo comunista liberado por el cual se lucha y un avance concreto hacia esa meta.

En ninguna otra parte se encontrará una visión tan amplia, elevada y radical de lo que la humanidad puede alcanzar; tampoco se encontrará una visión tan completamente fundamentada en un conocimiento científico de la realidad y en las formas de transformarla.

Esta Declaración pone las cosas en claro respecto a los logros tremendamente positivos de las previas revoluciones comunistas, inclusive en materia de la cuestión crucial de la liberación de la mujer, e investiga en particular los logros de China bajo la dirección de Mao Tsetung.

La Declaración va más allá, pues señala las lecciones de ese período, abrumadoramente positivas pero también negativas, incorporadas en la nueva síntesis sobre la revolución y el comunismo desarrollada por Bob Avakian. Como dice la Declaración: “Jamás ha existido una corriente de pensamiento o actividad humana más radical con respecto a la emancipación de las mujeres que el comunismo; y el comunismo jamás ha sido más visionario, radical y científico que en su desarrollo por medio de la dirección de Bob Avakian”. Y detalla por qué eso es cierto.

De no menos importancia, toda esta pionera Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad es en sí una expresión de los grandes adelantos que ha hecho Bob Avakian: en su amplia visión histórica; su dialéctica materialista; su enfoque totalmente científico; su reconocimiento de las formas en que la sociedad de clases en que la gente vive moldea no simplemente sus opciones, sino incluso sus deseos y sus aspiraciones; su confianza en que las personas se ofrezcan para ser emancipadores de la humanidad; su disposición a retar a la gente “donde está” mediante la difusión de nuevos criterios y una moral comunista; y su visión de un futuro alcanzable y deseable para el cual vale la pena luchar.

Nunca en la historia se haya publicado un documento tan radical, liberador y científico sobre la opresión de la mujer y cómo eliminar dicha opresión, y sobre la relación y el vínculo que esa liberación tiene con la emancipación de toda la humanidad.

Todos y cada uno que seriamente quieren poner fin a la opresión y la degradación de la mitad de la humanidad y todos y cada uno que sueñan con un mundo diferente deben tomar tiempo para estudiar a fondo y bregar con lo que dice este documento.

Esta Declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad necesita signar un nuevo día en el movimiento revolucionario. Todos nosotros —si hemos estado en esta lucha por décadas o si apenas estamos entrando a la vida política— tenemos que luchar para captar a fondo y sobre esa base, ponernos a la altura del reto y hacer surgir el movimiento revolucionario articulado en esta pionera y conmovedora DECLARACIÓN: POR LA LIBERACIÓN DE LA MUJER Y POR LA EMANCIPACIÓN DE TODA LA HUMANIDAD.

 

Usa este editorial, “Un reto a las y los lectoras/es de Revolución”, como una guía para explorar más a fondo el contenido de la Declaración y lo que está llamando a forjar.

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Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
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