Revolución #185, 13 de diciembre de 2009


El potencial de las muchachas valiosas de todas partes

Como afirma el epílogo a la película Precious, la hicieron “para las muchachas valiosas de todas partes”. Las muchachas que no se ven, que no se oyen, a quienes se les escupen y se las detestan, que sufren cada abuso concebible por todo el mundo. Y esta película no solo le parte el corazón al que es testigo de ese abuso, sino que hace cantar al mismo corazón, hace que le duela el potencial de esas muchachas — por lo que se les sofoca, lo que sobrevive y lo que puede florecer.

Aviso al lector: Este artículo revela puntos críticos del argumento de la película Precious.

Precious, basada en la novela Push de Sapphire, cuenta la historia de Claireece Precious Jones de Harlem que tiene 16 años en 1987 [Nota de la traductora: su nombre, “Precious”, significa “valiosa” en inglés]. Está embarazada por segunda vez y es seropositiva, habiendo sido violada por su padre durante toda la vida y abusada por su madre. La tienen encerrada en la brutalidad de su familia. El sistema escolar indiferente sigue pasándola de año a pesar de que es casi analfabeta. Se porta como lo invisible que es ante el mundo. Le hacen burla los compañeros de salón. En la calle, los muchachos la hostigan diciéndole groserías sexuales que pronto se convierten en violencia cuando ella no les hace caso.

La película detalla la transformación de Precious. Le ayuda, la cultiva y le reta Blue Rain, una maestra en un programa de alfabetismo. La rodean otras jóvenes como ella — algunas que son madres solteras, pobres y ex adictas, otras que son golpeadas y abandonadas a su suerte — pero todas se cuidan entre sí en lo que fuera, sin ese abrigo, un mundo frío e indiferente. Estas son personas que raramente aparecen en la gran pantalla, las que viven en los sectores más bajos de la sociedad — las “muchachas negras gordas” y “madres de welfare” quienes, si se las considera siquiera, por lo normal es solo para echarles la culpa, odiarlas, despreciarlas — pero son plenamente seres humanos, y esta película las retrata como tal.

Mary, la madre de Precious, permanece encerrada en la casa, fumando solita con sus gatos y maltratando a su hija con insultos crueles y golpizas despiadadas. Hundida en el aburrimiento y la amargura, Mary está quebrantado, y está trabajando duro para quebrantar a Precious. Ésta, al describir su casa, dice que solía simplemente “comer, ver la tele, comer, ver la tele, comer, ver la tele,” con las cortinas corridas, envejeciéndose hasta morir en la oscuridad.

Precious es una obra de coraje, y las actuaciones son fuertes e inmediatas, tan complejas como los personajes que representan. Mo’Nique, que entrega una actuación estupenda como Mary Jones, dijo que cuando la llamó el director Lee Daniels para ofrecerle el papel, éste dijo que “esto podría arruinar tu carrera”. Sin embargo ella, y todo el reparto (incluida la nueva actriz Gabourey Sidibe como Precious) se entregaron de lleno a la obra con una honestidad brutal.

La película es hermosa — pinta un Harlem reluciente, una luz entre la mugre. Precious muchas veces usa cuentas de colores vivos y siempre trae una bufanda de color naranja intenso que había encontrado en la calle, un rayito de luz que también fue desechado. Aunque es analfabeta en el principio de la película, su mente es siempre activa, y los momentos más sombríos se entrelazan con sueños de brillante colorido. Ella se escapa en la efervescencia y el esplendor, convirtiéndose en una luminosa belleza sonriente y adorada.

Sueña que su maestro de matemáticas, un blanco, se la lleva a Westchester; sueña con dar autógrafos en frente de los paparazzi acompañada de su novio güero. Aspira a bailar en videos de música y en sus fantasías es blanca con el pelo rubio. Eso destaca en particular cómo son vistas las mujeres de tez negra y cómo ellas se ven a sí mismas. Las normas inalcanzables y dañinas de belleza femenina son doblemente crueles para las afroamericanas de tez muy negra, que se pasan toda la vida condenadas a odiar hasta su propia piel.

Sin embargo, en estas imaginaciones, también hay humor y profundidad. Ella sobrevive, sueña, anhela ser oída. Al demostrar la realidad, la humanidad —y el gran potencial, dolorosamente suprimido— de una de las que la sociedad más oprime y calumnia... y al hacerlo con gran impacto y maestría artística, la película es una gran aportación. Pero también logra aún más.

Resonancia colectiva: “Yo también soy Precious”

¿Qué significa que a todo un sector social lo tratan como si fuera invisible y que ellas mismas sienten invisibles? ¿Qué significa que en realidad sí existen “muchachas valiosas de todas partes” — decenas de millones de muchachas y mujeres en nuestra sociedad que, al presenciar esta película, reconocen sus propias vidas? Tras sacar un examen en una nueva escuela alternativa, en el cual solo puede escribir su nombre, Precious describe que le hace sentir que, “estos exámenes pintan un retrato de mí y de mi mamá como mugre negro que hay que limpiar”.

Una muchacha negra con quien fui a ver la película platicó después que siente que no la representan en el cine, que nunca cuentan sus historias. Lo que ha logrado Precious es que, al hacerse presente por fin, hace presentes las vidas de millones de mujeres en nuestra sociedad.

Después de que Precious habla en el salón por primera vez en su vida, la profesora Rain le pregunta cómo le hace sentir.

“Me hace sentir presente”, contesta.

Esta película toca algo profundo que casi siempre queda en las sombras. Lee Daniels dijo que lo que más le sorprendió fue la universalidad de la historia y su resonancia con un amplio público. Durante el estreno en el festival cinematográfico Sundance, Mo’Nique habló públicamente de que su hermano mayor abusó de ella. Lee Daniels cuenta que su padre lo golpeaba por ser gay. Centenares de mujeres se están expresando, en los foyeres de los cines y en foros en línea, donde he visto que varias se ponen el nombre: “Yo también soy valiosa [Precious]”.

Recientemente, Revolución fue a Harlem y Times Square, donde se agotaron los boletos para Precious. Escribió un(a) distribuidor(a): “varias mujeres negras testificaron que ‘era verídico’ — que todo el abuso en la película es de verdad y generalizado, y nadie quiere hablar de ello”. Otro distribuidor describió escuchar a mujeres que no se conocían pero que se contaban unas a otras sus historias más profundamente personales y dolorosas.

Estas experiencias desmienten a los que critican la película por exagerar el caso o por representar a la gente negra de manera negativa. La cultura establecida sí promueve estereotipos degradantes y denigrantes del negro como trovador minstrel, pero esta película no hace nada de eso. Pone al descubierto una verdad encubierta para millones de mujeres en nuestra sociedad y su expresión especialmente intensa para la mujer negra. Y plantea la pregunta de por qué son así las cosas.

En las salidas de los cines y en el Internet, se desbordan los testimonios: “Me violó un primo”. “El hermano de mi papá me tocaba repetidamente y nunca se lo conté a nadie. Cuando murió, escupí en su sepultura”. “Soy consejera(o) y trabajo a diario con sobrevivientes de la violencia doméstica y el abuso sexual. Es perturbador que la película sea realidad para tantas personas. Es necesario contar esta historia porque a muchas las han callado por demasiado tiempo”. “yo era una niña... me tocaba mi padrastro, algo del cual me dijeron que no se hablaba”. “También abusó de mí un pariente y es un secreto que no sabe nadie, ni siquiera mis padres”. “A mi hija la violó el hijo de mi madre”. “A mí me maltrató mi papá física, mental y verbalmente; abusaron de mí sexualmente mi abuelo y un vecino; andaban detrás de mí un tío y un amigo de mi papá; me hice una mujer promiscua y traía el alma herida y hecha pedazos porque yo buscaba quién me quisiera, quién me aceptara. Me desecharon como una basura; me usaron y me tiraron a patadas a la cloaca para que se me llevara con el resto de las aguas negras”. “¡Hay tantos secretos en la familia! ¡Ya es hora de PONERLOS AL DESCUBIERTO! ¡Demasiadas personas en el cautiverio!”

Afuera del cine, una mujer escucha a un distribuidor de Revolución, y solamente se mueve la cabeza indignada, repitiendo: “Esto tiene que parar. Esto tiene que parar. Esto tiene que parar”.

Un monstruo — pero que fue creado, no nació así

Tras presenciar esta película —y aun más, las reacciones viscerales que expresan tantas personas, especialmente (pero lejos de ser solamente) mujeres de color—, uno se pregunta: ¿por qué es tan universal esta experiencia? ¿Por qué hay muchachas como Precious en todas partes? Las abatidas y destrozadas en sus millones, guardando para sus adentros los secretos y el dolor, las historias nunca contadas: de hermanos, primos, tíos, padres, esposos y novios que abusan de ellas de niñas, muchachitas y mujeres.

¿Qué crea a una mujer como Mary, la madre de Precious?

Cuando por fin Precious desafía a su mamá, la violencia de ésta se desborda hasta estar dispuesta a matar a su hija. En un momento en que Precious es aventada por las escaleras, la película yuxtapone esa brutalidad casi mortal con fotos en que Mary sonríe con su niñita risueña y cachetoncita; Mary está radiante del regocijo y se ve que hubo un tiempo en que su hija sí le era valiosa. Este punto culminante plantea tajantemente la pregunta, si Mary no era siempre la misma que hemos visto en la película, ¿cómo llegó a ser ese monstruo?

La respuesta está en una escena clave. Mary se reúne con Precious y la trabajadora social, Ms. Weiss. Mary describe el cálculo que hizo cuando su novio, Carl, el papá de Precious, agarró a su bebé durante sus relaciones sexuales. Hay muchos detalles que se le han olvidado, incluso cuando nació Precious. Pero se acuerda más claro que el agua el comienzo de todo eso. Precious tenía 3 años. Mary protestó pero se dejó con tal de no perder al hombre.

Sabía que estaba mal, dijo, pero ¿qué sería de ella si perdía a Carl? ¿Quién la iba a querer, quién la iba a cuidar, quién la iba a tocar? Cree que lo único que tiene en el mundo es este hombre y lo único que puede hacer con todo el ser, el corazón y la mente es complacerlo. Toda su autoestima —incluso su sentido de ser alguien— está vinculado con tener a un hombre, por abusivo que sea. “No sabes lo que hace una mujer de verdad,” le dice a Precious en un arrebato de abuso, “una mujer de verdad sacrifica”. Entonces Mary calcula, transige y sacrifica: tómate a mi hija, pero no me abandones. Y las dos son de Carl para desecharlas.

¿De dónde viene todo ese dolor?

Mary empieza el monólogo en la oficina de Ms Weiss con una frase reveladora: “Pues sí quiero ver a Precious y mi nieto, cómo chingados no, si me pertenecen”. Fíjense bien: “me pertenecen”. Ni siquiera nos cae de raro. Dentro de los confines brutales de la familia, los niños y la mujer son propiedad, son posesiones de las cuales se adueñan y se intercambian.

Nos dicen y nos enseñan que la familia es una institución eterna, de inspiración divina, forjada del amor y la comprensión. Pero en realidad, la forma de la familia ha cambiado a través de los siglos.

Nuestros antepasados trazaron el linaje por el lado maternal y vivían en unidades de parentesco que no abordaban relaciones de dominio, propiedad ni supresión. Solo con el desarrollo de la capacidad de la sociedad de producir un excedente por encima de lo preciso para la mera supervivencia, y sobre esa base el desarrollo de la propiedad privada y la división en clases, apareció la familia moderna. Habiendo desarrollado eso, empezó a importar cuál hijo era de cuál padre para heredarle la riqueza excedente, o la falta de la misma. La familia imponía una división de trabajo en la cual la mujer era la encargada de darle hijos al hombre y criarlos, y la mujer y los hijos eran la propiedad del hombre. Fíjense por ejemplo en los diez mandamientos, en los cuales dios ordena: “No desearás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su sierva, ni su buey, ni su asno: nada de lo que le pertenezca”1. (Además de defender la esclavitud, este mandamiento explica que todo lo nombrado “pertenece” al hombre.) Fíjense en el hecho de los patriarcas del Viejo Testamento tenían veintenas, hasta centenares, de esposas al mismo tiempo, lo cual comprueba lo saturada de supremacía masculina que es la institución de la familia y cómo ha cambiado de forma a través del tiempo.

Incluso la palabra familia es extremadamente reveladora: se originó en la palabra latina “familia” que significaba “una casa de esclavos”, que en la Roma antiguo se refería a una casa, encabezada por el hombre, en la cual no solamente los esclavos y sirvientes sino las esposas e hijos se contaban como propiedad del hombre, sobre la cual éste tenía el poder de vida o muerte. Desde aquella hasta la presente época, virtualmente todo hombre es condicionado desde nacer a creer que la mujer existe para servirle y que incluso el hombre más oprimido sigue siendo el amo en su propia casa y merece una mujer que subordina su vida a la suya.

La familia es el confín asesino — del alma y del cuerpo. Y el dolor es dual — mientras la familia es el lugar donde se supone que uno encuentre más consuelo, calor y amor, esta es en realidad el lugar más peligroso para las mujeres y chicas. En los Estados Unidos, cada 15 segundos una mujer es golpeada por su compañero, 3 mujeres son asesinadas todos los días por sus amantes y esposos y casi 220 niños son abusados sexualmente todos los días — la mayoría de ellos por un pariente o amigo de la familia2 .

La historia de Precious no es una anomalía sino una destilación. Mientras que no todas las mujeres sufren el incesto y no todas las mujeres son golpeadas… en los confines de la familia de la sociedad actual, a todas las mujeres se les dice, en miles de formas, que ella debe subordinarse a sí misma — su vida, sus sueños, sus opiniones y en el más extremo de todos los casos su seguridad física y su autonomía sexual — al hombre. En esos confines, el valor de la mujer (como lo dice la Declaración de nuestro partido), “tiene que ver esencialmente con su utilidad, para el hombre, como madre, esposa y objeto de placer sexual”3 .

Es en otra dirección donde Precious contiene destellos de genuina esperanza. Ms. Rain le dice a Precious que ella está pasando por momentos difíciles con su propia madre, que no quería hablar con ella, que no la aceptaría porque ella es gay (un descubrimiento que Precious tiene que digerir). Hablando sobre las dificultades que tiene que enfrentar, Precious dice que hay personas que pasan por un túnel tan oscuro que se tiene que iluminar su propio camino, pero cuando salen están aún brillando y no solo para sí mismas sino para los demás a su alrededor. “Ms. Rain y yo somos algunas de esas personas”.

Cuando Precious dice que quiere conservar sus hijos, quiere mirar allá para su consuelo, Ms. Rain lucha con ella, es demasiado joven y necesita salir a forjar una vida independiente. Esta no es una lucha que Ms. Rain gana sino un contexto diferente que es planteado. Lo que constantemente se le dice a la gente que busque en la familia, Precious lo encuentra fuera de la familia — en el desafío de Ms. Rain a que ella escriba su pena y en la risa y en la risa y el respeto de sus pares. El amor no es lo que te viola, el amor no es lo que te golpea y te enferma. El amor está en luchar juntos y confiar el uno al otro. Esto se vislumbra en la bufanda naranja que Precious comparte con la jovencita con el ojo morado, que es insultada y degradada, ayudando a alguien más a que logre sobrevivir esto.

Entrelazadas sogas de opresión

Para las mujeres negras, lo extremo de esto se intensifica y ata doblemente. En 1987 en los proyectos de Harlem, cunde la epidemia del crack, la asistencia social de Precious podría ser cortada como parte de un traspaso a gran escala de las mujeres en asistencia pública a los trabajos de bajos salarios. Ella no es solo una mujer pobre, es una mujer negra pobre — que se halla en contra de esto en todo momento. Las sogas de la opresión se entrelazan y atan tan fuertemente, una alrededor de la otra, triturando todo y amarrando un nudo tan compacto, denso y tensado que por su densidad y presión tiene el potencial de ser abrasadoras y abrumadoras.

Lee Daniels habla sobre su propio padre que lo golpeaba por años. Esto empezó cuando un Daniels de 7 años se puso los zapatos rojos de cuero de su mama y se pavoneaba por las escaleras con sus manos a la cadera. Dijo que creía que eran sexy. Su padre encontró esto intolerable. Daniels dijo que su padre actuó como se le había enseñado.

Hablando acerca de dónde proviene el abuso, Daniels contó su dolorosa historia: “Yo recuerdo que alguien lo llamó con la palabra ‘n’ en frente mío, uno de sus jefes o alguien. Y nosotros entramos al carro y le pregunté por qué le deja a él hacerle esto a usted. Yo tenía 11 años y él me abofeteó… duro… porque le respondí a él. Esa era su manera de lidiar con la frustración y el dolor que sentía, la vergüenza que sentía y la castración y el dolor que él sintió”4.

Otro ejemplo que es muy real — un adulto negro que es tratado como un niño y cosas peores. La rabia que se encona y hierve y es canalizada en las formas más hirientes.

¡Esto no tiene que ser así!

Como ha de quedar claro por su universalidad, esta situación no es producto de las elecciones equivocadas o la conducta irresponsable de un individuo. Las personas no eligen la sociedad en que nace. No eligen la estructura de las relaciones sociales tradicionales entre diferentes grupos de personas — relaciones en las que las personas de un género o de una raza, de una nacionalidad, o de un grupo de privilegiados se enseñorea con otros. Conocen esas relaciones mucho antes de que empezaran a hablar, de modo eso les parece tan natural como su propia respiración — pero no las escogen. No escogen estar en una situación en donde todo —y todos— se consideran un medio de sacar ganancias y más ganancias para los que tienen el poder y esta visión satura y permea a todos los demás. Todo eso es impuesto sobre ellas y deben encontrar su posición en esto. La única opción verdadera que tenemos es si resistir esto, hacer las paces con eso, o responder a la degradación reaccionando, humillando o brutalizando a otros. Ya sea luchar contra ser denigrado como “negro grasiento” o tratar de sacar su propia tajada de esa dominación.

Estas condiciones, esas relaciones son producto de un sistema — un sistema capitalista basado en la ganancia y la explotación, con raíces echadas en el patriarcado y la opresión del pueblo negro.

Lo que necesitamos es un nuevo sistema — nuevas formas de relaciones, nuevas formas de organización social. Esto requiere una revolución.

En una sociedad revolucionaria, ninguna persona — joven, grande, hombre o mujer — será propiedad de ninguna otra persona. Los niños no serán contraídos y deformados por las brutales y destructivas nociones de género — de lo que significa ser un hombre, o una mujer — lo que reduce sus sueños a polvo. En una sociedad revolucionaria la gente podrá juntarse para forjar nuevas formas colectivas para criar nuevas generaciones. Hombres, mujeres, muchachas y varones podrán expresar sus sentimientos y deseos en voz alta sin temor del ridículo o repercusiones, sabiendo que serán escuchados y respetados. Un hogar no será algo que se obtiene si para sobrevivir, usted es afortunado de aventajarse a un sistema que está en su contra que busca cualquier forma de joderte. La gente no sufrirá en silencio golpes, humillaciones creyendo que eso es todo lo que merecen, creyendo que la dominación es parte natural del amor. Nadie será apropiado ni propietario de otro, brutalizado o brutalizador de otro. Y en una sociedad revolucionaria, ser de tez oscura o ser gordo solo será otra forma hermosa de ser.

Nada de esto es posible bajo este sistema, pero todo esto es posible a través de la revolución comunista, cuando la gente se una, luche para cambiar el mundo, se cambie a sí misma y en ese proceso cambie las relaciones sociales más amplias. Luchar para liberarnos de esas relaciones económicas del pez grande se come al pez chico que son la base de la forma que vivimos ahora y las horrorosas formas de dominación que están en la cima de todo eso… y luchar así para generar una salida completamente nueva — una revolución.

Muchas personas nos han dicho que la película muestra como hacer buenas elecciones nos ayuda a salir de una mala situación, que solo necesitas encontrar a gente que te ayude. Miremos una continuación de la “realidad”, diez años más tarde. Mientras el sistema actual exista, qué les sucedería a las Ms. Rain y a las Ms. Weiss? Y que les pasaría a las Precious? Ms. Weiss tiene que sacar a Precious de la asistencia pública quizás incluso en contra de su deseo de ayudarla. Los fondos de Ms. Rain son recortados. Precious no puede comprar las medicinas que le salvan la vida, no puede encontrar trabajo o pagar por el cuidado de sus hijos. Abdul (el hijo de Precious) crecería y seria etiquetado por su color o tal vez asesinado por la policía porque su madre le enseñó a él a mantener la cabeza en alto.

La verdad es que este sistema y sus instituciones están en contra de la gente, estas no son hechas para ayudar a la gente necesitada si de alguna manera hace las elecciones correctas y simplemente pide asistencia. El sistema y sus instituciones se basan en la explotación de lo que genera ganancia o si no se deja explotar o producir ganancia solo los expulsa. Aun cuando las personas den todo de sí para forjar nuevas relaciones —en sus hogares o en los salones de clase —, esto no es sostenible en esta sociedad. Fuerzas más grandes están trabajando. Con exagerada frecuencia, este sistema las aplasta, se las traga, las acaba. Lo que se necesita, lo que desesperadamente se requiere — es una sociedad en que personas como las Precious, los Abdul, las Ms. Rains puedan florecer.

Lo que hace valiosa a Precious es su potencial. Y es por esto que debemos levantar nuestros ojos, a una sociedad donde ese potencial —no solo para uno sino para las mayorías— pueda ser realizado. Y en donde la resonancia de valiosas niñas de todas partes no esté en los horrores que viven, sino en la realidad que podría ser —donde los millones de niñas que nacen en nuestro planeta no son vistas y tratadas como desechables, propiedad ni juguetes, sino como valiosas—para ser amadas y valoradas en toda su maravillosa diversidad.

APARTES DE “LOS ARCHIVOS DE PRECIOUS”
(Entrevista a personas que vieron la película)

Griselda, mujer negra de 60 años:

“Va en contra de lo que imaginé que iba a tratar la película. Creí que trataba… simplemente de estereotipos y de la experiencia típica de Harlem que estamos acostumbrados a ver. Había un poco de eso, pero esta fue hecha tan bien que tengo que decir… espero que sea reconocida en los premios Oscar porque hubo mucho de buena actuación en esta…me tomó un tiempo ver esto porque pensé que iba ver lo mismo. Y esta me capturó por la actuación y la manera sensible en que se representó el tema. Mariah Carey es muy buena en eso, y su papel es pequeño. Lenny Kravitz es muy bueno en eso. Todos los actores son buenos. Yo salí caminado sintiendo como que esta historia se tratara de empezar de nuevo, de no dejar que la vida te derrumbe. Pienso que son temas universales, últimamente. Me gustó mucho. De veras. Me hizo llorar mucho. La película te hace llorar porque hay mucho que es conmovedor y cálido y ella te gana. La película te gana”.

Leonora, una mujer negra de 47 años:

“Esta fue verdaderamente emocionante para mí porque perdí a mi hermana bebé por la violencia doméstica y ella nunca tuvo chance para salir y yo sí. Pienso mucho acerca de eso. Pienso en ella, pienso dónde podría estar ella ahora, qué haría ella ahora”.

Sky, un hombre “mestizo latino” de 32 años de edad:

“Como trabajador social, veo mucho eso. Esta me pareció muy real… No hay muchas películas que cubran este tema… Esta me pareció como tener a un cliente en la pantalla cuando la estaba viendo. Esta fue muy vivencial”.

Lauren, mujer blanca de 27 años:

“Fue verdaderamente duro verla. Y esta es muy real. Muy emocional. Y definitivamente me hizo apreciar mi vida y lo que tengo… todo fue tan real y que verdaderamente sucede. Esta fue como una especie de despertar”.

Philip, puertorriqueño-italiano de 52 años:

“Esta fue una excelente película. La actuación de Mo’Nique fue extraordinaria. Y realmente la película tiene un poderoso impacto. Quiero decir, que hubo mucha gente saliendo del teatro físicamente impactada. Como si nunca hubieran visto nada como esto”.

1. Éxodo 20. [regresa]

2. “Stop Violence Against Women Campaign”, Amnistía Internacional-Estados Unidos y estadísticas de abuso sexual e incesto, shatteredsouls.net/id23.html. [regresa]

3. “Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad”, Revolución #158, 8 de marzo de 2009. [regresa]

4. Entrevista en el programa radial de la NPR, Fresh Air, 5 de noviembre de 2009. [regresa]

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