Revolución #197, 4 de abril de 2010


Made in USA: La masacre de Gardez

El 12 de febrero por la tarde, unos 25 amigos y parientes se reunieron en la casa de Hajji Sharaf Udin en la aldea de Khataba, a unos km de Gardez, la capital de la provincia Paktia en el este de Afganistán.

Se reunieron para celebrar el poner nombre al nieto recién nacido de Udin. "Sentados junto a la pared del cuarto de huéspedes, los hombres se turnaban para bailar mientras los músicos tocaban", informó más tarde The Times (UK). Antes del amanecer, caerían asesinados cinco civiles afganis inocentes, todos familiares.

A eso de las tres de la mañana, uno de los músicos salió del complejo habitacional hacia el cuarto de baño. Alguien le aventó una luz en los ojos. Se metió corriendo y gritó que los talibanes estaban afuera. Mientras dormían la mayoría de los invitados, el hijo de Udin, Mohammed Dawood, un comandante de policía, salió a investigar con su hijo de quince años, Sediquillah. Posiblemente bajo fuego, seguramente aterrorizados, el padre y el hijo regresaron corriendo por el patio. Desde el techo un pistolero les pegó balazos a los dos. Dawood se murió al instante, según The Times (UK) (13 de marzo). Su hijo recibió dos tiros pero vivió.

En el complejo habitacional, algunos se dieron cuenta de que los agresores no eran del Talibán sino de las fuerzas estadounidenses de Operaciones Especiales y de las fuerzas especiales de la policía afgana que buscaban "sospechosos del Talibán". El segundo hijo de Udin, Saranwal Zahir, un fiscal, vino a la puerta porque hablaba algo de inglés. "Zahir gritó, 'no tiren, trabajamos por el Gobierno'", dijo la madre del comandante Dawood. "Pero mientras hablaba, dispararon otra vez. Vi que se cayó".

Tres mujeres estaban agachadas detrás de Zahir en la puerta. Bibi Shirin, de 22 años, madre de cuatro hijos menores de 5 años; Bibi Saleja, de 37 años, madre de 11 hijos; y Gulalai, de 18 años. Las dos madres estaban embarazadas. La descarga de balas que mató a Zahir también acribilló a las tres.

Dos de las mujeres murieron al instante. Gulalai salió herida y murió después; estaba comprometida para casarse. "'Ya habíamos comprado todo para la boda', dijo su futuro suegro, Sayed Mohammed Mal, subdirector de la Universidad de Gardez".

Todos los sobrevivientes entrevistados por The New York Times insistieron que fueron estadounidenses los que llevaron a cabo la redada y los asesinatos, y que no vestían uniforme.

Aterrorizar y maltratar a los sobrevivientes

Como si eso no fuera suficiente horror, las fuerzas estadounidenses —que dicen ser fundamentalmente distintas al Talibán y luchar por los intereses del pueblo afgano— no creían a los sobrevivientes que insistían que no eran del Talibán.

Al contrario, según un informe no publicado de la ONU que consiguió The Times (UK), fuerzas gubernamentales estadounidenses y afganas les dieron un "tratamiento cruel, inhumano y degradante". Los familiares heridos y los invitados fueron "asaltados por fuerzas estadounidenses y afganas, contenidos y obligados a quedarse parados descalzos en el frío durante varias horas". Uno de los invitados, un conductor de ambulancia de 22 años, dijo que "lo arrastraron por el cabello a través del complejo habitacional. 'Los afganos dijeron, alcen las manos. Me paré y no sé quién estaba detrás de mí. Me dieron una patada desde atrás y me caí'".

También contaron los sobrevivientes: 'Las fuerzas estadounidenses y afganas se negaron a proveer tratamiento médico adecuado a tiempo a dos personas [Dawood y su sobrina Gulalai], que sufrieron heridas de bala, que resultó en su muerte horas después", según la ONU. Afirmaron que posiblemente habrían vivido los dos si los hubieran llevado al hospital más pronto.

Después ocho sobrevivientes fueron arrestados y llevados por avión a una base estadounidense-afgana donde los detuvieron y los interrogaron durante cuatro días. Luego los liberaron sin cargos.

Asesinato, mentiras, encubrimiento

Barack Obama y las fuerzas armadas estadounidenses declaran que están poniendo en práctica una nueva estrategia. Una estrategia que se trata de ayudar al pueblo afgano, de proporcionarles asistencia; de ganar el apoyo del pueblo y hacer todo lo posible para evitar bajas civiles, incluido con un cambio de tácticas militares.

Si eso fuera cierto, las fuerzas armadas estadounidenses se hubieran horrorizado por lo ocurrido en Gardez. De inmediato se hubieran responsabilizado y hubieran iniciado una investigación completa.

No hicieron nada de eso. Al contrario, la OTAN trató de ocultar la masacre. El 12 de febrero publicó una declaración titulada "Fuerza conjunta en Gardez descubre acontecimiento horripilante".

"Una fuerza de seguridad afgana-internacional encontró los cuerpos atados y amordazados de tres mujeres durante una operación en el distrito de Gardez, provincia Paktiya, anoche. La fuerza conjunta fue a un complejo habitacional cerca de la aldea de Khatabeh, al confirmar por inteligencia la actividad de militantes. Varios insurgentes sostuvieron un tiroteo con la fuerza conjunta y cayeron muertos. Después, una gran cantidad de hombres, mujeres y niños salieron del complejo, y los detuvo la fuerza conjunta. Cuando ésta entró al complejo, registraron el lugar minuciosamente y encontraron los cadáveres de tres mujeres que habían sido atadas, amordazadas y asesinadas. Los cadáveres estaban escondidos en un cuarto contiguo.

"La fuerza conjunta inmediatamente aseguró el lugar y pidió apoyo médico experto y realizará una investigación forense conjunta. Ocho hombres fueron detenidos para más interrogación".

Cada parte de esta declaración es mentira. No hubo tiroteo. Las víctimas no tiraron ni siquiera una piedra. Las mujeres no estaban atadas, amordazadas, escondidas ni encontradas muertas. Las fuerzas estadounidenses se negaron a dar tratamiento médico a los heridos. Y no se ha dado ninguna investigación ni explicación.

La verdad sobre esta masacre made-in-USA salió a la luz porque el pueblo de Gardez rehusó a quedarse callados (sus "protestas paralizaron Gardez, la capital de Paktia", informa The Times (UK)) y porque un periódico internacional importante publicó la historia.

Incluso tras la publicación de la historia por The Times (UK), Estados Unidos y la OTAN, siguen mintiendo y obstaculizando un mes después de la masacre. El contralmirante Greg Smith, altavoz de la OTAN en Kabul, dijo al Times que no hubo encubrimiento y declaró que los hombres tiroteados por las fuerzas estadounidenses habían tenido armas y que manifestaban "intenciones hostiles", y que la declaración de la OTAN el 12 de febrero estaba "mal redactada", pero que "a personas que ven muchos cadáveres" las mujeres les parecían haber muerto desde hace horas. Todavía el 14 de marzo, funcionarios de la OTAN continuaron sosteniendo que las mujeres se murieron como resultado de un "asesinato por honor".

Asesinato de civiles, parte integral de la guerra y ocupación estadounidense

El general Stanley McChrystal, comandante de fuerzas estadounidenses en Afganistán, recientemente hizo toda una demostración pública de pedir disculpas por las bajas civiles y de prometer ponerles fin. Supuestamente las fuerzas armadas están controlando más estrictamente las redadas nocturnas, las fuerzas de Operaciones Especiales y los contratistas militares privados.

Sin embargo, las redadas nocturnas, operaciones especiales, asesinatos encubiertos, ejecuciones extrajudiciales, ataques por avión sin piloto, y uso de contratistas militares, detenciones generalizadas y tortura, y el terror en general forman parte integral de la ocupación imperialista por su naturaleza. El objetivo central de la ocupación es subyugar —por las medidas que sean necesarias— a una población de la cual la mayoría no quiere estar bajo dominación extranjera y muchos han aprendido tras más de ocho amargos años de guerra y ocupación a desconfiar de los invasores estadounidenses y sus títeres en Kabul,  y hasta odiarlos. El objetivo que impulsa todo eso es proteger los intereses imperialistas estadounidenses en Afganistán y la región, no liberar al pueblo afgano. Tanto en Afganistán como en Pakistán, la violencia y la cantidad de tropas y contratistas militares han aumentado drásticamente bajo Obama, aunque al mismo tiempo es posible que el Pentágono trate de limitar lo que considera ciertos excesos que les ocasionan problemas.

La masacre en Gardez y la respuesta de las fuerzas militares estadounidenses dan una vislumbre de estos horrores los que oculta deliberadamente la estructura de poder de Estados Unidos — desde el presidente y el Pentágono hasta los medios de comunicación.

Consideren lo siguiente. El equipo que masacró a la familia Udin cerca de Gardez se basaba en la Base Aérea de Baghram, lugar de una operación masiva de prisión, interrogación y tortura. La masacre ocurrió después de una directriz el 23 de enero que supuestamente puso límites a las redadas nocturnas.

El Washington Post ("When the CIA's intelligence-gathering isn't enough," 18 de marzo de 2010) informa que en la provincia de Paktia obran contratistas militares privados que han sido acusados de singularizar a personas para que las asesinen las fuerzas armadas. ¿Estarían involucrados en esta masacre?

Incluso los esfuerzos de la OTAN de encubrir la masacre de Gardez demuestran cómo funcionan las fuerzas estadounidenses. El vocero de la OTAN, al explicar las acciones estadounidenses, reconoció que las víctimas "no eran el blanco de esta redada en particular" pero aún así justificó su asesinato diciendo: "No sé si tiraron unos balazos… Si un individuo sale de un complejo habitacional y si una fuerza de asalto está ahí, muchas veces eso es lo que desencadena el proceso de neutralizar al individuo. No es necesario que abran fuego para que se responda con fuego". Piensen en lo que dice. Dice, en esencia, que es el procedimiento habitual matar a cualquier afgani que posiblemente sea hostil, sospechoso o que no coopera —sean o no los "blancos" correctos— aunque están en su propia casa y solamente salen para ver quién les amenaza.

Además, consideren que, según The Times (UK), "un funcionario estadounidense se negó a identificar a las fuerzas autores de la masacre, citando 'fundamentales intereses de seguridad nacionales y estratégicos'". ¿Por qué corresponde a dichos intereses de la OTAN encubrir esta operación? Porque estas operaciones son un elemento integral de la estrategia y ocupación de Estados Unidos y la OTAN. Si bien hablan mucho de impedir que contratistas privados controlados por los militares yanquis lleven a cabo asesinatos, The Times (UK) señala una manera que el Pentágono podría esquivar las nuevas restricciones: "La ONU ha criticado los organismos de inteligencia en Afganistán en el pasado por usar paramilitares para llevar a cabo 'asesinatos extrajudiciales'. Si la CIA o el servicio de inteligencia interna afgana controlara a la fuerza, estaría exenta de los nuevos lineamientos de la OTAN cuyo objeto es limitar redadas nocturnas, que entraron en vigor el 23 de enero".

Por fin, los medios estadounidenses, sirviendo de propagadores de la guerra, apenas han cubierto la historia, que The Times (UK) sacó el 13 de marzo. Desde entonces el Washington Post ni ha dicho nada y el New Times Times sólo lo mencionó el 16 del mes, pero en lugar de centrarse en la masacre, incluyó unos cuantos párrafos en medio del extenso artículo "Estados Unidos aprieta correa a fuerzas especiales en Afganistán".

"No vinieron para poner fin al terrorismo. Ellos son terroristas"

La masacre de Gardez también es una brutal ilustración del reaccionario carácter de la ocupación yanqui. Estados Unidos ofreció dos mil dólares de "indemnización" a la familia por cada víctima.

"Antes, cuando oí informes de redadas como ésta y los ancianos decían que [las tropas extranjeras] solamente vinieron para colonizar a Afganistán, les dije que estaban aquí para ayudarnos", dijo Sayed Mohammed Mal, el vice rector de la Universidad de Gardez, cuyo hijo Mansoor era el novia de Gulalai [uno de los muertos]. "Pero cuando vio eso en la casa de mi familia, me di cuenta de que estaba equivocado. Ahora acepto lo que esas personas me dijeron. Odio [a las fuerzas extranjeras]. Odio al Gobierno".

"Mi padre era amigo de los norteamericanos y ellos lo mataron", dijo el hijo del comandante Dawood. "Mataron a mi padre. Quiero matarlos. Quiero que lleven ante la justicia a los asesinos".

"Los extranjeros siempre hablan de derechos humanos. Pero no les importan", dijo el padre de Gulalai, Mohammed Tahir. "Nos enseñan derechos humanos pero luego matan un motón de civiles. No vinieron para poner fin al terrorismo. Ellos son terroristas".

Si uno finge que no hay ninguna guerra en marcha, si uno dice: "déle a Obama una oportunidad" o "él está haciendo lo mejor que pueda para terminar la guerra", o si uno se niega a protestar enérgicamente contra esta guerra, tiene que aceptar el hecho de que en los hechos uno está diciéndole a la población de Afganistán que esta clase de matanzas no le molestan lo suficiente como para hacer que uno haga algo al respecto, o para colmo, que a su parecer, están bien.

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Fuentes

The Times (UK): "Nato 'covered up' botched night raid in Afghanistan that killed five", 13 de marzo de 2010; "Survivors of family killed in Afghanistan raid threaten suicide attacks", 15 de marzo de 2010; "UN report criticises covert troops who committed Afghan killings", 16 de marzo de 2010

New York Times: "U.S. Is Reining In Special Forces in Afghanistan", 16 de marzo de March 2010

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