Revolución #250, 13 de noviembre de 2011


Tropas estadounidenses partirán de Irak:

Una guerra imperialista de mentiras y de horrendos crímenes contra el pueblo iraquí

El viernes 21 de octubre, el presidente Barack Obama anunció que todos los 40.000 soldados estadounidenses todavía en Irak saldrán del país para finales del año. Dijo: "Después de casi nueve años, la guerra de Estados Unidos en Irak se terminará".

Obama pintó el final de la guerra como la realización de una promesa de campaña y un momento de orgullo para Estados Unidos por haber cumplido con una misión noble:

"Los últimos soldados estadounidenses cruzarán la frontera para salir de Irak con la cabeza alta, orgullosos de su éxito y sabiendo que el pueblo estadounidense está unido en apoyo de nuestras tropas... Este diciembre será una época para reflexionar sobre todo lo que hemos pasado en esta guerra. Me uniré al pueblo estadounidense para honrar a los más de 1 millón de estadounidenses que han servido en Irak. Honraremos a nuestros numerosos guerreros heridos y los casi 4.500 patriotas estadounidenses —y sus contrapartes iraquíes y de la coalición— que dieron sus vidas para este esfuerzo".

Obama también dijo que la salida de Irak será parte de "una transición mayor". Dijo: "La marea de guerra se está amainando... Ahora, a la vez que retiramos nuestras últimas tropas de Irak estamos comenzando a retirar nuestras tropas de Afganistán..." Afirmó: "Estados Unidos sigue adelante desde una posición de fuerza".

En momentos en que Obama anunció que "la marea de guerra se está amainando", Estados Unidos está aumentando su presencia y agresión militares en Libia y África. Ha incrementado los ataques de aviones teledirigidos contra Pakistán, Yemen y Somalia. Libra una guerra sangrienta en Afganistán, donde quedan todavía casi 100.000 soldados. Y no, Estados Unidos tampoco está terminando sus funciones militares en Irak. Estados Unidos se vio obligado a quitar sus unidades militares, en parte porque no logró forjar un nuevo acuerdo “estado de fuerzas" con el gobierno iraquí. Pero miles de diplomáticos, contratistas militares, agentes de la CIA y personal adicional de apoyo quedarán en Irak más allá del fin del año. Estados Unidos mantendrá a decenas de miles de soldados en el Medio Oriente y Asia central, además de contar con su poderío aéreo y naval y varias alianzas militares ahí. Y sigue lanzando amenazas belicosas contra Irán y Siria.

La invasión a Irak de 2003: Un monstruoso crimen de guerra, basado en mentiras

Este anuncio de Obama debe hacernos reflexionar sobre cómo y por qué se lanzó esa guerra, de qué se trataba en realidad y lo que eso revela sobre la naturaleza del sistema capitalista imperialista de Estados Unidos. Obama y la clase dominante y los medios de comunicación han maniobrado deliberadamente para confundir, encubrir y mentir sobre estos asuntos por una década, desde iniciar los preparativos para la guerra de Irak en las horas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Esa guerra se justificó basándose en descaradas mentiras inventadas en una campaña de engaños que comenzó poco después del 11 de septiembre. Mintieron, diciendo que Irak tenía armas de destrucción masiva. Mintieron que Saddam Hussein tenía vínculos con Al Qaeda y que de alguna manera estaba vinculado con el 11 de septiembre. Cuando no se encontró en Irak ningún alijo de armas de destrucción masiva, las "investigaciones" oficiales y los medios de comunicación le echaron la culpa a una "inteligencia incorrecta" o a las fuentes iraquíes por "embaucarnos". Eso no es sino otro encubrimiento.

Un montón de pruebas contundentes, de muchas fuentes, demuestra sin caber la menor duda que se trataba de mentiras deliberadas, urdidas por los niveles más altos del gobierno y repetidas sin fin por demócratas y republicanos, y por los medios de comunicación imperialistas que servían como promotores de la guerra. Esas mentiras se reforzaron mediante amenazas, campañas difamatorias y represalias dirigidas contra cualquier funcionario del gobierno, actual o del pasado, o cualquier oficial militar que las cuestionara o las pusiera al descubierto. (Por ejemplo, los funcionarios del gobierno y los expertos sabían muy bien que Hussein le era hostil al fundamentalismo islámico y que Al Qaeda prácticamente no existía en Irak antes de la invasión estadounidense; no surgió en Irak hasta después de la invasión.)

Obama y el resto de la clase dominante quieren que olvidemos todo eso.

Tales mentiras tenían el propósito de encubrir la naturaleza de la invasión estadounidense: que era un acto de agresión manifiesta contra un país pobre y débil del tercer mundo que no le había atacado y que era víctima de más de 20 años de ataques militares, ataques encubiertos y sofocación política y económica a manos de Estados Unidos. Dicha agresión incluía la guerra entre Irán e Irak (con el visto bueno y prolongada por Estados Unidos), la guerra del golfo Pérsico de 1991 y una década de sanciones impuestas por Estados Unidos y la ONU. Las sanciones causaron la muerte de al menos 500.000 niños y posiblemente hasta 1.7 millones de iraquíes en total.

En resumidas cuentas, la invasión estadounidense a Irak encaja en la definición textual de una guerra criminal: un crimen de guerra. La clase dominante ha censurado, ha suprimido y ha encubierto sistemáticamente esa verdad básica, y obvia, por medio de una década de mentiras y ambigüedades.

Esas mentiras, y la mentira de que la guerra se libró para "liberar" al pueblo iraquí, pusieron la verdad al revés en una maniobra auténticamente hitleriana. En realidad, se trataba de una guerra iniciada por la potencia más violenta y más globalmente opresiva del mundo. Era parte de un plan de aprovechar los ataques del 11 de septiembre para lanzar una guerra que fortaleciera y extendiera su imperio de explotación y dominación militar. Los imperialistas estadounidenses querían convertir a Irak en un reducto de control político-militar estadounidense, y una gasolinera imperialista, en el corazón del Medio Oriente. Iba a ser el primer paso para reconfigurar toda la región en beneficio del capitalismo-imperialismo estadounidense. La intención era derrotar y minar la influencia en la sociedad de las fuerzas fundamentalistas islámicas en la región, que estaban presentando obstáculos a los planes de Estados Unidos. Los gobernantes de Estados Unidos querían usar esta región, abundante en petróleo y situada estratégicamente, como garrote contra cualquier rival, sea en la región o en el mundo. Los impulsaba el verdadero temor de que se les podría escapar su "momento unipolar " de supremacía mundial, con Estados Unidos como la única Superpotencia imperialista, tras el derrumbe de la URSS. Además, Estados Unidos estaba embriagado de un orgullo imperial: soñaba con crear un imperio sin rival y sin posibilidades del surgimiento de un rival, que dominaría el planeta como no lo había hecho ningún otro.

Como dice Bob Avakian: "Estos imperialistas hacen que el Padrino se parezca a Mary Poppins". (Lo BAsico 1:7)

El horroroso impacto sobre el pueblo iraquí

Obama habló de honrar a "nuestros numerosos guerreros heridos y los casi 4,500 patriotas estadounidenses —y sus contrapartes iraquíes y de la coalición— que dieron sus vidas para este esfuerzo": la referencia al pueblo iraquí la hizo de pasada, una mención superficial y sin contenido.

Pero ¿qué impacto ha tenido esta guerra sobre el pueblo iraquí? A pesar de ser una realidad bien documentada, el estado imperialista y el aparato multifacético de la clase dominante para moldear la opinión pública la han pasado por alto intencionalmente y han mentido sobre ella.

La invasión y ocupación estadounidense de Irak ha llevado directamente a masacres en masa, al desplazamiento, la tortura, la violencia sectaria, el sufrimiento y la muerte. Aunque los medios de comunicación de Estados Unidos mencionan de vez en cuando que 100.000 iraquíes han muerto durante la guerra y ocupación estadounidense, ese cálculo subestima por mucho el verdadero saldo de iraquíes asesinados directamente o muertos como resultado de la guerra, y de los iraquíes cuyas vidas han quedado dramáticamente destrozadas.

Una encuesta de 2006 publicada en la revista británica de medicina Lancet descubrió que hasta ese entonces “habían muerto más de 650.000 iraquíes en exceso, como consecuencia de la guerra". En 2008, un estudio de la compañía encuestadora Opinion Research Business indicó que la cantidad superaba 1 millón.

De acuerdo a la Agencia de Refugiados de la ONU, por la guerra y ocupación más de 4.7 millones de iraquíes han tenido que dejar sus hogares, y dos millones de plano han tenido que abandonar el país. Tres millones de mujeres iraquíes ahora son viudas, de acuerdo al gobierno iraquí, muchas de ellas obligadas a entrar en la prostitución.

Los funcionarios del gobierno y los medios de comunicación establecidos, cuando sí mencionan que la guerra ha dejado a 100.000 iraquíes muertos, no mencionan quién es responsable, haciendo que parezca que las muertes son accidentales o algún "daño colateral" lamentable, o la culpa de "terroristas" o de "conflictos milenarios" entre los iraquíes. En verdad, los imperialistas estadounidenses son directamente responsables por la mayoría de las muertes, aunque los islamistas reaccionarios (dentro o fuera del gobierno iraquí) también han cometido barbaridades. Primero, muchos de los millones de víctimas murieron o fueron desplazados directamente por causa de las fuerzas estadounidenses. Segundo, desde 1990 Estados Unidos había destruido sistemáticamente la infraestructura civil de Irak (el suministro de agua, electricidad, etc.), y luego, tras la invasión, desmanteló terminantemente las estructuras gubernamentales del país; esas dos acciones tuvieron un impacto catastrófico en la vida de los iraquíes. Tercero, Estados Unidos facilitó que fuerzas reaccionarias, incluidos los partidos islamistas, gobernaran a Irak: verdugos que han cometido en todo el país masacres y campañas de limpieza sectaria religiosa en contra del pueblo iraquí, en particular contra los sunitas, y también campañas de imponer por la fuerza reaccionarias restricciones islamistas a las mujeres iraquíes.

Las fuerzas armadas estadounidenses han cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad a lo largo de Irak. Han torturado, han degradado sexualmente y han maltratado a innumerables presos iraquíes en Abu Ghraib y en otros centros de tortura. Han entregado presos al reaccionario régimen iraquí, respaldado por Estados Unidos, sabiendo que el gobierno los torturaría. El diario británico Guardian UK informó: "Las autoridades estadounidenses no investigaron cientos de informes de maltrato, tortura, violación e incluso de asesinato a manos de policías y soldados iraquíes cuya conducta parece ser sistemática y que por lo común quedan impune" ("Iraq war logs: secret files show how U.S. ignored torture", guardian.co.uk, 22 de octubre de 2010).

En noviembre de 2005, unos marines asesinaron a sangre fría a 24 iraquíes en la ciudad de Haditha, y culpó del hecho a los "insurgentes". En 2006 en Ishaqi, en la región central de Irak, "soldados estadounidenses ejecutaron al menos 10 iraquíes civiles, inclusive a una mujer setentona y un bebé de 5 meses, y después llamaron por un ataque aéreo para destruir la evidencia". En julio de 2007, un helicóptero estadounidense abrió fuego contra 11 civiles en Bagdad. El bloguero iraquí Raed Jarrar escribió: "Un video [de la masacre por helicóptero] publicado esta semana por WikiLeaks no es la excepción, sino una muestra de cómo la ocupación estadounidense ha funcionado todo este tiempo. Para el público estadounidense el video es chocante y perturbador, pero desde la perspectiva iraquí simplemente describe un día normal bajo la ocupación". ("La masacre de Haditha y el gobierno de Bush: Ilegal, inmoral e INSOPORTABLE" Revolución #50, 11 de junio de 2006; "WikiLeaks: Iraqi Children in U.S. Raid Shot in Head, U.N. Says", McClatchy Newspapers, 1º de septiembre de 2011; "Video Shows U.S. Killing of Reuters Employees", New York Times, 5 de abril de 2010; Raed Jarrar, "Iraq: Seven Years of Occupation", CommonDreams.org, 10 de abril de 2010)

Estas son las acciones por las cuales Obama dice que los estadounidenses deben "sentir orgullo".

Ni un solo comandante militar o funcionario de importancia, ningún líder político o comentarista belicoso de los medios de comunicación ha tenido que responder jamás por nada de esto.

Para los iraquíes, Estados Unidos y sus fuerzas militares no son queridos "liberadores"; al contrario, millones de personas en todo el mundo los odian por ser ocupantes imperialistas del extranjero, violentos y despiadados.

Las tropas estadounidenses saldrán de Irak en medio de mayores contradicciones

A pesar de tanta violencia, Estados Unidos no ha logrado alcanzar sus grandes objetivos estratégicos en Irak, y ni siquiera sus objetivos recortados. Cuando George W. Bush firmó el acuerdo del estado de fuerzas de 2008, que estipuló un fin a la presencia estadounidense en Irak para finales de 2011, se suponía (y tal vez se lo acordó directamente) que las fuerzas estadounidenses permanecerían en el país por un tiempo después de dicha "fecha de retirada".

Por más de un año bajo Obama, Estados Unidos ha tratado de negociar un tratado con Irak que permitiría que hasta 18.000 soldados estadounidenses permanecieran en el país. Durante el verano, Estados Unidos recortó la demanda a unos 5.000 soldados y trabajadores militares. Pero cuando Estados Unidos insistió en inmunidad para esos soldados y trabajadores contra cargos criminales según las leyes iraquíes, las negociaciones fracasaron. Tal fracaso refleja y es producto de las muchas contradicciones complejas y movedizas que Estados Unidos confronta al tratar de afirmar más enérgicamente su dominación del Medio Oriente... y cómo su "guerra contra el terrorismo" para reconfigurar por la fuerza y controlar más directamente a Irak, Afganistán y la región ha terminado por agravar las mismas contradicciones y obstáculos que querían resolver mediante la guerra. Además, todo esto se ha compenetrado con nuevos sucesos no previstos en la región y en el mundo.

Ese fracaso (y a la larga las dificultades más profundas), y no un plan consciente, no le dejó a Obama otra salida (aunque éste había planeado como estrategia reducir las fuerzas estadounidenses en Irak y Afganistán, a fin de lidiar mejor con las tensiones y presiones que le afectaban al imperio).

Esto no es sino el capítulo más reciente de una trayectoria en que las ambiciones de Estados Unidos en Irak se frustran, se las recortan y luego se frustran más. Es importante recordar exactamente qué soñaba con hacer el régimen de Bush en Irak. Un artículo del 21 de marzo de 2003 en el Wall Street Journal lo describe en parte:

"El sueño [de Bush] era rehacer todo el Medio Oriente, hacer que fuera más seguro para los intereses estadounidenses. La visión es atractiva: una región que, tras un cambio de régimen en Bagdad, tiene gobiernos pro-estadounidenses en los tres países más importantes del mundo árabe: Egipto, Irak y Arabia Saudita. A la larga, eso cambia la dinámica de la región, haciéndola más amistosa con Washington y extendiendo la democracia. Reducir la influencia de los radicales ayuda en hacer que los palestinos sean más dispuestos a lograr un acuerdo con Israel".

Sin embargo, Estados Unidos empezó a toparse con grandes problemas a los pocos meses de haber invadido a Irak. El régimen de Bush creía que podía rehacer la sociedad iraquí rápida y totalmente, y darle un nuevo comienzo: creando una neocolonia 100% a su servicio, orientada a las necesidades globales del capital estadounidense y las necesidades regionales del poder estadounidense. Estados Unidos disolvió el ejército iraquí, excluyó a la mayoría de los sunitas de ocupar puestos en el gobierno e intentó instalar su propio consejo títere como gobierno. Hasta intentó meter, bajo Paul Bremer como "administrador" estadounidense de Irak, una reorganización económica capitalista de "libre mercado".

Esas medidas rapaces y descaradamente imperialistas pronto inspiraron una creciente resistencia armada, principalmente de sunitas iraquíes, y llevó a una guerra civil de más de cinco años que amenazó con desgarrar el país y hacer insostenible la ocupación estadounidense. La invasión estadounidense, junto con el fin del régimen esencialmente laico de Hussein, alimentó el fundamentalismo islámico, tanto sunita como chiíta. Abrió el camino para que Al Qaeda y otras fuerzas islamistas se abrieran espacios en Irak. Estados Unidos tuvo que abandonar a los lacayos que había seleccionado (que no contaban con muchos seguidores en Irak) y recurrir a las reaccionarias fuerzas y partidos religiosos chiítas, que sí estaban dispuestos a colaborar con Estados Unidos y bajo su dirección, para poder gobernar y estabilizar al país. (La mayoría de los iraquíes son chiítas y esos partidos tienen una amplia trayectoria en el país.) Esas fuerzas varían respecto a sus lazos o relaciones tirantes con Irán; y también hay tensiones y divergencias, además de intereses en común, entre sí mismas y con Estados Unidos.

Para Estados Unidos, le ha resultado sumamente difícil ser una fuerza extranjera de ocupación y crear un nuevo estado de las cenizas del régimen de Hussein. Al final, el derrocamiento de los regímenes de Irak y Afganistán, otros sucesos en la región y el odio engendrado en toda la región por las guerras estadounidenses terminaron por fortalecer a Irán. Esas tensiones y contradicciones, incluidos los sentimientos del pueblo iraquí y el temor de los gobernantes iraquíes por un levantamiento popular como los que han estado recorriendo la región (y posiblemente resultando de su abrazo público demasiado fuerte a Estados Unidos) eran factores que contribuyeron al estancamiento de las negociaciones sobre la futura presencia de las fuerzas estadounidense en Irak.

Pero eso no quiere decir que Estados Unidos esté abandonando su plan de controlar y dominar a Irak, ni que dejará de tener una presencia ahí influyendo en lo que pase, incluidas nuevas intervenciones políticas y económicas. La economía, la política y las fuerzas armadas de Irak siguen estando subordinadas al imperialismo y dominadas por él (aunque entran en juego contradicciones complejas, cambiantes y de múltiples capas). La embajada estadounidense más grande del mundo está en el corazón de Bagdad, la capital de Irak. El noticiero ABC News informó que el Departamento de Estado seguirá en Irak con unos 5.000 contratistas de seguridad y 4.500 contratistas de apoyo, y que la CIA también tendrá una presencia importante. Funcionarios estadounidenses han dicho que la relación militar con Irak continuará y que incluirá adiestrar a las fuerzas iraquíes. La secretaria de Estado Hillary Clinton dijo: "Entonces vamos a tener una relación de seguridad con Irak para adiestrar y apoyar sus fuerzas militares, parecida a lo que tenemos en todo el mundo, desde Jordania a Colombia". (Democracy Now!, 24 de octubre de 2011)

Además, Estados Unidos ha desarrollado una infraestructura militar regional durante los últimos 30 años y el gobierno ha dejado en claro que no dejará la región. El secretario de Defensa Leon Panetta dijo: "Mantendremos, así como tenemos ahora, una fuerza considerable en esa región del mundo", incluidos unos 23.000 soldados en Kuwait y aproximadamente 100.000 en Afganistán. Agregó: "Así que siempre tendremos una fuerza presente para lidiar con cualquier amenaza". ("U.S. Withdrawal Plans Draw Suspicion, Fear in Iraq", Wall Street Journal, 23 de octubre de 2011)

La contención, el debilitamiento y el posible derrocamiento de la República Islámica de Irán ha sido un objetivo central de la estrategia estadounidense desde el lanzamiento de la "guerra contra el terror" en septiembre de 2001. Sin embargo, la guerra estadounidense y otros sucesos han fortalecido de muchas maneras a Irán. Y ahora es posible que la salida de Irak de las tropas estadounidenses fortalezca aún más a Irán, en Irak y en toda la región.

"La retirada de Irak crea enormes complejidades estratégicas; no es una resolución", según el análisis de un grupo asesor de los imperialistas. "Por eso, en caso de que la retirada estadounidense en Irak resulte en una considerable influencia iraní en Irak, y no caiga al Assad, la balanza de poder en la región cambiará por completo. Eso creará un arco contiguo de influencia iraní que va del golfo Pérsico al mar Mediterráneo, por toda la frontera norte de Arabia Saudita y la frontera sur de Turquía". ("Libya and Iraq: The Price of Success", STRATFOR, 25 de octubre de 2011)

Dicha posibilidad ha hecho que Estados Unidos aumentara sus amenazas contra Irán. Tan pronto se anunció la salida de las tropas, la secretaria de Estado Clinton advirtió: "Irán estaría haciendo un mal cálculo al no fijarse en toda la región y toda nuestra presencia en muchos países ahí" (programa de la CNN "State of the Union", 23 de octubre de 2011)

Grandes planes... profundas dificultades

La afirmación vacía de Obama de que "Estados Unidos sigue adelante desde una posición de fuerza" no oculta el hecho de que esta década de guerra le ha costado muchísimo a Estados Unidos. Ha agravado en grado enorme las profundas tensiones en el imperio estadounidense y ha intensificado todo un hervidero de contradicciones que Estados Unidos confronta en las regiones estratégicamente cruciales del Medio Oriente y Asia central. La dominación de esa región ha sido un pilar del poder global estadounidense en la post II Guerra Mundial y de su condición actual y futura como única superpotencia mundial. Eso impulsa a los imperialistas estadounidenses a buscar maneras de conservar su poder, presencia y posición preeminente en la región. Pero están descubriendo que se trata de una empresa siempre más difícil e incierta.

Así que sí, pongámonos a reflexionar sobre los casi nueve años de guerra y ocupación de Irak: demuestran que Estados Unidos está dispuesto a usar la violencia maciza y a cometer crímenes brutales en beneficio de sus intereses imperialistas y para evitar reveses o derrotas. Demuestran que los gobernantes de este país son mentirosos empedernidos que dirán cualquier cosa, hasta las mentiras más descaradas y burdas, para embarcar al pueblo para que acepte y apoye su programa. Estos ochos años y más son ya otra prueba de que nada bueno resultará jamás de la intervención y agresión estadounidense, no importa el disfraz que se las ponga. Y subrayan el imperativo moral de sacar a la luz los crímenes y de oponerse a las agresiones que este país comete.

A la vez, la evolución de la guerra y ahora la salida ignominiosa de las fuerzas armadas estadounidenses de Irak también ilustran las crecientes vulnerabilidades profundas del imperio y lo rápido que sus grandes planes pueden convertirse en su contrario. Todo eso señala las posibilidades de que aún mayores choques y crisis sacudan al capitalismo-imperialismo estadounidense y la urgencia de hacer trabajo revolucionario hoy para prepararse por tal momento en que se podría aprehender una oportunidad para barrer este sistema belicoso de la faz de la tierra. Pues para entonces, ya no tendremos que celebrar aniversario tras aniversario de guerra tras guerra imperialista.

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