Mi experiencia en un albergue tras el huracán Sandy  

5 de noviembre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us

 

Cuando miré las noticias hoy (30 de octubre de 2012) para enterarme de los efectos de la tormenta en la zona, escuché algunas de las mismas declaraciones ultrajantes que oí ayer de boca del alcalde y de los funcionarios:

—Quienes no dejan sus casas tendrán la culpa si sufran lesiones

—Que la gente es egoísta y tonta por no querer salir.

Además de no importarle la vida humana, este sistema no les provee a las personas de ningún medio de sobrevivir un desastre natural, ni para ellas mismas ni para ayudar a otros.

Al mismo tiempo, la red NPR informó que no se permitía que ningún medio de comunicación entrara en los albergues. Por mucho que yo miraba el reportaje sobre la tormenta, no vi nada sobre los albergues. Empecé a preguntarme cómo este sistema iba a ayudar a la gente.  Recibí correo electrónico de unas organizaciones de servicios sociales que pedían voluntarios; decían que había gran  necesidad de voluntarios en los albergues. El gobierno municipal había proveído 56 centros de evacuación (albergues) por toda la ciudad y había muchos más evacuados que centros.  Mandé unos mensajes de texto y correos electrónicos a unos amigos revolucionarios para encontrar una lista de albergues y cómo se podía ofrecerse como voluntario.  Discutimos la posibilidad de ir a los albergues para hablar con la gente acerca de lo que estaba pasando ahí en realidad.

Así que pensamos ofrecernos como voluntarios...

Primero, tratamos de resolver cómo hallar un albergue, cómo llegar ahí sin transporte público, y qué clase de ayuda sería necesaria.  Buscamos por todo el Internet, mandamos mensajes de texto a otros amigos que tenían lazos con algunas agencias de servicios sociales, y después llamamos todos los números listados en los sitios web del gobierno municipal. Sin resultado, pues nadie contestó los teléfonos y no había información acerca de adónde ir... La Cruz Roja decía en su página web que había que ir al centro de Manhattan para dos horas de capacitación, y luego estar disponibles para turnos de 12 horas... Estaba paralizado todo el transporte público, así que era imposible hacer eso sin carro. En nuestra búsqueda de cómo hacerse voluntario, encontramos una lista de todos los albergues. Me fijé que uno estaba a unas 30 cuadras de donde vivo, y como mis amigos viven en otros distritos, yo fui sola. Ellos iban a tratar de hacer lo mismo al día siguiente si el gobierno municipal pusiera en servicio a más autobuses. 

Como el número de autobuses era limitado, cubrí la mitad de las cuadras a pie. Mientras caminaba, hablé con unas personas sacudidas y sorprendidas por los efectos de la tormenta. Estas nunca imaginaron que la tormenta en realidad inundaría la parte baja de Manhattan. Habían mirado las noticias durante toda la noche y estaban muy preocupados por la gente en general.  A unas dos cuadras del albergue, me topé con un hombre mayor que parecía estar muy desorientado; tenía una brazalete médica en la muñeca como si acababa de salir del hospital. Cuando me preguntó el nombre de esa calle, le dije que yo iba a un albergue y que él debería ir ahí también si así deseaba.

Al acercarme al albergue, me fijé que estaba oscuro y todas las puertas estaban cerradas, de manera que una persona que no sabía que ahí estaba un centro de evacuación, no se percataría del lugar.  Cuando finalmente encontré una puerta abierta, lo primero que vi eran 7 ó 8 policías del Departamento de Policías de Nueva York (NYPD). Estos me preguntaron qué carajo yo estaba haciendo ahí... Dije que quería ofrecerme como voluntaria en el albergue, y me dijeron que había que mostrarles mi identificación y dejar que registraran mi mochila y mi chaqueta.  Parecía que en cualquier momento iban a tirarme contra la pared, esculcarme y tomarme las huellas digitales. Después de que firmé unos papeles, me indicaron la oficina de voluntarios. Ahí la supervisora se sorprendió de que apareciera una voluntaria así de la nada... Pues los otros voluntarios eran trabajadores municipales con la obligación de cumplir turnos de 12 horas. Dije que no aparecí de la nada, pues una gran tormenta pegó la ciudad y yo había visto los correos electrónicos que pedían voluntarios.  Ella seguía sin comprender y dijo que en realidad no había una gran necesidad en ese albergue, pero no podía decirme en qué albergue había necesidad de voluntarios. Yo mencioné que tenía dos años de experiencia en trabajar en un albergue para la gente sin techo, y que trabajo para una agencia de crianza y ACS [Administración de Servicios para Niños] y por eso conozco la mayoría de los servicios sociales que existen para esas personas, y así que me permitieron ser voluntario.

Entonces me dieron un chaleco anaranjado (para que no me confundieran con los evacuados), una linterna ("para poder defenderme si alguien se descontrolara"), y un walkie talkie ("para pedir ayuda"). Luego me enseñó la prisión, perdón, el centro de evacuación...

Al ir abajo donde estaba el área de dormir y comer, pregunté a la supervisora cuántas personas venían de las “zonas A” [de evacuación obligatoria]... Ella me miró disgustada y dijo: "No, aquí son personas sin techo, no es gente ‘real’ evacuada debido a la tormenta".  ¡¡Claro, porque los albergues son para las personas que ya tenían casas y no para las personas que desde un principio no tenían ninguna protección de la tormenta y, además, la gente sin techo no es gente "real"!!

En la cafetería me dijeron sentarme en una mesa con los demás voluntarios, y vigilar mientras las personas comían y dormían, y escoltarlas del cuarto o del edificio para asegurarme de que no robaran nada. Otro comentario: mantienen las luces prendidas toda la noche y cuando pregunté ¿por qué?, me dijeron que era para asegurarse de que la gente no robara ni buscara peleas.... Así que empecé a preguntarme si me hice guardia de una prisión o voluntaria para ayudar a las personas.

Después de un par de horas llegó Carl, la persona con que me había topado camino al albergue... Él trató de acercarme y agradecerme por hacerle saber del centro, pero dos policías del NYPD impidieron eso, porque no era permitido acercarse a los voluntarios.  Él les explicaba una y otra vez: "Pero ella es la amable señora que me ayudó, no quiero molestarla sino agradecerle". Después, lo escoltaron a su catre en el rincón. Un policía vino a decirles a los voluntarios: "Vigílenlo bien, pues parece un alborotador y es posible que tengamos que echarlo".

Dejé mi asiento y fui a sentarme con Carl y los otros evacuados mientras comían la cena. Resulta que Carl (un hombre negro de 65 años) era una persona "real" que había pasado la noche anterior en el hospital y no podía regresar a su departamento porque vive en el sexto piso de los multifamiliares y suspendieron los servicios del ascensor. Los otros dos tipos no eran "reales", pues eran gente sin techo. Llegaron muy tarde la noche anterior cuando el viento estaba arrastrando los portones de las tiendas de un lado de la calle para el otro. Hablaron acerca de qué tan peligroso era, que pensaban que el viento iba a llevarles a ellos, su gran miedo porque el viento hacía un sonido fuerte como un aullido. Max (un joven dominicano) dijo que el huracán sí le dio mucho miedo, pero no tanto como el miedo de entrar al albergue y ver que le esperaban 10 policías del NYPD.  Rick (un hombre negro mayor y ex-combatiente de Vietnam), se rió y estuvo de acuerdo; dijo que tan pronto como mejorara la situación, iba a dejar el albergue.

Me preguntaron por qué me ofrecí como voluntaria y respondí que soy parte de construir un movimiento para la revolución y quería oír de boca de la gente misma lo que estaba pasando, quería decirles que las cosas no tienen que ser así, que la sociedad puede organizarse de una manera mucho mejor. Les pedí imaginar cómo sería si el estado y la policía no estorbaran que la gente se ayudara mutuamente en esta situación. Rick dijo que hubiera ayudado a los dueños a proteger sus tiendas, pero la policía iba por las calles advirtiendo contra saqueadores. Max dijo que hubiera podido ayudar a Carl a subir las escaleras para que no tuviera que estar en la calle.

Carl mencionó que [los de arriba] siempre hablan de ir por todo el mundo dándole ayuda a otra gente, pero no ayudan a los negros en este país. Saqué una tarjeta de mano con la cita 1:3 de Lo BAsico y la leí en voz alta. Mencioné que [el sistema] no ayuda a nadie. Carl dijo que este país lo jodió cuando era joven y fue a Vietnam; le enseñó a matar a niños y luego le llamó asesino de bebés...

La conversación se terminó cuando uno de los supervisores y el guardia de seguridad llegaron a la mesa y dijeron que querían hablarme. Me dijeron que no era permitido hablar con las personas en el albergue, solo vigilarlas y asegurarse de que no causaran problemas o robaran cosas. Contesté: bueno, ¿no deberíamos atender sus necesidades? y ellos dijeron que sí; entonces dije: ¿cómo voy a saber cuáles son sus necesidades si no les hablo? En ese momento me dijeron que había demasiados voluntarios y que debería irme a casa.

Regresé a la mesa y di una tarjeta de mano a Carl, Max y Rick, y les dije que yo estaría de vuelta en la mañana...

Salí de ahí pensando ¡¡¡qué Estado Policiaco!!! ¿Por qué ir a los albergues si le van a tratar como delincuente? Pero así se organizó todo; los otros voluntarios eran buena gente, algunos trabajaron más que los turnos de 12 horas, pero si no les permite hablar con las personas, solo vigilarlas para asegurarse que no roben nada, pues entonces ¿cómo se puede ayudarles? Al contrario, les dicen y les capacitan a los voluntarios a vigilar a los "delincuentes" y se trata a la gente como "delincuentes".

Caminando a casa, pensé en el título de la nueva entrevista a Bob Avakian, "Lo que la humanidad necesita—Revolución, y la nueva síntesis del comunismo".... Hacia el final, escribe: "Es así de importante. Se trata de lo siguiente: las masas seguirán encadenadas en estas condiciones de miseria tan incalificable y miseria innecesaria, o habrá alguna posibilidad concreta de abrir paso y llevar la humanidad hasta un lugar completamente diferente. De eso se trata todo eso, y de eso debe tratarse el papel de los individuos: contribuirle todo lo que puedan —no sólo como individuos sino como parte de un proceso colectivo, como parte de un movimiento revolucionario más amplio y, al llegar al punto de convencerse de lleno de ello, dar el salto de ingresar al partido que tiene que ser el núcleo y jugar colectivamente el papel dirigente en todo este proceso revolucionario".

La respuesta a eso es ¡Sí! ¡¡¡Eso es lo que NECESITAMOS!!!  Necesitamos estar seguros, pero también deberíamos aprovechar esta oportunidad de ir y estar entre las masas, llevarles Lo BAsico, dejarles saber que el mundo no tiene que ser así, que ellas tienen un papel productivo que desempeñar en la transformación de la sociedad, y que podemos encontrar muchas formas colectivas de satisfacer las necesidades del pueblo en general. Esta es una gran oportunidad para seguir construyendo un movimiento para la revolución.

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