El Departamento de Policía de Houston: Asesinos despiadados para un sistema despiadado

4 de noviembre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us

 

El lunes 24 de septiembre, Christine Dobbyn del Noticiero KTRK de Houston informó que “este fin de semana, un oficial de la policía baleó y mató a una persona que tenía una enfermedad mental así como amputaciones de de un brazo y una pierna, después de que éste se negara a soltar una pluma”. El 11 de octubre, la misma emisora informó: “Un oficial de la policía de Houston fusiló y mató a un hombre no armado cuya familia dice que tenía una enfermedad mental”.

En menos de dos semanas, dos hombres no armados, un blanco, el otro negro, en ambos casos con problemas mentales, fueron asesinados por el Departamento Policíaco de Houston. Éstos son los últimos en una cadena de incidentes en que el HPD baleara y asesinara, la que el Houston Chronicle dijo “casi había doblado” el ritmo que habían establecido en 2011.

Dos vidas terminadas brutalmente

La terminación brutal de la vida atormentada de Brian Claunch llegó poco después de las 2:30 a.m. el 22 de septiembre, cuando dos oficiales del Departamento de Policía de Houston respondieron a una llamada de un hombre angustiado y entraron en una residencia grupal llamada Healing Hands (Manos que Curan) en el este de Houston. Unos momentos más tarde, Claunch, 45, yacía sangrante y agonizándose en el suelo por un disparo en la cabeza.

El parte policial sobre el asesinato de Claunch dice que él había agitado un “objeto reluciente” ante los policías y se negó a soltarlo. El parte agrega: “Mientras que el sospechoso arrinconaba a un oficial en un rincón, trató de acuchillarle con el objeto. El oficial Marin, temiendo por la vida de su compañero, disparó su revólver de cargo una vez, dándole al sospechoso. Se descubrió más tarde que el objeto era un bolígrafo reluciente”.

Brian Claunch, quien llevaba largo tiempo sufriendo de un trastorno bipolar, estaba en una silla de ruedas. Tenía solo un brazo y solo una pierna; perdió los otros cuando se acostó en las vías del ferrocarril en frente de un veloz tren a fin de “purgarse al diablo” del lado izquierdo de su cuerpo. John García, un asistente de Helping Hands, dijo que Claunch frecuentemente llevaba una pluma, debido a que a él “le gustaba hacer garabatos. Siempre estuvo garabateando en la mesa”.

Poco más de dos semanas después, la policía irrumpió en un vecindario del Tercer Distrito, uno de los más antiguos de las comunidades negras de Houston, justo al otro lado de la Autopista Gulf del barrio este. Presuntamente, Kenny Releford, un ex combatiente de la Armada de 37 años de edad, había forzado la entrada a una casa de un vecino de tercera edad. El hijo del hombre llamó al 911, cosa que ahora lamenta profundamente.

Llegaron los policías después de que Kenny Releford había vuelto a su casa. El noticiero KHOU informó que “un oficial del Departamento de Policía de Houston dijo que no tenía ningún otro remedio salvo balear y matar a un sospechoso de cometer atraco en el Tercer Distrito el jueves por la mañana. Un oficial le ordenó salir con las manos arriba. El HPD dijo que el sospechoso se mantenía un brazo detrás de la espalda mientras les gritaba, desconociendo las órdenes verbales del oficial. La policía dijo que Releford seguía acercándose al oficial con un brazo escondido, y que el oficial disparó su revólver dos veces. Se apresuraron para llevarlo al hospital pero murió más tarde”.

Los vecinos quienes presenciaron estos acontecimientos refutaron la versión de la policía. Una mujer que vive al otro lado de la calle le dijo al Houston Chronicle: “Releford salió de su casa con las manos arriba. Aceptó que Releford seguía caminando hacia el oficial a pesar de las órdenes de detenerse. Releford se cayó al suelo después del primer disparo, dijo, luego se levantó. El policía respondió por dispararle una segunda vez. Otra testiga… dijo que Releford tenía ambas manos en el aire mientras que caminaba hacía el policía. [Ella] dijo que ella y otros que observaban el enfrentamiento llamaron a la policía para avisarle sobre la conocida enfermedad mental de Releford. ‘Les decíamos, por favor, no le disparen. Él tiene una enfermedad mental. En verdad sí comprendo la inquietud del policía. Quieren volver a casa después del trabajo… No tenían ninguna razón para fusilarlo’”.

Una epidemia de asesinatos policiales

Los asesinatos de Brian Claunch y Kenny Releford forman parte de una epidemia nacional de brutalidad y asesinato policial, así como constituyen una denuncia de un sistema cruel. Aunque fuera cierto todo lo que cuentan estas versiones de estos policías, ¿qué es lo que eso enseña sobre un sistema que entrena a sus agentes armados para matar a disparos a personas no armadas con severas angustias mentales y emocionales y que justifica estos asesinatos antes de siquiera investigar los hechos?

Bob Avakian escribió después de que la policía de Riverside, California, fusiló y asesinó a Tyisha Miller, una joven negra que sufrió de un ataque epiléptico: “Si esa es su manera de manejar la situación, ¡que se vayan al carajo! Que se larguen, que se vayan al carajo, que se quiten de la faz de la tierra y dejen en paz a las masas, porque es obvio que hay mil maneras de manejar esa situación que hubieran sido mucho mejores. Y francamente, si nosotros tuviéramos el poder del estado y ocurriera algo así, habríamos preferido que un policía del pueblo diera la vida primero, antes de matar sin sentido a uno de las masas…” (de Lo BAsico 2:16).

¡Exigimos justicia para Brian Claunch y Kenny Releford!

 

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