Vidas robadas en 2012:

Un año del asesinato policial a sangre fría de jóvenes negros y latinos

23 de diciembre de 2012 | Periódico Revolución | revcom.us

 

No más generaciones de nuestra juventud, aquí o a través del mundo, cuyas vidas se acaban, cuyo futuro ya está sellado, que han sido condenados a una muerte temprana o a una vida de miseria y brutalidad, que el sistema ha destinado a opresión y al olvido incluso antes de que nazcan. Yo digo no más de eso.

Bob Avakian
Lo BAsico 1:13

 

He aquí solamente algunos casos de negros y latinos, en su mayoría jóvenes, que han baleado y asesinado la policía o vigilantes racistas en 2012:

4 de enero. Jaime González, 15. Brownsville, Texas La policía lo mató a balazos en su escuela y afirma que González había golpeado a otro estudiante y caminaba por los corredores con un arma. El arma que dicen que González portaba era una pistola de balines.

2 de febrero. Ramarley Graham, 18. Bronx, Nueva York Detectives antinarcóticos lo mataron a balazos en el baño después de tumbar la puerta del hogar. Dijeron que Graham se metió corriendo a la casa y “parecía estar armado”. Pero las cámaras de vigilancia mostraron que Graham caminaba como si nada a su apartamento, y no encontraron ninguna arma. Cientos de personas asistieron al funeral de Graham, tuvieron vigilias mensuales y continúan protestando y exigiendo justicia en las audiencias del policía asesino ante el tribunal, Richard Haste, acusado de homicidio sin premeditación. Constance Malcolm, la madre de Ramarley Graham, dijo: “No voy a parar hasta que se haga justicia. Richard Haste no se va a llevarse a mi hijo pensando que nos vamos a rendir. No lo vamos hacer. Ni sobre mi cadáver”.

7 de febrero. Manny Loggins. San Clemente, California Un agente del sherifato del Condado de Orange orilló el coche de Loggins, un sargento de la marina negro, y lo mató en frente de sus hijas de 14 y 9 años.

26 de febrero. Trayvon Martin, 17. Sanford, Florida El vigilante racista, George Zimmerman, vio a Martin caminando de la tienda a su casa y llamó al 911 para decir que Martin lucía “realmente sospechoso”, o sea, él era un joven negro en una sudadera con capucha. Después de que el operador del 911 le dijo que no hiciera nada, Zimmerman persiguió a Martin y lo baleó con una pistola de 9 mm. El asesinato de Trayvon instantáneamente tocó una fibra sensible para millones de personas negras: “Ése pudo haber sido mi hijo”, “Ese pudo haber sido yo”. Hubo protestas por todo Estados Unidos, con temas comunes y amarga indignación. Muchos jóvenes al igual que personas mayores se ponían camisetas con la imagen de Trayvon y coreaban consignas “Yo soy Trayvon” y “Justicia para Trayvon”. Algunas personas, especialmente jóvenes, se pusieron sudaderas con capuchas, la que tenía puesta Trayvon cuando fue asesinado y llevaron letreros que decían cosas como “¿Soy sospechoso?” o “¿Le parezco sospechoso?” Muchos se refirieron a la memoria de Emmett Till, asesinado descaradamente por unos blancos supremacistas hace décadas, para expresar el hecho de que las personas han visto esto pasar por mucho tiempo y no van a quedarse de brazos cruzados mientras ocurra una y otra vez.

21 de marzo. Rekia Boyd, 22. Chicago, Illinois Lo baleó un policía fuera de servicio que le disparó de 10 a 15 veces entre la muchedumbre en un parque en el barrio oeste de Chicago. Aunque la policía admite que Rekia era un transeúnte inocente, inmediatamente justificó los disparos, afirmando que otra persona había apuntado un arma. Nunca se encontró dicha arma. El asesinato de Rekia se dio en medio de la indignación sobre el asesinato de Trayvon Martin y fue una de las cinco “personas baleadas con la participación de la policía” en Chicago en seis días… siendo la quinta el asesinato de Ricky Bradley, 52, ex maestro de escuela, quien pasaba tiempos difíciles y vivían en la calle.

24 de marzo. Kendrec McDade, 19. Pasadena, California Los policías lo mataron a balazos, y afirmaron que respondían a una llamada del 911 acerca de una mochila robada. Los padres de McDade presentaron una demanda que dice que “los policías dejaron esposado a McDade en la calle ‘por un período prolongado sin darle asistencia’”. En una reunión de la comunidad, la policía y el clero trataron de “apaciguar” a las personas indignadas que llevaban letreros que decían: “Newlen y Griffin [los policías] son culpables” y “Nosotros somos #Trayvon #Kendrec lo somos”.

1º de julio. Milton Hall, 49. Saginaw, Michigan Esto fue captado en un video aficionado: Un desamparado con enfermedad mental caminaba en un parqueadero, gritando: “Mi nombre es Milton Hall. Yo acabo de llamar al 911. Mi nombre es Milton Hall y estoy encabronado”. Llegaron seis policías y rodearon a Hall. Le ordenaron que botara el cuchillo que sostenía. De pronto empezaron a disparar 46 veces y lo mataron en el acto.

21 de julio. Manuel Díaz, 25. Anaheim, California Lo mataron a balazos unos policías que dijeron que respondían a una llamada acerca de unos hombres que se reunían en un callejón y que uno de ellos traía una escopeta. Según los testigos, Díaz simplemente se lavaba las manos cuando los policías se acercaron y le pegaron un tiro por la espalda, y que cuando Díaz ya yacía en el suelo, un policía le dio otro disparo en la cabeza.

22 de julio. Joel Acevedo. Anaheim, California Lo mataron a balazos unos policías que afirman reconocer “a un pandillero bajo libertad condicional en un vehículo deportivo utilitario robado”.

Después de los asesinatos del 21 y 22 de julio de Manuel Díaz y Joel Acevedo, tuvieron lugar unas protestas contra el Departamento de Policía de Anaheim por más de una semana. El 24 de julio, cientos de personas fueron a una asamblea del consejo municipal de Anaheim. Afuera la policía antidisturbios atacó con balas de goma, bolsas de balines y botes de pimienta. Miles de personas se plantaron a la policía antidisturbios y marcharon por las calles. Según la prensa, un banco y un Starbucks, y otros lugares del centro fueron destrozados; se prendieron incendios en las calles. La muchedumbre se componía de personas jóvenes, enojadas. El ambiente: “¿¡Ustedes nos quieren matar por el mero hecho de que nosotros somos latinos!? No lo vamos a tolerar, ya no”.

22 de septiembre. Brian Claunch, 45 años. Houston, Texas La policía, en respuesta a la llamada de un hombre angustiado, entró a la casa hogar Manos Que Curan. El parte de la policía dice que Claunch agitaba “un objeto brillante” e “intentó apuñalar al policía con el objeto”. El policía lo mató a balazos. El objeto brillante era un bolígrafo. Brian Claunch, que por mucho tiempo sufría de perturbación mental, tenía solo un brazo y una pierna y estaba en silla de ruedas cuando el policía lo mató.

11 de octubre. Kenny Releford, 37. Houston, Texas La policía creía que Releford, un ex combatiente de la marina, había irrumpido en la casa de un vecino mayor. Le ordenaron que saliera de su casa con las manos arriba y dijeron que no tuvieron elección salvo disparar cuando se rehusó a obedecer la orden. Pero los vecinos que lo vieron cuestionaron esta historia. Al menos dos personas le dijeron al Houston Chronicle que Releford salió de su casa y caminó hacia la policía con las manos en alto. La policía lo baleó, Releford cayó al suelo, y la policía le pegó otro tiro. Una testiga dijo que ella y otros le gritaron al policía: “Por favor no disparen. Él es un enfermo mental” y que “Ellos no tenían razón de dispararle”.

25 de octubre. José Leonardo Coj Cumar, 32 y Marcos Antonio Castro Estrada, 29. La Joya, Texas Dos guardias del Departamento de Parques y Vida Silvestre dieron parte de un camión “sospechoso” cerca de la frontera de Estados Unidos y México y afirmaron que el conductor no se detuvo cuando así le ordenaron. Con el apoyo de un helicóptero estatal, empezaron una persecución. Un policía empezó a acribillar el camión a balazos desde el helicóptero y mató a José Leonardo Coj Cumar y Marcos Antonio Castro Estrada. Ambos eran del pueblo guatemalteco de San Martín Jilotepeque y se habían emprendido esa arriesgada travesía hacia El Norte en busca de trabajo.

8 de noviembre. Dakota Bright, 15. Chicago, Illinois Dakota Bright estaba de camino a la casa de su abuela, a unos cientos de metros de donde la policía lo mató a balazos. Su cuerpo yacía en el pasto, esposado, mientras, según los testigos, la policía ahuyentó a una ambulancia. Por cuatro horas la policía se rehusó a decirle a su familia lo que pasaba. Los policías afirmaron que Dakota les apuntaba con un arma cuando lo balearon, pero el arma que “recuperaron en escena” estaba a tres patios de distancia del cuerpo de Dakota Bright. Durante los días siguientes a este asesinato, los familiares, amigos y personas de la comunidad marcharon, se congregaron y sostuvieron vigilias exigiendo “JUSTICIA PARA DAKOTA” y “Que los policías dejen de matar a nuestros hijos”.

23 de noviembre. Jordan Davis, 17. Jacksonville, Florida Michael Dunn lo mató a balazos. Dunn, un blanco racista, se quejaba de la “música muy fuerte” que salía del vehículo deportivo utilitario en que Jordan Davis y sus amigos estaban sentados en la gasolinera. Dunn sacó un arma y disparó ocho veces, dos de los disparos le segaron la vida de Davis. En un informe, Dunn afirmó que vio el cañón de una escopeta asomándose del vehículo y que disparó en defensa propia, pero no se encontró ninguna arma en la escena. El abogado de Dunn dijo que él podía usar la defensa “Mantenerse firme”, una ley que dice que se puede justificar que se mate a alguien si el homicida “se sentía amenazado”, si simplemente creía que había una arma aunque no la hubiera, lo que constituye nada menos que una temporada abierta de asesinatos de jóvenes negros. La gente respondió a este asesinato vigilante con indignación y resistencia: se emitió un llamado a “Hacer más fuerte música” en honor de Davis una semana después del asesinato en una emisora radial de Jacksonville y este llamado se esparció a otras ciudades. En un saludo dramático, miembros del Departamento de Bomberos y Rescatistas de Jacksonville parquearon sus camiones por la pista por donde estaba el avión que llevaba el cuerpo de Davis de Jacksonville rumbo a Atlanta para el funeral y formaron un arco de agua sobre el avión.

29 de noviembre. Timothy Russell y Malissa Williams. Cleveland, Ohio Russell y Williams, un hombre negro y una mujer negra, estaban conduciendo por el centro de Cleveland cuando la policía empezó una persecución, y se le unieron la patrulla de caminos, aguaciles y otros dos policías. Después de 25 minutos de persecución, los dos terminaron atrapados en un callejón sin salida al este de Cleveland, una comunidad principalmente negra y pobre. Trece policías de Cleveland dispararon 137 balas al carro. Russell murió después de ser impactado por 23 balas. Williams murió después de ser impactada por 24 balas. Ninguno tenía arma. Una mujer negra que estaba allí dijo: “Nunca vi tantos carros de la policía en mi vida, ni siquiera en la tele. Lo que pasó es un linchamiento de hoy día. Cada vez que pienso que cosas como esta van a calmarse, sucede algo peor, y por eso tenemos que salir a hacer más protestas”. En respuesta a los funcionarios municipales que decían que la gente tenía que esperar una investigación, un familiar dijo: “No queremos escuchar lo de que ‘vamos a investigar’; queremos a los policías encerrados ahora mismo, que no reciban el trato que reciben ahora, de disfrutar de trabajos de oficina y de hacer ejercicio en el gimnasio para aliviarse del stress. ¿Y qué de nosotros y qué tan desconsolados que estamos por nuestro ser querido que fue asesinado? De hecho, enciérrelos o lo podrían hacer de nuevo”.

 

¡ESTO ES INTOLERABLE! ¡ESTO ES ILEGÍTIMO!
¡ESTO TIENE QUE TERMINAR! ¡Y NOSOTROS TENEMOS QUE TERMINARLO!

La pura verdad de la vida en Estados Unidos es que según las normas de los que mandan, un joven negro vestido de sudadera con capucha es un sospechoso. Los tratan como maleantes que merecen que los persigan, encierren y, de ser necesario, torturen en aislamiento. Este sistema capitalista no tiene ninguna forma de explotar de manera rentable a estas generaciones de jóvenes negros y ha respondido con la criminalización y el encarcelamiento: con décadas de una llamada “guerra contra la droga”, con el principal fin de encerrar a negros y latinos; enredar a un sector social entero en el sistema de justicia penal.

Así funciona un sistema que produce a policías y vigilantes racistas quienes asesinan. Eso es lo que engendra cosas como la política del parar y registrar del Departamento de Policía de Nueva York que practica la etiquetación racial y hostigamiento, o cosas peores, contra cientos de miles de personas. Así, hemos llegado a estar en una situación en que 2.4 millones de personas están presas, en su mayoría negros y latinos.

Tuvo una enorme importancia, e importaba muchísimo, que decenas de miles de personas se tomaran las calles para exigir justicia para Trayvon Martin y para Manuel Díaz y Joel Acevedo. Es de importancia crucial que no nos sentemos de brazos cruzados, sino al contrario, que encontremos las formas de luchar y expresar nuestra resolución de conseguir justicia para todas las víctimas del asesinato a manos de la policía y los vigilantes racistas. Además, tenemos que vincular esa lucha para construir un resuelto movimiento de masas contra la encarcelación en masa.

Nota de la redacción: En 1998 la policía de Riverside, California, mató a Tyisha Miller, una afroamericana de 19 años de edad. Miller había perdido la conciencia en su coche, por un ataque epiléptico. Los policías dijeron que ella se despertó de repente y que tenía un arma; le dispararon 23 veces, dándole al menos 12 veces y matándola. Bob Avakian habló de la situación.

Si esa es su manera de manejar la situación, ¡que se vayan al carajo! Que se larguen, que se vayan al carajo, que se quiten de la faz de la tierra y dejen en paz a las masas, porque es obvio que hay mil maneras de manejar esa situación que hubieran sido mucho mejores. Y francamente, si nosotros tuviéramos el poder del estado y ocurriera algo así, habríamos preferido que un policía del pueblo diera la vida primero, antes de matar sin sentido a uno de las masas. Así actúan los verdaderos servidores del pueblo, o sea, se juegan la vida por defender al pueblo. ¡Al carajo con su maldito lema de “servir y proteger”! Si esa fuera su intención, habrían encontrado otra manera mil veces mejor de solucionar el problema. ¿Cómo lo manejaría el proletariado? La historia demuestra que cuando el proletariado tiene el poder, pone por encima de todo la vida de las masas, pero cuando la burguesía tiene el poder, el papel de su policía es sembrar terror y matar a las masas a sangre fría sin ninguna provocación, matarlas sin necesidad, precisamente porque cuanto más arbitrario sea el terror, más asusta. Precisamente por eso lo hacen y es una parte importante de su oficio.

Bob Avakian
Lo BAsico 2:16

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