Revolución #272, 17 de junio de 2012


La hipérbole, falsas esperanzas y la agenda imperialista que motivan las negociaciones sobre el programa nuclear iraní

Las amenazas yanqui-israelíes contra Irán, con amenazas de guerra, acapararon las primeras planas anteriormente este año. En las últimas semanas, se ha replegado el fantasma de la guerra y lo ha ocupado las noticias de las negociaciones del 24 al 25 de mayo en Bagdad, Irak, entre Irán y Estados Unidos y sus aliados.

Antes de estas conversaciones, funcionarios del gobierno y los medios informativos azuzaron especulaciones de que estuvieran en ciernes avances importantes y que se podría resolver el choque entre Estados Unidos y sus aliados e Irán vía la diplomacia sin un enfrentamiento militar. “Los expertos creen que sea menos probable un conflicto con Irán”, un titular del 30 de abril del New York Times, le siguió a “Funcionarios estadounidenses ven señales prometedoras para una reunión con Irán” el 19 de mayo. Mucha gente que se ha preocupado por el peligro de una guerra se alivió y consideró eso como una señal de que el gobierno de Obama no deseaba una guerra y que refrenaba a Israel, que los gobiernos de ambos países “entraron en razón” y se dieron cuenta de que una guerra sería demasiado costosa e impredecible que librar, y/o que las anteriores amenazas no iban en serio pero tenían el fin de presionar a Irán para que entrara en negociaciones.

Hasta ahora la hipérbole ha resultado ilusoria y los análisis que restaba peso al carácter extremo de las tensiones pasan por alto las dinámicas subyacentes e impulsoras. Las negociaciones del 24 y 25 de mayo no abrieron paso a un avance importante ni siquiera progreso hacia un arreglo negociado. Muy al contrario. Puso al descubierto y agudizó el choque entre Estados Unidos y sus aliados e Irán. “La reunión fallida augura un futuro embate que podría prender otra guerra mesooriental”, informó el Christian Science Monitor. “‘A mi parecer, fue un fracaso contundente’, dice un diplomático iraní. ‘Cuanto más conversen, peor está’” (“Iran nuclear talks a ‘complete failure,’ says Iranian diplomat”, 25 de mayo de 2012).

Las amenazas de Estados Unidos, sus aliados imperialistas e Israel y su negativa, durante décadas, de amarrar un pacto con Irán se rigen por la necesidad estadounidense de defender y profundizar su dominio del Medio Oriente. Para estos imperialistas, Irán es un obstáculo. La República Islámica de Irán (RII) es una reaccionaria teocracia con sus propias necesidades y ambiciones, y un importante peso e influencia económica, político, geográfico e ideológico, en particular como polo de influencia fundamentalista islámica o islamista. Su programa nuclear es una parte clave de estos asuntos más amplios. Su agenda, de hecho su propia existencia, erosiona y choca con la hegemonía e intereses yanqui-israelíes en la región y más allá. Así que para Estados Unidos e Israel, constituye un impedimento que tienen que eliminar.

Las negociaciones: Un foro para proseguir las compulsiones del imperio

Las negociaciones en marcha se celebran entre Irán y los “P5+1” (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU quienes son Estados Unidos, Inglaterra, China, Rusia y Francia, más Alemania). Supuestamente tienen por fin resolver la disputa sobre el programa de enriquecimiento de uranio de Irán. Irán dice que lo hace para producir energía nuclear e isótopos médicos, y no armas. El Tratado de No Proliferación Nuclear, del cual Irán y Estados Unidos están suscritos, establece “el derecho inalienable de todas las Partes en el Tratado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación” (un.org/disarmament/WMD/Nuclear/pdf/NPTSpanish_Text.pdf).

Estados Unidos y sus aliados, en particular Israel, alegan que Irán ha trabajado en armas nucleares en el pasado y quizá siga tratando de posicionarse para fabricarlas si así lo decidiera.

Los trazos de un pacto eran claros. Irán estaba dispuesto a dejar de enriquecer el uranio a una pureza de 20% dedicado a los isótopos médicos para tratar a pacientes con cáncer y a dejar sus existencias actuales. A cambio, Irán exigió garantías de que otros países le surtieran lo que necesitara. Además, accedería a inspecciones más rigurosas y adicionales de sus instalaciones nucleares a fin de asegurar que no desviara ningún uranio hacia la fabricación de armas. A cambio, Irán esperaba el aflojamiento gradual de las sanciones a medida que demostrara que su programa nuclear no tuviera una dimensión nuclear y que el P5+1 reconociera su derecho de enriquecer uranio hasta una pureza de 3% para generar energía nuclear (para fabricar armas nucleares, es necesario enriquecer el uranio hasta una pureza de más del 90%).

No obstante, fracasaron las negociaciones porque el grupo al mando de Estados Unidos rechazó aflojar las sanciones ni de plano reconocer el derecho iraní de enriquecer el uranio. Un funcionario estadounidense dijo sin pelos en la lengua que reconocer dicho derecho “no es, claro está, algo que estamos preparados a hacer”, lo que continúa la política que ha llevado durante décadas.

Las sanciones empeoran el sufrimiento y penurias de las masas iraníes. En unos momentos de franqueza, funcionarios estadounidenses admiten que eso es una de sus metas: “generar odio y descontento al nivel de la calle”, según uno, a fin de debilitar a la RII” (“Public ire one goal of Iran sanctions, U.S. official says”, Washington Post, 10 de enero de 2012).

La política “interacción” de Obama: “las medidas más duras y más coercitivas contra Irán”

La posición estadounidense en las negociaciones demuestra que nunca se ha interesado simplemente en impedir que Irán desarrollara armas nucleares, ni hablar de eliminarlas en el mundo. Al contrario, consideran que el programa nuclear iraní es una concentración de un problema más grande: las formas en que la RII desafía el dominio yanqui-israelí. La capacidad técnica iraní de fabricar una bomba, el que fabricara una o no. podría cambiar la correlación de poder político y militar regional, en particular la libertad del perro de ataque regional de Estados Unidos, Israel, de atacar a cualquiera en el momento que sea. Eso podría ser una de las metas de la RII, como parte de esfuerzos más amplios de fortalecer sus capacidades técnico-económicas y su posición política, a la vez que exige que las grandes potencias respeten esos intereses y la permanencia del régimen. Según los imperialistas, hasta ahora no será aceptable algo que fortaleciera a la RII y dificultara más su derrocamiento

Los ex funcionarios del gobierno de George W. Bush, Flynt Leverett e Hillary Mann Leverett, escriben que la posición estadounidense en las negociaciones se rige por “el compromiso actual del equipo de Obama con la hegemonía estadounidense en el medio Oriente… considera las negociaciones con Teherán sobre su programa nuclear como un cauce para hacer que la República Islámica se rinda ante las demandas estadounidenses, y no como un elemento de peso en la realineación de las relación estadounidense-iraní” (“Nuclear Talks with Iran Highlight the Downsides of America’s Ongoing Quest for Middle East Hegemony”, raceforiran.com, 28 de mayo de 2012).

Estados Unidos nunca ha reconocido la permanencia ni la legitimidad de la RII; al contrario, durante muchos años ha practicado la estrategia de aislarlo, debilitarlo y a la larga derrocarlo. Eso sigue siendo cierto bajo Obama. En una reciente conferencia sobre Irán, un diplomático del Departamento de Estado sostuvo abiertamente ante unos activistas iraníes que “la prioridad estadounidense en Irán no son las violaciones de derechos humanos ni la opinión pública en Irán. Sino más bien, insistió que la preocupación principal de Estados Unidos era el programa nuclear iraní, su impacto sobre la seguridad de Israel y las posibilidades de un cambio de régimen. Puso a Pakistán como un ejemplo donde un cambio de régimen ya no es posible debido a sus capacidades nucleares” (John Glaser, “US Iran Policy Intended to Leave Open ‘Avenues for Regime Change’”, 28 de mayo de 2012, Antiwar.com, citando al profesor Joshua Landis).

El gobierno de Obama ha utilizado las negociaciones y la diplomacia como mecanismo para promover dichas metas, y no para “resolver pacíficamente diferencias con otros países”. Un ex funcionario iraní e integrante del equipo iraní de negociadores dice:

“Obama se ha mostrado más contencioso con Irán que cualquier presidente estadounidense anterior. Su gobierno se ha mostrado más hostil hacia Irán que los Estados Unidos bajo George W. Bush. Si bien el gobierno de Obama decía que buscaba una reconciliación en 2009, asesoraba a sus aliados de que sus tentativas tenían el fin de demostrar que una interacción con Irán fracasará. De hecho, la política de interacción de Obama ha constituido el instrumento mediante el cual Estados Unidos ha adoptado las medidas más duras y más coercitivas contra Irán y ha movilizado a la comunidad internacional a favor de una estrategia de aislar a Irán. El gobierno iraní considera que el de Obama ha intensificado la crisis bilateral entre los dos países” (Asli Bali, “Iran Will Require Assurances—An Interview with Hossein Mousavian”, MERIP, 16 de mayo de 2012).

“La cumbre que concluyó la semana pasada entre Irán y las seis potencias mundiales fue una charada ridícula”, concluyó Gary Kamiya de Salon.com. “El gobierno de Obama nunca tenía el objetivo de que tuviera éxito. De fondo, su enfoque no se basa en obtener avances reales en sus tratos con el régimen iraní sino en derrocarlo” (“Obama’s Iran Charade”, 30 de mayo de 2012).

Las negociaciones y la diplomacia estadounidense: NINGUNA alternativa al imperialismo, pero un instrumento del imperialismo

En el mundo de hoy, lo que rige las negociaciones entre potencias rivales no es algún deseo de tener paz y concordia a fin de “conocer el punto de vista del otro”, ni “entrar en razón y evitar la guerra”. Las negociaciones tampoco sirven para “sacar lo mejor” en este mundo horrible. Tales esperanzas son imposibles e ilusorias en un mundo dominado por el capitalismo-imperialismo y caracterizado por relaciones opresivas, en particular la estrangulación y dominación de los países oprimidos (como Irán) por un puñado de potencias imperialistas, representadas por el P5+1. En el mundo de hoy, estas potencias imperialistas buscan sus intereses según las compulsiones del sistema económico-político que representan y no según las personalidades de sus líderes (¡no importa quién esté en funciones!), ni hablar de “los principios universales de los derechos humanos”, la paz, la razón y la eliminación del sufrimiento.

¿Qué compulsiones rigen al imperio estadounidense?: la explotación global de la mano de obra, el control y el acceso a los recursos y mercados claves y el control militar-político de enormes extensiones del globo. ¿Por qué el Medio Oriente? Porque, junto con Asia central, contiene aproximadamente el 80% de las reservas de energía comprobadas del mundo. El que controle esa fuente de energía controla una palanca clave sobre toda la economía global y sobre todas las potencias que dependen del petróleo y gas natural, de los aliados en Europa y Japón a los rivales Rusia y China. Además, esta región es una encrucijada para el comercio global y un eje militar-estratégico crítico.

Por eso las negociaciones y la diplomacia no “sustituyen” a la guerra; simplemente son otro medio para promover los intereses y objetivos imperialistas. Pueden ser y a menudo han sido una parte esencial de los preparativos para la guerra, aislando y tratando de satanizar al oponente a la vez que presentan a los imperialistas yanquis como la parte razonable, haciendo ese “último esfuerzo” para la paz.

“Un estado de conflicto constante de bajo nivel”

Mientras que hablan de las esperanzas de una resolución negociada de las tensiones, Estados Unidos y sus aliados continúan su asalto implacable generalizado contra Irán. El 24 de abril de 2012, la Casa Blanca anunció nuevas sanciones contra Irán y Siria. En la víspera de las negociaciones del 24 y 25 de mayo, tanto la Cámara de Representantes como el Senado estadounidenses adoptaron nuevos paquetes de sanciones. En Bagdad, Estados Unidos rechazó toda demora de la fecha del 1º de julio para imponer las sanciones sumamente duras sobre la exportación de petróleo y los tratos financieros de Irán, las que incluyen un embargo sobre toda venta de petróleo a Europa, un mercado importante para Irán.

La semana después de las conversaciones en Bagdad, se reveló que Estados Unidos había estado librando una ciber-guerra secreta sin precedentes contra Irán. “Desde los primeros meses en funciones, el presidente Obama ordenó de modo secreto ataques cada vez más sofisticados contra los sistemas de informática que rigen las principales instalaciones de enriquecimiento de uranio de Irán”, informó el New York Times, “ampliando de manera importante el primer uso sostenido de ciber-armas por Estados Unidos”. Un asesor de Obama dijo que Estados Unidos e Irán estaban en un “estado de conflicto constante de bajo nivel” (David Sanger, “Obama Order Sped Up Wave of Cyberattacks Against Iran”, 1º de junio de 2012; Thomas Ricks, “Covert Wars, Waged Virally”, 5 de junio de 2012).

Funcionarios estadounidenses, como el secretario de Defensa Panetta, repitieron sus advertencias de que Estados Unidos estaba muy preparado para atacar a Irán si fuera necesario.

Mientras tanto, se intensifica la confrontación regional entre Estados Unidos e Irán y los aliados de ambos bandos. En Siria, esta situación es particularmente aguda, y muy peligrosa para el pueblo, donde el reaccionario régimen del presidente Bashar al-Assad, al que Irán respalda, ha matado a más de 13.000 personas en sus esfuerzos para aplastar un levantamiento. Siria ha sido el principal aliado regional de Irán, un cauce para la influencia iraní en el Líbano y Palestina y una importante línea de defensa para Irán contra Estados Unidos e Israel.

El levantamiento en Siria es complejo y también implica una amplia gama de fuerzas políticas, que incluyen a las masas de Siria así como a los islamistas reaccionarios, exiliados proestadounidenses y antiguos miembros del régimen. Estados Unidos maniobra en la situación para promover sus propios intereses: derrocar al régimen de Assad y debilitar a Irán privándola de su único estado aliado en la región, mientras que impide la desestabilización de toda la región. Después de una muy sangrienta masacre en Houla, el Pentágono singularizó a Irán por apoyar a Assad y de intentar “expandir su nefaria influencia en la región” (“Iranian support for Assad regime ‘needs to stop’, Pentagon says” (The Hill, 31 de mayo de 2012, thehill.com/blogs/defcon-hill/policy-and-strategy/230311-iranian-support-to-assad-needs-to-stop-pentagon-says).

Siria podría estar deslizándose hacia una guerra civil total y crece a diario la propaganda sobre una intervención militar al mando de Estados Unidos. Altos funcionarios iraníes responden que cualquier ataque del occidente sobre Siria llevaría a un ataque sobre Israel (“Will Foreign Interests Drag Lebanon into a Military Conflict?”, Institute for National Security Studies [Israel], 5 de junio de 2012).

¿A continuar… en Moscú del 18 al 19 de junio?

Todo eso es el escenario sobre el que se celebrará la siguiente ronda de negociaciones entre el P5+1 e Irán, programada para el 18 y 19 de junio en Moscú. Los funcionarios de la imperialista Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) siguen poniendo en entredicho a Irán y exigiendo acceso a sus instalaciones militares antes de acceder a las exigencias de Irán. Irán, por otra parte, advierte que eso podría retrasar o cancelar las conversaciones debido a las maniobras del occidente y el espionaje de la IAEA.

Así que continúa y se agudiza la trayectoria hacia la confrontación y una posible guerra. Eso no significa que la guerra es el único resultado posible o que no se lograran acuerdos entre el bloque al mando de Estados Unidos e Irán. Lo importante es que Estados Unidos obra según las necesidades y compulsiones de lidiar con el desafío de Irán y además los múltiples, espinosos y chocantes problemas que enfrenta al mantener su imperio de esclavización global de hoy día. Estas contradicciones incluyen las tensiones y debates en marcha entre Estados Unidos e Israel y al interior de la clase dominante estadounidense sobre cómo manejar todo eso y sobre la mejor formar de debilitar y contener a Irán.

Los imperialistas bien podrían esperar que su creciente presión obligue a Irán a claudicar sobre el asunto nuclear y que eso fortalezca más sus otros esfuerzos para debilitar y hacer caer el régimen. No obstante, también se dan cuenta de que sus esfuerzos podrían fracasar, que podrían llegar a una guerra y que si eso ocurre, tienen que estar en la posición más fuerte posible en los sentidos militar, político, diplomático y económico. Las negociaciones son una parte de allanar el camino para cualquier eventualidad. Después de las conversaciones de Bagdad, se informa que un funcionario estadounidense comentó: “Dudamos que sea posible alcanzar un acuerdo con Irán, pero tenemos que agotar la vía diplomática porque la alternativa, ya sea un Irán nuclear o una guerra regional, es muy seria” (“(“Iran to face harsher sanctions despite talks”, Jerusalem Post, 26 de mayo de 2012).

De fondo, si los gobernantes estadounidenses determinaran que sus intereses fundamentales dictaran la guerra contra Irán, pues, estarían muy listos, dispuestos y en capacidad de sumergir al mundo en otra salvaje e injusta guerra por el dominio, no importa los horrores que eso augure para el pueblo y el planeta.

Es necesario que se manifieste de manera más fuerte la voz de resistencia y oposición a todo lo que representa el imperialismo estadounidense, Europa e Israel por un lado y por otro, el reaccionario fundamentalismo religioso de de la República Islámica de Irán. Las únicas fuerzas políticas en el escenario mundial no pueden seguir siendo estas fuerzas anticuadas y reaccionarias enfrentadas. De manera muy importante, es necesario oponer resistencia a los depredadores mentirosos y temerarios que gobiernan en Estados Unidos y pararlos.

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