Revolución #189, 17 de enero de 2010
Revuelta intrepida sacude a Iran
Un testigo describió parte del centro de Teherán, como el aspecto de una "zona de guerra" con "cristales rotos por todas partes, decenas de cubos de basura volcados y humeantes, varios vehículos incendiados y los esqueletos carbonizados de un par de docenas de motocicletas de la policía". Al igual que en algunas manifestaciones anteriores, los manifestantes mostraron que ya no son temerosos de las fuerzas de seguridad o vigilantes vestidos de civil a pesar de las amenazas de malos tratos que fueron emitidos antes del día más importante del año de luto para los chiítas. Pero esta vez, al menos en algunos casos, fueron un paso más allá y demostraron que están lo suficientemente iracundos como para participar en batallas callejeras. Y las fuerzas de seguridad —al mando de los cuerpos de los Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) desde las manifestaciones inmediatamente posteriores a las elecciones— demostraron, a su vez, que son incapaces de controlar a la multitud a pesar de su uso, en algunos casos, de la fuerza letal que, según las cifras del propio gobierno, dejó al menos ocho muertos.
"¿A dónde Irán?", Farideh Farhi,
31 de diciembre de 2009, Inter Press ServiceEn algunas partes de Teherán, los manifestantes hicieron retroceder a la policía, lanzando piedras y capturando varios coches y motocicletas de la policía, a los que se les prendió fuego. Videos colgados en el internet, mostraron escenas de caos, con la quema de contenedores de basura y de grupos de manifestantes que atacaban a voluntarios de la milicia Basij en medio de un estruendo de gritos. En un vídeo un grupo de manifestantes prende fuego a toda una comisaría de la policía en Teherán. En otra escena, la gente se llevaba el cuerpo de un manifestante muerto, corando: "Voy a matar, voy a matar al que mató a mi hermano".
New York Times, 28 de diciembre 2009
• • •
La República Islámica de Irán (RII), ha estado escalando su salvaje campaña general para aplastar un levantamiento en masa del pueblo iraní, el que continúa sacudiendo a su régimen reaccionario. Ha habido oleadas de lucha que alternan con períodos de calma intensa. A finales de diciembre este levantamiento rugió de nuevo con más fuerza que antes.
Previo a las principales celebraciones religiosas chiítas del Muharram que culminan en Ashura el 28 de diciembre, la RII amenazó con consecuencias graves para cualquier persona que se atreviera a protestar contra el gobierno. Y la gente en Irán sabe que eso puede significar la muerte, el encarcelamiento o la tortura. El gobierno desplegó miles de sus agentes armados — la policía, la milicia Basiji, los Guardianes de la Revolución. Sin embargo, cientos de miles de iraníes participaron en la manifestación más masiva, más desafiante y más resuelta contra el régimen actual desde que el levantamiento empezó en junio de 2009, tras el aparente robo de las elecciones presidenciales por el oficialista Mahmoud Ahmadinejad.
Las fuerzas del régimen se enfrentaron a la gente con gases lacrimógenos, porras y cadenas, golpeándoles "sin tregua" según un testigo. Las fuerzas del gobierno rompieron las ventanas de autos manejados por personas que estaban tocando la bocina en solidaridad con las protestas. Hubo informes de que los manifestantes fueron apuñalados, o que sufrieron fracturas de cráneo. A veces, las milicias del régimen dispararon con balas reales directamente hacia la multitud, matando a 37 personas, según estimaciones (y quizás más) e hiriendo a muchos más. En total unos 1.500 fueron arrestados.
Pero el día no sólo fue marcado por la brutalidad de la teocracia islámica. En el Ashura y días anteriores, miles se pusieron de pie a estos ataques salvajes y con más frecuencia que antes, se defendieron. Videos muestran a los manifestantes que se niegan a dar marcha atrás frente a la brutal represión. Testigos describieron que partes de Teherán como que estaban "cubiertas de un espeso humo de los incendios y gases lacrimógenos" y "escenas de los combates cuerpo a cuerpo entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes". Se informa de protestas y batallas en las calles en otras grandes ciudades (New York Times, 29 de diciembre de 2009).
Según el Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta) [PCI (MLM)], más de un millón de personas en todo Irán tomaron parte, con varios cientos de miles solamente en Teherán. Las consignas y el estado de ánimo fueron más radicales que antes, mientras los manifestantes pisaban fotos del Líder Supremo Jamenei y, a veces las quemaban y coreaban: "Este es el mes de sangre, Jamenei será derrocado".
La radicalización — y yendo más allá de la "ola verde"
La lucha en Irán sigue siendo compleja, contradictoria y rápidamente cambiante. Muchas fuerzas diferentes se disputan el liderazgo y configuran los acontecimientos.
El levantamiento en Irán comenzó con la demanda — "¿dónde está mi voto?" La gente siente que la elección le había sido robada y que el candidato Mir Hussein Musavi había ganado. En ese momento el movimiento de protesta fue dominado por la "ola verde" (Verde por el Islam), dirigido por Musavi y los otros candidatos presidenciales. Todos fueron ex funcionarios de alto rango que siguen ideológica y políticamente comprometidos con el régimen islámico. Sin embargo, han entrado en un agudo conflicto con las fuerzas actualmente en el poder, agrupados en torno al presidente Mahmoud Ahmadinejad, el ayatolá Jamenei y la alta dirigencia de los Guardianes de la Revolución, sobre cuál es la mejor manera de preservar la RII. Musavi sostiene que es necesario reformar y re-legitimar a la RII, aflojar las leyes represivas y los códigos morales islámicos y que se procure normalizar las relaciones con el Occidente — y no enfrentarlo. Este es un intento de conservar la legitimidad de la RII.
En una declaración publicada poco antes de las protestas de Ashura, Musavi reconoció que no había llamado ni liderado las protestas, y criticó el "radicalismo inaceptable" de algunos manifestantes. Y también reconoció tácitamente la legitimidad del gobierno de Ahmadinejad —una enorme concesión a estos reaccionarios que escupen sobre la sangre derramada por el pueblo iraní en lucha contra este régimen criminal— al mismo tiempo que propone un programa para la sanación de las divisiones de la clase dominante.
Fue obvio que se ha radicalizado una parte importante de la sociedad iraní en los últimos siete meses y que está más que dispuesta a ponerse de pie y luchar contra el régimen. Algunos sectores de la población se están enajenando cada vez más de la actual camarilla gobernante del país y de los principios-guía del dominio islámico y de la propia República Islámica de Irán. El espíritu y las consignas de las manifestaciones del Ashura demostraron de Musavi y la "ola verde" no tienen un papel tan dominante en la determinación de los términos para la oposición.
Un observador iraní describió escenas que tal vez indiquen que los rituales y el fundamentalismo religiosos están perdiendo el control sobre un sector de las personasen el seno de los manifestantes. "Por primera vez en muchos años, miles tomaron las calles durante el Día de Ashura sin confiar en métodos y costumbres religiosos y sin la aprobación de los ayatolás. Según el chiísmo, se supone que el Día de Ashura sea un día de luto para el imán Hussein. Pero no hicieron la flagelación ritual (pegarse la cabeza, cortarse para hacer sangrar o simbólicamente flagelar la espalda para mostrar su piedad). En cambio se convirtieron el día en una ocasión para levantarse en contra del régimen".
Entretanto, miles y miles participaron en procesiones rituales o alternaron corear consignas religiosas y corear consignas contra el régimen, o combinaron las dos.
La participación de las mujeres es un elemento clave en la acentuación, profundización y radicalización de las protesta. Las mujeres están cada día más en las líneas del frente. El Día de Ashura por primera vez desde las elecciones, muchas mujeres protestaron sin llevarse pañuelos en la cabeza o velos islámicos. Este nuevo fenómeno en el levantamiento es una razón de por qué el régimen atacó con tanta vileza a las mujeres en particular.
Esta rebelión y la participación profunda de las mujeres están desafiando principios centrales, relaciones sociales y códigos morales en los cuales se basa la República Islámica de Irán, entre ellos la opresión y supresión de las mujeres. "La autoridad del régimen, de hecho, llegó a depender de su éxito en vigilar la moral sexual", escribió Ziba Mir-Hosseini. "Las mujeres solamente recibieron los ‘derechos’ que otorgan las decisiones de los jueces islámicos, y las relaciones privadas y públicas entre hombres y mujeres eran severamente confinadas por líneas rojas estipuladas en antiguos textos jurisprudenciales. Se estableció una política y cultura oficial de género, que de costumbre obliga que las mujeres se lleven el velo en la cabeza, lo que los altos clérigos como el ayatolá Ahmad Azari-Qomi llamaban la ‘cultura de hiyab’". Así que un elemento clave que amenaza deslegitimar, minar y desenmarañar todo eso es la participación de las mujeres en las líneas de frente de la batalla. "Los iraníes de hoy, mujeres y hombres, de todas las clases y todas las regiones del país, han rechazado o al menos cuestionado muchos de los códigos de género y tabúes sexuales impuestos firmemente por la República Islámica de Irán durante los últimos 30 años" ("Broken Taboos in Post-Election Iran", MERIP, 17 de diciembre de 2009).
La decisión de la RII de abrir fuego contra los manifestantes podría minará aún más su legitimidad, pues el Día de Ashura tradicionalmente ha sido un día pacífico. Todo esto está destacando aún más claramente que la RII es una dictadura clerical que representa los intereses de las clases explotadoras, respaldada por la fuerza bruta. Mantener esta dictadura es más importante para estos clérigos reaccionarios que alguna regla religiosa.
Existen también indicios que el rechazo de la abierta violencia del régimen ha extendido el levantamiento a otros sectores de la población, entre ellos la gente trabajadora y muchas personas con diversas perspectivas más tradicionales, religiosas y conservadoras. El 22 de diciembre de 2009, unos quinientos obreros protestaron durante un discurso de Ahmadinejad llevando una pancarta: "No tenemos pan para comer". Un jornalero del sur de Teherán le dijo al New York Times: "Las personas en mi barrio han ido a los rituales del Ashura cada noche con tela verde por primera vez. Han sido politizadas recientemente por la represión este mes" (New York Times, 24 y 28 de diciembre de 2009).
Las fuerzas en torno a Ahmadinejad y Jamenei reconocen que se enfrentan una rebelión con el potencial de amenazar su dominio y convertirse en una revuelta contra la propia existencia del propio régimen islámico, y han reaccionado en consecuencia. El Día de Ashura, las fuerzas de seguridad del régimen asesinaron al sobrino de Musaví (y confiscaron su cadáver para impedir que su entierro se convirtiera en un estallido de protesta contra el régimen). Dos días después de las protestas del Ashura arrestaron a decenas de prominentes periodistas, activistas, estudiantes y otros en una ola de represión que el New York Times (30 de diciembre de 2009) llamó "la más grande después de junio". El gobierno está acusando a algunos manifestantes arrestados durante el Ashura por "hacer guerra contra dios", un cargo que conlleva una pena automática de muerte (un cargo usado para justificar el asesinato de miles de presos políticos durante los años 1980).
Y el 30 de diciembre el régimen, que todavía tiene una base social extensa, organizó manifestaciones de decenas de miles de sus partidarios para defender el gobierno de la RII y su represión violenta de las protestas.
¿Y qué de Estados Unidos?
Desde Obama hasta derechistas de línea dura, figuras de la clase dominante estadounidense han opinado contra la "represión violenta e injusta" de las protestas por la RII y en apoyo a los manifestantes iraníes. "Durante meses, los iraníes no han buscado nada salvo ejercer sus derechos universales", dijo el presidente Obama el 29 de diciembre. "En cada ocasión que lo han hecho, se han topado con el puño de hierro de la brutalidad, incluso en actos solemnes y días sagrados".
Pero ¿de verdad Estados Unidos es amigo del pueblo iraní y apoya la liberación?
Irán es un país grande, con una ubicación muy estratégica y con mucho petróleo, que ha sido objetivo de invasiones, conquistas e intrigas imperiales durante más de cien años. Desde 1953, cuando instauró al asesino tirano el Sha Mohammed Reza Pahlavi en el trono de Irán mediante un golpe de estado fraguado por la CIA, hasta el derrocamiento del Sha por el pueblo iraní en 1979, Estados Unidos ha ejercido un dominio imperialista directo del país en los frentes militar, político y económico. La revolución de 1979 asestó un fuerte golpe al poder estadounidense en el Medio Oriente pero Estados Unidos trató de atenuar los daños, impedir la mayor radicalización y profundización de la revolución de 1979 y maniobrar para reponerse de sus pérdidas dando apoyo tras bambalinas a la toma clerical del poder por el ayatolá Jomeini y sus partidarios y la estructura de poder de la República Islámica de Irán (que pronto masacró a miles de auténticos revolucionarios y comunistas).
En las décadas desde ese entonces, Estados Unidos ha tratado de debilitar a la RII y contener su influencia regional. Después del 11 de septiembre de 2001, el régimen de Bush emprendió una "guerra contra el terror" de gran envergadura, que tenía por objetivo vencer al fundamentalismo islámico como fuerza anti-estadounidense, derrocar los regímenes que se entreponen contra los objetivos estadounidenses en las regiones mesooriental y centroasiática y reestructurar radicalmente una gran región del planeta con la finalidad de consolidar y profundizar el dominio imperial estadounidense. En este contexto, Estados Unidos declaró que Irán era parte del "eje del mal" y adoptó una estrategia de cambio de regímenes a fin de derrocar al clero islámico en Teherán e instaurar un régimen pro-estadounidense.
Estados Unidos no ha sido capaz de hacer rápidamente los cambios regionales arrolladores que se proponía hacer, pero nunca ha abandonado el objetivo de mantener y fortalecer su dominio imperialista sobre el Medio Oriente. Cada vez más ha visto en Irán un gran obstáculo y problema porque eso contribuye al fundamentalismo islámico anti-estadounidense en general; porque sus necesidades y objetivos regionales chocan con aquellos de los Estados Unidos; y porque su búsqueda de poderío nuclear y la posible fabricación de armas nucleares (o cuando menos el desarrollo de tal capacidad) amenazan con un cambio importante en la correlación de poder regional que no sea aceptable para Estados Unidos y amenazan a su principal cliente en la región: Israel.
Durante el segundo turno de George W. Bush y hoy bajo Obama, los Estados Unidos ha tratado de forjar una estrategia para lidiar con Irán (incluso con la contemplación de ataques militares), a la vez que intensifica las presiones políticas, económicas, diplomáticas y militares sobre la RII. El eje de todo eso ha sido presionar a Irán para que abandone su programa nuclear, pero también es parte de una estrategia para debilitar al régimen, quizá tumbarlo, pero de todos modos salir con fuerzas pro-estadounidenses más sumisas en el poder en Teherán. Este debate ha cobrado intensidad y aumentado presiones a medida que Irán haya aspirado a tener un programa de enriquecimiento de uranio, pese a las demandas de las grandes potencias en contra.
La revuelta en Irán ha debilitado a la RII y ha suscitado fuertes debates en la clase dominante estadounidense sobre la mejor forma de alcanzar sus objetivos estratégicos en esta situación nueva e inesperada. Algunas personas han respondido a esta debilidad sosteniendo que unos ataques militares podrían tumbar al régimen. Otras personas advierten que no tomen medidas tan drásticas: las actuales protestas no tumbarán al equipo de Ahmadinejad-Jamenei, así que más vale hacer tratos con ellos. (Vea por ejemplo Flynt Leverett e Hillary Mann Leverett, "Another Iranian Revolution? Not Likely", New York Times, 6 de enero de 2010.)
Nada de eso corresponde a los intereses de los habitantes del mundo.
El valor y la determinación mostrados por millones de iraníes son profundamente inspiradores. Es importante que en los Estados Unidos, la gente aumente de manera visible y vocal su oposición a las maniobras o ataques de parte del gobierno estadounidense. Y al mismo tiempo deberíamos tomar partido con la justa lucha del pueblo iraní contra sus opresores y en especial con las actividades de las fuerzas más radicales y revolucionarias al interior del movimiento.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.