"Salvadores" franceses en Malí:
De primer orden en hacer cumplir la esclavitud, el genocidio y la opresión
28 de febrero de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us
Cuatro mil soldados franceses invadieron al país de Malí, en el norte de África, en enero de 2013. Expulsaron a los jihadíes islámicos de sus bastiones en las ciudades y los pueblos del norte de Malí. Aunque una imagen de la ocupación francesa de Malí apenas empieza a trascender, incluidas unas evidencias de que la invasión está suscitando matanzas indiscriminadas de grupos religiosos y étnicos acusados de alinearse con los jihadíes, la "comunidad internacional" la ha aplaudido como una gran victoria para los derechos humanos.
Los jihadíes que se apoderaron de gran parte de Malí prohibieron la radio y la televisión, golpearon a mujeres, cortaron las manos de personas acusadas de "blasfemia" o de "conducta moral libertina" y ejecutaron a otras, como parte de imponer una versión draconiana de la ley islámica.
Pero sus crímenes no tienen ni punto de comparación con los crímenes de los invasores franceses.
El imperio francés: esclavitud, sufrimiento y muerte
La Francia moderna, el proclamado país de "la libertad, la igualdad y la fraternidad", se construyó en gran medida sobre la sangre, los huesos, las tierras y las culturas de los pueblos esclavizados de vastas regiones del norte de África y el sudeste asiático.
Durante los siglos 19 y 20, Francia colonizó la décima parte de la superficie del planeta, con un imperio que por un tiempo se extendió a las Américas, el Caribe y Asia. El imperio francés sufrió reveses en América del Norte a manos de sus rivales británicos, y su intento de colonizar a México fue derrotado por las fuerzas mexicanas en 1867. Fue expulsada de Haití cuando los esclavos africanos ahí se alzaron contra sus amos coloniales.
Pero el colonialismo francés logró consolidarse en el norte de África y en el sudeste asiático. En la segunda mitad del siglo 19, Francia colonizó a Indochina: los países de Vietnam, Camboya y Laos. Los capitalistas franceses convirtieron extensas tierras selváticas en plantaciones de hule. Decenas de miles de indochinos laboraron en plantaciones que un peón describió como "un infierno en la Tierra". Según los datos oficiales franceses (probablemente muy por debajo de la realidad), solo en el año 1927 murió el 17 por ciento de la fuerza laboral de una plantación.
Para comienzos de los años 1900, por medio de guerras, alianzas con los gobernadores locales y una sistemática provocación de conflictos entre los diferentes pueblos de la región, Francia estableció su control sobre gran parte del norte, oeste y centro de África, incluyendo lo que ahora son los países de Mauritania, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Benín, Níger, Chad, República Centroafricana y la República del Congo.
Francia no abolió la esclavitud en sus colonias africanas hasta 1905. El académico estadounidense David P. Forsythe escribe: "Desde Senegal y Mauritania en el oeste hasta Níger en el este (lo que llegó a ser África francesa), una serie de guerras ruinosas se libró en paralelo y resultó en la esclavización violenta de enormes cantidades de personas. Al comienzo del siglo 20 había quizás de 3 a 3.5 millones de esclavos, lo que representaba más del 30 por ciento de la población total en esa región de escasa población".
Hoy, la llamada "comunidad internacional" elogia a Francia por resguardar contra los jihadíes importantes artefactos culturales de la legendaria ciudad maliense de Tombuctú. Pero si usted quiere encontrar históricas piezas de arte y cultura robadas de Tombuctú, convendría empezar en los muchos museos franceses que exhiben artefactos saqueados de África por los gobernadores franceses coloniales.
La clase dominante francesa y sus ideólogos —esos célebres iconos de la Ilustración y la democracia burguesa— justificaron todo eso con el racismo más burdo. En 1886 el republicano burgués de Francia, Jules Ferry, declaró: "Las razas superiores tienen un derecho con respecto a las razas inferiores... Tienen el deber de civilizar a las razas inferiores".
Después de la Segunda Guerra Mundial, Francia libró una guerra contrarrevolucionaria de ocupación en Vietnam, Camboya y Laos que mató a cientos de miles de luchadores por la liberación y civiles. Tras la derrota de Francia en 1954, Estados Unidos asumió la dominación imperialista de Vietnam y libró su propia guerra contra los pueblos de Indochina hasta que fue derrotado a mediados de los años 1970.
Además, de 1954 a 1962 Francia envió a 400.000 soldados a Argelia para aplastar al movimiento independentista. Las fuerzas francesas mataron a más de 100.000 argelinos antes de ser expulsadas.
El éxito de las luchas por la liberación, junto con la desmembración de los imperios de tipo tradicional y el surgimiento del imperialismo estadounidense, provocaron una serie de crisis para la clase dominante francesa y llevaron al fin —en mayor parte— del colonialismo francés formal. Pero lo que surgió en su lugar era un neocolonialismo, que mantenía las mismas relaciones básicas de opresión entre Francia y sus ex-colonias, pero ahora en la forma de estados que tenían una independencia sólo en nombre.
Un neocolonialismo nuevo y no mejorado
De cada mil bebés nacidos en Malí, 109 mueren en la infancia. En contraste, en los países capitalistas imperialistas, la tasa de mortalidad infantil oscila entre tres y cinco niños por mil. Esos 100 niños adicionales que mueren en la infancia en Malí (de cada mil) son víctimas directas del funcionamiento del imperialismo. La clase dominante francesa es la "beneficiaria" principal de la explotación brutal del pueblo de Malí.
Los instrumentos financieros del capitalismo-imperialismo internacional, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), imponen políticas que distorsionan la economía de Malí al servicio de la inversión extranjera capitalista imperialista. Las políticas del FMI obligan a los campesinos malienses a dedicar las escasas tierras de cultivo a la siembra de algodón para la exportación a Francia, en vez de sembrar comestibles para ellos y sus hijos. En parte por esa razón, el 27 por ciento de los niños malienses tienen un peso que es peligrosamente por debajo del peso normal. Cuando el precio del algodón en el mercado internacional se desplomó a partir de los fines de los años 1990, los agricultores malienses sufrieron privaciones aún más extremas y la deuda nacional de Malí a las instituciones financieras imperialistas aumentó.
El legado y el funcionamiento actual del imperialismo han dejado profundas cicatrices horribles en el panorama económico, político y social de África, entre ellas la creación del ambiente para los interminables conflictos fratricidas entre los pueblos de África que han sido un elemento esencial en la dominación colonial y neocolonial. Por ejemplo, Francia jugó un papel importante en provocar y perpetuar el genocidio horrible en Ruanda en 1994 que mató a medio millón y hasta un millón de personas. Una comisión ruandesa determinó que Francia había ayudado a entrenar a la milicia de la etnia hutu que llevó a cabo muchos de los asesinatos, además de ayudar a planear el genocidio y participar en la matanza. El informe acusó a 33 altos oficiales militares y altos funcionarios políticos franceses de estar involucrados en el genocidio ruandés, incluido a François Mitterrand, el presidente de Francia en ese tiempo. El informe ruandés dijo: "Los soldados franceses participaron directamente en los asesinatos de tutsis y de los hutus acusados de esconder a tutsis." ("Rwanda: French Accused in Genocide", agencia AP, 6 de agosto de 2008).
Esos son los genocidas y asesinos de bebés que están "liberando" a Malí.
El imperialismo vs. la jihad... y la necesidad de otro camino
Malí colinda con países que se encuentran en la mira de ambos lados en el choque entre el imperialismo occidental y la jihad islámica. La invasión francesa de Malí no se hizo simplemente con el fin de reforzar la superexplotación imperialista del pueblo de Malí, sino que es una movida de los imperialistas occidentales en dicho conflicto, y Estados Unidos está dando un respaldo importante a los invasores franceses.
Hoy en países como Francia y Estados Unidos, demasiadas personas que antes se opusieron correctamente a las guerras contra los pueblos de Vietnam y Argelia se hacen cómplices pasivos, en el mejor de los casos, en los mismos tipos de crímenes cometidos por su propia clase dominante contra los pueblos del mundo, incluida la invasión francesa a Malí... con tal de que esas invasiones mantengan la justificación de salvaguardar a dichos pueblos contra "los terroristas", luchar contra la jihad y llevar la "democracia" a Asia, África y América Latina.
Pero el imperialismo occidental todavía es imperialismo. Los crímenes cometidos por los jihadíes en el norte de África no llegan a aproximarse a la magnitud de los horrores del colonialismo e imperialismo francés, el que, para repetir, esclavizó a unos tres millones de personas en el norte deÁfrica y hoy es responsable de la muerte en infancia de más de 100 niños de cada mil nacidos en Malí. Si usted no se enteraba de eso al comenzar a leer este artículo, pues ahora sí lo sabe.
Estados Unidos y sus aliados (Francia desempeña el papel de "puntero" en los países que antes eran sus colonias en África) han cometido y siguen cometiendo crímenes monstruosos en el nombre de oponerse al fundamentalismo islámico. Los puntos siguientes, recalcados en recientes artículos de Revolución, son cruciales para captar la realidad al fondo de esa justificación imperialista.
Primero, el ascenso del fundamentalismo islámico es en gran medida un producto del funcionamiento del imperialismo (incluidas las políticas específicas de la CIA en Afganistán, donde respaldó y financió a grupos fundamentalistas islámicas que luchaban contra la Unión Soviética).
Segundo, los crímenes del imperialismo estadounidense —desde las maquiladoras de Foxconn en China hasta la emergencia ambiental, de la encarcelación en masa en Estados Unidos a la tasa de mortalidad infantil intolerable en el norte de África— eclipsan hasta las aspiraciones de esas fuerzas islámicas reaccionarias.
Tercero, si usted no se opone por un lado al "Occidente" (Estados Unidos y los demás imperialistas, incluida Francia) y por el otro a la jihad islámica, y al contrario entra en una complicidad activa o pasiva con el uno o el otro, usted terminará por fortalecer a ambos, en un círculo vicioso en que cada ataque por aviones no tripulados que aniquila a una fiesta de bodas en Pakistán (con muy pocas protestas en Estados Unidos) sirve para reclutar a nuevos jihadíes, y así sucesivamente.
El análisis de Bob Avakian de "los dos sectores anticuados" —de las dos fuerzas reaccionarias en contienda, en que ambos representan modos de pensar y de organizar la sociedad que pertenecen al pasado— ofrece una herramienta concisa y poderosa para captar lo que está pasando en este conflicto y para actuar para cambiar los términos:
Lo que vemos en contienda, con la jihad por un lado y McMundo/McCruzada por el otro, son sectores históricamente anticuados de la humanidad colonizada y oprimida contra sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista. Estos dos polos reaccionarios se oponen, pero al mismo tiempo se refuerzan mutuamente. Apoyar a uno u otro de esos polos anticuados, acabará fortaleciendo a los dos.
Esta es una formulación muy importante y crucial para entender muchas dinámicas que impulsan el mundo en este período, pero tenemos que tener en claro cuál de "los dos sectores históricamente anticuados" ha causado más daño y representa la mayor amenaza a la humanidad: los sectores dominantes históricamente anticuados del sistema imperialista, y en particular los imperialistas estadounidenses.
Lo BAsico 1:28
Cuando se parte de los intereses de la humanidad, en lugar de alinearse con "nuestro propio gobierno" y de celebrar y defender sus acciones inmorales y criminales por todo el mundo, el reto es romper con los términos de los "dos sectores anticuados" y ser parte de lo que Bob Avakian ha planteado como "forjar otro camino". Existe otro camino que el mundo puede seguir, y una verdadera alternativa al capitalismo y a todas las formas de opresión, en la nueva síntesis del comunismo que BA ha desarrollado y en su dirección revolucionaria actual.
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