Revolución #216, 14 de noviembre de 2010


Condena simbólica contra asesino de Oscar Grant:

Furia en las calles de Oakland

Johannes Mehserle, un policía del Bay Area Rapid Transit (BART), baleó y mató a Oscar Grant, mientras que éste yacía boca abajo en la plataforma de BART el Día de Año Nuevo del 2009. Después de una serie de resueltas protestas en el Área de la Bahía y más allá, Mehserle fue acusado y condenado más tarde, pero sólo por “homicidio involuntario”.

El viernes 5 de noviembre, Mehserle fue sentenciado en Los Ángeles. Le dieron dos años de prisión, con el crédito por el tiempo pasado en la cárcel, la condena más leve posible que pudo haber recibido. El juez desestimó la decisión del jurado de condenar a Mehserle por un cargo separado por el disparo de un arma de fuego de forma intencionada, lo que quiso decir que el juez podía darle la pena mínima. En primer lugar, después de decirle a la gente que confiara en los tribunales para conseguir justicia para Oscar Grant, condenaron a Mehserle sólo por homicidio involuntario y no homicidio en segundo grado. Para colmo, ¡anularon uno de los únicos dos cargos por los cuales Mehserle fue condenado! La reacción inmediata de muchos fue la conmoción, pero no necesariamente una sorpresa. Esta sentencia muestra una vez más que existe una gran injusticia implantada en este sistema.

A medida que el rumor de la sentencia de solo un jalón de orejas impuesta a Mehserle circulaba entre las personas en el centro de Oakland, una multitud comenzó a formarse para una celebración en memoria a Oscar Grant, donde había un altar a su memoria creada por jóvenes activistas y artistas.

Esto no fue una reunión para llorar, sino para expresar su voz de indignación contra la sentencia, y su determinación de continuar resistiendo. Las personas se reunieron en el mismo lugar de la poderosa rebelión de miles de jóvenes de enero del 2009 que, junto con otras protestas, obligó a que el sistema detuviera en primer lugar a Mehserle. Y ahora, casi dos años después, la sentencia de dos años menos 290 días ya pasados en la cárcel es otro recordatorio de que el sistema está configurado para proteger a la policía y aquellos a quienes sirve, no a las personas. En las narices de cientos de policías de Oakland y refuerzos macizos del condado de Alameda y otras ciudades, el mitin creció de unos 200 jóvenes a más de 500 personas, provenientes de toda la ciudad de Oakland y las ciudades vecinas. Cuatro horas después casi 200 personas se tomaron las calles, marchando hacia la estación del metro de Fruitvale donde Oscar fue asesinado. Cuando la marcha entró a un barrio proletario, la policía la cercó con una enorme fuerza que no dejaba que nadie se fuera e hizo arrestos en masas.

Al cierre de esta edición, los medios informan de 152 arrestos. En el lugar de los hechos, la gente decía que esa cifra incluía observadores, periodistas y manifestantes.

Algunas personas en la calle parecían sorprendidas o consternadas por lo leve de la condena. Cuando se le preguntó acerca de lo que pensaba, una mujer blanca joven dijo: “Vivimos en un mundo muy injusto”. Pero la congregación hervía de indignación. Una mujer negra de Sacramento, dijo: “Ellos atropellan a la gente, matonean a las personas, le faltan el respeto a las mujeres, a las que les llaman ‘perras’, le quitan la vida a las personas. Esto no le sorprende a ninguna de las personas en Oakland. Definitivamente no a una persona negra, estoy seguro. Pero cuando le pasa algo a un oficial de policía, el mundo se detiene. Así que debemos continuar exigiendo justicia”.

Un ex combatiente negro de 55 años de edad, dijo: “Quiero decir que esto es tan injusto, tan jodidamente injusto. Lo puedes ver en video. Ni siquiera se puede justificar lo que hizo ese desgraciado. Uno sabe la diferencia entre una pistola Taser y un maldito revólver de verdad. [La defensa de Mehserle incluyó la absurdo afirmación de que le disparó a Oscar Grant, con un revólver de verdad, pero pensaba que iba a sacar una pistola Taser.] Tiene un peso diferente. Yo he estado en el ejército. Que no me vengan con esos disparates. Todo estaba listo para dejarlo ir”. Añadió: “Estoy muy enojado, hombre. Por eso vengo aquí. Estoy cansado de toda esta injusticia en este país. Si esto continúa por este camino, vamos a tener una guerra civil aquí mismo. Ellos van a vérselas con nosotros en combate pronto”.

Los revolucionarios en el lugar le dieron una copia del Mensaje y Llamamiento del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, “La revolución que necesitamos… La dirección que tenemos”, y leyeron la parte que dice: “sí, es cierto — hoy aún no es el momento, en este país, de jugárselo todo para tomar el poder de los que nos gobiernan y crear un nuevo poder al servicio de nuestros intereses. Pero ahora SÍ ES el momento de estar TRABAJANDO PARA LA REVOLUCIÓN —de estar aumentando la resistencia mientras que se está forjando un movimiento para la revolución— a fin de prepararse para el momento en que SÍ SERÁ posible jugárselo todo para tomar el poder”. El señor se llevó unos ejemplares del Mensaje y Llamamiento para distribuir. Luego, de oídas se enteró que le dijo a un reportero: “Creo que no se puede componer este sistema. ¡Nos hace falta una revolución, un sistema completamente diferente!”

Los jóvenes negros hicieron cola ante el micrófono para hablar contra el veredicto, contra la brutalidad que enfrentan todos los días y contra el racismo que pone la vida de todo negro y latino en peligro. Desde el asesinato de Oscar, el Club Revolución en el Área de la Bahía de San Francisco popularizó la consigna: “¡Justicia para Oscar Grant! Todo el maldito sistema es culpable”. Y en este mitin, era claro que algunas personas la habían hecho suya. Orador tras orador hablaron contra “el sistema” y por “la revolución”. Para algunos esto significaba un sistema en que la policía no pueda matar más a los jóvenes negros y salir impune. Para otros significaba ver la policía como un sistema, en particular su manera de tratar y oprimir al pueblo negro.

Se debatieron diferentes ideas sobre qué clase de cambio es necesaria, las cuales se reflejaron en las cosas contradictorias que decían, incluso de parte de la misma persona. Un activista dijo: “Es todo el maldito sistema que estamos combatiendo, pero tenemos que seguir luchando por una comisión de supervisión de la policía del BART. Tenemos que sacar algo de esta lucha”. Una mujer mayor negra dijo (en respuesta a un orador que dijo que el sistema está roto y que tenemos que arreglarlo): “El problema es el sistema. No está roto. Así se estableció”. Pero agregó que teníamos que aprender de Martin Luther King, Jr. y luchar para cambiar las leyes.

Un ex combatiente de Irak, un rapero, dijo que no es ajeno a la brutalidad policial. Su tío fue asesinado por la policía de Los Ángeles. Habló sobre la similitud entre tumbar a patadas las puertas y asesinar a la gente en Irak y lo que sucede en Estados Unidos. Por todo el mundo “Al carajo la policía”, lo que suscitó una poderosa respuesta de la muchedumbre.

Una vocera del Club Revolución dijo que el veredicto era ilegitimo y que todo el maldito sistema es ilegitimo. Habló del tipo de revolución que necesitamos y la que estamos construyendo, por el socialismo y el comunismo, y no solamente contra los ultrajes amontonados sobre el pueblo de este país sino los ultrajes que este sistema está perpetrando en todo el mundo. Leyó un fragmento del Mensaje y Llamamiento e invito a todos a leer el texto completo. “Hagan que hoy sean el día que ustedes le entren en serio a lo que será necesario para cambiar este sistema en serio. Hagan que hoy sea el día en que ustedes se pongan serios sobre eso de hacer la revolución”. Fue aclamada con muchos aplausos y ahí muchas personas estaban ojeando el Mensaje y Llamamiento.

Es un crimen dejar libre a un policía que mató a un joven negro a sangre fría, frente a cientos de testigos, y darle una sentencia simbólica. ¡Pero exigir justicia para Oscar Grant no lo es! Todos los que fueron arrestados en la protesta del 5 de noviembre en Oakland deberían ser liberados inmediatamente sin cargos.

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