Revolución #235, 12 de junio de 2011


Informe de un lector

Jueves 26 de mayo — El jurado absolvió de violación a Moreno y Mata

La noticia del veredicto para Moreno y Mata corrió por la ciudad como una ráfaga de aire fétido. Se sacaron a la luz verdades profundas sobre este sistema, sus agentes armados, sus tribunales y su cultura. Por todos lados la indignación, la incredulidad, el cuestionamiento profundo. Poco después de que anunciaron el veredicto, se puso en Facebook un llamado para una protesta y dentro de 24 horas la página recibió más de 1.500 respuestas.

Viernes 27 de mayo — Parado en un mitin de cientos de personas enojadas frente a la Corte Criminal de Manhattan. La muchedumbre se componía en gran parte de mujeres jóvenes de varias nacionalidades además de una buena cantidad de hombres. Los carteles expresaron su ira: ”Ciudad de Nueva Violación” — ”VIOLACIÓN: El único crimen en que las víctimas se convierten en acusadas” — ”POLICÍAS —> ¡Violan a gays, gente de color, trabajadoras sexuales, mujeres! ¿¿¿Qué hay de nuevo en eso???” — ”¡Al carajo la violación!” — ”Sobreviviente enojada” — “¡Al carajo la policía!” — “¡Embriagarse no es una invitación! — “¡¡¡Solamente el 6% de los violadores siquiera van a la cárcel!!!” — ”Usé un condón, pero nada sucedió. Policía Kenneth Moreno” — “Querida Srta. ______, Gracias por su entereza”.

Con su bebé en los brazos, una sobreviviente de violación le dijo al público: “¡Esta niña no va a crecer con estas porquerías! ¡Se nos debería permitir tomar una pocas malditas cervezas [sin el miedo de ser violadas]!” Otra sobreviviente de violación le dijo al Village Voice, tras preguntársele cuál fue el motivo de su participación en la protesta: “Soy una sobreviviente y sentía que tenía que apoyar a esta mujer. Creía que iba a hacerle sentir mejor. Carajo, que empecemos una revolución”.

Algunos de los que hablaron reclamaron mejor entrenamiento y que los policías rindieran cuentas de sus acciones. Un grupo más juvenil del público empezó a corear: “¡Sin justicia, no habrá paz! ¡Al carajo la policía!” Algunos se oponían a ese lema y mantenían que no todos los policías eran violadores y la protesta no debería criticarlos. El coro se volvió más fuerte, continuó y se extendió.

Logré alcanzar el frente de la muchedumbre y les dije a los organizadores del mitin que yo participaba activamente en forjar resistencia política de masas contra la brutalidad policial y todas las acciones ilegales de la policía en contra del pueblo y estaba yo allí para resistir esta atrocidad y quería leer una cita profundamente pertinente de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario.

La primera línea de esa cita me había resonado en la mente desde que me enteré del veredicto: “Mira a todas estas hermosas niñas en el mundo...”. Le di Lo BAsico a uno de los organizadores, mostrándole la página 7. Ella lo mostró a los otros y mientras lo leían, asentían con la cabeza. Se miraban unos a otras y a mí, y una joven me hizo seña para que me subiera y hablara. Le dije a la muchedumbre que yo participaba en la resistencia contra la brutalidad policial y contra toda acción ilegal de la policía en contra del pueblo. La muchedumbre vitoreó. Dije que el problema no es sólo un par de violadores en el DPNY, ni siquiera el DPNY en sí. El problema es un sistema y una sociedad que tienen en su mismo meollo y funcionamiento diario la supremacía masculina y la explotación y brutalización de la mujer. Y que los policías son los defensores armados de ese sistema y encarnan sus valores. No queremos vivir así. ¡Nos negamos a vivir así! Estamos construyendo un movimiento para la revolución.

Empecé a leer la cita #10 del capítulo 1, página 7 de Lo BAsico — “Mira a todas estas hermosas niñas en el mundo...”. La gente escuchó atentamente. “...rodeadas por todos lados e insultadas en cada momento por una sociedad y una cultura que degrada a las mujeres, en las calles, en las escuelas y en los lugares de trabajo, en el hogar, a diario en innumerables formas”. No tenemos que vivir así. Un mundo diferente es posible. Necesitamos una revolución.

Al alejarme del megáfono, varias personas me abordaron. Vendí ejemplares de “Una declaración: Por la liberación de la mujer y por la emancipación de toda la humanidad” y el número actual del periódico Revolución. Me preguntaron sobre la cita, algunos sabían algo de Bob Avakian, la mayoría no. Una mujer me agradeció por estar allí y me habló de qué tan importante es confrontar la realidad de que la mujer se encuentra bajo asalto de toda forma imaginable en este país y la situación está empeorando. “¿De qué tipo de revolución hablas?”, me preguntó. Le di Lo BAsico, mostrándole la página 69. Leyó el pasaje y dijo: “El comunismo no funcionaba. Tenemos que intentar algo nuevo”. Compró la Declaración. Otra mujer dijo que la manifestación no estaba lo suficientemente enojada, que todo se está empeorando para las mujeres del mundo y la gente debería estar mucho más indignada.

El  mitin se convirtió en marcha y recorrió unas manzanas hasta el cuartel general de la policía, One Police Plaza. Los manifestantes corearon y se enfrentaron a la policía a través de barricadas, antes de la muchedumbre, la que incluía una banda de música, se alejara del cuartel general policial y se tomó las calles. La policía se apuró, teniendo miedo de que los manifestantes trataran de tomar el Puente de Brooklyn. Algunos manifestantes corearon: “¡Toma el puente! ¡Toma el puente!” Pero el desfile pasó por la entrada del puente hacia las calles del bajo Manhattan, dejando en su estela nudos de debate y forcejeo.

* * *

Sábado 28 de mayo — Estoy afuera de unos multifamiliares en Harlem con una hermana y un hermano que leen Revolución y están estudiando Lo BAsico. La hermana habla de cómo el asalto sexual es parte de la rutina de la policía en los multifamiliares y que cada mujer joven tiene que tener miedo de encontrarse a solas con la policía. Recuerdo un acontecimiento de hace tres años cuando otro hermano y yo andábamos por la Calle 125 hacia el metro llevando carteles sobre el asesinato policial de Sean Bell. Acabábamos de pasar un día en la calle. Una mujer treintañera se apura para alcanzarnos. “¡Odio a esos hijos de puta!”, dijo con una voz llena de pena y enojo. Había bebido un poco, pero no estaba ebria. Nos señaló los moretones alrededor su cuello. “Ellos me lo hicieron, los policías, porque yo no aceptaría tener relaciones sexuales con ellos”. Y al escurrírsele las lágrimas por la cara, dijo: “Soy un ser humano. No tienen ningún derecho de hacer esto. Los odio”. Nos dijo que nosotros teníamos razón en oponérseles.

Otra cita de Lo BAsico ahora me resuena en la mente. #10, capítulo 2, página 43: “Es correcto querer el poder estatal. Es necesario querer el poder estatal. El poder estatal es algo bueno —es algo excelente— en manos de las personas debidas, de la clase debida, al servicio de las metas debidas: superar la explotación, la opresión y la desigualdad social, y forjar un mundo, un mundo comunista, en que los seres humanos puedan desarrollarse más y mejor que nunca antes”.

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