Revolución #281, 23 de septiembre de 2012


Tres cosas que hay que conocer acerca de los antecedentes de los sucesos en el Medio Oriente y el norte de África

La semana pasada tuvieron lugar protestas de masas y ataques contra las embajadas estadounidenses en más de 20 países a través del Medio Oriente y el norte de África, entre ellos Egipto, Libia, Somalia, Pakistán y Palestina. En Libia, resultaron muertos el embajador de EE.UU. y otros tres funcionarios del Departamento de Estado. Esos estallidos coincidieron con la distribución de un corte de una película que, según los informes de los medios, parecía tener el objetivo de ofender de manera grotesca y gratuita a los musulmanes.

Hasta ahora no queda clara la relación verdadera entre la distribución de este video y las varias protestas y otros incidentes, y son confusas las circunstancias acerca de quiénes o qué están detrás de este video y cuáles son sus motivos. Pero para analizar y entender estos sucesos que se despliegan rápidamente, es crucial partir no de algún incidente específico que sirvió de chispa, sino del comienzo del asunto, de unos hechos básicos y la historia.

  1. “La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es la democracia, sino el capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen. Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen”.

Lo BAsico 1:3 de Bob Avakian

Esto es tan cierto en el Medio Oriente que en cualquier parte del mundo. Durante treinta años, el régimen de Hosni Mubarak avalado por EE.UU. defendió los intereses del imperialismo estadounidense en Egipto con la tortura y “las desapariciones” utilizadas contra toda forma de protesta. La monarquía religiosa fundamentalista absolutista de Arabia Saudita, un modelo de la pregonada “libertad y democracia” que EE.UU. lleva al mundo, les prohíbe a las mujeres las actividades públicas, incluso conducir un carro, y hace poco mandó tropas al vecino país de Bahrein para apuntalar a otro régimen opresivo pro-EE.UU. que se basa en la tortura. EE.UU. respalda a Israel, el que ocupa las tierras del pueblo palestino desterrado, como su “sicario” regional (y global).

Todo esto apenas araña la superficie. Se puede llenar periódicos y libros con denuncias de los crímenes de Estados Unidos así como de las otras potencias imperialistas como Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia, etc. Haga unas investigaciones en línea y rete a los amigos, compañeros de escuela y colegas a que hagan lo mismo: Escoja cualquier país de la región e investigue su historia. Encontrará las huellas ensangrentadas del “imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen” en todas las historias y la vida actual de miles de millones de personas en el Medio Oriente, el norte de África y el sur de Asia. (Vea unas lecturas recomendadas al final de este artículo.)

2. El choque entre dos fuerzas reaccionarias

El pueblo del Medio Oriente, el norte de África y el sur de Asia tiene una larga y valiente historia de oponerse resistencia al imperialismo. Pero los reveses graves que han sufrido las auténticas fuerzas revolucionarias durante las últimas décadas, en especial la derrota del socialismo en China en 1976 y el golpe de estado allí que instauró de nuevo el capitalismo, han impactado de modo terrible al terreno político global. Esto sigue siendo cierto al mismo tiempo que una nueva etapa de la revolución comunista está luchando por surgir en el mundo.

En el Medio Oriente y el norte de África, la aceleración de la globalización capitalista ha desplazado a millones de campesinos y erosionado las estructuras y relaciones sociales tradicionales. Esas “estructuras tradicionales” estaban arraigadas en el campo y en un modo de vida donde los campesinos estaban sometidos a la explotación por los terratenientes, la ignorancia estaba omnipresente y reforzada y las mujeres eran las más oprimidas de todos, incluso por los hombres de entre los oprimidos. En esas condiciones, las fuerzas reaccionarias fundamentalistas islámicas han logrado tener una importante influencia entre estas naciones oprimidas, lo que fue un suceso un tanto “espontáneo”, y en muchos casos junto con el patrocinio directo de EE.UU.

Estas fuerzas atraen a los desarraigados y desplazados por el imperialismo y a aquellos que se sienten agudamente la opresión de las naciones del Medio Oriente, el sur de Asia y otras partes, con un programa de regresar a una versión idealizada del pasado en la forma del gobierno islámico. Adoptan una pose de oponerse al imperialismo, pero solamente para establecer un lugar para sí en el orden imperial; no tienen ni el programa ni el deseo de romper con todo el orden injusto y destructivo que las grandes potencias imponen.

Estas fuerzas fundamentalistas islámicas no representan los intereses de las masas; esos intereses estriban en la emancipación de toda la humanidad y sólo se pueden alcanzar por medio de la revolución contra el imperialismo. Al contrario, representan los intereses de aquellas clases que aspiran al poder dentro de las relaciones del imperialismo y que usan a las masas como un ariete para alcanzar ese objetivo. Eso es lo que queremos decir cuando decimos que representan a “sectores anticuados”: representan a las clases y los grupos cuyo tiempo ya ha pasado fundamentalmente a la historia y que solamente pueden mirar hacia el pasado. Representan a los estratos anticuados en esos países y su programa se centra en la imposición del dominio y estructuras religiosos, dentro del marco formado y dominado por el imperialismo. Dondequiera que esas fuerzas lleguen al poder, como en el Irán de hoy, imponen su propia forma del infierno sobre la tierra, incluyendo la opresión brutal de la mujer, la fuerte represión del pensamiento y la expresión crítica y la represión del pueblo en general. Sus tácticas, al igual que aquellas de los imperialistas estadounidenses, reflejan su desdén fundamental para con las masas populares.

Pese a toda su retórica anti-Estados Unidos, en un principio las fuerzas fundamentalistas islámicas que gobiernan en Irán contaron con el aval de EE.UU. como el mal menor (desde su perspectiva) versus las fuerzas más radicales y revolucionarias (y en comparación con las fuerzas que representaban a otras potencias imperialistas de ese tiempo) que participaron en derribar al asesino cha de Irán a quien EE.UU. respaldaba. La República Islámica de Irán se consolidó en parte por medio del asesinato de miles de revolucionarios y la imposición de restricciones duras y despiadadas sobre las mujeres. El Talibán en Afganistán y otras fuerzas similares se originaron con fondos de EE.UU. cuando luchaban contra la entonces Unión Soviética. Solamente cuando se dieron unos cambios en el orden imperialista mundial y en la forma en que los imperialistas veían sus intereses, los fundamentalistas islámicos llegaron a oponerse al Estados Unidos.

Ahora estamos en una dinámica en que toda invasión estadounidense, todo asesinato por avión sin tripulación de EE.UU. que elimine a una familia, todo incidente de violencia degradante orillan a más personas al redil de los fundamentalistas islámicos. Todo ataque fundamentalista reaccionario, proclamación oscurantista o acto opresivo refuerza el apoyo para el imperialismo y su control sobre el planeta.

En Lo BAsico 1:28, Bob Avakian lo analiza así:

Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.

Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de “los dos sectores históricamente anticuados” ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.

3. La urgencia de forjar otro camino

Los heroicos levantamientos contra los regímenes avalados por Estados Unidos el año pasado en Túnez, Egipto y otros países pusieron al descubierto que el actual orden mundial opresivo no está grabado en piedra. Dieron inspiración a los pueblos amantes de la libertad por todo el mundo. Pero no han conducido a revoluciones profundas y completas que arrancaran de raíz esta estructura general dominada por el imperialismo. Para eso se necesita de dirección revolucionaria, una dirección comunista. A raíz de dichos levantamientos, el imperialismo estadounidense y otras potencias imperialistas están maniobrando febrilmente para mantener y expandir sus intereses, tal como en el caso de los bombardeos y el cambio de régimen forzado en Libia.

Se están viniendo a pedazos un estatus quo insostenible e injusto. Pero lo que está en el aire es si de esta situación llegara a ser posible arrancar algo positivo para el pueblo. La única manera en que se podría lograr eso es zafándose de las opciones horrorosas de la actual situación y forjando otro camino liberador para derrocar y transformar las causes fundamentales de los horrores que viven las personas: la dominación imperialista y las relaciones feudales y patriarcales y otras relaciones opresivas, y las estructuras políticas que refuerzan todo eso.

En ese contexto, he aquí dos puntos finales: primero, cuanto más surja una fuerza visible en Estados Unidos en rechazo a los crímenes y “justificaciones” de “nuestros propios” gobernantes, mejor las condiciones serán para el surgimiento de una auténtica fuerza liberadora en el mundo. Segundo, es crucial correr la voz por el mundo acerca del comunismo auténticamente emancipador, tal como está concentrado en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos.

Lecturas recomendadas

Forjar otro camino, Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, 2006

El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008. (Se puede descargar en revcom.us en alemán, español, inglés, persa y turco, además de un borrador en árabe).

Oil, Power, and Empire: Iraq and the U.S. Global Agenda, Larry Everest, Common Courage Press, 2003.

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