Revolución #221, 9 de enero de 2011


Preso escribe acerca de la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto)

En una palabra: Necesaria

Domingo 28 de noviembre de 2010

A quien corresponda:

Acabo de leer hace como dos minutos la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) y, para describir en una sola palabra mi impresión de este documento histórico, tendría que decir que es: NECESARIA.

Primero, capta la realidad del socialismo de una manera tangible. Muchos de nosotros, antes de informarnos sobre el tema, o lo veíamos con indiferencia o repetíamos las mismas tergiversaciones que vomitan hoy los incondicionales del Partido del Té, lo que no es más que un nuevo embalaje para la propaganda burguesa. Al contrario de lo que estos dicen sobre el socialismo —que “promueve el totalitarismo”; “es antidemocrático”; “su fin es reforzar la dictadura de un solo hombre”; “su objetivo es una forma centralizada mundial de gobierno”, etc.— este documento les da a las masas un panorama vívido de cómo sería en realidad una república socialista aquí mismo en Estados Unidos. A diferencia de la visión que pinta la burguesía, yuxtaponiéndolo a la democracia burguesa de Estados Unidos hoy, uno puede ver por sí mismo que la democracia proletaria de la Nueva República Socialista en América del Norte será exponencialmente más democrática de lo que jamás podría ser Estados Unidos de América, desde sus instituciones básicas hasta las legislaturas y el Consejo Ejecutivo, que en verdad gobernarán esta sociedad con la fuerza de democracia más vigorizadora que jamás se haya visto en este país.

La Constitución no solo arroja la luz de la verdad sobre las muchas tergiversaciones y mentiras acerca del socialismo, sino ilustra por comparación que, como dice el Preámbulo (pp. 2-3): “todos los estados cuentan con un definido contenido social y carácter de clase: son un reflejo de las relaciones sociales prevalecientes y en última instancia las relaciones económicas (relaciones de producción) que juegan un papel decisivo y fundamentalmente determinante por lo que se refiere a la manera en que funciona y está organizada una sociedad específica”.

Este punto se ve reflejado en la forma fundamentalmente distinta en que se organizará el ambiente laboral en comparación con el capitalismo de hoy. En lugar de la gestión de mando único que es la norma hoy, en la Nueva República Socialista en América del Norte: “Los gerentes deben participar en la producción; se debe establecer formas de gestión colectiva que incluyan a los productores directos; y en general las personas cada vez más se turnarán entre tareas administrativas y trabajos productivos. Las reglas y reglamentos deben servir a la organización social consciente de la producción”. (Artículo IV, Sección 8 [7]). Sobre esta base material —guiado por políticas y principios socialistas de producción, administración y distribución colectivas— se reproducen en distintos grados todas las instituciones básicas de la sociedad incluyendo el estado, y eso es lo que le da su carácter de clase proletario, en forma y en contenido, en contraste con un carácter capitalista.

Desde ese prisma de dominio de clase, creo que [la Constitución] permite que las masas capten por qué un sistema socialista estaría más acorde a su verdadero interés de clase, pues la sociedad humana se convertirá en el medio para lograr su propio fin (todos los trabajadores), en vez de dejarse subyugar constantemente como un medio para lograr el fin de gente ajena (su ganancia). Si algo hemos aprendido de esta recesión más reciente, estoy seguro de que es que cualquier sistema circunscrito a la ganancia será siempre la antítesis del pleno empleo, de alzar el nivel de vida de la clase trabajadora en su conjunto y a la larga, o de su verdadero interés de clase, lo que me lleva al próximo punto sobre esta notable Constitución.

Creo que el mayor atractivo respecto a la superioridad del socialismo en comparación con el capitalismo es el derecho de la gente al empleo y a un ingreso garantizado, como describe el Artículo IV, Sección 8 (1). Tras esta “Gran Recesión” reciente, no creo que haya otra sección de esta Constitución que encontrará más eco entre las masas en estos momentos que esta. La gente está pasándola mal económicamente y no entiende del todo por qué hay pocos trabajos dignos ahora. Esta sección, con sus once puntos, debe llegar a usarse como herramienta educativa fundamental para elevar la conciencia de la gente, para que llegue a mirar la pobreza, el subempleo y el desempleo como síntomas de este sistema económico particular, que no trae ninguna medida correctiva que no sea la revolución.

Si contrastamos estos once puntos con el estado de la economía capitalista y el desempleo hoy, creo que le abrirá los ojos a la gente sobre el porqué y cómo el pleno empleo pueda llegar a ser una verdadera posibilidad en sus vidas. Una vez que la gente capta eso, empezará a considerar los demás puntos de la Constitución de una manera más concreta.

Ahora, para la mayoría, el socialismo es todavía una cosa abstracta, desconectada de una base sólida y material; sin embargo, he encontrado que una vez que llega a estar situado dinámicamente en el ambiente laboral para que la gente lo visualice, es más fácil explicar qué es “la dictadura del proletariado” y por qué es importante “continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado” durante todo el período del socialismo, desde el lugar de trabajo (las relaciones de producción) y la superestructura (entre la línea proletaria y la línea burguesa), hasta el estado mismo (entre el auténtico marxismo y el revisionismo). De esa manera se ligan dialécticamente la forma y el contenido del socialismo, demostrando dinámicamente que los dos se interrelacionan de forma inseparable.

En un nivel más general, hablando filosóficamente, me gusta que esta Constitución permite que las masas vean que hacer la revolución y abolir un sistema decadente no significan que todo ese sistema se eliminará por completo, en el sentido de estar empezando de la nada. Creo que muchos piensan así erróneamente, sin adherirse a la dialéctica marxista con relación a los saltos cualitativos; sin embargo, como se indica a lo largo de esta Constitución, aunque se abolirá y se aplastará el estado capitalista imperialista de Estados Unidos de América, muchos de los elementos positivos del anterior estado capitalista se reestablecerán sobre una base superior, como los derechos del individuo y las libertades civiles, los tres poderes del gobierno, etc. Al igual de que no existe un arma “malo” de por sí, y solo los individuos y las políticas que resultan en su uso pueden llamarse “malos”, lo mismo puede decirse de muchos de los elementos que continuarán en la sociedad socialista. No estoy diciendo que no habrá “características” (como el derecho burgués) que se tendrán que erradicar por completo antes de poder llegar al comunismo; solo estoy diciendo que nada se elimina por completo, y de un solo golpe. La historia de cualquier fenómeno, incluido un estado, todavía está conectado a su pasado, de manera negativa al igual que positiva, y siempre experimentará en el futuro cambios, posibles reveses y negaciones.

Además de lo antes mencionado, me gusta en particular cómo se dio amplia expresión a la nueva síntesis del presidente Avakian a lo largo de este documento, en particular el principio del “núcleo sólido, con mucha elasticidad”. En vez de cometer los mismos errores de partidos de vanguardia comunistas y estados comunistas del pasado, esta Constitución le deja a uno más confiado y convencido de la auténtica dirección comunista. Después de leer todas las noventa y una páginas, sentí orgullo y esperanza al saber que existe al menos un Partido Comunista que ha abordado el comunismo como una ciencia en evolución, que es capaz de aprender de sus errores pasados mientras defiende los elementos más positivos de la historia de la revolución proletaria. Por esa razón, tengo que aplaudir la dirección del presidente Avakian respecto a eso.

Por último, quiero decir que estoy totalmente en acuerdo con la manera en que esta Constitución, en el Artículo II, lidia con la cuestión de autodeterminación y/o autonomía con respecto a las minorías y las nacionalidades antes oprimidas. Como soy negro y hablo con muchos compañeros presos que han abrazado una línea Nueva Afrikana, yo sé qué tan delicado es este asunto. Sin embargo, tras leer la Constitución, creo que plantea el mejor enfoque para mantener el Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado antes, durante y después de la toma del poder por medio de la revolución. Espero y creo que todas las minorías y nacionalidades antes oprimidas sigan como parte de la Nueva República Socialista en América del Norte, porque eso solamente fortalecerá nuestra causa, a nivel nacional e internacional; no obstante, también creo que es mejor dejar que los interesados decidan eso por su cuenta y que eso es la única manera de abordar la cuestión ateniéndose a los principios.

Para cerrar, creo que este documento es como ver la historia en su momento de nacer. Me siento como debieran haberse sentido muchos angloamericanos cuando leyeron El sentido común de Thomas Paine, antes de la Guerra de Independencia de los Estado Unidos. Siguiendo este mismo hilo, la validez y la profundidad de esta Constitución no requiere que estén vivos Marx, Lenin o Mao como para reconocer que este documento tiene pleno “Sentido común proletario” hoy. Estoy seguro de que otros coincidirán y secundarán esa moción, especialmente una vez que se convierta en nuestra propia realidad.

En solidaridad,

XXX

P.D. Quiero agradecer a los que donaron al Fondo de Literatura Revolucionaria para Presas y Presos y así posibilitaron que yo recibiera tan pronto un ejemplar de esta Constitución.

P.P.D. Además, de ser posible, me gustaría que me enviaran el libro de Bob Avakian, ¿Un fin horroroso, o un fin al horror? Gracias.

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