Revolución #208, 25 de julio de 2010


En un taxi con la revolución durante el Foro Social Estadounidense

Al fin de un día durante el Foro, un grupo de revolucionarios se amontonaron en un taxi tipo vagoneta para desplazarse a la sucursal de Libros Revolución-Detroit. En general los medios establecidos ahí presentaron una imagen absurda y nefanda del Foro: una bola de anarquistas y alborotadores que llegaron desde fuera para "afear a nuestra ciudad” (en boca de los voceros de un sistema capitalista que ha destruido casi toda la ciudad). El taxista, un hombre negro treintañero, no se había tragado esa propaganda pero en general consideraba como un espejismo la idea de que se podría mejorar la situación.

Cuando le comentamos qué tan sorprendente y descabellado era el hecho de que simplemente habían abandonado a una parte tan grande de la ciudad, respondió que se trata de reducir las aspiraciones. “Al manejar este taxi, percibo el salario mínimo”, dijo, pero “allá en Flint [una vecina ciudad del cinturón industrial desgastado] no hay trabajos en absoluto. Al menos acá sé que no moriré de hambre”. Iba desarrollando el estire y afloje sobre si la situación tenía que ser así, y en líneas generales el taxista nos decía que nosotros teníamos buenas intenciones pero si creyéramos que se podría cambiarla en serio, estaríamos fuera de nuestros cabales. 

De repente, una voz insistente y sonora interrumpió desde la fila de atrás del vagoneta: “N’ombre, no entiendes, estamos hablando de una revolución REAL”. El de atrás, un recién llegado a la revolución, explicó qué es, dejando en claro que NO estamos hablando de hacer nada de esto dentro del sistema capitalista y que estábamos en el FSEU a fin de construir un movimiento PARA LA REVOLUCIÓN”. 

“Aja…”, dijo el taxista, “¿Es decir, ustedes están hablando… en serio…?” 

Sí, les dijimos, estamos hablando de hacer una revolución real. Éste no es el momento de jugárselo el todo por el todo para tomar el poder pero cuando llegue la hora, esta revolución significaría enfrentarse y vencer todo lo que ellos utilizarán para detener la revolución. Pero eso es posible. Se podría librar una lucha con una verdadera posibilidad de ganar y crear un nuevo poder. 

Eso cambió definitivamente el tono de la conversación. 

“Pero, ¿habrá alguien que escuche? Nadie quiere escuchar eso”. 

De nuevo, el de atrás intervino: “Empecé a leer este periódico cuando estaba en la cárcel y conozco a muchos hermanos allá que estarían con esto”. 

El tono siguió cambiando, la conversación se puso más seria. Cuando lleguemos a nuestro destino, el taxista nos pidió un ejemplar de Revolución, apuntó la dirección de la sucursal de Libros Revolución y dijo que definitivamente volvería para platicar más al respecto. 

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