Revolución #188, 10 de enero de 2010


Acuerdo sobre el clima en la cumbre de Copenhague: Un crimen contra el planeta

Muchas personas esperaban que la cumbre de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague abordara en serio la crisis del calentamiento global que amenaza el planeta y de la humanidad. Pero el acuerdo suscrito en Copenhague no hace nada para reducir las emisiones de los gases del efecto invernadero que constituyen la principal causa de esta amenaza. Tampoco representa un plan serio para siquiera empezar a hacer eso. Al contrario, las mayores potencias del mundo, sobre todo Estados Unidos, dejaron en claro que su mensaje a la tierra y la humanidad es: ¡Vete al demonio!

La administración de Obama y algunos otros dirigentes de los países imperialistas ricos han declarado que el acuerdo es un avance importante. Los medios alegaron que Barack Obama llegó de último momento y metió candela al proceso, de modo que ahora puede seguir adelante. Pero eso es engañar a la gente, precisamente en un momento en que es necesario que la gente tome conciencia de la urgencia de esta crisis. Eso es peor que no hacer nada en Copenhague.

La cumbre de Copenhague nunca fue una reunión urgente de científicos y de la gente de buena voluntad de alrededor del mundo para resolver la emergencia global. Ésta fue una reunión dominada por los líderes de los países poderosos del mundo, con los Estados Unidos de mandamás. Ahí las potencias trataban de sacar ventajas sobre sus rivales. Ahí los poderosos países imperialistas imponían sus propios intereses sobre los países pobres y la gente del mundo, a la vez que trataban de “adjudicarse una nueva cara” como eco-salvadores amistosos del planeta. Ahí crearon nuevos mercados, como el mercado del comercio del carbono, como una nueva forma de usar los derechos de contaminar para generar más ganancias. Las negociaciones ilustraron que lo único del que son capaces las potencias capitalistas es promover con vileza sus propios intereses mientras ardan el planeta y su gente.

El padrino de Estados Unidos manda

Desde el comienzo, la cumbre fue muy tendenciosa y contenciosa. Afuera, los manifestantes irrumpían en el ambiente y bajo los reflectores internacionales.

Adentro, Estados Unidos, la Unión Europea (EU) y China trabajaban para extraer concesiones unos a otros, en torno a metas de reducciones de emisiones, procedimientos de monitorear que los gobiernos cumplieran dichas metas y otros asuntos. EE.UU. y la UE, que juntos son responsables de la gran mayoría de la acumulación de gases del efecto invernadero en la atmósfera que ya están causando cambios devastadores, trabajaron para presionar y sobornar a los países pobres para que aceptaran las condiciones impuestas.

En cierto momento, los países pobres abandonaron la cumbre, con la demanda de que la meta de cualquier acuerdo fuera un aumento de la temperatura de un máximo de 1,5ºC, porque las temperaturas más altas podrían causar la muerte de continentes enteros, sobre todo África. Obama, quien pasó solamente ocho horas en la cumbre, respondió amenazando que si estos países no aceptaran, les iría peor. Primero, Estados Unidos ofreció la promesa de miles de millones de dólares a los países pobres para lidiar con la devastación ya causada por el calentamiento global. Luego, encabezó la imposición de un acuerdo de no hacer nada que estipula que no habrá ayuda para los países que no suscriben el acuerdo.

El último día, las charlas estaban al borde de venirse abajo, lo que representó un problema para los EE.UU. Pero no se debe a que le preocupa el planeta sino a que la situación amenazaba lo que quería sacarle a la cumbre. Se han generalizado las condenas a EE.UU. por ser, hasta hace poco, el mayor contribuyente de emisiones de carbono, y se conoce en general que los EE.UU. es el mayor obstáculo a la resolución de este problema. Obama esperaba revertir esta dinámica en la cumbre y rebautizar a los EE.UU. como un líder en la salvación del planeta. Los EE.UU. también quería institucionalizar un enfoque hacia el calentamiento global en conformidad con sus intereses imperialistas, tal como la propagación de los mercados del comercio de carbono. Y quería aprovechar las charlas para pasarle la culpa a uno de sus rivales, singularizando a China por ser un “emisor imprudente” y no jugar según las reglas que EE.UU. quiere imponer.

Se montó y orquestó desde la cúpula la entrada al último momento de Obama para “salvar las charlas”. En lo estratégico, así los EE.UU. podía afirmar su hegemonía, dejando en claro que es el que manda en acuerdos internacionales.

Se informa que Obama y Hillary Clinton irrumpieron en una reunión sostenida por China y otros países y anunciaron que ¡las negociaciones no se darían en secreto, sin los Estados Unidos! Dijeron eso los representantes de un imperio sin rival en la historia del mundo en materia de operaciones encubiertas militares y de la CIA y su declarado derecho unilateral de atacar e invadir a cualquier país que se interponga contra sus intereses. Luego, ¡de los cinco países presentes (EE.UU., China, India, Brasil y Sudáfrica), ellos fraguaron el acuerdo! Otras potencias de peso subieron a abordo. Únicamente en ese momento fue que se anunció el acuerdo al resto de los 192 países, a quienes les dieron una hora para decidir si suscribirlo o no. El jefe de Tuvalu, un país-isla en el Pacífico que se están quedando sumergido por el aumento del nivel del mar causado por el calentamiento global, se negó a suscribirlo y dijo: “Parece que nos están ofreciendo treinta monedas de plata con la finalidad de traicionar a nuestra gente y nuestro futuro”.

Lumumba Stanislaus Di-Aping, un diplomático sudanés que representa al Grupo de los 77 países en desarrollo, comparó la decisión al holocausto nazi, porque eso es lo que el calentamiento global traería concretamente a África por la sequía, escasez de agua y colapso de la producción de alimentos.

De negocios como de costumbre de cara a la crisis ecológica

El “Acuerdo de Copenhague” que emergió no contiene ningún compromiso vinculante que obligue a reducir las emisiones los gases del efecto invernadero por quemar combustibles fósiles o la deforestación que están calentando al planeta. El acuerdo incluso abandonó metas de reducción alcanzadas en previos acuerdos. Y esos acuerdos eran ya una farsa porque no contenían un método de hacer cumplir esas reducciones. El acuerdo dice que las temperaturas mundiales no deben subir más de 2 grados C, pero no dice nada de cómo se llevará a cabo. No fija fechas para cuando supuestamente se suscribiera un acuerdo “legal y vinculante”.

Pese a lo que digan esas potencias, sus planes concretos demuestran que no tienen ninguna intención seria de hacer nada salvo extraer y quemar más carbón, petróleo y gas. Siguen minando y perforando para sacar de la tierra más de éstos e incluso formas más “sucias” de combustibles fósiles. Además, muchos países, incluidos los Estados Unidos y China, tienes planes de construir más plantas generadoras de electricidad a base de la combustión de carbón que representan los contaminadores más grandes y más peligrosos. La cumbre de Copenhague no trató ninguna de estas cuestiones decisivas.

Los países que suscriban el acuerdo supuestamente deberían declarar qué tanto van a reducir las emisiones. Pero, un grupo de climatólogos (www.climateinteractive.org) que se reunió para analizar las propuestas en consideración durante la cumbre informó que aun si se cumplieran todas las promesas de reducir las emisiones de los gases del efecto invernadero, la temperatura del planeta todavía subiría 3.9º C (7 grados Fahrenheit) para el 2100. El consenso entre los científicos dice que el aumento de las temperaturas deben ser mantenido por debajo de 1.5 a 2 grados C o habrá un desastre ecológico.

Vil competencia de un vil sistema

George Monbiot, escritor sobre el medio ambiente, comparó la cumbre de Copenhague a las reuniones de 1884 en Berlín donde las potencias coloniales repartieron el mundo. Esta vez, dijo él, es la atmósfera la que están repartiendo.

Estados Unidos salieron con una propuesta patética de reducir sus emisiones a un 17% debajo de los niveles del 2005 para el 2020. Eso significaría solamente una reducción de un 3-4 por ciento debajo de los niveles del 1990. La ciencia aceptada dice que los países industrializados deben reducir las emisiones de 25 a 40 por ciento debajo de los niveles del 1990 para el 2020 y el 80% debajo de los niveles de 1990 para el 2050. (Es necesario reducir las emisiones en todo el mundo en un 50% debajo del nivel del 1990 para el 2050).

Obama fue a Copenhague recién salido de escalar la guerra en Afganistán y de recoger un premio Nóbel de la Paz. Esta es una doble hipocresía, porque el sucio secreto es que las fuerzas armadas estadounidenses son constituyen el mayor usuario institucional de petróleo en el mundo y uno de los mayores productores de emisiones de gases del efecto invernadero.

Mientras tanto, los países europeos posaban como “capitalistas verdes”, mientras la policía danesa golpeaba y arrestaba preventivamente al menos unas 1.500 personas por luchar por salvar el planeta. Estos “capitalistas verdes” dieron a entender que podrían aceptar reducir las emisiones de gases del efecto invernadero en un 20% o tal vez más para el 2020, si sus rivales de Estados Unidos y los países en desarrollo también aceptaran reducirlas más. Los países de la Unión Europea tratan de mostrarse como los verdaderos paladines de la tierra. Pero la pura realidad es que desde el Tratado de Kyoto de 1997 (que establece límites vinculantes sobre las emisiones de los países desarrollados), ¡el total de las emisiones en los países europeos ha incrementado en un 5% (Guardian del Reino Unido)!

Mientras tanto, China y la India, países que siguen bajo el dominio de las potencias imperialistas pero que buscan desarrollarse en importante potencias capitalistas con alcance global, también se rehúsan a cumplir cualquier reducción vinculante en las emisiones, precisamente por su necesidad de expandirse y competir con las grandes potencias que están tratando de impedir que hagan esto. Si bien China ha rebasado a Estados Unidos en cuanto a emisiones globales, un aspecto toral es que esto se debe en gran medida a que China hoy es el taller y la maquiladora del mundo, integrada a una red global de producción capitalista. Una tercera parte de las emisiones de China está vinculada a la producción para la exportación, abrumadoramente los productos hechos por las masas explotadas de proletarios y su mano de obra barata para el consumo en los países imperialistas ricos. Lo que esto significa es que todas las inversiones en China hechas por los países imperialistas que sacan ventaja de los míseros salarios y la falta de normas de seguridad y ambientales simplemente representan la exportación de la contaminación de los países ricos a China.

Y esta producción alimentada por el capital internacional ha llevado a una situación donde 7 de las 10 ciudades más contaminadas del mundo están en China. El 80% de los ríos más grandes de China están tan contaminados que no tienen vida acuática y el 90% de todos los sistemas de agua subterránea de las ciudades principales están contaminados. Incluso con el aumento de emisiones de China, el 75% del dióxido de carbono que ya está en la atmósfera todavía es el resultado de las emisiones de los países capitalistas avanzados. Los Estados Unidos con el 5% de la población del mundo, todavía produce el 25% del dióxido de carbono del mundo. Esta cifra es el 30% cuando se agreguen las emisiones de las fuerzas armadas estadounidenses que no se encuentran incluidas en los cálculos. Y los Estados Unidos producen 4 veces más gases del efecto invernadero por persona que China.

Copenhague y el camino por delante

Algunos grupos ambientalistas se han tragado la asesina lógica de que Copenhague al menos sea un “paso en la dirección indicada”. Es necesario refutar ese argumento con muchísima firmeza, pues tales aspiraciones reducidas conducen a abandonar a una buena parte de la humanidad y vastas extensiones del mundo y sus ecosistemas a la destrucción. Otros grupos han condenado el acuerdo pero siguen canalizando sus esfuerzos para presionar a los dirigentes del mundo a “hacer lo correcto”.

Copenhague no “fracasó” debido a “la falta de voluntad” de parte de los participantes o simplemente porque hay “demasiadas divisiones” que estos líderes podrían superar si simplemente decidieran poner el planeta primero. Sí, las fuerzas dominantes en el poder están enfrentando algunos extremos problemas ambientales también, pero solamente son capaces de abordarlos en los confines de sus sistemas de producción, lo que en primer lugar es donde está el problema.


Fuente de este artículo:

1. Maude Barlow, Blue Covenant: the Global Water Crisis and the Coming Battle for the Right to Water, New Press, 2007

2. Climate Interactive, www.climateinteractive.org

3. "Copenhagen closes with weak deal that poor threaten to reject”, Guardian UK, 19 de diciembre de 2009 http://www.guardian.co.uk/environment/2009/dec/19/copenhagen-closes-weak-deal

4. “Copenhagen reaction: delegates speak”, Guardian UK, 19 diciembre de 2009, http://www.guardian.co.uk/environment/2009/dec/19/copenhagen-reaction-delegates-speak

5.James Hansen, Storms of My Grandchildren: The Truth About the Coming Climate Catastrophe and our Last Chance to Save Humanity, Bloomsbury USA, 2009

6. Raymond Lotta, “El elefante en la sala: ¿Es posible que algo menos que la revolución solucione la crisis ambiental?”, transmisión por la red en inglés, http://www.revolutionbooksnyc.org/home.html

7. George Monbiot, “Copenhagen negotiators bicker and filibuster while the biosphere burns”, Guardian UK, 18 de diciembre de2009 http://www.guardian.co.uk/environment/2009/dec/18/copenhagen-negotiators-bicker-filibuster-biosphere

8. "Global Carbon Emissions since Kyoto", Guardian UK, 30 de noviembre de 2009 http://www.guardian.co.uk/environment/interactive/2009/nov/30/copenhagen-summit-world-carbon-emissions

9. “Pressure on poor at Copenhagen led to failure, not diplomatic wrangling”, Guardian UK, 23 de diciembre de 2009 http://www.guardian.co.uk/environment/blog/2009/dec/23/g77-copenhagen-bernaditas-de-castro-muller

10. Andrew C. Revkin and John M. Broder, "A Grudging Accord in Climate Talks”, New York Times, 20 de diciembre de 2009 http://www.nytimes.com/2009/12/20/science/earth/20accord.html?_r=1&scp=3&sq=copenhagen%20accord&st=cse

11. Barry Sanders, The Green Zone: the Environmental Costs of Militarism, AK Press, 2009

12. Peter N. Spotts, “Copenhagen climate change talks stall as CO2 emissions rise”, Christian Science Monitor, 18 de noviembre de 2009 http://www.csmonitor.com/World/Global-Issues/2009/1118/p06s01-wogi.html

13. United Nations Framework Convention on Climate Change Draft Decision-/CP.15 Copenhagen Accord http://unfccc.int/resource/docs/2009/cop15/eng/l07.pdf

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