Revolución #207, 18 de julio de 2010


Homicidio involuntario: ¡Inaceptable!

¡Todo el maldito sistema es culpable!

¡Exigimos justicia para Oscar Grant!

El asesinato policial de Oscar Grant, un hombre negro desarmado de 22 años, fue un asesinato a sangre fría. Fue un crimen enorme. Cuando el jurado dictó un veredicto de homicidio involuntario en el juicio del ex policía de BART Johannes Mehserle, tras sólo seis horas de deliberaciones, le dio una carta blanca a la policía en todos lados para matar y salir impune. También ese veredicto le dijo al pueblo que cuando la policía mata a una persona, su vida no vale nada para el sistema, que al policía asesino no le tocará más que un jalón de orejas.

Cephus Johnson, el tío de Oscar, le dijo a la prensa: “A nosotros de la familia nos ha dado una bofetada este sistema que nos ha negado el derecho a la justicia verdadera. Realmente no echamos la culpa al jurado, pero sí al sistema”.

Para llegar a ese veredicto, el jurado primero tuvo que descartar (excluir) el asesinato en segundo grado y el homicidio voluntario, ambos de los cuales significan en términos legales que el asesinato de Oscar era el asesinato intencional y sin justificación de un ser humano. Homicidio involuntario es un cargo mucho menor y es mucho menos penado. Significa que no hubo intención, sólo “negligencia”.

Según ciertos abogados, cuando el juez sentencie a Mehserle, probablemente en septiembre, las posibles sentencias corren una amplia gama, de muchos años a la posibilidad de que lo sentencien a libertad condicional nada más y que no pase casi ningún tiempo en la cárcel. La audiencia con sentencia condenatoria será una coyuntura más en la batalla para justicia para Oscar.

Al difundirse las noticias sobre el ultrajante veredicto, más de mil 500 personas se reunieron en una resuelta protesta en el centro de Oakland, en las narices de la represión estilo estado policial. La acción duró bien entrada la noche con el arresto de más de 80 personas por la policía.

Era asesinato policial

 

Ron Dellums, el alcalde de Oakland, junto con muchas otras “autoridades”, hicieron lo imposible para prevenir y prepararse para suprimir violentamente toda expresión de indignación (eso, por encima del insulto del veredicto), lo que revela una vez más a toda luz cuáles son sus inquietudes y prioridades y cuáles NO lo son, a qué y a quiénes realmente representan y en beneficio de cuáles intereses actúan.

¿Por qué NO se preocupan, en última instancia, por el ultrajante robo de una valiosa vida debido a un acto gratuito de… sí, ASESINATO, y para colmo el mayor ultraje y insulto de un veredicto totalmente injusto que niega ese asesinato, dándoles una cachetada en la cara a la familia del difunto y a muchos otros —a toda persona harta de la opresión y anhelante de la justicia— diciéndoles en efecto que la vida robada no fue valiosa sino que no valía nada.

¿¡Por qué se preocupan mucho más el Sr. Dellums y todos aquellos tipos de esa calaña —y los poderosos de la cúpula a quienes el Sr. Dellums y sus compinches sirven de lacayos— por impedir que el pueblo exprese su justo coraje y reprimirlo brutalmente si se atreve a hacerlo?!

¿Qué nos revela eso acerca de ellos y del sistema que defienden e imponen?

¿Cuánto más necesitamos ver de este sistema, antes de decidir que ya estamos hartos y que obraremos con todo a nuestro alcance para construir un movimiento para la revolución para deshacernos de él… y para poner en su lugar algo que valorara la vida de los millones de personas como la que fue asesinada tan gratuitamente y que realmente impusiera la justicia?

"Los días en que este sistema simplemente puede seguir haciendo lo que le hace a la gente en este país y en todo el mundo... en que la gente no tiene la inspiración ni la organización para hacerle frente a estas barbaridades y acumular las fuerzas para poner fin a esta locura... esos días deben TERMINAR. Y esto SE PUEDE hacer."

Del Mensaje y Llamamiento del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos:
“La revolución que necesitamos...
La dirección que tenemos”

Millones de personas vieron los videos, en la tele y por el Internet. Millones vieron que desde el principio, fueron los policías quienes atacaron a Oscar y sus amigos. Vieron que Oscar estaba detenido, boca abajo, con las manos detrás de la espalda y un policía encima, arrodillado sobre su cuello, cuando le pegaron un tiro en la espalda. Asesinato a sangre fría, un acto totalmente injustificado y cruel.

Hay que decir la verdad: este sistema permite a la policía cometer brutalidad y asesinato y salir impunes todos los días. La policía mata a por lo menos 100 personas al año solamente en California, pero nunca antes, en por lo menos los últimos 15 años, habían enjuiciado por asesinato a un policía por una muerte cometida cuando estaba de servicio. La policía acosa, golpea y mata a jóvenes en las calles de las comunidades pobres de las ciudades —una y otra vez— y de ahí escupen sus insultos ultrajantes, insistiendo que fue “justificado”, como si estos jóvenes no fueran seres humanos, no tuvieran derecho de vivir y no merecieran respeto y futuro.

Los policías son los capataces de un sistema que es un infierno para el pueblo y el sistema protege a sus policías, incluso cuando asesinan a las personas sin ni pizca de justificación legal.

Mucha gente considera que si de algún modo se aplicara la ley justamente, se podría dar la justicia. Pero todo lo que ha pasado en el caso de Oscar Grant comprueba el contrario. La verdad es que el tratamiento especial para la policía es una parte integral de la ley, no está en contra de la ley. Uno de los abogados defensores de Mehserle dejó salir un poquito de la verdad en el tribunal: “Nosotros como sociedad hemos decidido que los policías son diferentes”… “Les damos armas y les decimos que ocupen esas armas”. Si uno lee las instrucciones del juez al jurado quedó más que claro que la ley tiene incrustado todo un nivel de protección para la policía (por lo menos en la manera en que este juez lo aplicó en este caso). Para dar sólo un ejemplo, el criterio para negligencia culposa. Para encontrarlo culpable de homicidio involuntario, el jurado tuvo que comprobar que Mehserle violó este criterio. Según el criterio: 1) actúa de forma imprudente que crea un alto riesgo de muerte o lesiones corporales agravadas y 2) un razonable agente de las fuerzas del orden sabría que actuar de esa manera crearía semejante riesgo. Sin embargo aquel “razonable agente de las fuerzas del orden” es parte de todo un sistema inherentemente injusto al cual lo imponen esos “razonables agentes de la fuerzas del orden” — apuntalar y defender toda la opresión de este sistema es un requisito de la policía, y lo respalda la ley.

Esto es la razón fundamental por la que no fue la ley sino la protesta de la gente en varias formas incluyendo la rebelión en el centro de Oakland el 7 de enero de 2009 que forzó al sistema a detener a Mehserle y levantarle cargos. Lo que pasó no es que el sistema funcionó en este caso, sino que la gente protestó y luchó por la justicia. El sistema de justicia y estas leyes reflejan y defienden las relaciones económicas y sociales básicas en esta sociedad. Fundamentalmente las leyes defienden un sistema de desigualdad, dominación y explotación, incluyendo la opresión y subyugación del pueblo negro y “legitima” la violencia que usa la policía para reprimir a la gente y mantener en pie el sistema. Por eso la policía caza y mata a gente todos los días en este país.

Pero eso es sólo una parte de la situación. No sólo se trata de que las leyes por naturaleza están profundamente integradas en la protección para la policía y el papel que desempeñan. Además, la policía viola de rutina las reglas y las leyes que se supone que debe acatar, y todas las esferas del sistema la respaldan. ¿Cuántas veces la policía ha baleado a alguien por la espalda o casi lo ha matado a golpes como a Rodney King y el sistema legal la apoya saliendo automáticamente en defensa de la policía mientras las cortes y los medios vilipendian y culpan a las víctimas de la brutalidad y asesinato policial?

La manera en que las leyes avalan la brutalidad policía, en que el sistema la defiende sea legal o no y en que el sistema moviliza a los medios y a diversas redes sociales y políticas, formales e informales ilustra que confrontamos un sistema entero que defiende y justifica en muchas formas el asesinato policial, que reprime y sataniza no sólo a las víctimas de brutalidad policial sino a cualquiera que luche por la justicia.

No se trata solamente de un policía malo, un juez malo, un jurado malo. Nos encontramos contra un sistema entero de injusticia. Este sistema es lo que nos ha metido en la situación en que nos encontramos hoy y que nos mantiene ahí. Y es por medio de la revolución que se acabe con este sistema que nosotros mismos podríamos dar origen a un sistema mucho mejor.

No existe “gente de afuera” en la lucha contra la opresión

Cuando se acercaba la conclusión del juicio, emprendieron un asalto de muchas dimensiones y en gran escala contra la gente. La policía lanzó “Operación Veredicto”, movilizando en Oakland a más de 1.000 policías de todas partes del norte de California. Anunciaron que más de 20.000 elementos de la Guardia Nacional estaban en reserva. La policía montó un muy bien publicitado simulacro de “motín” en el Puerto de Oakland. Estableció una línea directa para “pistas, rumores e información” sobre las protestas o “problemas potenciales” tras el veredicto. El alcalde Ron Dellums se reunió con grupos sin fines de lucro, instándoles a inocular a sus bases contra los “agitadores de afuera”. Unos reverendos y las organizaciones sin fines de lucro pidieron “la paz” y denunciaron a cualquiera que se negara a seguir las reglas. La policía visitó a los comerciantes en barrios claves de Oakland, para presionarlos a cerrar en cuanto se anuncie el veredicto, con la amenaza de que no iban a poder protegerlos contra los “revoltosos”. Los medios recalcaron día tras día el hecho de que los comerciantes en el centro de Oakland y otros barrios estaban colocando tablas sobre las ventanas de sus negocios.

Mientras acercaba el veredicto y mucha gente se daba cuenta de que el sistema muy probablemente iba a soltar a Mehserle con un tirón de orejas, el sistema se puso a toda máquina para azuzar un ambiente y polarización política en la sociedad en general de que el problema era la lucha de la gente contra el asesinato policial de Oscar Grant y la solución era la policía, los redes de soplones y más policías.

Cuando el veredicto estaba a punto de llegar, los funcionarios de la ciudad, los medios y la policía inundaron la radio, televisión, Internet, etc. y fueron de puerta en puerta en el centro de Oakland diciéndole a la gente que trabajaba allí que saliera de la zona en cuanto se anunciara el veredicto. Al final de la tarde, mientras corría la voz del veredicto, los edificios de oficinas comenzaron a cerrarse y un éxodo de vehículos creó un enorme embotellamiento que obstruyó todas las vías que salían del centro de la ciudad. Un ejército de policías llegó, con un montón de armas de control de multitudes, un mar de uniformes azules, plástico brillante y metal negro. Otros rodearon la zona en coches, furgonetas, motocicletas, vehículos todo terreno, camiones blindados y hasta remolques con caballos adentro.

En la cara de esta represión, más de 1.500 personas llegaron con coraje y desafío a las protestas por el veredicto que consideraban claramente erróneo. En el mitin en la 14 y Broadway, expresaron su enojo. Muchos trazaron la conexión de que el veredicto de “homicidio involuntario” era una declaración de que la vida de un joven negro no vale nada a los ojos de este sistema. Un joven denunció al sistema y dijo: “¡Hoy la policía asesinó a alguien y nosotros ni siquiera sabemos su nombre!” Y reta a la muchedumbre: “¿Qué van a hacer ustedes mañana para luchar por la justicia?” Otro joven negro sostiene una foto de Oscar Grant y dice: “¡Él se parece a mí!”

Una persona tras otra de la muchedumbre hablaba sobre la epidemia de brutalidad policial. Letreros caseros sostenidos por los manifestantes mostraban las caras de muchas víctimas del asesinato policial.

Entre aquellos en la multitud y desde el podio, las personas estaban forcejeando con la manera de entender y actuar ante el hecho de que por fin un policía que asesinó a un joven negro fuese condenado por algo. El abogado de Oakland John Burris habló sobre esto en Democracy Now!: “Yo y mi larga historia en asuntos de la policía desde 1979 y mucho más de 30 homicidios que involucran a la policía, nunca he tenido un caso donde un oficial fuera condenado de ningún crimen contra un hombre afroamericano. Así que en ese sentido, ésta es una pequeña victoria. Pero esto en sí y de por sí no representa de manera acertada y justa que el sistema funciona. Pero esto no puede funcionar en una situación donde una persona es asesinada con sus manos sujetas detrás de la espalda y con un oficial encima de él, alegando que vio que algo iba a suceder y que eso lo convertía en un homicidio involuntario ” (9 de julio de 2010).

La muchedumbre en el centro se esparció a través de varias cuadras y las personas claramente querían actuar, denunciar, marchar, pero fueron encerrados por todos los lados por muchos policías, algunas veces cinco filas de policías. Como la noche llegó, la policía anunció que la reunión una “asamblea ilegal” y se leyó un aviso oficial que las personas serían arrestadas si permanecieran y que podrían estar sujetas a fuertes lesiones.

Pero las personas no se fueron y valientemente se mantuvieron rehusándose a tener solamente un mitin de denuncia e irse a casa ni aceptar esta injusticia. La policía reaccionó violentamente. Un director de escuela retirado fue golpeado en la cabeza con una porra y llevado a la prisión. Un prominente abogado de derechos civiles fue arrestado. A los jóvenes negros altos los tiraron al suelo y los golpearon. Muchas veces la policía embestía entre la muchedumbre y agarraba a alguien. De acuerdo a la policía, 83 personas fueron arrestadas. Muchos fueron golpeados y algunos requirieron de hospitalización. Y no obstante, las personas se rehusaron a aceptar el veredicto y la protesta duró hasta bien noche.

Posteriormente, la mayoría de los reportes de la protesta de los principales medios se obsesionaba por los daños menores en propiedad ajena y justificaba o ignoraba la brutalidad policial general. Y el alcalde de Oakland Ron Dellums denunció a los manifestantes como anarquistas y “gente de afuera”, acusaciones que rápidamente tuvieron eco en radio, tele, internet, incluso con regocijo por Bill O’Reilly y Glenn Beck en el “Noticiero” Fox.

Cabe señalar que con su acusación contra los “agitadores de afuera” el alcalde Dellums plagió a Bull Connor, Lester Maddox, George Wallace y toda la colección de segregacionistas, políticos del Ku Klux Klan en el Sur, cuando denunciaron como “agitadores de afuera” a los jóvenes del norte, negros y blancos, que se arriesgaron y algunas veces dieron la vida como Viajeros por la Libertad a fin de integrar las terminales de autobuses y las barras de las loncherías en el Sur.

No existen “gente de afuera” en la lucha contra la opresión. Ni entonces ni ahora. Es justo que todos los que odian este ultraje se unan a la lucha, no importa de donde vengan, su nacionalidad o su origen. Es justo exigir y luchar por la justicia y contra la opresión.

Aquellos que atacan a las personas valerosas que salieron a protestar este veredicto injusto, que las calumnian, las golpean y las arrestan y que dirigen y justifican la operación entera, están del lado de la injusticia.

Lisa y llanamente así es.

El veredicto es inaceptable

El sistema dio su veredicto, un tirón de orejas para Johannes Mehserle. Movilizó a sus ejércitos de policías, sus mentirosos en los medios, sus redes de políticos, pastores, organizaciones sin fines de lucro y soplones para sofocar y reprimir a la gente. Es alentador que de cara a todo eso, las personas se tomaron las calles con coraje y determinación y dieron voz a la furia de muchos, muchos más en Oakland y más allá.

Lo fundamental es no dejar que el sistema siga cometiendo crímenes como éste y que no salga impune. A la vez, la gente tiene que forjar su capacidad de librar luchas resueltas y organizarse, y construir esta resistencia como parte de forjar un movimiento para la revolución.

Y esta lucha no ha terminado.

Al sistema no se le puede permitir que aplaste a la gente, la asesine y se salga impune. Y especialmente no se puede permitir en este caso, en que muchos están mirando y hay tanto en juego. Frente a este veredicto la gente tiene que encontrar las maneras de continuar e intensificar la lucha política por justicia para Oscar Grant. ¡Y en contra de todo el maldito sistema!

¡Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución!

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