El proceso contra Ríos Montt en Guatemala

Una masacre censurada Made in USA

2 de mayo de 2013 | Periódico Revolución | revcom.us

 

"Por la tarde, los asaltantes juntaron alrededor de cincuenta mujeres y niños y los llevaron caminando hacia las montañas. Hernández se puso al frente de la fila, sabiendo que se dirigían a su muerte. Los demás también lo sabían.

"'No somos perros, para que nos maten en el monte', dijo una mujer. 'Sabemos que nos van a matar ¿por qué no lo hacen aquí mismo?'. Un soldado se abrió paso violentamente entre los prisioneros hasta llegar a la mujer y jalarla del cabello. Hernández vio la oportunidad de escapar y huyó. El eco de los disparos sonaba tras él. Se escondió entre la maleza y escuchó.

"Uno a uno, los soldados mataron a los prisioneros. Hernández escuchó los gemidos de la gente agonizando. Un niño llamaba a su mama. Los militares ejecutaron a los pequeños con los rifles. A cada uno, un tiro. Fueron cuarenta o cincuenta disparos en total.

"Al caer la noche, en el pueblo sólo quedaban cadáveres, animales y soldados. El escuadrón se resguardó esa noche en las casas abandonadas. Llovía. Hernández pudo volver al pueblo, con trabajo, tropezándose entre la oscuridad y el lodo. Pasó entre los cuerpos de sus vecinos esparcidos por las calles y caminos. Escondido entre el pasto alto, escuchó risas.

 "'Ya los terminamos, muchá', dijo un militar. 'Y vamos a seguir buscando'".

Del testimonio de Salomé Armando Hernández sobre la matanza de 250 personas en la aldea de Dos Erres, Guatemala, en diciembre de 1982.

Someten a juicio a un asesino en masa

Efraín Ríos Montt era presidente de Guatemala durante los años 1982 y 1983, los años más sangrientos en la historia de Guatemala. Ríos Montt, un fundamentalista cristiano, declaró que dios le había mandado a ser presidente. En la realidad, era Estados Unidos y su entonces presidente, Ronald Reagan, los que lo patrocinaron plena y abiertamente.

En marzo, Ríos Montt fue sometido a juicio por genocidio en la Ciudad de Guatemala. Específicamente lo acusaron del asesinato de 1.771 indígenas ixil. Allan Nairn, un periodista que viajó a Guatemala en 1982, dijo que acusaron a Ríos Montt de esos asesinatos "porque los fiscales tienen los nombres de cada una de estas víctimas. Pudieron desenterrar los huesos de la mayoría de éstas".

Es la primera vez en la historia que se ha acusado formalmente de genocidio a un ex jefe de estado en una corte en su propio país. El juicio de Ríos Montt resulta de décadas de valientes protestas y reclamaciones en pro de la justicia por parte del pueblo guatemalteco, en particular los indígenas que sufrieron tan horriblemente.

El juicio de Ríos Montt se impugnó fuertemente. Docenas de personas mayas que de niños sobrevivieron las masacras orquestadas por Ríos Montt, se arriesgaron la vida para dar testimonio en su contra. Los jueces y abogados encargados de procesar a Ríos Montt recibieron amenazas de muerte de personas asociadas con las fuerzas armadas de Guatemala.

Cuando se acercaba el final del juicio a Ríos Montt, apareció una entrevista grabada en 1982 con Otto Pérez Molina, actualmente presidente del país. Pérez, con el nombre de guerra, "Mayor Tito", era en ese entonces un oficial en el ejército guatemalteco. La entrevista indica, como dijo Nairn en Democracy Now!, que "él (Pérez) es la persona que implementaba localmente el programa de genocidio del cual acusan a Ríos Montt".

El 18 de abril, cuando se acercaban los alegatos de bien probado, el abogado de Ríos Montt salió disparado del tribunal y declaró "ilegal" el procedimiento. De ahí Carol Flores, la jueza, anuló todo lo ocurrido en el caso desde noviembre de 2011, y suspendió todo procedimiento legal contra Ríos Montt. Los manifestantes en la sala de juicio gritaron que Flores era "una jueza vendida".

En este momento, no está claro si se reanudará el juicio contra Ríos Montt.

Un baño de sangre, patrocinado por Estados Unidos

Durante décadas, oleadas monstruosas de violencia oficial azotaba a Guatemala. El blanco eran los campesinos en general y los indígenas en específico. El gobierno asesinó a más de 200.000 personas, en su abrumadora mayoría civiles, en este pequeño y empobrecido país de mediados de los años 1960 a mediados de los 1990. Los crímenes perpetrados contra el pueblo guatemalteco llegaron a un punto culminante de salvajismo genocida en los primeros años de los 1980.

El ejército guatemalteco destruyó sistemáticamente a más de 600 aldeas mayas en la sierra. Asesinó a decenas de miles de personas. La matanza en las aldeas serranas de Guatemala era un baño de sangre de los más concentrados y horripilantes en la historia humana.

Allan Nairn describió recientemente en el programa de radio Democracy Now! cómo las fuerzas guatemaltecas bajo Ríos Montt perpetraban sus atrocidades.

"El ejército hacía redadas generalizadas por la sierra del noroeste. Según los soldados a los cuales entrevisté en aquel entonces, cuando hacía esas redadas, irrumpían en las aldeas, las rodeaban, sacaban a rastras a los aldeanos de sus casitas, los ponían en fila, los ejecutaban. Un experto forense testificó… que el 80 por ciento de los restos recuperados tenían heridas de bala en el cráneo. Los testigos han — los testigos y sobrevivientes han descrito que las tropas de Ríos Montt les cortaban la cabeza a los campesinos. Uno habló de que decapitaron a una viejita, y luego pateaban su cabeza en el suelo. Arrancaron los corazones a los niños cuyos cuerpos aún tenían calor, y los apilaron en una mesa para que los vieran los padres.

"Los soldados a quienes entrevisté describían las técnicas de interrogatorio que les enseñaron en el estado mayor del ejército. Dijeron que preguntaban a los aldeanos: '¿Quiénes en el pueblo son guerrilleros?' La gente respondería: 'No sabemos' y después los soldados los estrangularían hasta que murieran. Esas redadas eran intensas. Los soldados dijeron que muchas veces asesinaron a cerca de la tercera parte de la población de la aldea. Capturaban a otra tercera parte y la reasentaban en los campamentos del ejército. Los demás huirían a la montaña. Ahí en la montaña, los militares los perseguían con helicópteros suministrados por Estados Unidos, y aviones suministrados por Estados Unidos e Israel. Lanzaban bombas estadounidenses de 50 kilos y ametrallaban a las personas desde helicópteros estadounidenses Huey y Bell, usando ametralladoras pesadas suministradas por Estados Unidos".

En julio de 1982, Ríos Montt inició una política de "rifles y frijoles". Eso significaba que los civiles considerados "pacificados" recibían frijoles y los demás balas de rifle. Un documento de la CIA que está en la biblioteca Ronald Reagan en California explica que ese enfoque genocida generó las condiciones para la indiscriminada matanza y destrucción de aldeas y grupos indígenas enteros, y muestra la actitud de Estados Unidos hacia todo el proyecto empapado de sangre:

"Cuando una patrulla del ejército topa con resistencia y fuego de un pueblo o una aldea, se supone que todo el pueblo es hostil y por lo tanto lo destruye". Si el ejército encuentra una aldea despoblada, "se supone que ésta apoyaba al EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) y la destruyen.… La opinión bien documentada del ejército de que toda la población indígena ixil es pro-EGP ha creado una situación en que se puede esperar que el ejército no dé cuartel ni a los combatientes ni a los no combatientes por igual".

Violaron brutalmente y en serie a las mujeres y a las muchachas antes de asesinarlas. Una mujer del pueblo ixil de Santa María Nebaj dijo en su testimonio en el proceso contra Ríos Montt que cuando el ejército llegó a su casa, yo "tenía 12 años me llevaron al destacamento con otras mujeres allí me amarraron los pies y las manos… me pusieron un trapo en la boca… y me empezaron a violar… yo ya ni sabía cuántos pasaron… perdí la conciencia… y ya la sangre solo corría…. Luego ya no podía ni levantarme ni orinar".

Stephen L. Kass, un abogado de Nueva York que forma parte de un equipo que investigaba las atrocidades en Guatemala, escribió que el gobierno llevó a cabo el "asesinato casi indiscriminado de hombres, mujeres y niños en cualquier aldea agraria que el ejército consideraba que posiblemente apoyara a los insurgentes guerrilleros". Agregó que los niños "fueron tirados en las casas en llamas. Los tiraron al aire y los desgarraron con bayonetas. Escuchamos muchísimas historias de que agarraron a los niños por los tobillos y los lanzaron contra postes para destruirles la cabeza".

Los periodistas Sebastián Rotella y Ana Arana describieron algunas de las atrocidades cometidas en la aldea de Dos Erres: "Los militares llevaron a las personas una por una al centro de la aldea, cerca de un pozo sin agua de 12 metros de profundidad. Favio Pinzón Jerez, el cocinero del escuadrón, y otros soldados les aseguraron que todo estaría bien. Serían vacunados. Se trataba de una medida de salud preventiva. No era nada para preocuparse.

"Gilberto Jordán fue el primero en derramar sangre. Cargó a un bebé, lo llevó hasta el pozo y lo arrojó hacia su muerte. Jordán lloró cuando mató al niño. Sin embargo, con la ayuda de Manuel Pop Sun, otro soldado, siguió arrojando niños al pozo".

Durante este período, un pastor de la iglesia de cristianos fundamentalistas basada en California, a la cual Ríos Montt pertenecía, le explicó a un grupo que investigaba las atrocidades: "El ejército no masacra a los indígenas. Masacra a demonios, y los indígenas son poseídos por los demonios, son comunistas".

Un largo historial de sangre

El imperialismo estadounidense tiene un largo historial sangriento en Guatemala, desde 1906 cuando la compañía United Fruit echó mano a 68.800 hectáreas de las mejores tierras de cultivo del país, hasta hoy; en agosto de 2012, el gobierno de Obama envió a 200 soldados estadounidenses de la Infantería de la Marina para patrullar la costa guatemalteca como parte de la "guerra contra las drogas".

En 1954 Estados Unidos fraguó un golpe de estado que derrocó al gobierno reformista de Jacobo Arbenz. Lo reemplazó con Carlos Castillos Armas, un coronel adiestrado en la Escuela del Comando y Estado Mayor del Fuerte Leavenworth. El golpe de estado de la CIA desató una oleada de violencia reaccionaria en que miles de personas fueron arrestados y muchas torturadas. Devolvieron a la compañía United Fruit y a otros grandes terratenientes las grandes extensiones de tierras ociosas que el gobierno de Arbenz había nacionalizado.

Tras el golpe, los grupos guerrilleros antigubernamentales empezaron a operar en las montañas. El Pentágono estableció una base de contrainsurgencia y los Boinas Verdes estadounidenses entrenaron a los oficiales guatemaltecos. Para finales de los años 1960, hasta mil soldados de las Fuerzas Especiales estadounidenses estaban participando en una contrainsurgencia masiva. Las fuerzas armadas guatemaltecas realizaron misiones de "búsqueda y destrucción", agarrando a los aldeanos y mandándolos a campos de concentración. Emularon esa y otras tácticas directamente de la guerra que Estados Unidos estaba haciendo al mismo tiempo en contra de las fuerzas de liberación en Vietnam.

La infame "Mano Blanca" y otros escuadrones de la muerte surgieron por primera vez durante ese tiempo, con la clara injerencia de Estados Unidos. El jefe de la misión militar estadounidense en Guatemala dijo que instó a los militares guatemaltecos a adoptar "la técnica del contra terror". Los escuadrones de la muerte eran un elemento esencial de este "contra terror". Unos agentes que trabajaban para la embajada estadounidense asesoraron y adiestraron a una unidad del ejército guatemalteco conocida como la G-2, que llevó a cabo la tortura y los asesinatos y tiró los cadáveres en tumbas clandestinas.

El coronel Carlos Arana Osorio, el hombre que Estados Unidos seleccionó personalmente para encabezar la sanguinaria contrainsurgencia a finales de los años 1960, llegó a conocerse como el "Carnicero de Zacapa". En 1970 asumió la presidencia de Guatemala. Arana dijo: "Si fuera necesario convertir al país en un cementerio para pacificarlo, no dudaría en hacerlo".

La violencia contrarrevolucionaria que Estados Unidos llevó a cabo contra el pueblo de Guatemala a finales de los años 1950 y durante los 1960 fue parte de una serie de guerras en todo el mundo para imponer la dominación económica y política del imperialismo estadounidense —distorsionando las economías de forma grotesca, aplastando la resistencia y el disentimiento e instalando a "hombres fuertes" como gobernantes en todas partes— en Vietnam, en el Medio Oriente, en Centro y Sudamérica, en el Congo y en países por toda Asia, África y Latinoamérica.

A mediados de los años 70, Estados Unidos se estremecía por la derrota asestada en su contra en Vietnam y estaba atascado en una creciente confrontación intensa con un rival del bloque imperialista que surgió después de la restauración del capitalismo en la antigua Unión Soviética socialista. Muchas fuerzas que habían estado combatiendo por la liberación nacional se aliaban a diferentes grados con el bloque soviético. Los soviéticos, debido a sus propios intereses imperialistas, trabajaban para utilizar esas luchas para debilitar a Estados Unidos y la ayuda que ofrecían tenía por objeto acercar a esas fuerzas más firmemente bajo la influencia soviética, lo que, por lo tanto, de hecho, debilitaba esas luchas.

De ninguna manera esos factores justifican las actividades de Estados Unidos de ahogar en sangre a esas luchas. Reagan y la clase dominante de Estados Unidos presentaban su propia dominación imperialista como una oposición al "imperio del mal" soviético. Pero cuando se operaron unos cambios en la dinámica del conflicto global en los años 1970, la naturaleza de la dominación imperialista de Estados Unidos permanecía intacta y de muchas maneras se volvió más brutal y sangrienta frente a lo que percibía como un desafío estratégico a lo que consideraban como su "derecho" a explotar y oprimir a los pueblos del mundo.

Durante la presidencia de Jimmy Carter, se canalizó una buena parte del apoyo y entrenamiento de Estados Unidos para los militares y escuadrones de la muerte en Guatemala por medio del reaccionario estado sionista de Israel. Como afirma un artículo reciente de la revista NACLA [Congreso Norteamericano para América Latina], desde "finales de los años 1970 a comienzos de los años 1980, Israel ayudó en cada faceta del ataque al pueblo de Guatemala. Al reemplazar en gran medida a Estados Unidos en el territorio guatemalteco (el gobierno estadounidense conservaba su rol de pagador, mientras también mantenía una presencia crucial en el país), Israel se convirtió en el principal proveedor de los sucesivos gobiernos, para adiestramiento en contrainsurgencia, arsenales de armamento ligero y pesado, aviones de combate, expertos en la tecnología de inteligencia de punta e infraestructura y otra ayuda vital".

Ronald Reagan: Grotesco criminal, icono del imperialismo

Pero cuando Ronald Reagan asumió la presidencia, la participación de Estados Unidos en el creciente genocidio se volvió más directa y más abierta. Tan pronto asumió el poder, la administración de Reagan publicó un documento de seguridad nacional para autorizar la ayuda militar al régimen guatemalteco para exterminar a los "guerrilleros marxistas" y como lo informó el periodista Benjy Hansen-Bundy, "sus mecanismos de apoyo civil".

Tan pronto como Reagan entró en la Casa Blanca, envió a Vernon Walters, un general retirado, para reunirse con altos funcionarios del gobierno guatemalteco. Walters les dijo que Estados Unidos estaba listo para suplir al ejército con material del valor de millones de dólares y con "información de inteligencia sobre el accionar regional desde nuestra perspectiva. Nuestro deseo, sin embargo, es ir más allá de los pasos que acabo de trazar. Deseamos reestablecer nuestra relación tradicional de suministros y entrenamiento militares tan pronto como sea posible".

Pronto Walters le enviaba cables al Departamento de Estado de que el comandante del ejército de Guatemala con el que se reunió "dejó claro que su gobierno continuará como antes, de que la represión continuará. Reiteró su convicción en que la represión está funcionando y que la amenaza de la guerrilla será exitosamente aplastada".

Durante su juicio Ríos Montt fue confrontado con un manual de entrenamiento del ejército guatemalteco que reconocía el reto de conseguir que los soldados realizaran "las acciones represivas" contra civiles, especialmente mujeres, niños y personas enfermas. Pero, continuó el documento, con el entrenamiento apropiado, lo pueden hacer. Ríos Montt, le dijo a la corte: "Ese manual de entrenamiento el cual usamos es casi una traducción literal de un manual de entrenamiento de Estados Unidos".

Reagan acogió con entusiasmo a Ríos Montt, personal y públicamente. Dijo que Ríos Montt fue un hombre de "una gran integridad personal", a quien le estaban "acusando falsamente" los activistas de derechos humanos.

En diciembre de 1982, Reagan y Ríos Montt se reunieron en una conferencia en Honduras. Después de ésta, un reportero le preguntó a Ríos Montt acerca de su política de "tierra arrasada"; éste bromeó que tenía una "política de comunistas arrasados".

Mientras estos dos monstruos se burlaban de su enfermiza "bromita", los asesinos en la unidad élite de los kaibiles del ejército guatemalteco estaban llegando al poblado de Dos Erres. La Comisión de Derechos Humanos de Guatemala informó sobre lo que sucedió cuando llegaron allá unos días después.

"La unidad especial de los kaibiles de las fuerzas armadas cercaron a aproximadamente 300 habitantes de Dos Erres, Libertad, Petén. De esos asesinados 113 eran niños menores de 14 años. Los soldados empezaron con los bebés, lanzándolos a los pozos. Siguieron las mujeres y los niños que estaban reunidos en las iglesias del pueblo, donde las mujeres fueron violadas y los niños apaleados. Con el tiempo, arrojaron a los niños a los pozos, algunos de éstos aún con vida. Después de las mujeres y los niños, mataron a golpes a los hombres y tiraron sus cuerpos al pozo".

Efraín Ríos Montt, un asesino en masa, fue justamente llevado a juicio por crímenes genocidas de lesa humanidad. Es un ultraje indignante que se haya suspendido y aplazado este juicio.

Pero ¿y qué del padrino de Ríos Montt, Ronald Reagan? ¿Él no debería ir a juicio póstumo por genocidio, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad?

He aquí una pregunta y un reto: ¿Se puede nombrar a alguna figura líder de los círculos gobernantes de Estados Unidos, lo que incluye a Obama, o algún otro líder de la estructura del poder político, los medios de comunicación, el ejército, las corporaciones, quien no admire a Ronald Reagan como un icono y lo elogie como un gran líder de Estados Unidos y para el mundo? ¿Ha denunciado Obama o algún otro líder importante a Reagan por lo que era en realidad: alguien quien, como jefe del imperio de Estados Unidos, cometió crímenes verdaderamente monstruosos contra la humanidad: la masacre de cientos de miles de personas en Guatemala, entre ellas niños, siendo la cruel violación de innumerables mujeres solamente uno de los muchos crímenes de este icono del imperialismo, Ronald Reagan?

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