Revolución #227, 20 de marzo de 2011


Fallo de la Corte de Apelaciones de Colorado contra Ward Churchill

En abril del 2009, después de un juicio que duró un mes, un jurado en Denver concluyó que Ward Churchill había sido injustamente despedido de su titularidad como profesor de Estudios Étnicos en la Universidad de Colorado (CU), donde había dado clases por casi 30 años. El caso surgió de una campaña organizada por derechistas que se lanzó a principios del 2005 contra Churchill por controvertidas declaraciones que criticaban a Estados Unidos después del 11 de septiembre de 2001. Al fin, la universidad despidió a Churchill después de haber maquinado una investigación de acusaciones de "mala conducta de investigación". La controversia generada sobre Churchill se hizo un punto focal mayor de una campaña en toda la nación para coartar y reprimir el pensamiento crítico y disentimiento en la academia.

El jurado en el juicio de Churchill encontró que lo despidieron en 2007 en represalia por el ensayo que había escrito, y no por mala conducta de investigación, como reclamó la administración de la universidad y el Consejo Rector. Y determinaron que, en ausencia de este ensayo, Churchill no hubiera sido despedido por mala conducta académica.

Pero tres meses más tarde, a principios de julio de 2009, el juez en jefe de Denver Larry Naves anuló el veredicto del jurado y ordenó un veredicto a favor de CU basado en que el juicio nunca debió haber ocurrido. Esta decisión se basó en un hallazgo que los miembros del Consejo Rector de la universidad habían actuado en una capacidad "quasi-judicial", es decir, como jueces, cuando despidieron a Churchill, de modo que quedaron inmunes de ser demandados.

Al haber anulado el veredicto del jurado, Naves procedió a invocarlo hipócritamente, de manera que contradijo y extirpó el contenido esencial del veredicto. Sostuvo que la decisión del juzgado de otorgar solamente un $1 por daño nominal lo había "obligado" a rechazar la reintegración en su cátedra, porque esa hubiera pasado por alto lo que había decidido el jurado "implícitamente" de que Churchill no había sido objeto de daños y perjuicios que merecen la reintegración en su cátedra.

Churchill no sería reintegrado en su cátedra y no tenía derecho a recuperar ingresos caídos ni un arreglo financiero.

Los abogados de Churchill recusaron tres de las resoluciones del juez en la Corte de Apelaciones de Colorado. Dos escritos de amigos de la corte (presentados por participantes que no eran partes del pleito) fueron presentados también por muchos de los más prominentes grupos de derechos civiles y de docentes del país, que recusaban la decisión del juez y señalaban el peligro que esto representaría a los derechos de los profesores en todas partes. Uno de estos fue presentado por la ACLU (Asociación Americana de Derechos Civiles) de Colorado, la ACLU Nacional, la Asociación Estadounidense de Profesores Universitarios y la Coalición Nacional Contra la Censura; el otro fue presentado por el Gremio Nacional de Abogados, el Centro pro Derechos Constitucionales, la Sociedad de Profesores de Derecho Estadounidense, Teoría Jurídica Crítica Latina/o y numerosos profesores de derecho y abogados. (Se puede encontrar todos los documentos de este caso en www.wardchurchill.net.)

La Corte de Apelaciones aprueba la revocación del veredicto del jurado

El día 23 de noviembre de 2010, la Corte de Apelaciones de Colorado rechazó todas las recusaciones de las conclusiones del juez Naves que se presentaron a favor de Churchill.

Las bases de la apelación eran claras. Primero, la declaración de que el máximo cuerpo directivo de la universidad, que tiene el poder de emplear así como despedir a docentes y empleados, es inmune a recusaciones jurídicas, después de haber sido demostrado que violó la constitución por propósitos políticos, da un mensaje de intimidación a los docentes en todas partes de que no tienen protección contra represalias por expresar puntos de vista contrarios a los de sus empleadores de la universidad.

Además, es absurdo sostener que la cantidad de pérdidas económicas determina si una violación constitucional debe remediarse. Y está claro que especialmente en este caso, de hacerlo así sobre la base de "especulaciones" acerca de las intenciones del jurado pone el veredicto de cabeza. Uno de los jurados, cuya declaración juramentada se incluyó con los documentos de la apelación a la Corte de Apelaciones contradijo directamente lo que había declarado el juez. Según dijo ella, todos menos uno de los jurados querían otorgar alguna cantidad de dinero a Churchill. Al no poder ganarle a ese jurado, al final aceptaron el testimonio de Churchill de que el caso no se basaba en dinero, con la esperanza de que el juez lo reintegrara a Churchill en su cátedra o le otorgara alguna compensación. "El jurado no confirió $1.00 porque creíamos que Churchill no fue objeto de 'daños y perjuicios concretos'".

Abogados prominentes y muchos académicos y eruditos hablaron duramente contra la decisión del juez Naves en ese entonces. El profesor Brian Leiter, filósofo, estudioso de asuntos de derecho y actualmente el Profesor de Leyes John Wilson en la Universidad de Chicago, describió en un artículo en línea la decisión, diciendo que podría tener "implicaciones posiblemente catastróficas". Lo hizo en un artículo titulado: "Atención Cuerpo Docente de la Universidad de Colorado: Ustedes no tienen casi ningún remedio si los miembros del Consejo Rector violan sus derechos de la Primera Enmienda". Jonathan Turley, un profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de George Washington y comentarista frecuente en los medios de comunicación a nivel nacional, llamó "muy extraño" al rechazo de reintegrar a Churchill en su cátedra.

Anatomía de una cacería de brujas

Para aquellos que no son lectores regulares de Revolución, este caso empezó a inicios de 2005 cuando Ward Churchill se convirtió en el blanco de una cacería política derechista nacional altamente orquestada cuando se dio conocer un ensayo que él había escrito después del 11 de septiembre de 2001. Este ensayo criticó el papel de Estados Unidos en el mundo y describió a aquellos quienes trabajaban como funcionarios para las grandes corporaciones con oficinas en las torres gemelas del World Trade Center al servicio del "imperio financiero global de los Estados Unidos" como "unos pequeños Eichmann", en referencia a los funcionarios del régimen nazi. El ensayo de Churchill se convirtió en punto focal de una arremetida mayor contra el pensamiento crítico y los académicos que disienten la que continúa hasta hoy.

El testaferro derechista David Horowitz ha publicado Los profesores: Los 101 académicos más peligrosos en Estados Unidos y usa (su versión propia del) caso de Ward Churchill como introducción. El American Council of Trustees and Administrators (ACTA), una poderosa fuerza derechista dedicada a la transformación y supresión del pensamiento crítico y el disentimiento en las universidades fundada por Lynne Cheney, esposa del ex vicepresidente, publicó un panfleto antes de que se hubiera terminado la investigación de Churchill titulado "¿Cuántos Ward Churchill?" — con la respuesta: "Están por todas partes". Un mensaje escalofriante se esparció entre los docentes alrededor de todo el país que dice: "¡Ten cuidado!", pues las críticas a los crímenes de los Estados Unidos, pasados o presentes, podrían amenazar su reputación, su empleo o hasta su carrera. 

En esta atmósfera de controversia e intimidación, los docentes, estudiantes y otros empezaron a oponerse a la demanda de despedir a Churchill, al considerarla un frente de batalla muy importante en el creciente asalto contra la academia con el propósito de introducir cambios arrolladoras en la vida universitaria e intimidar y silenciar a otros académicos progresistas y radicales. Docentes de la universidad escribieron cartas y columnas de opinión a los periódicos y revistas, y circularon declaraciones firmadas por cientos y cientos de profesores en apoyo a Churchill. Un anuncio de plana entera salió en New York Review of Books firmado por muchos intelectuales públicos reconocidos, incluyendo a Derrick Bell, Noam Chomsky, Richard Falk, Irene Gendzier, Howard Zinn, Rashid Khalidi, Mahmood Mamdani y otros que pidieron a CU que no despidiera a Churchill.

Primero, el Consejo Rector de CU había intentado despedirlo abiertamente por el contenido de este ensayo y nombró a un comité para desmenuzar cada palabra que Churchill había publicado o pronunciado en público para encontrar alguna manera de despedirlo basado en el contenido de su trabajo. Luego, después de que Horowitz publicara un artículo en el Rocky Mountain News que "aconsejaba" que la Universidad asumiera un enfoque distinto, los miembros del Consejo Rector anunciaron que iban a cambiar de táctica y ahora iban a investigar a Churchill por mala conducta académica. Combinaron algunas quejas principalmente antiguas sobre algunos aspectos del trabajo académico de Churchill, formaron un comité de docentes para indagar y usaron las conclusiones de la supuesta mala conducta en sus investigaciones para despedirlo en julio de 2007.

La decisión de conducir una investigación acerca del trabajo académico de Ward Churchill no fue sino una farsa, un método de alcanzar la misma meta de despedirlo por sus puntos de vista políticos pero bajo el pretexto de "defender las normas académicas". La propia investigación carecía de credibilidad… el conjunto de la obra de Churchill fue sometido a un estudio microscópico que a menudo se enfocó en cosas como notas al pie de página. En un caso el comité investigativo dedica mas de 40 páginas a discutir una controversia y las notas al pie de página relacionadas, aunque Churchill había dedicado en ello no más de un par de párrafos.

No existe ningún solo escritor, autor, académico o cualquier otro que haya escrito una cantidad importante de obras, cuyo trabajo podría soportar esta clase de investigación microscópica sin revelar errores al pie de página o problemas en atribuir fuentes. Y luego esta supuesta "indagación" acerca de su trabajo académico se usó para atacar la investigación académica y el análisis crítico sobre el genocidio de los pueblos indígenas en Estados Unidos.

Veredicto inaceptable para aquellos que atacan a Churchill

Cuando se anunció el veredicto, se encabronaron muy poderosos analistas de la clase dominante así como cabezas parlantes de los medios de comunicación. Un contratiempo significante se había entregado a las fuerzas de la clase dominante determinadas fuertemente a reprimir y sofocar el disentimiento y pensamiento crítico en las universidades. Mucho "capital" político se había "invertido" en el linchamiento público de Ward Churchill. Se hizo sinónimo su nombre con todas las cosas "malas" de la universidad: el pensamiento crítico; y lo que en especial cuestiona y pone al desnudo las mitologías incrustadas que han jugado un papel crucial desde hace siglos en blanquear los crímenes pasados y presentes de este país, desde sus orígenes en la esclavitud y genocidio a través de su historia depredadora que le ha permitido obtener y mantener la posición en la cima del mundo a la que se adhiere hoy. La imagen de Estados Unidos como los "buenos" que pelean contra los "malos en el mundo" ha sido blanco de golpes desde la década de los 1960. Fue aún más valioso el hecho de que habían podido empaquetar este asalto contra las universidades como una defensa de normas académicas.

A pesar del veredicto, para ellos Churchill seguía siendo "el vivo retrato de irresponsabilidad académica, tanto en estilo como en contenido", como lo expresó el presidente de la conservadora Asociación Nacional de Estudiosos. Un alto socio del "equipo de cerebros" de la clase dominante Manhattan Institute le llamó a la investigación académica de Churchill "horripilante y vergonzosa" y le echó la culpa a la universidad por haber empleado "por razones de diversidad a un ideólogo sin preparación y errático sin ningún sentido de justicia ni credenciales académicas". Además, Ann Neal, presidenta de ACTA, describió "el golpe emocional, herida y aun ira como verdaderas reacciones naturales" al veredicto.

Estas eran las apuestas que confrontaron al juez Naves cuando tomó cartas en el asunto y "arregló el problema". Al hacerlo, demostró que cuando intereses que son fundamentales para aquellos en el poder están en juego, las cortes están obligadas a "interpretar" la ley al servicio de aquellos intereses. Esto se hace aún más evidente cuando se trata de la necesidad de hacer un cambio a nivel de toda la sociedad. El fallo de la Corte de Apelaciones de Colorado ha dejado esto aún más claro.

Fallo de la Corte de Apelaciones fortalece el control coercitivo sobre el cuerpo docente y los estudiantes

La Corte de Apelaciones consideró y dio un fallo sobre tres cuestiones. La primera fue si Churchill fue objeto de "una acción de empleo desfavorable" (definida como "un acto que disuadiría a una persona razonable de ejercer sus derechos bajo la Primera Enmienda") como resultado de la investigación acerca del contenido de sus escritos iniciada por el Consejo Rector. ¿La conclusión? No, él no fue objeto de ninguna acción así.

Los hechos indican que el Consejo Rector de la Universidad de Colorado celebró una reunión de emergencia el 3 de febrero de 2005, en donde condenó a Churchill y su ensayo y votó unánimemente por una resolución para investigar cada palabra que él ha publicado o pronunciado en busca de un "causal para despedirlo" en el contenido de su trabajo. Y el propósito de la investigación se hizo público.

El testimonio demostró que la investigación perjudicó la reputación profesional de Churchill, afectó su vida personal y tuvo un efecto escalofriante en otros miembros del cuerpo docente. Churchill testificó que no había podido cumplir con plazos de entrega y con contratos de libros. Se le cancelaron contratos de dar conferencias. Natso Saito, una profesora de derecho del cuerpo docente de CU y esposa de Ward Churchill, testificó que se vio obligada a dejar la universidad porque también se sentía vulnerable a ataques. La investigación asustó a varios académicos de menos antigüedad quienes dijeron: "Si voy a tener una carrera, no puedo decir cosas así. No puedo hacer cosas así". [del argumento de apertura de la apelación de Churchill]

¿Qué mensaje da cuando una Corte de Apelaciones de un estado puede ver esta evidencia y negar que las acciones del Consejo Rector tuvieran un efecto escalofriante sobre el ejercicio de los derechos de la Primera Enmienda de parte de los miembros del cuerpo docente?

La segunda cuestión sobre la que la Corte de Apelaciones dio un fallo fue si el juez de juicio actuó erróneamente al otorgar inmunidad cuasi-judicial al Consejo Rector de CU, lo que por lo tanto significó que no se podría levantar una demanda en su contra por daños y perjuicios. No, dijo, el juez no actuó erróneamente.

Para que se le otorgue inmunidad cuasi-judicial, una entidad tiene que funcionar en una capacidad judicial. Pero, como sostienen los documentos entregados a la Corte de Apelaciones por los abogados de Churchill y por aquellos que lo apoyaban, el Consejo Rector no cumple con ese criterio. Primero, como tiene interés en el resultado del caso y representa una de las partes en el litigio, no se puede considerar que actúe de manera independiente e imparcial. Los jueces en tal situación hubieran tenido que retirarse del caso. Y luego, la mayoría de los miembros del Consejo Rector, al actuar como jueces imparciales, en tal situación también hubieran tenido que retirarse de las deliberaciones porque habían dicho que creían que Churchill debiera haber sido despedido antes de que empezara todo esto.

En una sección especial de Revolución (#81, "Advertencia: La nazificación de las universidades estadounidenses"), escribimos que poderosas fuerzas derechistas se han puesto a convertir las administraciones de las universidades "en un instrumento de coacción y control de los profesores y estudiantes, mediante intimidación, amenazas y purga de pensadores disidentes, cuando se requiera; y dejar que los académicos bajo ataque se las arreglen por su cuenta".

Esta resolución de la Corte de Apelaciones de Colorado ayuda mucho a la transformación que se está dando hoy en las universidades en muchas partes.

La última cuestión era si el juez se equivocó al negarse a reintegrar a Churchill en su cátedra en el cuerpo docente de CU-Boulder. "No", dijo la Corte de Apelaciones. "No, no se equivocó".

El veredicto del jurado ha sido "un problema" para la corte desde el comienzo. El problema fundamental fue la determinación de que el despido de Churchill violó el derecho de libertad de expresión protegido por la Constitución. El remedio que se da por sentado en una situación de esta índole, en que existe una violación del derecho constitucional de una persona, es reintegrarla en su trabajo. La Corte de Apelaciones evitó mencionar explícitamente el esfuerzo de Naves de basar su decisión en lo que se imaginaba que fuera el "propósito" del veredicto del jurado. Pero no obstante resolvió que correspondía al criterio del juez determinar lo que constituyó un remedio justo. Así que la Corte de Apelaciones rehuyó a "perturbar" la decisión de la corte, ¡aunque decidió no otorgar ningún remedio en absoluto!

Claramente, hay mucho en juego el que se eche por tierra o no esta transformación fundamental en el mundo académico. Como escribimos después del veredicto del jurado en abril de 2009: "El objetivo general de este ataque contra el disentimiento y el pensamiento crítico es transformar el funcionamiento de la universidad que hemos conocido hasta ahora: su vida interna y su influencia social. Si este proyecto reaccionario logra implantarse, las universidades terminarán preparando a estudiantes que tendrán muy poca (o ninguna) oportunidad de pensar críticamente en una sociedad cualitativamente más represiva que lo que se haya visto en este país…

"El reto para los administradores, el cuerpo docente y sobre todo los estudiantes es oponer resistencia a esta arremetida. Y sectores más amplios de la sociedad deben unírseles. Debemos seguir defendiendo a las personas como Ward Churchill que son objeto de ataques y en general debemos defender la posibilidad de que los profesores tengan puntos de vista radicales y que disienten. Es de importancia decisiva que la nueva generación de estudiantes le entre a defender una búsqueda de la verdad sin trabas, la efervescencia intelectual y el disentimiento. De una u otra forma, esta lucha en torno a las universidades y la vida intelectual tendrá profundas repercusiones sobre cómo será la sociedad estadounidense y sobre las posibilidades de hacer surgir una sociedad completamente nueva".

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