Revolución #171, 2 de agosto de 2009


El arresto del profesor Henry Louis Gates, Jr.
¿Cómo se llama un hombre negro con un doctorado?

ULTRAJE RACISTA en Massachusetts

Henry Louis “Skip” Gates, Jr., es un profesor prominente de la Universidad Harvard. En 2002, lo seleccionaron para dar la conferencia Jefferson de las humanidades, que el National Endowment for the Humanities (Patronato Nacional para las Humanidades) describe como “el honor más alto que el gobierno federal confiere por destacados logros intelectuales en las humanidades”. En 1997, la revista Time lo incluyó en una lista de los 25 estadounidenses más influyentes.

Henry Louis Gates, Jr., es también un hombre negro en Estados Unidos. Y el 16 de julio, la policía de Cambridge, Massachusetts, puso de manifiesto lo que eso significa.

Ese día, Gates regresó a casa desde China, donde estaba filmando una película documental de la PBS. Tuvo problemas en abrir la puerta que daba a la calle, así que entró por la puerta de atrás, usando su llave. Al entrar en su casa, desconectó el sistema de alarma y, con la ayuda de su chofer, logró abrir la puerta del frente.

Poco después, Gates se vio enfrentado a un policía que había entrado a la casa y demandaba (y recibió) una prueba de que la casa era en verdad suya. Luego, después de averiguar eso, el policía lo arrestó, acusándolo de “alterar el orden público” y lo llevó esposado a la cárcel, donde lo recluyeron por varias horas.

El profesor Gates logró que sus colegas y su abogado se enteraran del arresto y después de la intercesión de ellos, ese mismo día las autoridades pusieron a Gates en libertad y más tarde anularon las acusaciones.

El caso de Gates ha resonado muy ampliamente entre los afroestadounidenses y todos los que tienen un sentido de lo que significa ser negro en este país. También ha desatado una reacción racista entre los que se enfurecieron porque el profesor Gates no se doblegó servilmente ante el policía racista que lo hostigaba en su propia casa, y por el hecho de que Barack Obama calificó el arresto como “estúpido”. Todo eso ha planteado, una vez más, la cuestión de la subyugación de los negros en Estados Unidos.

I. El arresto

Los grandes medios de comunicación aseguran que hay versiones encontradas sobre lo que pasó durante el arresto del profesor Gates, y que Barack Obama se adelantó al criticar a la policía antes de que salieran a la luz “todos los hechos”. No es cierto. Aparte de que la versión de Gates es creíble, consecuente y apoyada por los hechos, los informes policiales sobre el arresto no la contradicen en ningún aspecto esencial.

En una entrevista que le hizo “The Root” (www.theroot.com), el profesor Gates describe su regreso de China y los sucesos que llevaron a su arresto:

“Acababa de terminar la filmación de mi nueva serie de documentales para la red PBS que se llama ‘Caras de Estados Unidos’. Pasamos una semana gloriosa en Shanghai y Ningbo y Pekín, y llevé a mi hija en el viaje. Después de terminar el trabajo en Ningbo, fuimos a Pekín y pasamos tres días gloriosos como turistas. Fue una maravillosa diversión.

“Regresamos en un vuelo directo de Pekín a Newark. Llegamos el miércoles y el jueves fui en avión de regreso a Cambridge. Contraté al mismo chofer de siempre y el mismo servicio de carros. Fui a mi casa y llegué como a las 12:30 de la tarde. El chofer y yo llevamos varias maletas al porche, y tratamos de abrir la cerradura, pero se había trabado. Pensé que posiblemente tenía el pasador echado. Así que caminé al porche de la cocina que está detrás de la casa, abrí la puerta y entré en la casa. Descorrí el pasador de la puerta del frente, pero todavía estaba trabada.

“Mi chofer es un hombre negro fornido. A pesar de eso, desde lejos yo y usted no pudiéramos haber visto que es negro. Tiene cabello negro y usaba un traje negro de dos piezas, mientras yo tenía un blazer de color azul marino con pantalón gris y, tú sabes, mis zapatos. Me encanta que el informe de la llamada al 911 decía que dos fornidos intrusos negros con mochilas estaban tratando de entrar a la fuerza en la casa. Eso es el peor caso de perfil o etiquetamiento racial que jamás he escuchado. (Se ríe.) De ninguna manera soy un hombre fornido. Me pareció hilarante cuando me enteré de ello, que fue ayer”.

Charles Ogletree, el abogado de Gates y también su amigo y colega, escribió una afirmación de parte de Gates que describe lo que pasó luego: “Enseguida el profesor Gates llamó a la oficina de bienes raíces de la Universidad Harvard para informar sobre el daño a la puerta y pedir que se la reparara inmediatamente”.

Agrega: “Mientras hablaba en el teléfono móvil con la oficina de bienes raíces, estando en su casa, observó a un policía uniformado en el porche del frente. Cuando el profesor Gates le abrió la puerta, el agente le pidió inmediatamente que pasara afuera. El profesor Gates se quedó en su casa y le preguntó al agente con qué razón estaba ahí. El agente indicó que estaba respondiendo a una llamada de 911 de que se realizaba un allanamiento de morada en esa dirección. El profesor Gates le informó al agente que vive ahí y que es profesor de la Universidad Harvard. Luego el agente le preguntó al profesor Gates si pudiera dar prueba de que vive ahí y que da clases en la Harvard. El profesor Gates dijo que sí, y dio la vuelta para entrar en la cocina donde había dejado su cartera. El agente le siguió. El profesor Gates le entregó al agente su tarjeta de identificación de la Universidad Harvard y su licencia de manejar vigente del estado de Massachusetts. Ambos documentos tienen una foto del profesor Gates y la licencia de manejar incluye también su dirección.

“Luego el profesor Gates le preguntó al policía cuál era su nombre y número de placa. Repitió la pregunta varias veces. El agente no produjo ninguna identificación ni respondió a la pregunta del profesor Gates. Cuando el profesor Gates le preguntó una vez más sobre su nombre y número de placa, el policía dio vuelta y salió de la cocina sin jamás reconocer quién era Gates o si había acusaciones en su contra. Cuando el profesor Gates le siguió a la puerta de su propia casa, quedó asombrado al ver a varios policías reunidos ahí en su porche. El profesor Gates les pidió a éstos el nombre y número de placa del agente. Al salir el profesor Gates a su porche, el agente que había estado adentro y que había examinado su identificación, le dijo: ‘Gracias por cumplir con mi previa petición’ y arrestó al profesor Gates. Le puso las esposas ahí mismo en su propio porche”.

En toda la información esencial, con la excepción de si el agente se negó a identificarse o no, el informe policial no contradice la versión de Gates. El informe de la policía de Cambridge, escrito por James Crowley, el agente que arrestó a Gates y que afirma que trabaja en “la sección administrativa” del Departamento de Policía de Cambridge, deja claro que el arresto se hizo cuando ya no había ninguna duda en la mente del agente de que la casa era de Gates y de que este no era ladrón. Crowley afirma explícitamente que Gates “me proporcionó una tarjeta de identificación de la Universidad Harvard”.

Y cuando Gates le dio esa identificación, ¿quedó todo resuelto? ¿Pidió disculpas el agente por la acusación falsa y dejó en paz al profesor Gates? No. Después de establecer que no se había cometido ningún delito y que Gates estaba en su propia casa, el informe policial dice que Crowley solicitó más policías. El informe afirma: “Tras enterarme de que Gates estaba afiliado con Harvard, llamé por radio para pedir la presencia de la Policía de la Universidad Harvard”. En otras palabras, después de que Crowley, según su propio informe, determinó quién era Gates y que no se trataba de ningún delito, llamó para que vinieran más policías.

¿Por qué? El informe de Crowley describe claramente lo que para el sistema constituía el supuesto delito de Gates: “Mientras yo bajaba por la escalera hacia la banqueta, Gates siguió gritándome, acusándome de prejuicios raciales, y siguió diciéndome que para él, el asunto no quedó concluido. Debido a la actitud tumultuosa que Gates había demostrado en su residencia [nuestro énfasis – Revolución] y a la continuación de su conducta tumultuosa fuera de su residencia, en vista del público, le advertí que estaba empezando a alterar el orden público”. El informe policial agrega que Gates fue arrestado porque sus acciones “no sirvieron ningún propósito legítimo y causaron que las personas que pasaban por el lugar se detuvieran y prestaran atención con una apariencia de sorpresa y alarma”. El informe policial continúa, afirmando que cuando Gates “pasó por alto la advertencia de que se calmara”, Crowley le puso las esposas, le negó en un principio tomar el bastón que necesita para caminar y lo arrestó. (El informe del arresto está en thesmokinggun.com en inglés).

Repito, ¿en qué punto, exactamente, se hizo ilegal, ni hablar de malo que una víctima de ultrajes racistas policiales acusara a un oficial racista de tener prejuicios raciales?

II. Quebrantar el “código no escrito”

En una declaración después del arresto, Henry Louis Gates, Jr., dijo: “Estoy profundamente resuelto a hacer y decir lo correcto para que eso no pueda ocurrir ya jamás.

“Claro que ocurrirá otra vez, pero... Quiero hacer lo que puedo para que cada policía piense dos veces antes de comportarse de esa manera”. [puntos suspensivos en el original]

Esta es una postura y un espíritu que hay que defender. Y una que los poderosos consideran intolerable.

Si eres negro en Estados Unidos, objetar al maltrato a manos de la policía te traerá un arresto... o peor. Y eso es el caso incluso si eres, y en ciertas maneras particularmente si eres, una persona negra que ha logrado el éxito. Esa es una realidad de la vida en el sur rural, pero también en un pueblo universitario liberal de Massachusetts.

Cambridge, Massachusetts, es una ciudad de cien mil habitantes, colindante con Boston y dominada por la Universidad Harvard. En Cambridge, los profesores más destacados gozan de una celebridad casi igual a la de las estrellas de cine en Hollywood. La casa de Gates pertenece a la universidad y Gates ha vivido ahí por años. Gates es una figura que muchos reconocen mientras camina con bastón al trabajo en Harvard Square y de regreso a casa. No simplemente se parece a una estrella de cine en Cambridge, es un personaje mediático altamente reconocible en Cambridge y en todo el mundo. Millones de personas han visto sus películas documentales para la red PBS, como “Wonders of the African World” (Maravillas del mundo africano) o “Looking for Lincoln” (Buscando a Lincoln). Gates fue presentador de los programas “Oprah’s Roots: An African American Lives Special” (Las raíces de Oprah: Un programa especial de Vidas afroestadounidenses) y “African American Lives”, un programa de PBS sobre la historia genealógica de destacadas personas afroestadounidenses.

En vista de todo eso, consideren la cadena de acontecimientos que llevaron al arresto de Gates. Primero está el policía de Cambridge que llegó a la casa de Gates para investigar la denuncia de un presunto allanamiento de morada. Luego están los policías adicionales que llegaron para “respaldar” al primero y que se quedaron en el porche del profesor Gates. Tenemos también a los supervisores del Departamento de Policía de Cambridge y del Departamento de Policía de Harvard, quienes mandaron a más agentes a la casa de Gates. ¿Todos ellos desconocían a Gates? No es muy probable. Sea como sea, el caso es que ya cuando fue arrestado el profesor Gates, era evidente para todos no solamente el hecho de que estaban arrestándolo en su propia casa, sino también de quién se trataba. Y que el arresto fue un mensaje a Gates, a los negros en general y a la sociedad, de que ningún hombre negro debe llegar a “presumir” demasiado o “darse aires”, ni tampoco pensar que por ser famoso y respetado, eso le da inmunidad ante los ultrajes y humillaciones sin fundamento de la policía.

El arresto de Gates no es el primero ni el único incidente de perfil racial a conocidos académicos afroestadounidenses de la Universidad Harvard. En 2004, dos policías pararon en los predios de la universidad al Dr. Allen Counter, profesor de neurociencia en la Universidad Harvard por 25 años, lo acusaron de robo y amenazaron con arrestarlo cuando no pudo mostrarles una identificación. Counter le dijo a la agencia noticiosa AP: “No creemos que eso hubiera ocurrido si el profesor Gates fuera blanco. En realidad, el hecho de que eso pasó ha sido muy perturbador para los afroestadounidenses por toda la Universidad Harvard y Cambridge”.

Tras el arresto de Gates, el periódico New York Times entrevistó a varios profesionales negros que relataron incidentes en que las autoridades los habían detenido u hostigado, con referencias también a lo que un adiestrador de diversidad de Atlanta llamó el “código no escrito” que los hombres negros tienen que seguir cuando quiera que se topen con la policía. El Times citó este consejo del adiestrador negro: “Mostrar cortesía en voz baja es la regla número uno para sobrevivir un incidente de perfil racial... También usar con frecuencia la palabra ‘señor’”.

Nótense cómo escogió sus palabras el adiestrador de diversidad: “sobrevivir” un incidente de perfil racial. No es una simple figura retórica. En octubre de 1995, Jonny Gammage iba manejando un carro marca Jaguar que era de su primo Ray Seals, un defensor de línea de los Acereros de Pittsburg, en Brentwood, una zona residencial de las afueras de Pittsburg de casi puros blancos. Los policías lo arrestaron y lo asaltaron; murió asfixiado cuando se le subieron, a rodillas y a pie, encima del cuello, los hombros y la cintura del muchacho al cual lo tenían postrado boca abajo en el pavimento, esposado y engrilletado. Su delito: ser un joven negro en un carro deportivo último modelo y frenar “de manera sospechosa”. Estaba desarmado, e incluso la fiscalía no podía hallar el porqué la policía lo paró esa noche.

El hecho de que tener que hablarle en voz baja a un policía, y usar frecuentemente la palabra “señor”, sea parte del “código no escrito” para los hombres negros, incluso los que “se han superado” según los criterios del sistema, que quieren sobrevivir un encuentro con la policía, demuestra lo profunda, y lo amplia, que es la opresión del pueblo negro en este sistema.

Malcom X dijo una vez: “¿Cómo se llama un hombre negro con un doctorado?”. Y contestó, con ironía amarga: “un nigger” [palabra requete-despectiva cuando se usa en referencia a una persona negra].

El arresto y la humillación pública del profesor Gates, las fotos de cómo se lo llevaron de su casa esposado a ese profesor universitario negro de 58 años, fue una declaración de que, por más que uno se haya “superado” en este sistema, no se escapa a la supremacía blanca generalizada. Y más vale no olvidarlo.

III. Habla Obama...

Seis días después del arresto del profesor Gates, Barack Obama tenía eso que decir en una rueda de prensa para promover su plan de reforma del seguro médico:

“No sé, al no estar allí y no conocer todos los hechos, qué tenía que ver la cuestión racial en eso. Pero creo que se puede decir, en primer lugar, que a cualquiera de nosotros eso nos hubiera dado coraje; segundo, que la policía de Cambridge se portó de manera estúpida al arrestar a alguien ya habiendo pruebas de que estaba en su propia casa. Y tercero, lo que creo que sabemos más allá y aparte de ese incidente, es que hay una larga historia en este país de que los agentes del orden paran a afroamericanos y latinos de manera desproporcionada. Es simplemente un hecho”.

De ahí ubicó su crítica a la policía dentro del marco de que: “Ese hecho no le quita nada al progreso increíble que se ha logrado. Estoy aquí como testimonio del progreso que se ha logrado”.

Su comentario provocó toda una ráfaga de censuras. No importaba que haya encubierto la naturaleza sistemática del perfil racial poniéndolo en el contexto de mentiras sobre el “progreso increíble”. Simplemente, el presidente de Estados Unidos no debe admitir que existe el perfil racial.

La declaración de Obama de que “los agentes del orden paran a afroamericanos y latinos de manera desproporcionada”, es de hecho simplemente un hecho. Un informe del Centro pro Derechos Constitucionales descubrió que en 2006, más del 80% de las personas detenidas y esculcadas por el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York eran negros y latinos. De las personas detenidas, el 45% de los negros y latinos eran esculcados, en comparación con el 29% de los blancos, aunque en el caso de los presuntos sospechosos blancos había un 70% más de probabilidades de que tuvieran un arma que los presuntos sospechosos negros.

Antes de tratar la reacción derechista, cabe explorar por qué Obama hizo esa declaración en primer lugar. Pues, el mismo día del arresto del profesor Gates, Obama dio una conferencia ante la convención nacional de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) de que los negros, no obstante la discriminación que puedan sufrir (a la cual trató de algo menor), los negros “no tienen excusas” por su situación. Y por si acaso no se le entendía bien, repitió: “no tienen excusas”. [Una respuesta al discurso de Obama se halla en los pasajes del vídeo de Carl Dix.]

He aquí la contradicción: Los poderosos escogieron a Barack Obama para presidente del sistema imperialista, financiando su campaña y orquestando su presentación en los medios de comunicación que controlan. Apostaron a una jugada sin precedentes, la investidura de un presidente negro, como una manera de atenuar el muy amplio descontento y coraje popular en tiempos de guerra sin fin y crisis económica. Veían en “la cara de Obama”, como se le refirió un comentarista de la clase dominante, un arma en su contienda global contra el fundamentalismo islámico. Pero también veían en la presidencia de Obama una forma de unir la sociedad ante las divisiones agudas sobre todo tipo de cuestiones que van desde la opresión de la mujer y de la gente negra y latina, a la tortura y el fundamentalismo teocrático. Aún queda por verse si les vaya a funcionar la jugada. Bajo Obama, las guerras han continuado y se han intensificado. Han ocultado la tortura y les han regalado un pase a los torturadores. Se han empeorado las condiciones en las zonas urbanas marginadas, donde más estragos ha causado la crisis económica. Ante todo eso, mucha gente que había apoyado la candidatura de Obama con entusiasmo, incluso euforia, ha empezado a cuestionar, hasta criticar, lo que Obama ha hecho en la vida real.

Un momento toral en ese proceso fue el diálogo entre Cornel West, un académico negro muy respetado, autor e intelectual público que apoyó a Obama desde principios de su candidatura y Carl Dix del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, en Harlem el 14 de julio, con el tema de “El ascenso de Obama… y la resistencia y la liberación que aún se necesitan”. Un aspecto importante de esa discusión fue que los dos oradores, desde posiciones políticas y filosóficas muy diferentes, desenmascararon y criticaron sin tregua lo que Obama está haciendo.

Esa crítica tajante recibió aplausos, no abucheos, en un auditorio completamente lleno de 750 personas en Harlem. Esa función —la combinación de oradores, la composición del público y la actitud de los presentes— no la pudieron haber dejado de tomar en cuenta los elementos en el círculo de Obama encargados de evaluar el nivel de indignación e ira y tomar la temperatura de sectores del pueblo, entre ellos los intelectuales negros influyentes. (Vean en las páginas centrales de este número un análisis de esa función.)

La función en Harlem, y lo que reunió y concentró, constituye un contexto para entender los comentarios iniciales de Obama en la rueda de prensa. No es que Obama tenga su “lado bueno” al cual hay que “presionar” para que “haga lo correcto”. Pero para que Obama juegue el papel para el cual lo escogieron sectores importantes de la clase dominante, supone ciertas contradicciones intensas que podrían estallar en cualquier momento. Obama, y las fuerzas de la clase dominante que lo pusieron en la presidencia, caminan por la cuerda floja: él obra para apaciguar y atenuar el coraje de la gente que con razón tiene coraje e indignación al mismo tiempo que cumple con el programa definido por el sistema capitalista con su incesante sed de explotar y oprimir.

Según la lógica de la clase dominante, Obama debe “calmar” el coraje del pueblo negro y de todos los que captan tantito lo que significa que hayan arrestado en su casa a uno de los profesores afroamericanos más preeminentes del país por violar el “código no escrito” del comportamiento requerido a todo hombre negro para sobrevivir un encuentro con la policía. El que Obama quedara callado sobre el Asunto Gates hubiera puesto en peligro el apoyo de un sector crítico del pueblo. Por otro lado, y de manera aún más fundamental, el rol de Obama como presidente es presidir un sistema cuyo funcionamiento está profundamente empotrado en la subyugación del pueblo negro. Esa es una contradicción sumamente explosiva.

IV. ...¿Quién dejó salir a los perros?

Aunque los comentarios de Obama sobre el arresto de Gates iban en servicio de los intereses más amplios de la clase dominante, él ha sido el blanco de toda una ráfaga de censuras en la prensa, de las organizaciones policíacas, y en general de la máquina de propaganda de la clase dominante por haber reconocido momentáneamente el perfil racial. En respuesta, Obama ha dado marcha atrás minimizando y aguando su crítica, diciendo que “se me pasó la mano”. Para colmo, ahora echa la culpa de par en par al policía, y a Henry Louis Gates, Jr. ¡quien no hizo absolutamente nada malo!

La verdad es la verdad, y aquí es claro cuál es el bien y el mal. Al profesor Henry Louis Gates, Jr., lo arrestaron en su propia casa por no hablar en voz baja y no repetir la palabra “señor”, por quejarse del abuso de autoridad cuando la policía lo acusó de meterse a robar en su propia casa. Por una conducta así, muchos, pero muchos negros y latinos han muerto a manos de la policía en este país. Esta clase de brutalidad y asesinato es endémica en este sistema, y eso es simplemente un hecho.

¡Equiparar lo que hizo ese policía, con el respaldo de toda la autoridad del estado para imponer las relaciones sociales opresivas, con lo que hizo Gates, que ejerció su derecho de oponerse verbalmente a esas relaciones, es verdaderamente indignante!

Al cierre de esta edición, Obama invitó a la Casa Blanca para “tomar una cerveza” al oficial que sometió a Gates a lo que es, a decir de todos, un arresto falso, junto con el mismo Gates, y dice que los dos aceptaron.

Un resultado de todas las maromas hacia atrás que Obama ha hecho es confundir a los que tienen un sentido básico del bien y del mal, ponerlos a la defensiva y confinarlos en la posición de que “no exageremos”.

Sin embargo, los llamados de Obama a que todos se lo lleven calmados y que se lleven bien no han calmado para nada a los racistas, los fascistas y la colección variopinta de fuerzas reaccionarias a quienes les cae perfectamente bien que la policía mantenga a los negros “en su debido lugar”. A su parecer los comentarios de Obama representan una traición. A estas fuerzas las azuzan no solamente el Noticiero Fox sino la CNN, donde Lou Dobbs dijo que Obama “dejó botada a la policía” y que Gates era “arrogante” por decir que éste debe ser un “momento instructivo”.

Y están entrelazando el Asunto Gates con un remolino político en el cual republicanos prominentes presiden asambleas populares de reaccionarios indignados, convencidos de que Barack Obama es en realidad un inmigrante ilegal de Kenya que falsificó su acta de nacimiento y que obre por alguna especie de conspiración para imponer el “socialismo” en Estados Unidos por medio de una reforma al sistema del servicio médico.

Es como dar carne fresca a un sector social fascista rabioso. A estas fuerzas las han tenido más o menos enjauladas, hasta la fecha. Pero las tienen de reserva, rascando la puerta, cada vez más agitadas contra una administración que se les dice que es ilegítima.

V. Contradicciones explosivas al centro de la sociedad estadounidense

La clase dominante de este país trató de comprar la paz social a un precio rebajado con Barack Obama, con el fin de llevar a cabo un programa que está causando, y causará, mucho sufrimiento al pueblo del mundo, y al pueblo dentro de Estados Unidos.

Pero el Asunto Gates demuestra que las contradicciones explosivas al mero centro de la sociedad estadounidense no serán tan fáciles de contener.

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